Diciembre 18

2 CORINTIOS 2.14-16  

¿Ha tenido usted experiencias negativas al tratar de compartir las buenas nuevas de Cristo? Algunas personas simplemente no quieren escuchar hablar del Señor Jesús. Aunque la preocupación de usted es la vida eterna de esas personas, éstas pueden pensar que está tratando de forzarlas a aceptar su religión.

Para ayudarnos a entender el porqué algunas personas tendrán una reacción negativa a nuestra fe, el apóstol Pablo usó la analogía de la celebración de una victoria en el Imperio Romano. En su tiempo, cuando un general volvía a Roma después de vencer al enemigo, hacía una entrada triunfal y encabezaba un desfile por la ciudad. Iba en una cuadriga o carroza de color oro, rodeado de sus oficiales y seguido de sus soldados. Al final del desfile iban los prisioneros atados con cadenas.

Durante este espectáculo, nubes de incienso flotaban entre los participantes y los espectadores, mientras sacerdotes paganos transportaban a sus censores. Para los conquistadores, este era el fragante aroma de la victoria. Pero, para los prisioneros, era el olor de la muerte, porque pronto serían matados por bestias salvajes en el circo. De la misma manera, los creyentes somos dulce fragancia de Cristo los unos para los otros, por ir detrás de Él tras su victoria sobre la muerte y el pecado. Pero, para aquellos que no le conocen como Salvador, somos recordatorio del juicio que temen.

Aunque algunos nos rechacen, tenemos que seguir compartiendo nuestra esperanza con gracia y mansedumbre (1 P 3.15, 16). Hubo un tiempo en que Pablo odiaba a los cristianos, pero después fue el primero en afirmar que el Señor puede llegar a un corazón endurecido y convertir a un prisionero en vencedor. Tenemos que seguir compartiendo nuestra esperanza con gracia y mansedumbre.

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