1 Oh SEÑOR, a ti clamo, apresúrate a venir a mí. Escucha mi voz cuando te invoco. 2 Sea puesta mi oración delante de ti como incienso, el alzar de mis manos como la ofrenda de la tarde. 3 SEÑOR, pon guarda a mi boca; vigila la puerta de mis labios. 4 No dejes que mi corazón se incline a nada malo, para practicar obras impías con los hombres que hacen iniquidad, y no me dejes comer de sus manjares. 5 Que el justo me hiera con bondad y me reprenda; es aceite sobre la cabeza; no lo rechace mi cabeza, pues todavía mi oración es contra sus obras malas. 6 Sus jueces son lanzados contra los costados de la peña, y oyen mis palabras, que son agradables. 7 Como cuando se ara y se rompe la tierra, nuestros huesos han sido esparcidos a la boca del Seol. 8 Porque mis ojos miran hacia ti, oh DIOS, Señor; en ti me refugio, no me desampares. 9 Guárdame de las garras de la trampa que me han tendido, y de los lazos de los que hacen iniquidad. 10 Caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo paso a salvo. Plegaria.
1 Amados, esta es ya la segunda carta que os escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en vosotros vuestro sincero entendimiento, 2 para que recordéis las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por vuestros apóstoles. 3 Ante todo, sabed esto: que en los últimos días vendrán burladores, con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones, 4 y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación. 5 Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, 6 por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado con agua; 7 pero los cielos y la tierra actuales están reservados por su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos. 8 Pero, amados, no ignoréis esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9 El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros , no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. 11 Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad, 12 esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor! 13 Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia. 14 Por tanto, amados, puesto que aguardáis estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por El en paz, sin mancha e irreprensibles. 15 Considerad la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como os escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada. 16 Asimismo en todas sus cartas habla en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercencomo también tuercen el resto de las Escrituraspara su propia perdición. 17 Por tanto, amados, sabiendo esto de antemano, estad en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigáis de vuestra firmeza; 18 antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
1 Palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, cuando éste escribió estas palabras en un libro al dictado de Jeremías, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, diciendo: 2 Así dice el SEÑOR, Dios de Israel, acerca de ti, oh Baruc: 3 "Tú dijiste: '¡Ay, infeliz de mí!, porque el SEÑOR ha añadido tristeza a mi dolor. Cansado estoy de gemir y no he hallado reposo.'" 4 Así le dirás: "Así dice el SEÑOR: 'He aquí, lo que he edificado, lo derribo, y lo que he plantado, lo arranco, es decir, toda esta tierra.' 5 "Pero tú, ¿buscas para ti grandes cosas? No las busques; porque he aquí, voy a traer calamidad sobre toda carne"declara el SEÑOR"pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde vayas."
1 Palabra del SEÑOR que vino al profeta Jeremías acerca de las naciones. 2 A Egipto, acerca del ejército de Faraón Necao, rey de Egipto, que estaba junto al río Eufrates en Carquemis, al cual derrotó Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá: 3 Preparad escudo y broquel, y avanzad hacia la batalla. 4 Aparejad los caballos, montad los corceles y presentaos con los yelmos puestos. Bruñid las lanzas, vestíos las corazas. 5 ¿Pero qué es lo que veo? Están aterrados, retroceden, y sus valientes están deshechos; en la huida buscan refugio sin mirar atrás. Hay terror por todas partes declara el SEÑOR. 6 Que no huya el ligero, ni escape el poderoso; en el norte, junto al río Eufrates, han tropezado y caído. 7 ¿Quién es éste que sube como el Nilo, cuyas aguas se agitan como ríos? 8 Egipto sube como el Nilo, cuyas aguas se agitan como ríos, pero El ha dicho: Subiré y cubriré esa tierra; ciertamente destruiré la ciudad y sus habitantes. 9 Subid, caballos, y corred furiosos, carros, para que avancen los poderosos: Etiopía y Put, que manejan escudo, y los de Lud, que manejan y entesan el arco. 10 Porque aquel día es para el Señor, DIOS de los ejércitos, día de venganza, para vengarse de sus enemigos; la espada devorará y se saciará y se empapará con su sangre; pues habrá una matanza para el Señor, DIOS de los ejércitos, en la tierra del norte, junto al río Eufrates. 11 Sube a Galaad y consigue bálsamo, virgen, hija de Egipto. En vano has multiplicado los remedios; no hay curación para ti. 12 Han oído las naciones de tu afrenta, y tu clamor llena la tierra; porque guerrero con guerrero ha tropezado, y a una han caído ambos. 13 Palabra que el SEÑOR habló al profeta Jeremías acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto: 14 Anunciad en Egipto y hacedlo oír en Migdol, hacedlo oír también en Menfis y en Tafnes; decid: "Ponte en pie y prepárate, porque la espada ha devorado a los que te rodean." 15 ¿Por qué han quedado postrados tus valientes? No se mantienen en pie porque el SEÑOR los ha derribado. 16 Han tropezado muchas veces; en verdad, han caído uno sobre otro. Entonces dijeron: "Levántate y volvamos a nuestro pueblo y a nuestra tierra natal, ante la espada opresora." 17 Allí gritaron: "Faraón, rey de Egipto, es sólo un gran ruido; ha dejado pasar el tiempo señalado." 18 Vivo yodeclara el Rey cuyo nombre es el SEÑOR de los ejércitos que ciertamente como se destaca el Tabor entre los montes, o el Carmelo junto al mar, uno ha de venir. 19 Prepara tu equipaje para el destierro, hija que moras en Egipto, porque Menfis será convertida en desolación, incendiada y despoblada. 20 Novilla hermosa es Egipto, mas un tábano del norte viene; ya viene. 21 Sus mercenarios también son en medio de ella como becerros engordados; porque también ellos se han vuelto atrás, y a una han huido, no resistieron; porque el día de su ruina ha venido sobre ellos, la hora de su castigo. 22 Se oye su sonido como el de una serpiente, pues el enemigo avanza como un ejército; con hachas, como leñadores, vienen contra ella. 23 Talan su bosquedeclara el SEÑOR aunque sea impenetrable, aunque sean más numerosos que las langostas, innumerables. 24 Es avergonzada la hija de Egipto, es entregada al poder del pueblo del norte. 25 Dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, castigaré a Amón de Tebas, a Faraón y a Egipto junto con sus dioses y sus reyes; a Faraón y a los que en él confían. 26 Y los entregaré en manos de los que buscan su vida, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de su siervo. Mas después será habitado como en los días de antañodeclara el SEÑOR. 27 Pero tú no temas, siervo mío Jacob, ni te atemorices, Israel; porque he aquí, te salvaré de lugar remoto, y a tu descendencia de la tierra de su cautiverio. Y volverá Jacob, y estará tranquilo y seguro, y nadie lo atemorizará. 28 Tú no temas, siervo mío Jacobdeclara el SEÑOR porque yo estoy contigo; pues acabaré con todas las naciones adonde te he expulsado, pero no acabaré contigo, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.
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