1 Por aquel tiempo Jesús pasó por entre los sembrados en el día de reposo; sus discípulos tuvieron hambre, y empezaron a arrancar espigas y a comer. 2 Y cuando lo vieron los fariseos, le dijeron: Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo. 3 Pero El les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, 4 cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes consagrados , que no les era lícito comer, ni a él ni a los que estaban con él, sino sólo a los sacerdotes? 5 ¿O no habéis leído en la ley, que en los días de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo y están sin culpa? 6 Pues os digo que algo mayor que el templo está aquí. 7 Pero si hubierais sabido lo que esto significa: "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO", no hubierais condenado a los inocentes. 8 Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo. 9 Pasando de allí, entró en la sinagoga de ellos. 10 Y he aquí, había allí un hombre que tenía una mano seca. Y para poder acusarle, le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? 11 Y El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta se le cae en un hoyo en día de reposo, no le echa mano y la saca? 12 Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en el día de reposo. 13 Entonces dijo<***> al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada, sana como la otra. 14 Pero cuando los fariseos salieron, se confabularon contra El, para ver cómo podrían destruirle. 15 Mas Jesús, sabiéndolo, se retiró de allí. Y muchos le siguieron, y los sanó a todos. 16 Y les advirtió que no revelaran quién era El; 17 para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo: 18 MIRAD, MI SIERVO, A QUIEN HE ESCOGIDO; MI AMADO EN QUIEN SE AGRADA MI ALMA; SOBRE EL PONDRE MI ESPIRITU, Y A LAS NACIONES PROCLAMARA JUSTICIA. 19 NO CONTENDERA, NI GRITARA, NI HABRA QUIEN EN LAS CALLES OIGA SU VOZ. 20 NO QUEBRARA LA CAÑA CASCADA, NI APAGARA LA MECHA QUE HUMEA, HASTA QUE LLEVE A LA VICTORIA LA JUSTICIA. 21 Y EN SU NOMBRE PONDRAN LAS NACIONES SU ESPERANZA. 22 Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y lo sanó, de manera que el mudo hablaba y veía. 23 Y todas las multitudes estaban asombradas, y decían: ¿Acaso no es éste el Hijo de David? 24 Pero cuando los fariseos lo oyeron, dijeron: Este no expulsa los demonios sino por Beelzebú, el príncipe de los demonios. 25 Y conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se mantendrá en pie. 26 Y si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo; ¿cómo puede entonces mantenerse en pie su reino? 27 Y si yo expulso los demonios por Beelzebú, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 28 Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros. 29 ¿O cómo puede alguien entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata? Y entonces saqueará su casa. 30 El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. 31 Por eso os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. 32 Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero. 33 O haced bueno el árbol y bueno su fruto, o haced malo el árbol y malo su fruto; porque por el fruto se conoce el árbol. 34 ¡Camada de víboras! ¿Cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno de su buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre malo de su mal tesoro saca cosas malas. 36 Y yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. 38 Entonces le respondieron algunos de los escribas y fariseos, diciendo: Maestro, queremos ver una señal de parte tuya. 39 Pero respondiendo El, les dijo: Una generación perversa y adúltera demanda señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás el profeta; 40 porque como ESTUVO JONAS EN EL VIENTRE DEL MONSTRUO MARINO TRES DIAS Y TRES NOCHES, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra. 41 Los hombres de Nínive se levantarán con esta generación en el juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás; y mirad, algo más grande que Jonás está aquí. 42 La Reina del Sur se levantará con esta generación en el juicio y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y mirad, algo más grande que Salomón está aquí. 43 Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso y no lo halla. 44 Entonces dice: "Volveré a mi casa de donde salí"; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. 45 Va entonces, y toma consigo otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero. Así será también con esta generación perversa. 46 Mientras El aún estaba hablando a la multitud, he aquí, su madre y sus hermanos estaban afuera, deseando hablar con El. 47 Y alguien le dijo: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera deseando hablar contigo. 48 Pero respondiendo El al que se lo decía, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? 49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: ¡He aquí mi madre y mis hermanos! 50 Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.
1 "Cuando alguien ofrezca una ofrenda de cereal como ofrenda al SEÑOR, su ofrenda será de flor de harina, sobre la cual echará aceite y pondrá incienso. 2 "Entonces la llevará a los sacerdotes hijos de Aarón; y el sacerdote tomará de ella un puñado de la flor de harina, con el aceite y con todo su incienso. Y el sacerdote la quemará como memorial sobre el altar; es ofrenda encendida de aroma agradable para el SEÑOR. 3 "El resto de la ofrenda de cereal pertenece a Aarón y a sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas encendidas para el SEÑOR. 4 "Cuando ofrezcas una oblación de ofrenda de cereal cocida al horno, será de tortas de flor de harina sin levadura, amasadas con aceite, o de hojaldres sin levadura, untados con aceite. 5 "Y si tu oblación es una ofrenda de cereal preparada en sartén, será de flor de harina sin levadura, amasada con aceite. 6 "La partirás en pedazos y echarás aceite sobre ella; es una ofrenda de cereal. 7 "Si tu oblación es una ofrenda de cereal preparada en cazuela, será hecha de flor de harina con aceite. 8 "Cuando traigas al SEÑOR la ofrenda de cereal hecha de estas cosas, será presentada al sacerdote y él la llevará al altar. 9 "Y el sacerdote tomará de la ofrenda de cereal su porción como memorial, y la quemará sobre el altar como ofrenda encendida de aroma agradable para el SEÑOR. 10 "Y el resto de la ofrenda de cereal pertenece a Aarón y a sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas encendidas para el SEÑOR. 11 "Ninguna ofrenda de cereal que ofrezcáis al SEÑOR será hecha con levadura, porque no quemaréis ninguna levadura ni ninguna miel como ofrenda encendida para el SEÑOR. 12 "Como ofrenda de primicias las ofreceréis al SEÑOR, pero no ascenderán como aroma agradable sobre el altar. 13 "Además, toda ofrenda de cereal tuya sazonarás con sal, para que la sal del pacto de tu Dios no falte de tu ofrenda de cereal; con todas tus ofrendas ofrecerás sal. 14 "Pero si ofreces al SEÑOR una ofrenda de cereal de los primeros frutos, ofrecerás espigas verdes tostadas al fuego, granos tiernos desmenuzados, como ofrenda de cereal de tus primeros frutos. 15 "Luego echarás aceite y pondrás incienso sobre ella; es ofrenda de cereal. 16 "Y el sacerdote quemará como memorial parte de los granos desmenuzados, con su aceite y con todo su incienso; es ofrenda encendida para el SEÑOR.
1 Esta es la tercera vez que voy a vosotros. POR EL TESTIMONIO DE DOS O TRES TESTIGOS SE JUZGARAN TODOS LOS ASUNTOS. 2 Dije previamente, cuando estuve presente la segunda vez, y aunque ahora estoy ausente, lo digo de antemano a los que pecaron anteriormente y también a todos los demás, que si voy otra vez, no seré indulgente, 3 puesto que buscáis una prueba del Cristo que habla en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino poderoso en vosotros. 4 Porque ciertamente El fue crucificado por debilidad, pero vive por el poder de Dios. Así también nosotros somos débiles en El, sin embargo, viviremos con El por el poder de Dios para con vosotros. 5 Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos que Jesucristo está en vosotros, a menos de que en verdad no paséis la prueba? 6 Mas espero que reconoceréis que nosotros no estamos reprobados. 7 Y rogamos a Dios que no hagáis nada malo; no para que nosotros aparezcamos aprobados, sino para que vosotros hagáis lo bueno, aunque nosotros aparezcamos reprobados. 8 Porque nada podemos hacer contra la verdad, sino sólo a favor de la verdad. 9 Pues nos regocijamos cuando nosotros somos débiles, pero vosotros sois fuertes; también oramos por esto, para que vosotros seáis hechos perfectos. 10 Por esta razón os escribo estas cosas estando ausente, a fin de que cuando esté presente no tenga que usar de severidad según la autoridad que el Señor me dio para edificación y no para destrucción. 11 Por lo demás, hermanos, regocijaos, sed perfectos, confortaos, sed de un mismo sentir, vivid en paz; y el Dios de amor y paz será con vosotros. 12 Saludaos los unos a los otros con beso santo. 13 Todos los santos os saludan. 14 La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.
1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y al pleno conocimiento de la verdad que es según la piedad, 2 con la esperanza de vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde los tiempos eternos, 3 y manifestó a su debido tiempo su palabra por la predicación que me fue confiada conforme al mandamiento de Dios nuestro Salvador, 4 a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia y paz de Dios el Padre y de Cristo Jesús nuestro Salvador. 5 Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, y designaras ancianos en cada ciudad como te mandé, 6 esto es, si alguno es irreprensible, marido de una sola mujer, que tenga hijos creyentes, no acusados de disolución ni de rebeldía. 7 Porque el obispo debe ser irreprensible como administrador de Dios, no obstinado, no iracundo, no dado a la bebida, no pendenciero, no amante de ganancias deshonestas, 8 sino hospitalario, amante de lo bueno, prudente, justo, santo, dueño de sí mismo, 9 reteniendo la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen. 10 Porque hay muchos rebeldes, habladores vanos y engañadores, especialmente los de la circuncisión, 11 a quienes es preciso tapar la boca, porque están trastornando familias enteras, enseñando, por ganancias deshonestas, cosas que no deben. 12 Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos. 13 Este testimonio es verdadero. Por eso, repréndelos severamente para que sean sanos en la fe, 14 no prestando atención a mitos judaicos y a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad. 15 Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas. 16 Profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan, siendo abominables y desobedientes e inútiles para cualquier obra buena.
1 Hice un pacto con mis ojos, ¿cómo podía entonces mirar a una virgen? 2 ¿Y cuál es la porción de Dios desde arriba, o la heredad del Todopoderoso desde las alturas? 3 ¿No es la calamidad para el injusto, y el infortunio para los que obran iniquidad? 4 ¿No ve El mis caminos, y cuenta todos mis pasos? 5 Si he caminado con la mentira, y si mi pie se ha apresurado tras el engaño, 6 que El me pese en balanzas de justicia, y que Dios conozca mi integridad. 7 Si mi paso se ha apartado del camino, si mi corazón se ha ido tras mis ojos, y si alguna mancha se ha pegado en mis manos, 8 que yo siembre y otro coma, y sean arrancadas mis cosechas. 9 Si mi corazón fue seducido por mujer, o he estado al acecho a la puerta de mi prójimo, 10 que muela para otro mi mujer, y otros se encorven sobre ella. 11 Porque eso sería una infamia, y una iniquidad castigada por los jueces; 12 porque sería fuego que consume hasta el Abadón, y arrancaría toda mi ganancia. 13 Si he menospreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando presentaron queja contra mí, 14 ¿qué haré cuando Dios se levante? Y cuando El me pida cuentas, ¿qué le responderé? 15 ¿Acaso el que me hizo a mí en el seno materno, no lo hizo también a él? ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz? 16 Si he impedido a los pobres su deseo, o he hecho desfallecer los ojos de la viuda, 17 o si he comido mi bocado solo, y el huérfano no ha comido de él 18 (aunque desde mi juventud él creció conmigo como con un padre, y a la viuda la guié desde mi infancia); 19 si he visto a alguno perecer por falta de ropa, y sin abrigo al necesitado, 20 si sus lomos no me han expresado gratitud , pues no se ha calentado con el vellón de mis ovejas; 21 si he alzado contra el huérfano mi mano, porque vi que yo tenía apoyo en la puerta, 22 que mi hombro se caiga de la coyuntura, y mi brazo se quiebre en el codo. 23 Porque el castigo de Dios es terror para mí, y ante su majestad nada puedo hacer. 24 Si he puesto en el oro mi confianza, y he dicho al oro fino: Tú eres mi seguridad; 25 si me he alegrado porque mi riqueza era grande, y porque mi mano había adquirido mucho; 26 si he mirado al sol cuando brillaba, o a la luna marchando en esplendor, 27 y fue mi corazón seducido en secreto, y mi mano tiró un beso de mi boca, 28 eso también hubiera sido iniquidad que merecía juicio, porque habría negado al Dios de lo alto. 29 ¿Acaso me he alegrado en la destrucción de mi enemigo, o me he regocijado cuando el mal le sobrevino? 30 No, no he permitido que mi boca peque pidiendo su vida en una maldición. 31 ¿Acaso no han dicho los hombres de mi tienda: "¿Quién puede hallar a alguno que no se haya saciado con su carne?" 32 El forastero no pasa la noche afuera, porque al viajero he abierto mis puertas. 33 ¿Acaso he cubierto mis transgresiones como Adán, ocultando en mi seno mi iniquidad, 34 porque temí a la gran multitud, o el desprecio de las familias me aterró, y guardé silencio y no salí de mi puerta? 35 ¡Quién me diera que alguien me oyera! He aquí mi firma. ¡Que me responda el Todopoderoso! Y la acusación que ha escrito mi adversario, 36 ciertamente yo la llevaría sobre mi hombro, y me la ceñiría como una corona. 37 Del número de mis pasos yo le daría cuenta, como a un príncipe me acercaría a El. 38 Si mi tierra clama contra mí, y sus surcos lloran juntos; 39 si he comido su fruto sin dinero, o si he causado que sus dueños pierdan sus vidas, 40 ¡que en lugar de trigo crezcan abrojos, y en lugar de cebada hierba maloliente! Aquí terminan las palabras de Job.
1 Muchas veces me han perseguido desde mi juventud, diga ahora Israel 2 muchas veces me han perseguido desde mi juventud, pero no han prevalecido contra mí. 3 Sobre mis espaldas araron los aradores; alargaron sus surcos. 4 El SEÑOR es justo; ha cortado las coyundas de los impíos. 5 Sean avergonzados y vueltos atrás todos los que odian a Sion. 6 Sean como hierba en los techos, que se seca antes de crecer. 7 Con la cual el segador no llena su mano, ni el recogedor de gavillas sus brazos. 8 Y no digan los que pasan: La bendición del SEÑOR sea sobre vosotros; os bendecimos en el nombre del SEÑOR.
1 Palabras del rey Lemuel, oráculo que le enseñó su madre. 2 ¿Qué, hijo mío? ¿Qué, hijo de mis entrañas? ¿Qué, hijo de mis votos? 3 No des tu vigor a las mujeres, ni tus caminos a lo que destruye a los reyes. 4 No es para los reyes, oh Lemuel, no es para los reyes beber vino, ni para los gobernantes desear bebida fuerte; 5 no sea que beban y olviden lo que se ha decretado, y perviertan los derechos de todos los afligidos. 6 Dad bebida fuerte al que está pereciendo, y vino a los amargados de alma. 7 Que beba y se olvide de su pobreza, y no recuerde más su aflicción. 8 Abre tu boca por los mudos, por los derechos de todos los desdichados. 9 Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende los derechos del afligido y del necesitado. 10 Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas. 11 En ella confía el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias. 12 Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida. 13 Busca lana y lino, y con agrado trabaja con sus manos. 14 Es como las naves de mercader, trae su alimento de lejos. 15 También se levanta cuando aún es de noche, y da alimento a los de su casa, y tarea a sus doncellas. 16 Evalúa un campo y lo compra; con sus ganancias planta una viña. 17 Ella se ciñe de fuerza, y fortalece sus brazos. 18 Nota que su ganancia es buena, no se apaga de noche su lámpara. 19 Extiende sus manos a la rueca, y sus manos toman el huso. 20 Extiende su mano al pobre, y alarga sus manos al necesitado. 21 No tiene temor de la nieve por los de su casa, porque todos los de su casa llevan ropa escarlata. 22 Se hace mantos para sí; su ropa es de lino fino y de púrpura. 23 Su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra. 24 Hace telas de lino y las vende, y provee cinturones a los mercaderes. 25 Fuerza y dignidad son su vestidura, y sonríe al futuro. 26 Abre su boca con sabiduría, y hay enseñanza de bondad en su lengua. 27 Ella vigila la marcha de su casa, y no come el pan de la ociosidad. 28 Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada, también su marido, y la alaba diciendo: 29 Muchas mujeres han obrado con nobleza, pero tú las superas a todas. 30 Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada. 31 Dadle el fruto de sus manos, y que sus obras la alaben en las puertas.
1 Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del SEÑOR, y el SEÑOR los entregó en manos de Madián por siete años. 2 Y el poder de Madián prevaleció sobre Israel. Por causa de los madianitas, los hijos de Israel se hicieron escondites en las montañas y en las cavernas y en los lugares fortificados. 3 Porque sucedía que cuando los hijos de Israel sembraban, los madianitas venían con los amalecitas y los hijos del oriente y subían contra ellos; 4 acampaban frente a ellos y destruían el producto de la tierra hasta Gaza, y no dejaban sustento alguno en Israel, ni oveja, ni buey, ni asno. 5 Porque subían con su ganado y sus tiendas, y entraban como langostas en multitud, tanto ellos como sus camellos eran innumerables; y entraban en la tierra para devastarla. 6 Así fue empobrecido Israel en gran manera por causa de Madián, y los hijos de Israel clamaron al SEÑOR. 7 Y cuando los hijos de Israel clamaron al SEÑOR a causa de Madián, 8 el SEÑOR envió a los hijos de Israel un profeta que les dijo: Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Fui yo el que os hice subir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre. 9 "Os libré de la mano de los egipcios y de la mano de todos vuestros opresores; los desalojé delante de vosotros, os di su tierra, 10 y os dije: 'Yo soy el SEÑOR vuestro Dios. No temeréis a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis.' Pero no me habéis obedecido." 11 Y vino el ángel del SEÑOR y se sentó debajo de la encina que estaba en Ofra, la cual pertenecía a Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. 12 Y el ángel del SEÑOR se le apareció, y le dijo: El SEÑOR está contigo, valiente guerrero. 13 Entonces Gedeón le respondió: Ah señor mío, si el SEÑOR está con nosotros, ¿por qué nos ha ocurrido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado, diciendo: "¿No nos hizo el SEÑOR subir de Egipto?" Pero ahora el SEÑOR nos ha abandonado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. 14 Y el SEÑOR lo miró, y dijo: Ve con esta tu fuerza, y libra a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te he enviado yo? 15 Y él respondió: Ah Señor, ¿cómo libraré a Israel? He aquí que mi familia es la más pobre en Manasés, y yo el menor de la casa de mi padre. 16 Pero el SEÑOR le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a Madián como a un solo hombre. 17 Y Gedeón le dijo: Si he hallado gracia ante tus ojos, muéstrame una señal de que eres tú el que hablas conmigo. 18 Te ruego que no te vayas de aquí hasta que yo vuelva a ti, y traiga mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Me quedaré hasta que vuelvas. 19 Y Gedeón entró y preparó un cabrito y pan sin levadura de un efa de harina; puso la carne en una cesta y el caldo en un caldero, y se los llevó a él debajo de la encina y se los presentó. 20 Y el ángel de Dios le dijo: Toma la carne y el pan sin levadura, ponlos sobre esta peña y derrama el caldo. Y así lo hizo. 21 Entonces el ángel del SEÑOR extendió la punta de la vara que estaba en su mano y tocó la carne y el pan sin levadura; y subió fuego de la roca que consumió la carne y el pan sin levadura. Y el ángel del SEÑOR desapareció de su vista. 22 Al ver Gedeón que era el ángel del SEÑOR, dijo: ¡Ay de mí, Señor DIOS! Porque ahora he visto al ángel del SEÑOR cara a cara. 23 Y el SEÑOR le dijo: La paz sea contigo, no temas; no morirás. 24 Y Gedeón edificó allí un altar al SEÑOR y lo llamó El SEÑOR es Paz, el cual permanece en Ofra de los abiezeritas hasta hoy. 25 Sucedió que aquella misma noche el SEÑOR le dijo: Toma el novillo de tu padre y otro novillo de siete años; derriba el altar de Baal que pertenece a tu padre y corta la Asera que está junto a él; 26 edifica después, en debida forma, un altar al SEÑOR tu Dios sobre la cumbre de este peñasco; toma el segundo novillo y ofrece holocausto con la leña de la Asera que has cortado. 27 Gedeón tomó diez hombres de sus siervos e hizo como el SEÑOR le había dicho; y sucedió, que como temía mucho a la casa de su padre y a los hombres de la ciudad para hacerlo de día, lo hizo de noche. 28 Cuando los hombres de la ciudad se levantaron temprano en la mañana, he aquí, el altar de Baal había sido derribado y cortada la Asera que estaba junto a él, y el segundo novillo había sido ofrecido en el altar que se había edificado. 29 Y se dijeron unos a otros: ¿Quién ha hecho esto? Y cuando buscaron e inquirieron, dijeron: Gedeón, hijo de Joás, ha hecho esto. 30 Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Joás: Saca a tu hijo para que muera, porque ha derribado el altar de Baal, y ciertamente ha cortado la Asera que estaba a su lado. 31 Pero Joás dijo a todos los que estaban contra él: ¿Contenderéis vosotros por Baal, o lo libraréis? A cualquiera que contienda por él, se le dará muerte antes de llegar la mañana. Si es un dios, que contienda por sí mismo, porque alguien ha derribado su altar. 32 Por tanto, aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, es decir, que Baal contienda contra él, porque había derribado su altar. 33 Pero todos los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente se reunieron, y cruzaron y acamparon en el valle de Jezreel. 34 Y el Espíritu del SEÑOR vino sobre Gedeón, y éste tocó la trompeta y los abiezeritas se juntaron para seguirle. 35 Envió mensajeros por todo Manasés, que también se juntó para seguirle; y envió mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, que subieron a su encuentro. 36 Entonces Gedeón dijo a Dios: Si has de librar a Israel por mi mano, como has dicho, 37 he aquí, yo pondré un vellón de lana en la era. Si hay rocío solamente en el vellón y toda la tierra queda seca, entonces sabré que librarás a Israel por mi mano, como has dicho. 38 Y así sucedió. Cuando se levantó temprano en la mañana, exprimió el vellón y escurrió el rocío del vellón, un tazón lleno de agua. 39 Y Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí si hablo otra vez; te ruego que me permitas hacer otra vez una prueba con el vellón; que ahora quede seco el vellón y haya rocío en toda la tierra. 40 Así lo hizo Dios aquella noche, porque solamente quedó seco el vellón y había rocío en toda la tierra.
1 ¡Ay, Ariel , Ariel la ciudad donde acampó David! Añadid año sobre año, celebrad las fiestas a su tiempo. 2 Y traeré angustias a Ariel, y será una ciudad de lamento y de duelo; será para mí como un Ariel. 3 Acamparé contra ti rodeándote, pondré contra ti vallas de asedio, y levantaré contra ti baluartes. 4 Entonces serás humillada, desde el suelo hablarás, y desde el polvo donde estás postrada saldrá tu habla. Tu voz será también como la de un espíritu de la tierra, y desde el polvo susurrará tu habla. 5 Pero la multitud de tus enemigos será como polvo fino, y la multitud de los crueles como paja que se va volando; sucederá en un instante, de repente. 6 Serás castigada por el SEÑOR de los ejércitos con truenos y terremotos y gran ruido, con torbellino y tempestad y con llama de fuego consumidor. 7 Y será como un sueño, una visión nocturna, la multitud de todas las naciones que combaten contra Ariel, todos los que combaten contra ella y su fortaleza, y los que la afligen. 8 Y será como cuando un hambriento sueña, y he aquí, está comiendo; pero cuando despierta, su hambre no ha sido satisfecha. O como cuando un sediento sueña, y he aquí, está bebiendo; pero cuando despierta, he aquí, está desfallecido, y su sed no ha sido aplacada. Así será la multitud de todas las naciones que combaten contra el monte Sion. 9 Deteneos y esperad, cegaos y sed ciegos. Se embriagan, pero no con vino; se tambalean, pero no con licor. 10 Porque el SEÑOR ha derramado sobre vosotros espíritu de sueño profundo, El ha cerrado vuestros ojos: los profetas, y ha cubierto vuestras cabezas: los videntes. 11 Y toda la visión será para vosotros como las palabras de un libro sellado, que cuando se le da al que sabe leer, diciéndole: Lee esto, por favor; y él dirá: No puedo, porque está sellado. 12 Entonces el libro será dado al que no sabe leer, diciéndole: Lee esto, por favor; y él dirá: No sé leer. 13 Dijo entonces el Señor: Por cuanto este pueblo se me acerca con sus palabras y me honra con sus labios, pero aleja de mí su corazón, y su veneración hacia mí es sólo una tradición aprendida de memoria, 14 por tanto, he aquí, volveré a hacer maravillas con este pueblo, prodigiosas maravillas; y perecerá la sabiduría de sus sabios, y se eclipsará el entendimiento de sus entendidos. 15 ¡Ay de los que van muy hondo para esconder sus planes al SEÑOR, y realizan sus obras en tinieblas y dicen: ¿Quién nos ve, o quién nos conoce? 16 ¡Qué equivocación la vuestra! ¿Es acaso el alfarero como el barro, para que lo que está hecho diga a su hacedor: El no me hizo; o lo que está formado diga al que lo formó: El no tiene entendimiento? 17 ¿Acaso no queda ya muy poco tiempo para que el Líbano se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea considerado bosque? 18 En aquel día los sordos oirán las palabras de un libro, y desde la oscuridad y desde las tinieblas los ojos de los ciegos verán. 19 Los afligidos aumentarán también su alegría en el SEÑOR, y los necesitados de la humanidad se regocijarán en el Santo de Israel. 20 Porque el violento tendrá su fin, el escarnecedor será acabado, y serán cortados todos los que se desvelan por hacer el mal; 21 los que hacen que una persona sea acusada por una palabra, tienden lazos al que juzga en la puerta, y defraudan al justo con vanos argumentos. 22 Por tanto el SEÑOR, que redimió a Abraham, dice así acerca de la casa de Jacob: Jacob no será ahora avergonzado, ni palidecerá ahora su rostro; 23 porque cuando vea a sus hijos, la obra de mis manos, en medio suyo, ellos santificarán mi nombre; ciertamente, santificarán al Santo de Jacob, y tendrán temor al Dios de Israel. 24 Los descarriados de espíritu conocerán la verdad, y los murmuradores aceptarán instrucción.
1 Cuando se decidió que deberíamos embarcarnos para Italia, fueron entregados Pablo y algunos otros presos a un centurión de la compañía Augusta, llamado Julio. 2 Y embarcándonos en una nave adramitena que estaba para zarpar hacia las regiones de la costa de Asia, nos hicimos a la mar acompañados por Aristarco, un macedonio de Tesalónica. 3 Al día siguiente llegamos a Sidón. Julio trató a Pablo con benevolencia, permitiéndole ir a sus amigos y ser atendido por ellos. 4 De allí partimos y navegamos al abrigo de la isla de Chipre, porque los vientos eran contrarios. 5 Y después de navegar atravesando el mar frente a las costas de Cilicia y de Panfilia, llegamos a Mira de Licia. 6 Allí el centurión halló una nave alejandrina que iba para Italia, y nos embarcó en ella. 7 Y después de navegar lentamente por muchos días, y de llegar con dificultad frente a Gnido, pues el viento no nos permitió avanzar más, navegamos al abrigo de Creta, frente a Salmón; 8 y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar llamado Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. 9 Cuando ya había pasado mucho tiempo y la navegación se había vuelto peligrosa, pues hasta el Ayuno había pasado ya, Pablo los amonestaba, 10 diciéndoles: Amigos, veo que de seguro este viaje va a ser con perjuicio y graves pérdidas, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras vidas. 11 Pero el centurión se persuadió más por lo dicho por el piloto y el capitán del barco, que por lo que Pablo decía. 12 Y como el puerto no era adecuado para invernar, la mayoría tomó la decisión de hacerse a la mar desde allí, por si les era posible arribar a Fenice, un puerto de Creta que mira hacia el nordeste y el sudeste, y pasar el invierno allí. 13 Cuando comenzó a soplar un moderado viento del sur, creyendo que habían logrado su propósito, levaron anclas y navegaban costeando a Creta. 14 Pero no mucho después, desde tierra comenzó a soplar un viento huracanado que se llama Euroclidón , 15 y siendo azotada la nave, y no pudiendo hacer frente al viento nos abandonamos a él y nos dejamos llevar a la deriva. 16 Navegando al abrigo de una pequeña isla llamada Clauda, con mucha dificultad pudimos sujetar el esquife. 17 Después que lo alzaron, usaron amarras para ceñir la nave; y temiendo encallar en los bancos de Sirte, echaron el ancla flotante y se abandonaron a la deriva. 18 Al día siguiente, mientras éramos sacudidos furiosamente por la tormenta, comenzaron a arrojar la carga; 19 y al tercer día, con sus propias manos arrojaron al mar los aparejos de la nave. 20 Como ni el sol ni las estrellas aparecieron por muchos días, y una tempestad no pequeña se abatía sobre nosotros, desde entonces fuimos abandonando toda esperanza de salvarnos. 21 Cuando habían pasado muchos días sin comer, Pablo se puso en pie en medio de ellos y dijo: Amigos, debierais haberme hecho caso y no haber zarpado de Creta, evitando así este perjuicio y pérdida. 22 Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, porque no habrá pérdida de vida entre vosotros, sino sólo del barco. 23 Porque esta noche estuvo en mi presencia un ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, 24 diciendo: "No temas, Pablo; has de comparecer ante el César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo." 25 Por tanto, tened buen ánimo amigos, porque yo confío en Dios, que acontecerá exactamente como se me dijo. 26 Pero tenemos que encallar en cierta isla. 27 Y llegada la decimocuarta noche, mientras éramos llevados a la deriva en el mar Adriático, a eso de la medianoche los marineros presentían que se estaban acercando a tierra. 28 Echaron la sonda y hallaron que había veinte brazas; pasando un poco más adelante volvieron a echar la sonda y hallaron quince brazas de profundidad. 29 Y temiendo que en algún lugar fuéramos a dar contra los escollos, echaron cuatro anclas por la popa y ansiaban que amaneciera. 30 Como los marineros trataban de escapar de la nave y habían bajado el esquife al mar, bajo pretexto de que se proponían echar las anclas desde la proa, 31 Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podréis salvaros. 32 Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y dejaron que se perdiera. 33 Y hasta que estaba a punto de amanecer, Pablo exhortaba a todos a que tomaran alimento, diciendo: Hace ya catorce días que, velando continuamente, estáis en ayunas, sin tomar ningún alimento. 34 Por eso os aconsejo que toméis alimento, porque esto es necesario para vuestra supervivencia; pues ni un solo cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. 35 Habiendo dicho esto, tomó pan y dio gracias a Dios en presencia de todos; y partiéndolo, comenzó a comer. 36 Entonces todos, teniendo ya buen ánimo, tomaron también alimento. 37 En total éramos en la nave doscientas setenta y seis personas. 38 Una vez saciados, aligeraron la nave arrojando el trigo al mar. 39 Cuando se hizo de día, no reconocían la tierra, pero podían distinguir una bahía que tenía playa, y decidieron lanzar la nave hacia ella, si les era posible. 40 Y cortando las anclas, las dejaron en el mar, aflojando al mismo tiempo las amarras de los timones; e izando la vela de proa al viento, se dirigieron hacia la playa. 41 Pero chocando contra un escollo donde se encuentran dos corrientes, encallaron la nave; la proa se clavó y quedó inmóvil, pero la popa se rompía por la fuerza de las olas. 42 Y el plan de los soldados era matar a los presos, para que ninguno de ellos escapara a nado; 43 pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, impidió su propósito, y ordenó que los que pudieran nadar se arrojaran primero por la borda y llegaran a tierra, 44 y que los demás siguieran, algunos en tablones, y otros en diferentes objetos de la nave. Y así sucedió que todos llegaron salvos a tierra.
No Venda Mi Información Personal (CA Solamente)   California - Aviso de la CCPA