10 Riegas sus surcos abundantemente, allanas sus camellones, la ablandas con lluvias, bendices sus renuevos. 11 Tú has coronado el año con tus bienes, y tus huellas destilan grosura. 12 Destilan los pastos del desierto, y los collados se ciñen de alegría. 13 Las praderas se visten de rebaños, y los valles se cubren de grano; dan voces de júbilo, sí, cantan.
1 Aclamad con júbilo a Dios, toda la tierra; 2 cantad la gloria de su nombre; haced gloriosa su alabanza. 3 Decid a Dios: ¡Cuán portentosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder, tus enemigos fingirán obedecerte. 4 Toda la tierra te adorará, y cantará alabanzas a ti, cantará alabanzas a tu nombre. (Selah) 5 Venid y ved las obras de Dios, admirable en sus hechos a favor de los hijos de los hombres. 6 Convirtió el mar en tierra seca; cruzaron el río a pie; regocijémonos allí en El. 7 El domina con su poder para siempre; sus ojos velan sobre las naciones; no se enaltezcan los rebeldes. (Selah) 8 Bendecid, oh pueblos, a nuestro Dios, y haced oír la voz de su alabanza. 9 El es quien nos guarda con vida, y no permite que nuestros pies resbalen. 10 Porque tú nos has probado, oh Dios; nos has refinado como se refina la plata. 11 Nos metiste en la red; carga pesada pusiste sobre nuestros lomos. 12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestras cabezas; pasamos por el fuego y por el agua, pero tú nos sacaste a un lugar de abundancia. 13 Entraré en tu casa con holocaustos; a ti cumpliré mis votos, 14 los que pronunciaron mis labios y habló mi boca cuando yo estaba en angustia. 15 Te ofreceré holocaustos de animales engordados, con sahumerio de carneros; haré una ofrenda de bueyes y machos cabríos. (Selah) 16 Venid y oíd, todos los que a Dios teméis , y contaré lo que El ha hecho por mi alma. 17 Con mi boca clamé a El, y ensalzado fue con mi lengua. 18 Si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará . 19 Pero ciertamente Dios me ha oído; El atendió a la voz de mi oración. 20 Bendito sea Dios, que no ha desechado mi oración, ni apartado de mí su misericordia.
1 Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga, y haga resplandecer su rostro sobre nosotros; (Selah) 2 para que sea conocido en la tierra tu camino, entre todas las naciones tu salvación. 3 Te den gracias los pueblos, oh Dios, todos los pueblos te den gracias. 4 Alégrense y canten con júbilo las naciones, porque tú juzgarás a los pueblos con equidad, y guiarás a las naciones en la tierra. (Selah) 5 Te den gracias los pueblos, oh Dios, todos los pueblos te den gracias. 6 La tierra ha dado su fruto; Dios, nuestro Dios, nos bendice. 7 Dios nos bendice, para que le teman todos los términos de la tierra.
1 Levántese Dios; sean esparcidos sus enemigos, y huyan delante de El los que le aborrecen. 2 Como se disipa el humo, disípalos; como la cera se derrite delante del fuego, así perezcan los impíos delante de Dios. 3 Pero alégrense los justos, regocíjense delante de Dios; sí, que rebosen de alegría. 4 Cantad a Dios, cantad alabanzas a su nombre; abrid paso al que cabalga por los desiertos , cuyo nombre es el SEÑOR; regocijaos delante de El. 5 Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su santa morada. 6 Dios prepara un hogar para los solitarios; conduce a los cautivos a prosperidad; sólo los rebeldes habitan en una tierra seca. 7 Oh Dios, cuando saliste al frente de tu pueblo, cuando marchaste por el desierto, (Selah) 8 tembló la tierra; también se derramaron los cielos ante la presencia de Dios; el Sinaí mismo tembló delante de Dios, el Dios de Israel. 9 Tú esparciste lluvia abundante, oh Dios, tú fortaleciste tu heredad cuando estaba extenuada. 10 Los de tu pueblo se establecieron en ella; en tu bondad, oh Dios, proveíste para el pobre. 11 El Señor da la palabra; las mujeres que anuncian las buenas nuevas son gran multitud: 12 Los reyes de los ejércitos huyen; sí huyen, y la que se queda en casa repartirá el botín. 13 Cuando os acostáis en los apriscos, sois como alas de paloma cubiertas de plata, y sus plumas de oro resplandeciente. 14 Cuando el Omnipotente dispersó allí a los reyes, nevaba en el monte Salmón. 15 Monte de Dios es el monte de Basán; monte de muchos picos es el monte de Basán. 16 ¿Por qué miráis con envidia, oh montes de muchos picos, al monte que Dios ha deseado para morada suya? Ciertamente el SEÑOR habitará allí para siempre. 17 Los carros de Dios son miríadas, millares y millares; el Señor está entre ellos en santidad, como en el Sinaí. 18 Tú has ascendido a lo alto, has llevado en cautividad a tus cautivos; has recibido dones entre los hombres, y aun entre los rebeldes, para que el SEÑOR Dios habite entre ellos. 19 Bendito sea el Señor, que cada día lleva nuestra carga, el Dios que es nuestra salvación. (Selah) 20 Dios es para nosotros un Dios de salvación, y a DIOS el Señor pertenece el librar de la muerte. 21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que anda en sus delitos. 22 Dijo el Señor: De Basán los haré volver; los haré volver de las profundidades del mar; 23 para que tu pie los aplaste en sangre, y la lengua de tus perros tenga la porción de tus enemigos. 24 Ellos han visto tu procesión, oh Dios, la procesión de mi Dios, mi Rey, hacia el santuario. 25 Los cantores iban delante, los músicos detrás, en medio de las doncellas tocando panderos. 26 Bendecid a Dios en las congregaciones, al SEÑOR, vosotros del linaje de Israel. 27 Allí va Benjamín, el más joven, dirigiéndolos, los príncipes de Judá con su grupo, los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí. 28 El Dios tuyo ha mandado tu fuerza; muestra tu poder, oh Dios, tú que has obrado por nosotros. 29 Por causa de tu templo en Jerusalén te traerán presentes los reyes. 30 Reprende las fieras de las cañas, la manada de toros con los becerros de los pueblos, pisoteando las piezas de plata; El ha dispersado a los pueblos que se deleitan en la guerra.
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