1 Dios ocupa su lugar en su congregación; El juzga en medio de los jueces. 2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente y favoreceréis a los impíos? (Selah) 3 Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. 4 Rescatad al débil y al necesitado; libradlos de la mano de los impíos. 5 No saben ni entienden; caminan en tinieblas; son sacudidos todos los cimientos de la tierra. 6 Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos sois hijos del Altísimo. 7 Sin embargo, como hombres moriréis, y caeréis como uno de los príncipes. 8 ¡Levántate, oh Dios, juzga la tierra! Porque tú posees todas las naciones.
1 Oh Dios, no permanezcas en silencio; no calles, oh Dios, ni te quedes quieto. 2 Porque, he aquí, tus enemigos rugen, y los que te aborrecen se han enaltecido. 3 Hacen planes astutos contra tu pueblo, y juntos conspiran contra tus protegidos. 4 Han dicho: Venid, y destruyámoslos como nación, para que ya no haya memoria del nombre de Israel. 5 Porque de corazón han conspirado a una; hacen pacto contra ti: 6 las tiendas de Edom y de los ismaelitas, Moab y los agarenos, 7 Gebal, Amón y Amalec, Filistea con los habitantes de Tiro; 8 Asiria también se ha unido a ellos; se han convertido en ayuda para los hijos de Lot. (Selah) 9 Trátalos como a Madián, como a Sísara, como a Jabín en el torrente Cisón, 10 que fueron destruidos en Endor, que quedaron como estiércol para la tierra. 11 Pon a sus nobles como a Oreb y Zeeb, y a todos sus príncipes como a Zeba y Zalmuna, 12 que dijeron: apoderémonos de los prados de Dios. 13 Oh Dios mío, ponlos como polvo en remolino; como paja ante el viento. 14 Como fuego que consume el bosque, y como llama que incendia las montañas, 15 así persíguelos con tu tempestad, y aterrorízalos con tu torbellino. 16 Cubre sus rostros de ignominia, para que busquen tu nombre, oh SEÑOR. 17 Sean avergonzados y turbados para siempre; sean humillados y perezcan, 18 para que sepan que sólo tú, que te llamas el SEÑOR, eres el Altísimo sobre toda la tierra.
1 ¡Cuán preciosas son tus moradas, oh SEÑOR de los ejércitos! 2 Anhelaba mi alma, y aun deseaba con ansias los atrios del SEÑOR; mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo. 3 Aun el ave ha hallado casa, y la golondrina nido para sí donde poner sus polluelos: ¡tus altares, oh SEÑOR de los ejércitos, Rey mío y Dios mío! 4 ¡Cuán bienaventurados son los que moran en tu casa! Continuamente te alaban. (Selah) 5 ¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en ti, en cuyo corazón están los caminos a Sion! 6 Pasando por el valle de Baca lo convierten en manantial, también las lluvias tempranas lo cubren de bendiciones. 7 Van de poder en poder, cada uno de ellos comparece ante Dios en Sion. 8 ¡Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob! (Selah) 9 Mira, oh Dios, escudo nuestro, y contempla el rostro de tu ungido. 10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios que morar en las tiendas de impiedad. 11 Porque sol y escudo es el SEÑOR Dios; gracia y gloria da el SEÑOR; nada bueno niega a los que andan en integridad. 12 Oh SEÑOR de los ejércitos, ¡cuán bienaventurado es el hombre que en ti confía!
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