1 Bendito sea el SEÑOR, mi roca, que adiestra mis manos para la guerra, y mis dedos para la batalla. 2 Misericordia mía y fortaleza mía, mi baluarte y mi libertador, escudo mío en quien me he refugiado, el que sujeta a mi pueblo debajo de mí. 3 Oh SEÑOR, ¿qué es el hombre para que tú lo tengas en cuenta, o el hijo del hombre para que pienses en él? 4 El hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa. 5 Oh SEÑOR, inclina tus cielos y desciende; toca los montes para que humeen. 6 Despide relámpagos y dispérsalos; lanza tus flechas y confúndelos. 7 Extiende tu mano desde lo alto; rescátame y líbrame de las muchas aguas, de la mano de extranjeros 8 cuya boca habla falsedad y cuya diestra es diestra de mentira. 9 Oh Dios, un cántico nuevo te cantaré; con arpa de diez cuerdas cantaré alabanzas a ti, 10 el que da la victoria a los reyes, el que rescata a David su siervo de espada maligna. 11 Rescátame y líbrame de la mano de extranjeros, cuya boca habla falsedad, y cuya diestra es diestra de mentira. 12 Sean nuestros hijos en su juventud como plantíos florecientes, y nuestras hijas como columnas de esquinas labradas como las de un palacio. 13 Estén llenos nuestros graneros, suministrando toda clase de sustento, y nuestros rebaños produzcan miles y diez miles en nuestros campos. 14 Esté cargado nuestro ganado, sin fracasos y sin pérdida, y no haya gritos en nuestras calles. 15 Bienaventurado el pueblo a quien así le sucede; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR.
1 Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y el santuario terrenal. 2 Porque había un tabernáculo preparado en la parte anterior, en el cual estaban el candelabro, la mesa y los panes consagrados ; éste se llama el Lugar Santo. 3 Y detrás del segundo velo había un tabernáculo llamado el Lugar Santísimo, 4 el cual tenía el altar de oro del incienso y el arca del pacto cubierta toda de oro, en la cual había una urna de oro que contenía el maná y la vara de Aarón que retoñó y las tablas del pacto; 5 y sobre ella estaban los querubines de gloria que daban sombra al propiciatorio; pero de estas cosas no se puede hablar ahora en detalle. 6 Así preparadas estas cosas, los sacerdotes entran continuamente al primer tabernáculo para oficiar en el culto; 7 pero en el segundo, sólo entra el sumo sacerdote una vez al año, no sin llevar sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados del pueblo cometidos en ignorancia. 8 Queriendo el Espíritu Santo dar a entender esto: que el camino al Lugar Santísimo aún no había sido revelado en tanto que el primer tabernáculo permaneciera en pie; 9 lo cual es un símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto en su conciencia al que practica ese culto, 10 puesto que tienen que ver sólo con comidas y bebidas, y diversas abluciones y ordenanzas para el cuerpo, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. 11 Pero cuando Cristo apareció como sumo sacerdote de los bienes futuros , a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna. 13 Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la becerra rociada sobre los que se han contaminado, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo? 15 Y por eso El es el mediador de un nuevo pacto , a fin de que habiendo tenido lugar una muerte para la redención de las transgresiones que se cometieron bajo el primer pacto, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 16 Porque donde hay un testamento, necesario es que ocurra la muerte del testador. 17 Pues un testamento es válido sólo en caso de muerte, puesto que no se pone en vigor mientras vive el testador. 18 Por tanto, ni aun el primer pacto se inauguró sin sangre. 19 Porque cuando Moisés terminó de promulgar todos los mandamientos a todo el pueblo, conforme a la ley, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el libro mismo y a todo el pueblo, 20 diciendo: ESTA ES LA SANGRE DEL PACTO QUE DIOS OS ORDENO. 21 Y de la misma manera roció con sangre tanto el tabernáculo como todos los utensilios del ministerio. 22 Y según la ley, casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón. 23 Por tanto, fue necesario que las representaciones de las cosas en los cielos fueran purificadas de esta manera, pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos. 24 Porque Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos, una representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros, 25 y no para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como el sumo sacerdote entra al Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido necesario sufrir muchas veces desde la fundación del mundo; pero ahora, una sola vez en la consumación de los siglos, se ha manifestado para destruir el pecado por el sacrificio de sí mismo. 27 Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio, 28 así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan.
1 Pues ya que la ley sólo tiene la sombra de los bienes futuros y no la forma misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que ellos ofrecen continuamente año tras año, hacer perfectos a los que se acercan. 2 De otra manera, ¿no habrían cesado de ofrecerse, ya que los adoradores, una vez purificados, no tendrían ya más conciencia de pecado? 3 Pero en esos sacrificios hay un recordatorio de pecados año tras año. 4 Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados. 5 Por lo cual, al entrar El en el mundo, dice: SACRIFICIO Y OFRENDA NO HAS QUERIDO, PERO UN CUERPO HAS PREPARADO PARA MI; 6 EN HOLOCAUSTOS Y sacrificios POR EL PECADO NO TE HAS COMPLACIDO. 7 ENTONCES DIJE: "HE AQUI, YO HE VENIDO (EN EL ROLLO DEL LIBRO ESTA ESCRITO DE MI) PARA HACER, OH DIOS, TU VOLUNTAD." 8 Habiendo dicho arriba: SACRIFICIOS Y OFRENDAS Y HOLOCAUSTOS, Y sacrificios POR EL PECADO NO HAS QUERIDO, NI en ellos TE HAS COMPLACIDO (los cuales se ofrecen según la ley), 9 entonces dijo: HE AQUI, YO HE VENIDO PARA HACER TU VOLUNTAD. El quita lo primero para establecer lo segundo. 10 Por esta voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo una vez para siempre. 11 Y ciertamente todo sacerdote está de pie, día tras día, ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero El, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados para siempre, SE SENTO A LA DIESTRA DE DIOS, 13 esperando de ahí en adelante HASTA QUE SUS ENEMIGOS SEAN PUESTOS POR ESTRADO DE SUS PIES. 14 Porque por una ofrenda El ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados. 15 Y también el Espíritu Santo nos da testimonio; porque después de haber dicho: 16 ESTE ES EL PACTO QUE HARE CON ELLOS DESPUES DE AQUELLOS DIASDICE EL SEÑOR: PONDRE MIS LEYES EN SU CORAZON, Y EN SU MENTE LAS ESCRIBIRE, añade: 17 Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE SUS PECADOS E INIQUIDADES. 18 Ahora bien, donde hay perdón de estas cosas, ya no hay ofrenda por el pecado. 19 Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, 20 por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne, 21 y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura. 23 Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió; 24 y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca. 26 Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados, 27 sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de UN FUEGO QUE HA DE CONSUMIR A LOS ADVERSARIOS. 28 Cualquiera que viola la ley de Moisés muere sin misericordia por el testimonio de dos o tres testigos. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia? 30 Pues conocemos al que dijo: MIA ES LA VENGANZA, YO PAGARE. Y otra vez: EL SEÑOR JUZGARA A SU PUEBLO. 31 ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo! 32 Pero recordad los días pasados, cuando después de haber sido iluminados, soportasteis una gran lucha de padecimientos; 33 por una parte, siendo hechos un espectáculo público en oprobios y aflicciones, y por otra, siendo compañeros de los que eran tratados así. 34 Porque tuvisteis compasión de los prisioneros y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, sabiendo que tenéis para vosotros mismos una mejor y más duradera posesión. 35 Por tanto, no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa. 36 Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. 37 PORQUE DENTRO DE MUY POCO TIEMPO, EL QUE HA DE VENIR VENDRA Y NO TARDARA. 38 MAS MI JUSTO VIVIRA POR LA FE; Y SI RETROCEDE, MI ALMA NO SE COMPLACERA EN EL. 39 Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma.
1 Te exaltaré mi Dios, oh Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. 2 Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. 3 Grande es el SEÑOR, y digno de ser alabado en gran manera; y su grandeza es inescrutable. 4 Una generación alabará tus obras a otra generación, y anunciará tus hechos poderosos. 5 En el glorioso esplendor de tu majestad, y en tus maravillosas obras meditaré. 6 Los hombres hablarán del poder de tus hechos portentosos, y yo contaré tu grandeza. 7 Ellos proclamarán con entusiasmo la memoria de tu mucha bondad, y cantarán con gozo de tu justicia. 8 Clemente y compasivo es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia. 9 El SEÑOR es bueno para con todos, y su compasión, sobre todas sus obras. 10 SEÑOR, tus obras todas te darán gracias, y tus santos te bendecirán. 11 La gloria de tu reino dirán, y hablarán de tu poder, 12 para dar a conocer a los hijos de los hombres tus hechos poderosos, y la gloria de la majestad de tu reino. 13 Tu reino es reino por todos los siglos, y tu dominio permanece por todas las generaciones. 14 El SEÑOR sostiene a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos. 15 A ti miran los ojos de todos, y a su tiempo tú les das su alimento. 16 Abres tu mano, y sacias el deseo de todo ser viviente. 17 Justo es el SEÑOR en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos. 18 El SEÑOR está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad. 19 Cumplirá el deseo de los que le temen, también escuchará su clamor y los salvará. 20 El SEÑOR guarda a todos los que le aman, pero a todos los impíos destruirá. 21 Mi boca proclamará la alabanza del SEÑOR; y toda carne bendecirá su santo nombre eternamente y para siempre.
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