Mientras esto parezca obvio para ti, es una sorpresa para muchas personas el entender que Dios es generoso. No pensaba que Dios era generoso cuando era un hombre joven. De algún modo, mientras crecí tuve la idea de que, si rogaba a Dios por ayuda y si era suficientemente bueno, Él podría mostrarme un poco de piedad. Un montón de personas tienen esta creencia de Dios. Pero Dios es asombrosamente generoso. Él dio el primer paso de generosidad hacia nosotros.

Y el segundo paso, y el tercero.

Él fue el primer proveedor y el más generoso de todos. Él nos ha dado Su amor generoso, aceptación generosa, perdón generoso, y el futuro generoso que llamamos el sueño de Dios. Cada momento en el que estamos vivos es un regalo de nuestro generoso Creador.

Fue más allá de todo lo que podríamos imaginar: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas, tenga vida eterna.”  (Juan 3:16)

Dios amó tanto a las personas que dio. Él dio lo mejor de sí mismo. Él dio a Su Hijo, por ti y por mí. Este acto de generosidad comenzó primero en su corazón. Amó, por lo tanto, dio.

Una vez comencé a ver la generosidad de Dios reflejada en la escritura la vi en todas partes.

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad, Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, que Él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Tito 3:4-6

Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla. (Santiago 1:5)

Jesús señaló un ejemplo de generosidad que acentuó la importancia de esta cualidad por nosotros. La situación también revela el corazón detrás de este tipo de libertad. Estaba tan conmovido por ello que Él dijo que hacia donde el evangelio fuera llevado, esta historia sería contada.

Podemos dar sin amar, pero no podemos amar sin dar.

Jesús se encontraba en casa de unos amigos cuando una mujer vino y derramó un perfume muy costoso sobre Su cabeza. Los amigos de Jesús de inmediato criticaron este acto de generosidad y lo declararon una pérdida. Pero Jesús lo vio de una manera diferente.

“Pero Jesús, dándose cuenta, les dijo: ¿Por qué molestáis a la mujer? Pues buena obra ha hecho conmigo. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Pues al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. En verdad os digo: Dondequiera que este evangelio se predique, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho, en memoria suya.” (Mateo 26:10-13)

Su generosidad era significante por el valor de su regalo: era un gran sacrificio y reveló la profundidad de su gratitud. Jesús señaló que este tipo de gratitud generosa y veneración estarían conectadas por siempre a Sus seguidores.

Está claro que la generosidad es una cualidad irremplazable de la espiritualidad. Dentro del alma de cada persona hay un deseo que Dios nos dio para vivir una vida generosa. La generosidad es esencial para seguir a Jesús. Lo que Jesús espera que hagamos en vida no puede ser hecho sin una actitud generosa. La generosidad es requerida para confiar en Dios hasta el punto en el que se produce un sacrificio de vida, servir a otros e incluso perdonar de la misma manera que somos perdonados. Podemos dar sin amar, pero no podemos amar sin dar.

Somos como Dios cuando somos generosos. Jesús dijo a Sus discípulos una vez “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros.” (Juan 13:35)

Es importante que amemos a los pobres y cuidemos de las personas sin hogar, pero Jesús no dijo “Ellos sabrán que somos Sus discípulos” porque alimentamos a los pobres. A veces es más sencillo para nosotros amar a extraños que amar a las personas que conocemos porque sabemos cuáles son sus defectos y sus problemas. Si las personas merecen lo que les damos, de verdad no es generosidad. Necesitamos mostrar este amor y gracia generosos a la gente a pesar de sus problemas. Solo podemos desarrollar una vida generosa cuando entendemos donde comienza el hecho de dar, y que se haga con amor. Esto nos empodera hacia niveles más altos de generosidad.