Como padres, queremos y esperamos muchas cosas para nuestros hijos. Queremos que sean educados, involucrados, amables y compasivos, atléticos, músicos y la lista sigue. ¿Y si te dijera que de verdad creo que hay una forma de educar a tus hijos que no tiene que ver con estar en un equipo deportivo o hacer viajes costosos?

Si creemos que fuimos creados para dar gloria a Dios con nuestras vidas, entonces probablemente creemos eso acerca de la vida de nuestros hijos también. Dios puede y nos usará a cada uno justo en donde estamos. Si nos sublevamos a Sus planes para nuestras vidas y buscamos amar a Dios y a otros cada día, no tenemos que ir a ningún lugar especial para ser usados por Dios.

Sin embargo, he visto con mis propios ojos como el hecho de ir a un viaje misionero puede cambiar el curso de una vida. Ir a un viaje misionero me ha cambiado incontables veces, así que sé que Él también puede hacer eso en la vida de mis hijos. Cuando dejamos la comodidad de nuestros hogares con la intención de ser una bendición y servir a otros, creo que eso complace a Dios a responder esas oraciones que tenemos para que los corazones de nuestros hijos sean cambiados en el proceso.

Sabemos por la palabra de Dios que es mejor dar que recibir. ¿Y si de hecho viviéramos eso en nuestras vidas y nos lleváramos a nuestros hijos también? Entiendo que hay muchos puntos válidos para quedarse en casa y servir en tu comunidad.

Si me lo permites, me gustaría sugerirte que no es esto o aquello. La cosecha es plena y los trabajadores son pocos… necesitamos trabajadores AQUÍ y ALLÁ. ¡Necesitamos servir a nuestras comunidades e irnos si somos capaces de hacerlo! Servir con mi iglesia local es una de las grandes alegrías de mi vida; este artículo no trata acerca de elegir un lugar para servir u otro. Mi corazón sirve donde el Señor me guíe para hacerlo, sea cerca, lejos… o ambos.

También me encanta servir con ministerios que tengan los pies en el sueño. No estamos solo sirviendo por una semana y luego los dejamos con las manos vacías, hay personas allí todo el año, solo venimos a ayudar mientras podamos… ellos siguen trabajando el resto del año sirviendo a la gente local. El discipulado es una parte del llamado y es muy necesario en todo el mundo.

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Estamos logrando la gran comisión. ¡Ve y forma discípulos! ¡Enseñemos a nuestros hijos a obedecer la palabra de Dios con nuestras propias acciones! Podemos mostrarles a nuestros hijos que el evangelio es importante para nosotros al gastar nuestro dinero tan difícil de ganar al ir a cualquier parte del mundo a compartir a Jesús. Compartir el evangelio merece la pena.

Estamos enseñando a nuestros hijos que es mucho mejor dar que recibir. Podemos decir esas palabras, pero vivirlas es otro cuento. En esta cultura y, especialmente en nuestra América, vivimos de la comodidad y la facilidad. Pasar tiempo viviendo en un lugar en el que estamos fuera de nuestra zona cómoda e incluso, incómodos, es tan bueno para nuestras almas y para nuestros hijos.  

Estamos dando a nuestros hijos la oportunidad de servir y trabajar duro. La mayoría de nosotros probablemente quiere que nuestros hijos crezcan y sean trabajadores con buen carácter. Simplemente no podemos esperar que eso pase. Necesitamos ser proactivos y tener la intención de dar a nuestros hijos oportunidades para servir a otros. Por supuesto, cada semana hay oportunidades a nuestro alrededor. Ir a un viaje misionero solo es un periodo extenso de tiempo donde podemos servir todos como familia.

Estamos abriendo los ojos de nuestros hijos a otras culturas y personas. Quiero tan desesperadamente que mis hijos conozcan que Dios ama a todas las personas. Todas las naciones. Todos los idiomas. Todas las habilidades e inhabilidades. Ricos y pobres. Cuando viajamos por el mundo a decirle a personas que son amados por Dios nuestros hijos verán cuán importante es.

Estamos plantando semillas en los corazones de nuestros hijos. Oro para que mientras mi propia familia viaje este verano a un país en América Central esas semillas sean plantadas en los corazones de mis propios hijos. Oro para que Dios haga crecer un amor por todas las personas diferentes en sus corazones. Oro para que Dios les haga tener un corazón compasivo que quiera servir a los menos afortunados. Oro para que Dios les muestre cuán bendecidos son por estar donde están y que somos bendecidos por el hecho de ser una bendición.

Pide a Dios oportunidades para compartir Su amor con otros. Él puede abrir una puerta para ti que este a dos minutos en la calle. Él puede proveer un viaje alrededor del mundo para compartir Su amor. Él, incluso, puede abrir puertas cerca y lejos. Somos retados en la palabra de Dios a amar a Dios con todo nuestro corazón y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Que podamos ver el prójimo que Dios nos ha dado en nuestros hogares, en nuestras comunidades y alrededor del mundo.