1 Levantando Jesús la vista, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro. 2 Y vio también a una viuda pobre que echaba allí dos pequeñas monedas de cobre ; 3 y dijo: En verdad os digo, que esta viuda tan pobre echó más que todos ellos; 4 porque todos ellos echaron en la ofrenda de lo que les sobraba, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para vivir. 5 Y mientras algunos estaban hablando del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: 6 En cuanto a estas cosas que estáis mirando, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. 7 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando estas cosas vayan a suceder? 8 Y El dijo: Mirad que no seáis engañados; porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: "Yo soy el Cristo", y: "El tiempo está cerca". No los sigáis. 9 Y cuando oigáis de guerras y disturbios, no os aterroricéis; porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucederá inmediatamente. 10 Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos, y plagas y hambres en diversos lugares; y habrá terrores y grandes señales del cielo. 12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles, llevándoos ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre. 13 Esto os dará oportunidad de testificar. 14 Por tanto, proponed en vuestros corazones no preparar de antemano vuestra defensa; 15 porque yo os daré palabras y sabiduría que ninguno de vuestros adversarios podrá resistir ni refutar. 16 Pero seréis entregados aun por padres, hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de vosotros, 17 y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. 18 Sin embargo, ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. 19 Con vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas. 20 Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su desolación está cerca. 21 Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes, y los que estén en medio de la ciudad, aléjense; y los que estén en los campos, no entren en ella; 22 porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. 23 ¡Ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad sobre la tierra, e ira para este pueblo; 24 y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan. 25 Y habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra, angustia entre las naciones, perplejas a causa del rugido del mar y de las olas, 26 desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas. 27 Y entonces verán AL HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN UNA NUBE con poder y gran gloria. 28 Cuando estas cosas empiecen a suceder, erguíos y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra redención. 29 Y les refirió una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. 30 Cuando ya brotan las hojas, al verlo, sabéis por vosotros mismos que el verano ya está cerca. 31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca. 32 En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 33 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. 34 Estad alerta, no sea que vuestro corazón se cargue con disipación y embriaguez y con las preocupaciones de la vida, y aquel día venga súbitamente sobre vosotros como un lazo; 35 porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. 36 Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre. 37 Durante el día enseñaba en el templo, pero al oscurecer salía y pasaba la noche en el monte llamado de los Olivos. 38 Y todo el pueblo madrugaba para ir al templo a escucharle.
1 Después habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: 2 Ordena a los hijos de Israel, y diles: "Tendréis cuidado de presentar mi ofrenda, mi alimento para mis ofrendas encendidas, aroma agradable para mí, a su tiempo señalado." 3 Y les dirás: "Esta es la ofrenda encendida que ofreceréis al SEÑOR: dos corderos de un año, sin defecto, cada día como holocausto continuo. 4 "Ofrecerás un cordero por la mañana, y ofrecerás el otro cordero al atardecer; 5 y como ofrenda de cereal, una décima de un efa de flor de harina mezclada con la cuarta parte de un hin de aceite batido. 6 "Es un holocausto continuo instituido en el monte Sinaí como aroma agradable, ofrenda encendida al SEÑOR. 7 "Y su libación será la cuarta parte de un hin por cada cordero; en el lugar santo derramarás una libación de bebida fermentada al SEÑOR. 8 "Y el segundo cordero lo ofrecerás al atardecer; como la ofrenda de cereal de la mañana y como su libación lo ofrecerás, ofrenda encendida, aroma agradable al SEÑOR. 9 "El día de reposo, ofrecerás dos corderos de un año, sin defecto, y dos décimas de un efa de flor de harina mezclada con aceite, como ofrenda de cereal y su libación. 10 "El holocausto de cada día de reposo será además del holocausto continuo y de su libación. 11 "También, al principio de cada mes, presentaréis un holocausto al SEÑOR: dos novillos y un carnero, y siete corderos de un año, sin defecto, 12 y tres décimas de un efa de flor de harina, como ofrenda de cereal, mezclada con aceite, por cada novillo; y dos décimas de flor de harina como ofrenda de cereal, mezclada con aceite, por el carnero; 13 y una décima de un efa de flor de harina mezclada con aceite como ofrenda de cereal por cada cordero, como holocausto de aroma agradable, ofrenda encendida al SEÑOR. 14 "Sus libaciones serán medio hin de vino por novillo, la tercera parte de un hin por el carnero y la cuarta parte de un hin por cordero; este es el holocausto de cada mes por los meses del año. 15 "Y un macho cabrío como ofrenda por el pecado al SEÑOR, se ofrecerá con su libación además del holocausto continuo. 16 "El mes primero, el día catorce del mes, será la Pascua del SEÑOR. 17 "Y el día quince de este mes habrá fiesta; por siete días se comerá pan sin levadura. 18 "El primer día habrá santa convocación; no haréis trabajo servil. 19 "Y presentaréis una ofrenda encendida, holocausto al SEÑOR: dos novillos, un carnero y siete corderos de un año; serán sin defecto. 20 "Y como su ofrenda de cereal, prepararéis flor de harina mezclada con aceite: tres décimas de un efa por novillo y dos décimas por el carnero; 21 una décima de un efa prepararéis por cada uno de los siete corderos; 22 y un macho cabrío como ofrenda por el pecado, para hacer expiación por vosotros. 23 "Estos prepararéis además del holocausto de la mañana, el cual es como holocausto continuo. 24 "De esta manera prepararéis cada día, por siete días, el alimento de la ofrenda encendida, como aroma agradable al SEÑOR; se preparará con su libación además del holocausto continuo. 25 "Y al séptimo día tendréis santa convocación; no haréis trabajo servil. 26 "También, el día de los primeros frutos, cuando presentéis una ofrenda de cereal nuevo al SEÑOR en vuestra fiesta de las semanas, tendréis santa convocación; no haréis trabajo servil. 27 "Y ofreceréis un holocausto como aroma agradable al SEÑOR: dos novillos, un carnero, siete corderos de un año; 28 y su ofrenda de cereal, flor de harina mezclada con aceite: tres décimas de un efa por cada novillo, dos décimas por el carnero, 29 una décima por cada uno de los siete corderos, 30 y un macho cabrío para hacer expiación por vosotros. 31 "Esto haréis además del holocausto continuo con su ofrenda de cereal y sus libaciones. Serán sin defecto.
1 Que todo hombre nos considere de esta manera: como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, además se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel. 3 En cuanto a mí, es de poca importancia que yo sea juzgado por vosotros, o por cualquier tribunal humano; de hecho, ni aun yo me juzgo a mí mismo. 4 Porque no estoy consciente de nada en contra mía; mas no por eso estoy sin culpa, pues el que me juzga es el Señor. 5 Por tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios. 6 Esto, hermanos, lo he aplicado en sentido figurado a mí mismo y a Apolos por amor a vosotros, para que en nosotros aprendáis a no sobrepasar lo que está escrito, para que ninguno de vosotros se vuelva arrogante a favor del uno contra el otro. 7 Porque ¿quién te distingue? ¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido? 8 Ya estáis saciados, ya os habéis hecho ricos, ya habéis llegado a reinar sin necesidad de nosotros; y ojalá hubierais llegado a reinar, para que nosotros reinásemos también con vosotros. 9 Porque pienso que Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles en último lugar, como a sentenciados a muerte; porque hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. 10 Nosotros somos necios por amor de Cristo, mas vosotros, prudentes en Cristo; nosotros somos débiles, mas vosotros, fuertes; vosotros sois distinguidos, mas nosotros, sin honra. 11 Hasta el momento presente pasamos hambre y sed, andamos mal vestidos, somos maltratados y no tenemos dónde vivir; 12 nos agotamos trabajando con nuestras propias manos; cuando nos ultrajan, bendecimos; cuando somos perseguidos, lo soportamos; 13 cuando nos difaman, tratamos de reconciliar; hemos llegado a ser, hasta ahora, la escoria del mundo, el desecho de todo. 14 No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. 15 Porque aunque tengáis innumerables maestros en Cristo, sin embargo no tenéis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. 16 Por tanto, os exhorto: sed imitadores míos. 17 Por esta razón os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, y él os recordará mis caminos, los caminos en Cristo, tal como enseño en todas partes, en cada iglesia. 18 Y algunos se han vuelto arrogantes, como si yo no hubiera de ir a vosotros. 19 Pero iré a vosotros pronto, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras de los arrogantes sino su poder. 20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. 21 ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?
1 Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con El, os rogamos, hermanos, 2 que no seáis sacudidos fácilmente en vuestro modo de pensar, ni os alarméis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado. 3 Que nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el cual se opone y se exalta sobre todo lo que se llama dios o es objeto de culto, de manera que se sienta en el templo de Dios , presentándose como si fuera Dios. 5 ¿No os acordáis de que cuando yo estaba todavía con vosotros os decía esto? 6 Y vosotros sabéis lo que lo detiene por ahora, para ser revelado a su debido tiempo. 7 Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, sólo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio. 8 Y entonces será revelado ese inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; 9 inicuo cuya venida es conforme a la actividad de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos, 10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. 11 Por esto Dios les enviará un poder engañoso, para que crean en la mentira, 12 a fin de que sean juzgados todos los que no creyeron en la verdad sino que se complacieron en la iniquidad. 13 Pero nosotros siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. 14 Y fue para esto que El os llamó mediante nuestro evangelio, para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Así que, hermanos, estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra. 16 Y que nuestro Señor Jesucristo mismo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y nos dio consuelo eterno y buena esperanza por gracia, 17 consuele vuestros corazones y os afirme en toda obra y palabra buena.
1 Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo: 2 ¿Puede un hombre ser útil a Dios, o un sabio útil para sí mismo? 3 ¿Es de algún beneficio al Todopoderoso que tú seas justo, o gana algo si haces perfectos tus caminos? 4 ¿Es a causa de tu piedad que El te reprende, que entra en juicio contigo? 5 ¿No es grande tu maldad, y sin fin tus iniquidades? 6 Porque sin razón tomabas prendas de tus hermanos, y has despojado de sus ropas a los desnudos. 7 No dabas de beber agua al cansado, y le negabas pan al hambriento. 8 Mas la tierra es del poderoso, y el privilegiado mora en ella. 9 Despedías a las viudas con las manos vacías y quebrabas los brazos de los huérfanos. 10 Por eso te rodean lazos, y te aterra temor repentino, 11 o tinieblas, y no puedes ver, y abundancia de agua te cubre. 12 ¿No está Dios en lo alto de los cielos? Mira también las más lejanas estrellas, ¡cuán altas están! 13 Y tú dices: "¿Qué sabe Dios? ¿Puede El juzgar a través de las densas tinieblas? 14 "Las nubes le ocultan, y no puede ver, y se pasea por la bóveda del cielo." 15 ¿Seguirás en la senda antigua en que anduvieron los hombres malvados, 16 que fueron arrebatados antes de su tiempo, y cuyos cimientos fueron arrasados por un río? 17 Ellos dijeron a Dios: "Apártate de nosotros" y: "¿Qué puede hacernos el Todopoderoso?" 18 El había colmado de bienes sus casas, pero el consejo de los malos está lejos de mí. 19 Los justos ven y se alegran, y el inocente se burla de ellos, 20 diciendo: "Ciertamente nuestros adversarios son destruidos, y el fuego ha consumido su abundancia." 21 Cede ahora y haz la paz con El, así te vendrá el bien. 22 Recibe, te ruego, la instrucción de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. 23 Si vuelves al Todopoderoso, serás restaurado. Si alejas de tu tienda la injusticia, 24 y pones tu oro en el polvo, y el oro de Ofir entre las piedras de los arroyos, 25 el Todopoderoso será para ti tu oro y tu plata escogida. 26 Porque entonces te deleitarás en el Todopoderoso, y alzarás a Dios tu rostro. 27 Orarás a El y te escuchará, y cumplirás tus votos. 28 Decidirás una cosa, y se te cumplirá, y en tus caminos resplandecerá la luz. 29 Cuando estés abatido, hablarás con confianza y El salvará al humilde. 30 El librará aun al que no es inocente, que será librado por la pureza de tus manos.
1 ¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto! 2 ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el SEÑOR no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño! 3 Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día. 4 Porque día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. (Selah) 5 Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al SEÑOR; y tú perdonaste la culpa de mi pecado. (Selah) 6 Por eso, que todo santo ore a ti en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán éstas a él. 7 Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás; con cánticos de liberación me rodearás. (Selah) 8 Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti. 9 No seáis como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; cuyos arreos incluyen bocado y freno para sujetarlos, porque si no, no se acercan a ti. 10 Muchos son los dolores del impío, pero al que confía en el SEÑOR, la misericordia lo rodeará. 11 Alegraos en el SEÑOR y regocijaos, justos; dad voces de júbilo, todos los rectos de corazón.
1 Más vale el buen nombre que las muchas riquezas, y el favor que la plata y el oro. 2 El rico y el pobre tienen un lazo común: el que hizo a ambos es el SEÑOR. 3 El prudente ve el mal y se esconde, mas los simples siguen adelante y son castigados. 4 La recompensa de la humildad y el temor del SEÑOR son la riqueza, el honor y la vida. 5 Espinos y lazos hay en el camino del perverso; el que cuida su alma se alejará de ellos. 6 Enseña al niño el camino en que debe andar, y aún cuando sea viejo no se apartará de él. 7 El rico domina a los pobres, y el deudor es esclavo del acreedor. 8 El que siembra iniquidad segará vanidad, y la vara de su furor perecerá. 9 El generoso será bendito, porque da de su pan al pobre. 10 Echa fuera al escarnecedor y saldrá la discordia, y cesarán también la contienda y la ignominia. 11 El que ama la pureza de corazón tiene gracia en sus labios, y el rey es su amigo. 12 Los ojos del SEÑOR guardan el conocimiento, pero El confunde las palabras del pérfido. 13 El perezoso dice: Hay un león afuera; seré muerto en las calles. 14 Fosa profunda es la boca de las mujeres extrañas; el que es maldito del SEÑOR caerá en ella. 15 La necedad está ligada al corazón del niño; la vara de la disciplina la alejará de él. 16 El que oprime al pobre para engrandecerse, o da al rico, sólo llegará a la pobreza. 17 Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi conocimiento; 18 porque te será agradable si las guardas dentro de ti, para que estén listas en tus labios. 19 Para que tu confianza esté en el SEÑOR, te he instruido hoy a ti también. 20 ¿No te he escrito cosas excelentes de consejo y conocimiento, 21 para hacerte saber la certeza de las palabras de verdad, a fin de que respondas correctamente al que te ha enviado? 22 No robes al pobre, porque es pobre, ni aplastes al afligido en la puerta; 23 porque el SEÑOR defenderá su causa, y quitará la vida de los que los roban. 24 No te asocies con el hombre iracundo; ni andes con el hombre violento, 25 no sea que aprendas sus maneras, y tiendas lazo para tu vida. 26 No estés entre los que dan fianzas, entre los que salen de fiadores de préstamos. 27 Si no tienes con qué pagar, ¿por qué han de quitarte la cama de debajo de ti? 28 No muevas el lindero antiguo que pusieron tus padres. 29 ¿Has visto un hombre diestro en su trabajo? Estará delante de los reyes; no estará delante de hombres sin importancia.
1 Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba fortaleciendo, mientras que la casa de Saúl se iba debilitando. 2 A David le nacieron hijos en Hebrón; su primogénito fue Amnón, hijo de Ahinoam la jezreelita; 3 el segundo, Quileab, de Abigail, viuda de Nabal de Carmel; el tercero, Absalón, hijo de Maaca, hija de Talmai, rey de Gesur; 4 el cuarto, Adonías, hijo de Haguit; el quinto, Sefatías, hijo de Abital, 5 y el sexto, Itream, de Egla, mujer de David. Estos le nacieron a David en Hebrón. 6 Sucedió que durante la guerra que había entre la casa de Saúl y la casa de David, Abner se fortaleció en la casa de Saúl. 7 Y Saúl había tenido una concubina cuyo nombre era Rizpa, hija de Aja; y dijo Is-boset a Abner: ¿Por qué te has llegado a la concubina de mi padre? 8 Entonces Abner se enojó mucho por las palabras de Is-boset, y dijo: ¿Acaso soy yo cabeza de perro que pertenece a Judá? Hoy he mostrado bondad hacia la casa de tu padre Saúl, hacia sus hermanos y hacia sus amigos, y no te he entregado en manos de David; sin embargo, tú me acusas hoy de una ofensa con esta mujer. 9 Así haga Dios a Abner, y aún más, si lo que el SEÑOR ha jurado a David no lo obtengo para él: 10 transferir el reino de la casa de Saúl y establecer el trono de David sobre Israel y sobre Judá desde Dan hasta Beerseba. 11 Y él ya no pudo responder a Abner ni una palabra, porque le temía. 12 Entonces Abner envió mensajeros a David de su parte, diciendo: ¿De quién es la tierra? Y que dijeran también: Haz tu pacto conmigo, y he aquí, mi mano será contigo para traer a ti a todo Israel. 13 Y él respondió: Muy bien. Haré pacto contigo, pero una cosa demando de ti: No verás mi rostro a menos de que cuando vengas a verme traigas a Mical, la hija de Saúl. 14 Y David envió mensajeros a Is-boset, el hijo de Saúl, diciendo: Dame a mi mujer Mical, con la cual me desposé por cien prepucios de los filisteos. 15 Is-boset, pues, envió a quitársela a su marido, a Paltiel, hijo de Lais. 16 Pero su marido fue con ella, llorando mientras iba, y la siguió hasta Bahurim. Entonces Abner le dijo: Ve, vuélvete. Y él se volvió. 17 Abner consultó con los ancianos de Israel, diciendo: Hace tiempo que buscabais a David para que fuera rey sobre vosotros. 18 Ahora pues, hacedlo. Porque el SEÑOR ha hablado acerca de David, diciendo: "Por mano de mi siervo David salvaré a mi pueblo Israel de mano de los filisteos y de mano de todos sus enemigos." 19 Habló también Abner a oídos de los de Benjamín; Abner además fue a hablar a oídos de David en Hebrón de todo lo que parecía bien a Israel y a toda la casa de Benjamín. 20 Llegó Abner adonde estaba David, en Hebrón, y con él veinte hombres. Y David preparó un banquete para Abner y los hombres que le acompañaban. 21 Y Abner dijo a David: Me levantaré e iré a reunir a todo Israel junto a mi señor el rey para que hagan un pacto contigo, y seas rey sobre todo lo que tu corazón desea. Entonces David despidió a Abner, y él se fue en paz. 22 He aquí, los siervos de David y Joab vinieron de hacer una incursión trayendo consigo mucho botín; pero Abner no estaba con David en Hebrón, porque él lo había despedido y se había ido en paz. 23 Cuando llegó Joab y todo el ejército que estaba con él, le dieron aviso a Joab, diciendo: Abner, hijo de Ner, vino al rey, y él lo ha despedido y se ha ido en paz. 24 Entonces vino Joab al rey y dijo: ¿Qué has hecho? He aquí, Abner vino a ti; ¿por qué, pues, lo has despedido y él ya se ha ido? 25 Conoces a Abner, hijo de Ner, que vino a engañarte y saber de tus salidas y de tus entradas, y a enterarse de todo lo que haces. 26 Y saliendo Joab de donde estaba David, envió mensajeros tras Abner, y lo hicieron volver desde el pozo de Sira; pero David no lo sabía. 27 Cuando Abner regresó a Hebrón, Joab lo llevó aparte en medio de la puerta para hablarle en privado, y allí, por causa de la sangre de Asael su hermano, lo hirió en el vientre y murió. 28 Cuando David lo supo después, dijo: Yo y mi reino somos inocentes para siempre delante del SEÑOR de la sangre de Abner, hijo de Ner. 29 Caiga su sangre sobre la cabeza de Joab y sobre toda la casa de su padre, y nunca falte en la casa de Joab quien padezca flujo, ni quien sea leproso, ni quien se sostenga con báculo, ni quien muera a espada, ni quien carezca de pan. 30 Así pues, Joab y su hermano Abisai mataron a Abner porque él había dado muerte a Asael, hermano de ellos, en la batalla de Gabaón. 31 Entonces David dijo a Joab y a todo el pueblo que estaba con él: Rasgad vuestros vestidos, y ceñíos de cilicio, y haced duelo delante de Abner. Y el rey David iba detrás del féretro. 32 Sepultaron, pues, a Abner en Hebrón; y el rey alzó su voz y lloró junto al sepulcro de Abner, y lloró también todo el pueblo. 33 Y entonó el rey una elegía por Abner, y dijo: ¿Había de morir Abner como muere un insensato? 34 Tus manos no estaban atadas, ni tus pies puestos en grillos; como el que cae delante de los malvados, has caído. Y todo el pueblo volvió a llorar por él. 35 Entonces todo el pueblo se llegó a David para persuadirlo a que comiera pan mientras aún era de día; pero David juró, diciendo: Así me haga Dios y aun más, si pruebo pan o cosa alguna antes de ponerse el sol. 36 Y todo el pueblo reparó en ello, y les agradó, pues todo lo que el rey hacía agradaba a todo el pueblo. 37 Así todo el pueblo y todo Israel comprendió aquel día que no había sido el deseo del rey de que se diera muerte a Abner, hijo de Ner. 38 Entonces el rey dijo a sus siervos: ¿No sabéis que un príncipe y un gran hombre ha caído hoy en Israel? 39 Hoy soy débil, aunque ungido rey; y estos hombres, hijos de Sarvia, son más duros que yo. Que el SEÑOR pague al malhechor conforme a su maldad.
1 Entonces la palabra del SEÑOR vino a mí, diciendo: 2 No tomes para ti mujer ni tengas hijos ni hijas en este lugar. 3 Porque así dice el SEÑOR acerca de los hijos e hijas nacidos en este lugar, y acerca de las madres que los dieron a luz, y de los padres que los engendraron en esta tierra: 4 De muertes crueles morirán; no serán llorados ni sepultados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; a espada y por hambre serán acabados, y sus cadáveres servirán de comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra. 5 Porque así dice el SEÑOR: No entres en casa de duelo, ni vayas a lamentar, ni los consueles; pues he retirado mi paz de este pueblodeclara el SEÑORla misericordia y la compasión. 6 Morirán grandes y pequeños en esta tierra; no serán enterrados, ni llorados, y nadie se sajará ni se rapará por ellos; 7 no partirán el pan en el duelo para ellos, a fin de consolarlos por el muerto, ni les darán a beber la copa de consolación por su padre o por su madre. 8 Tampoco entres en casa de banquete para sentarte con ellos a comer y beber. 9 Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, voy a hacer que desaparezca de este lugar, ante vuestros ojos y en vuestros días, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia. 10 Y sucederá que cuando anuncies a este pueblo todas estas palabras, ellos te dirán: "¿Por qué el SEÑOR ha pronunciado toda esta gran calamidad contra nosotros? ¿Cuál es nuestra iniquidad y cuál es nuestro pecado que hemos cometido contra el SEÑOR nuestro Dios?" 11 Entonces les dirás: "Es porque vuestros padres me abandonaron"declara el SEÑOR"y siguieron a otros dioses y los sirvieron y se postraron ante ellos, pero a mí me abandonaron y no guardaron mi ley. 12 "Y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres, porque he aquí, cada uno de vosotros anda tras la terquedad de su malvado corazón, sin escucharme. 13 "Por tanto, yo os arrojaré de esta tierra a una tierra que no habéis conocido, ni vosotros ni vuestros padres; y allí serviréis a otros dioses día y noche, pues no os mostraré clemencia." 14 Por tanto, he aquí, vienen díasdeclara el SEÑORcuando ya no se dirá: "Vive el SEÑOR, que sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto", 15 sino: "Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte y de todos los países adonde los había desterrado." Porque los haré volver a su tierra, la cual di a sus padres. 16 He aquí, enviaré a muchos pescadoresdeclara el SEÑORque los pescarán; y después enviaré a muchos cazadores, que los cazarán por todo monte y por todo collado y por las hendiduras de las peñas. 17 Porque mis ojos están puestos sobre todos sus caminos, que no se me ocultan, ni su iniquidad está encubierta a mis ojos. 18 Pero primero, pagaré al doble su iniquidad y su pecado, porque ellos han contaminado mi tierra con los cadáveres de sus ídolos abominables y han llenado mi heredad con sus abominaciones. 19 ¡Oh SEÑOR, fuerza mía y fortaleza mía, refugio mío en el día de angustia! A ti vendrán las naciones desde los términos de la tierra y dirán: Nuestros padres heredaron sólo mentira, vanidad y cosas sin provecho. 20 ¿Puede hacer el hombre dioses para sí? ¡Pero no son dioses! 21 Por tanto, he aquí, voy a darles a conocer, esta vez les haré conocer mi mano y mi poder; y sabrán que mi nombre es el SEÑOR.
1 Cinco días más tarde el sumo sacerdote Ananías descendió con algunos ancianos y con un abogado llamado Tértulo; y presentaron al gobernador sus cargos contra Pablo. 2 Después que llamaron a Pablo, Tértulo comenzó a acusarlo, diciendo al gobernador: Ya que por ti hemos obtenido mucha paz, y que por providencia tuya se están llevando a cabo reformas en favor de esta nación, 3 nosotros, por todos los medios y en todas partes, reconocemos esto con profunda gratitud, oh excelentísimo Félix. 4 Pero para no importunarte más, te suplico que, con tu habitual bondad, nos concedas una breve audiencia. 5 Pues hemos descubierto que este hombre es verdaderamente una plaga, y que provoca disensiones entre todos los judíos por el mundo entero , y es líder de la secta de los nazarenos. 6 Hasta trató de profanar el templo; entonces lo arrestamos y quisimos juzgarlo conforme a nuestra ley. 7 Pero interviniendo el comandante Lisias, con gran violencia lo quitó de nuestras manos, 8 mandando a sus acusadores que vinieran a ti. Si tú mismo lo interrogas sobre todo lo que he dicho, podrás confirmar las cosas de que lo acusamos. 9 Los judíos se unieron también a la acusación, asegurando que, efectivamente, así era todo. 10 Después que el gobernador le hizo una señal para que hablara, Pablo respondió: Sabiendo que por muchos años tú has sido juez de esta nación, con gusto presento mi defensa, 11 puesto que tú puedes comprobar el hecho de que no hace más de doce días que subí a Jerusalén a adorar. 12 Y ni en el templo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad misma me encontraron discutiendo con nadie o provocando un tumulto. 13 Ni tampoco pueden probarte de lo que ahora me acusan. 14 Pero esto admito ante ti, que según el Camino que ellos llaman secta, yo sirvo al Dios de nuestros padres, creyendo todo lo que es conforme a la ley y que está escrito en los profetas; 15 teniendo la misma esperanza en Dios que éstos también abrigan, de que ciertamente habrá una resurrección tanto de los justos como de los impíos. 16 Por esto, yo también me esfuerzo por conservar siempre una conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres. 17 Y, después de varios años, he venido para traer limosnas a mi nación y a presentar ofrendas; 18 haciendo lo cual me encontraron en el templo, después de haberme purificado, no con multitud ni con alboroto. Pero estaban allí ciertos judíos de Asia, 19 y que deberían haberse presentado aquí ante ti y acusarme si tuvieran algo contra mí. 20 O si no, que éstos mismos digan qué delito encontraron cuando comparecí ante el concilio, 21 a no ser por esta sola declaración que hice en alta voz mientras estaba entre ellos: "Por la resurrección de los muertos soy juzgado hoy ante vosotros." 22 Entonces Félix, conociendo con mayor exactitud acerca del Camino, pospuso el fallo, diciendo: Cuando venga el comandante Lisias decidiré vuestro caso. 23 Y dio órdenes al centurión de que guardara a Pablo bajo custodia, pero con alguna medida de libertad, y que no impidiera a ninguno de sus amigos que lo sirvieran. 24 Pero pocos días más tarde, llegó Félix con Drusila su mujer, que era judía, y mandó traer a Pablo y lo oyó hablar acerca de la fe en Cristo Jesús. 25 Y al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix, atemorizado dijo: Vete por ahora, pero cuando tenga tiempo te mandaré llamar. 26 Al mismo tiempo, tenía esperanza de que Pablo le diera dinero; por eso acostumbraba llamarlo con frecuencia y conversar con él. 27 Pero transcurridos dos años, Porcio Festo llegó como sucesor de Félix, y deseando hacer un favor a los judíos, Félix dejó preso a Pablo.
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