Vivimos en una cultura que glorifica a los cuerpos. Muchos de nosotros sienten la presión de hacer que nuestros cuerpos soporten estándares establecidos por la sociedad. Dios nos creó, incluyendo nuestros cuerpos “asombrosa y maravillosamente” (Salmos 139:14), pero eso es algo que fácilmente se pierde en medio de la niebla de presión que sentimos, quizás mucho más en nuestros veintes.

En su artículo para Relevante titulado “Lo que hubiera querido saber de mi cuerpo en mis veintes” Ann Swindell da unas perspectivas importantes acerca de cómo ver nuestros cuerpos desde una perspectiva bíblica y holística.

Todos conocemos eso de que lo que nos rodea influenciara como pensamos y actuamos. Una vez comencemos a contar lo que la cultura dice acerca de la imagen corporal y sumergir nuestras mentes en las formas saludables y bíblicas de ver nuestros cuerpos, experimentaremos no sólo una alegría mayor con los cuerpos que Dios nos ha dado, sino un crecimiento espiritual mayor.

Swindell provee cuatro puntos principales los cuales son útiles al buscar una perspectiva saludable y bíblica de ver nuestros cuerpos.

Primero, el principal propósito de nuestros cuerpos no es atraer a otros. Esto puede parecer obvio, a menudo no vivimos como si lo creyésemos. Está bien querer lucir bien, especialmente para ocasiones especiales, celebraciones o para la iglesia donde poner todo nuestro esfuerzo en lucir bien puede ser una señal de honor y respeto a Dios o hacia aquellos que celebramos, pero un énfasis mayor o una obsesión en la apariencia personal puede distraerte de oportunidades para servir a otros.

Segundo, dice Swindell, tu salud actual es mucho más importante que un número en una escala. En secundaria recuerdo querer pesar mucho menos. Tenía razones vacías para querer tener este cierto peso. Ponía un montón de mi identidad en algo que ni siquiera definía quién era. Nunca alcance el peso deseado en la secundaria, pero en la universidad comencé con un instructor de ejercicios y un programa que amé, y sin tratar de perder un número específico de kilogramos, perdí el peso que quería en secundaria.

Estar a la línea no siempre es una anécdota como ésta, tener en mente el deseo ser buenos pastores de los cuerpos que Dios nos ha dado es mucho más saludable que solo mirar nuestro peso. El enfoque holístico es que es menos probable que cause depresión o que tengas pensamientos negativos asociados con la imagen corporal.

“Resulta sencillo estancarse en una medida fallida cuando sientes que no tienes más nada de valor. Sabía que tenía muchas cualidades y talentos que habían estado hibernados debido a mi fijación en lo físico. Tuve que tomarme el tiempo de estirar esos músculos de nuevo y entender que tenía mucho más que ofrecer al mundo que mi apariencia.” Dice la colaboradora de Crosswalk Debra Filera en su artículo “4 cosas que recordar cuando odias tu cuerpo”.

El enfoque en el exterior en vez de en el interior es clave “Estarás viviendo en este cuerpo por el resto de tu vida”, dice Swindell. “Trata de pensar a largo plazo acerca de cuidarlo y prepararlo para una vida de trabajo, servicio y amor”.

Tercero, dice Swindell, el sexo es maravilloso pero no es “la cima de la existencia”. Así como nuestra cultura está obsesionada con la imagen corporal, lo está con el sexo. El atractivo a veces se ve mermado a cuán deseable es una persona sexualmente.

“Lo que deseo haber conocido a mis veintes era el otro aspecto del sexo –el aspecto emocional, el aspecto espiritual, el aspecto relacional” Dice Swindell. “Esas son las cosas que hacen del sexo algo satisfactorio, una y otra vez, con la misma persona, en el contexto de un matrimonio santo.”

Cuarto, es importante recordar que nuestros cuerpos están decayendo, incluso este momento. Mientras que pueda parecer algo estresante, realmente ayuda a cultivar una perspectiva realista del plan de Dios, involucrando nuestra persona completa.

“Por tanto no desfallecemos” dice Pablo en 2 Corintios 4:16. “Aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día”

Un día, según nos dice la palabra de Dios, Él nos dará nuevos cuerpos y seremos capaces de dejar atrás viejas “capas” con las que estamos cubiertos (2 Corintios 5:4), pero hasta ese día, tenemos la oportunidad no solo de ser buenos pastores de nuestro cuerpo –tratarlo como un regalo maravilloso de Dios –sino de cultivar y ejercitar nuestras disciplinas espirituales, de las cuales Pablo dice, “Porque el ejercicio físico aprovecha poco, pero la piedad es provechosa para todo, pues tiene promesa para la vida presente y también para la futura.” (1 Timoteo 4:8).

Veronica Neffinger es la editora de ChristianHeadlines.com