36 Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí. 37 Será establecido para siempre como la luna, fiel testigo en el cielo. (Selah) 38 Pero tú lo has rechazado y desechado, contra tu ungido te has enfurecido. 39 Has despreciado el pacto de tu siervo; has profanado su corona echándola por tierra. 40 Has derribado todos sus muros; has convertido en ruinas sus fortalezas. 41 Todos los que pasan por el camino lo saquean; ha venido a ser una afrenta para sus vecinos. 42 Tú has exaltado la diestra de sus adversarios; has hecho regocijarse a todos sus enemigos. 43 Has retirado también el filo de su espada, y no le has hecho estar firme en la batalla. 44 Has hecho cesar su esplendor, y has echado por tierra su trono. 45 Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto de ignominia. (Selah) 46 ¿Hasta cuándo, SEÑOR? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá como el fuego tu furor? 47 Recuerda cuán breve es mi vida; ¡con qué propósito vano has creado a todos los hijos de los hombres! 48 ¿Qué hombre podrá vivir y no ver la muerte? ¿Podrá librar su alma del poder del Seol? (Selah) 49 ¿Dónde están, Señor, tus misericordias de antes, que en tu fidelidad juraste a David? 50 Recuerda, Señor, el oprobio de tus siervos; cómo llevo dentro de mí el oprobio de muchos pueblos, 51 con el cual tus enemigos, oh SEÑOR, han injuriado, con el cual han injuriado los pasos de tu ungido. 52 ¡Bendito sea el SEÑOR para siempre! Amén y amén.
1 SEÑOR, tú has sido un refugio para nosotros de generación en generación. 2 Antes que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y el mundo, desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios. 3 Haces que el hombre vuelva a ser polvo, y dices: Volved, hijos de los hombres. 4 Porque mil años ante tus ojos son como el día de ayer que ya pasó, y como una vigilia de la noche. 5 Tú los has barrido como un torrente, son como un sueño; son como la hierba que por la mañana reverdece; 6 por la mañana florece y reverdece; al atardecer se marchita y se seca. 7 Porque hemos sido consumidos con tu ira, y por tu furor hemos sido conturbados. 8 Has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia. 9 Porque por tu furor han declinado todos nuestros días; acabamos nuestros años como un suspiro. 10 Los días de nuestra vida llegan a setenta años; y en caso de mayor vigor, a ochenta años. Con todo, su orgullo es sólo trabajo y pesar, porque pronto pasa, y volamos. 11 ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu furor conforme al temor que se te debe? 12 Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. 13 Vuelve, SEÑOR; ¿hasta cuándo? y compadécete de tus siervos. 14 Sácianos por la mañana con tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días. 15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste, y a los años en que vimos adversidad. 16 Manifiéstese tu obra a tus siervos, y tu majestad a sus hijos, 17 y sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros. Confirma, pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos; sí, la obra de nuestras manos confirma.
1 El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. 2 Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío. 3 Porque El te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal. 4 Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad. 5 No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, 6 ni la pestilencia que anda en tinieblas, ni la destrucción que hace estragos en medio del día. 7 Aunque caigan mil a tu lado y diez mil a tu diestra, a ti no se acercará. 8 Con tus ojos mirarás y verás la paga de los impíos. 9 Porque has puesto al SEÑOR, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación. 10 No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada. 11 Pues El dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos. 12 En sus manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. 13 Sobre el león y la cobra pisarás; hollarás al cachorro de león y a la serpiente. 14 Porque en mí ha puesto su amor, yo entonces lo libraré; lo exaltaré, porque ha conocido mi nombre. 15 Me invocará, y le responderé; yo estaré con él en la angustia; lo rescataré y lo honraré; 16 lo saciaré de larga vida, y le haré ver mi salvación.
1 Bueno es dar gracias al SEÑOR, y cantar alabanzas a tu nombre, oh Altísimo; 2 anunciar por la mañana tu bondad, y tu fidelidad por las noches, 3 con el decacordio y con el arpa, con la música sonora de la lira. 4 Porque tú, oh SEÑOR, me has alegrado con tus obras, cantaré con gozo ante las obras de tus manos. 5 ¡Qué grandes son tus obras, oh SEÑOR, cuán profundos tus pensamientos! 6 El hombre torpe no tiene conocimiento, y el necio no entiende esto: 7 que cuando los impíos brotaron como la hierba, y florecieron todos los que hacían iniquidad, sólo fue para ser destruidos para siempre. 8 Mas tú, oh SEÑOR, excelso eres eternamente. 9 Porque he aquí, tus enemigos, SEÑOR, porque he aquí, tus enemigos perecerán; serán esparcidos todos los que hacen iniquidad. 10 Pero tú has exaltado mi poder como el del búfalo; he sido ungido con aceite fresco. 11 Mis ojos satisfechos han mirado a los que me acechaban, y oyen mis oídos de los malhechores que se levantan contra mí.
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