1 Ati levanto mis ojos, ¡oh tú que reinas en los cielos! 2 He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor, como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran al SEÑOR nuestro Dios hasta que se apiade de nosotros. 3 Ten piedad de nosotros, oh SEÑOR, ten piedad de nosotros, porque muy hartos estamos de desprecio. 4 Harta en extremo está nuestra alma del escarnio de los que están en holgura, y del desprecio de los soberbios.
1 Si el SEÑOR no hubiera estado a nuestro favor, diga ahora Israel 2 si el SEÑOR no hubiera estado a nuestro favor cuando los hombres se levantaron contra nosotros, 3 vivos nos hubieran tragado entonces cuando su ira se encendió contra nosotros; 4 entonces las aguas nos hubieran anegado, un torrente hubiera pasado sobre nuestra alma, 5 hubieran pasado entonces sobre nuestra alma las aguas impetuosas. 6 Bendito sea el SEÑOR, que no nos ha entregado como presa de los dientes de ellos. 7 Nuestra alma ha escapado cual ave del lazo de los cazadores; el lazo se rompió y nosotros escapamos. 8 Nuestro socorro está en el nombre del SEÑOR, que hizo los cielos y la tierra.
1 Los que confían en el SEÑOR son como el monte Sion, que es inconmovible, que permanece para siempre. 2 Como los montes rodean a Jerusalén, así el SEÑOR rodea a su pueblo desde ahora y para siempre. 3 Pues el cetro de la impiedad no descansará sobre la tierra de los justos, para que los justos no extiendan sus manos para hacer el mal. 4 Haz bien, SEÑOR, a los buenos, y a los rectos de corazón. 5 Mas a los que se desvían por sus caminos torcidos, el SEÑOR los llevará con los que hacen iniquidad. Paz sea sobre Israel.
1 Cuando el SEÑOR hizo volver a los cautivos de Sion, éramos como los que sueñan. 2 Entonces nuestra boca se llenó de risa, y nuestra lengua de gritos de alegría; entonces dijeron entre las naciones: Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con ellos. 3 Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con nosotros; estamos alegres. 4 Haz volver, SEÑOR, a nuestros cautivos, como las corrientes en el sur. 5 Los que siembran con lágrimas, segarán con gritos de júbilo. 6 El que con lágrimas anda, llevando la semilla de la siembra, en verdad volverá con gritos de alegría, trayendo sus gavillas.
1 Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el SEÑOR no guarda la ciudad, en vano vela la guardia. 2 Es en vano que os levantéis de madrugada, que os acostéis tarde, que comáis el pan de afanosa labor, pues El da a su amado aun mientras duerme. 3 He aquí, don del SEÑOR son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre. 4 Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud. 5 Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; no serán avergonzados cuando hablen con sus enemigos en la puerta.
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