15 Los plantaré en su tierra, y no serán arrancados jamás de la tierra que les he dado dice el SEÑOR tu Dios.
1 Visión de Abdías. Así dice el Señor DIOS acerca de Edom: Hemos oído un mensaje del SEÑOR, y un mensajero ha sido enviado a las naciones, diciendo: Levantaos y alcémonos contra él en batalla. 2 He aquí, te haré pequeño entre las naciones; despreciado eres en gran manera. 3 La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que habitas en las hendiduras de la peña , en las alturas de tu morada; que dices en tu corazón: "¿Quién me derribará por tierra?" 4 Aunque te remontes como el águila, y aunque entre las estrellas pongas tu nido, de allí te derribarédeclara el SEÑOR. 5 Si vinieran a ti ladrones o salteadores de noche (¡cómo quedarías arruinado!), ¿no robarían hasta que les bastara? Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían rebuscos? 6 ¡Cómo será escudriñado Esaú, y rebuscados sus tesoros escondidos! 7 Hasta la frontera te echarán todos tus aliados; te engañarán, te dominarán los que están en paz contigo; los que comen tu pan tenderán emboscada contra ti. (No hay entendimiento en él.) 8 ¿No destruiré en aquel día declara el SEÑORa los sabios de Edom y el entendimiento del monte de Esaú? 9 Entonces tus valientes serán atemorizados, oh Temán, de modo que todo hombre será cortado del monte de Esaú con muerte violenta. 10 Por la violencia contra tu hermano Jacob, te cubrirá la verguenza, y serás cortado para siempre. 11 El día que te pusiste a un lado, el día en que extraños se llevaban su riqueza, y extranjeros entraban por su puerta y sobre Jerusalén echaban suertes, tú también eras como uno de ellos. 12 No te alegres en el día de tu hermano, en el día de su exterminio; no te alegres de los hijos de Judá en el día de su destrucción; sí, no te jactes en el día de su angustia. 13 No entres por la puerta de mi pueblo en el día de su ruina. Sí, no te alegres tú de su desgracia en el día de su ruina; no te apoderes de sus riquezas en el día de su ruina. 14 No te apostes en la encrucijada para exterminar a sus fugitivos, y no entregues a sus sobrevivientes en el día de su angustia. 15 Porque se acerca el día del SEÑOR sobre todas las naciones. Como tú has hecho, te será hecho; tus acciones recaerán sobre tu cabeza. 16 Como vosotros bebisteis en mi santo monte, así beberán continuamente todas las naciones. Beberán y tragarán, y serán como si no hubieran sido. 17 Pero en el monte Sion quedará un remanente, y será lugar santo, y la casa de Jacob volverá a tomar sus posesiones. 18 Entonces la casa de Jacob será un fuego, y la casa de José una llama, y rastrojo la casa de Esaú. Los quemarán y los consumirán, y no quedará sobreviviente alguno de la casa de Esaú porque el SEÑOR ha hablado. 19 Entonces los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela la llanura de los filisteos; poseerán también el territorio de Efraín y el territorio de Samaria, y Benjamín poseerá Galaad. 20 Y los desterrados de este ejército de los hijos de Israel que están entre los cananeos hasta Sarepta, y los desterrados de Jerusalén que están en Sefarad, poseerán las ciudades del Neguev. 21 Y subirán libertadores al monte Sion para juzgar al monte de Esaú, y el reino será del SEÑOR.
1 Vino palabra del SEÑOR a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: 2 Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí. 3 Pero Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de la presencia del SEÑOR. Y descendiendo a Jope, encontró un barco que iba a Tarsis, pagó el pasaje y entró en él para ir con ellos a Tarsis, lejos de la presencia del SEÑOR. 4 Y el SEÑOR desató sobre el mar un fuerte viento, y hubo una tempestad tan grande en el mar que el barco estuvo a punto de romperse. 5 Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios; y arrojaron al mar la carga que estaba en el barco para aligerarlo. Pero Jonás había bajado a la bodega del barco, se había acostado y dormía profundamente. 6 El capitán se le acercó y le dijo: ¿Cómo es que estás durmiendo? ¡Levántate, invoca a tu Dios! Quizás tu Dios piense en nosotros y no pereceremos. 7 Y cada uno dijo a su compañero: Venid, echemos suertes para saber por causa de quién nos ha venido esta calamidad. Y echaron suertes, y cayó la suerte sobre Jonás. 8 Entonces le dijeron: Decláranos ahora por causa de quién nos ha venido esta calamidad. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres? 9 Y él les respondió: Soy hebreo, y temo al SEÑOR Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra. 10 Los hombres se atemorizaron en gran manera y le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho? Porque ellos sabían que él huía de la presencia del SEÑOR, por lo que él les había declarado. 11 Entonces le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se calme en torno nuestro? Pues el mar se embravecía más y más. 12 Y él les dijo: Tomadme y lanzadme al mar, y el mar se calmará en torno vuestro, pues yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros. 13 Los hombres se pusieron a remar con afán para volver a tierra firme, pero no pudieron, porque el mar seguía embraveciéndose contra ellos. 14 Entonces invocaron al SEÑOR, y dijeron: Te rogamos, oh SEÑOR, no permitas que perezcamos ahora por causa de la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente; porque tú, SEÑOR, has hecho como te ha placido.
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