1 Para las clases de porteros: de los coreítas, Meselemías, hijo de Coré, de los hijos de Asaf. 2 Y Meselemías tuvo hijos: Zacarías el primogénito, Jediael el segundo, Zebadías el tercero, Jatniel el cuarto, 3 Elam el quinto, Johanán el sexto, Elioenai el séptimo. 4 Y Obed-edom tuvo hijos: Semaías el primogénito, Jozabad el segundo, Joa el tercero, Sacar el cuarto, Natanael el quinto, 5 Amiel el sexto, Isacar el séptimo y Paultai el octavo; porque Dios lo había bendecido. 6 Y a Semaías también le nacieron hijos que gobernaron la casa de su padre, porque eran hombres fuertes y valientes. 7 Los hijos de Semaías fueron Otni, Rafael, Obed y Elzabad, y sus hermanos, los valientes Eliú y Samaquías. 8 Todos éstos fueron de los hijos de Obed-edom; ellos, sus hijos y sus parientes fueron hombres capaces con fuerza para el servicio: sesenta y dos de Obed-edom. 9 Meselemías tuvo hijos y parientes: dieciocho hombres valientes. 10 También Hosa, uno de los hijos de Merari, tuvo hijos: Simri el primero (aunque no era el primogénito, su padre lo hizo el primero), 11 Hilcías el segundo, Tebalías el tercero, Zacarías el cuarto; todos los hijos y parientes de Hosa fueron trece. 12 A estas clases de los porteros, a los hombres principales, se les dieron deberes, al igual que a sus parientes, para servir en la casa del SEÑOR. 13 Y echaron suertes, tanto los pequeños como los grandes, conforme a sus casas paternas, para cada puerta. 14 Y la suerte para la oriental cayó a Selemías. Entonces echaron suertes para su hijo Zacarías, consejero entendido, y le tocó en suerte la del norte. 15 A Obed-edom le tocó la del sur, y a sus hijos los almacenes. 16 Para Supim y Hosa les tocó la del occidente, junto a la puerta de Salequet, en el camino de subida. Guardia con guardia se correspondían: 17 al oriente había seis levitas, al norte cuatro por día, al sur cuatro por día, y en el almacén de dos en dos; 18 en el Parbar , al occidente, había cuatro en el camino y dos en el Parbar. 19 Estas fueron las clases de los porteros de los hijos de Coré y de los hijos de Merari. 20 Y los levitas, sus parientes , estaban a cargo de los tesoros de la casa de Dios y de los tesoros de los presentes consagrados. 21 Los hijos de Laadán, hijos de los gersonitas de Laadán, es decir, los jehielitas, eran los jefes de las casas paternas de Laadán gersonita. 22 Los hijos de Jehieli, Zetam y su hermano Joel, estaban a cargo de los tesoros de la casa del SEÑOR. 23 De los amramitas, los izharitas, los hebronitas y los uzielitas, 24 Sebuel, hijo de Gersón, hijo de Moisés, era oficial sobre los tesoros. 25 Y sus parientes de parte de Eliezer fueron Rehabías su hijo, Jesaías su hijo, Joram su hijo, Zicri su hijo y Selomit su hijo. 26 Este Selomit y sus parientes estaban a cargo de todos los tesoros de las cosas sagradas que el rey David, los jefes de las casas paternas, los oficiales de millares y centenares y los oficiales del ejército habían consagrado. 27 Consagraron parte del botín ganado en batalla para reparar la casa del SEÑOR. 28 Y todo lo que había consagrado el vidente Samuel, y Saúl, hijo de Cis, y Abner, hijo de Ner, y Joab, hijo de Sarvia, todo lo consagrado estaba a cargo de Selomit y sus parientes. 29 En cuanto a los izharitas, Quenanías y sus hijos fueron asignados para los negocios exteriores de Israel, como oficiales y jueces. 30 En cuanto a los hebronitas, Hasabías y sus parientes, mil setecientos hombres de valor, estaban a cargo de los negocios de Israel al occidente del Jordán, de toda la obra del SEÑOR y del servicio del rey. 31 En cuanto a los hebronitas, Jerías era el jefe (estos hebronitas fueron investigados en relación con sus genealogías y casas paternas en el año cuarenta del reinado de David, y hombres muy capaces fueron hallados entre ellos en Jazer de Galaad) 32 y sus parientes, hombres valientes, eran dos mil setecientos en número, jefes de casas paternas. Y el rey David los constituyó jefes sobre los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés para todos los asuntos de Dios y del rey.
1 Y esta es la enumeración de los hijos de Israel, los jefes de casas paternas, los jefes de miles y de cientos, y sus oficiales que servían al rey en todos los asuntos de las divisiones que entraban y salían, mes por mes durante todos los meses del año; cada división tenía veinticuatro mil. 2 A cargo de la primera división para el primer mes estaba Jasobeam, hijo de Zabdiel; y en su división había veinticuatro mil. 3 El era de los hijos de Pérez, y fue jefe de todos los jefes del ejército para el primer mes. 4 A cargo de la división para el segundo mes estaba Dodai ahohíta con su división, siendo Miclot el jefe principal; y en su división había veinticuatro mil. 5 El tercer comandante del ejército para el tercer mes era Benaía, hijo del sacerdote Joiada, como jefe; y en su división había veinticuatro mil. 6 Este Benaía era un valiente de los treinta, y estaba sobre los treinta, y en su división estaba su hijo Amisabad. 7 El cuarto para el cuarto mes era Asael, hermano de Joab, y después de él Zebadías su hijo; y en su división había veinticuatro mil. 8 El quinto para el quinto mes era el jefe Samhut izraíta; y en su división había veinticuatro mil. 9 El sexto para el sexto mes era Ira, hijo de Iques tecoíta; y en su división había veinticuatro mil. 10 El séptimo para el séptimo mes era Heles pelonita, de los hijos de Efraín; y en su división había veinticuatro mil. 11 El octavo para el octavo mes era Sibecai husatita, de los zeraítas; y en su división había veinticuatro mil. 12 El noveno para el noveno mes era Abiezer anatotita, de los benjamitas; y en su división había veinticuatro mil. 13 El décimo para el décimo mes era Maharai netofatita, de los zeraítas; y en su división había veinticuatro mil. 14 El undécimo para el undécimo mes era Benaía piratonita, de los hijos de Efraín; y en su división había veinticuatro mil. 15 El duodécimo para el duodécimo mes era Heldai netofatita, de Otoniel; y en su división había veinticuatro mil. 16 Y a cargo de las tribus de Israel estaban: Eliezer, hijo de Zicri, jefe principal de los rubenitas; de los simeonitas, Sefatías, hijo de Maaca; 17 de Leví, Hasabías, hijo de Kemuel; de Aarón, Sadoc; 18 de Judá, Eliú, uno de los hermanos de David; de Isacar, Omri, hijo de Micael; 19 de Zabulón, Ismaías, hijo de Abdías; de Neftalí, Jerimot, hijo de Azriel; 20 de los hijos de Efraín, Oseas, hijo de Azazías; de la media tribu de Manasés, Joel, hijo de Pedaías; 21 de la media tribu de Manasés en Galaad, Iddo, hijo de Zacarías; de Benjamín, Jaasiel, hijo de Abner; 22 de Dan, Azareel, hijo de Jeroham. Estos eran los príncipes de las tribus de Israel. 23 Pero David no enumeró a los de veinte años para abajo, porque el SEÑOR había dicho que El multiplicaría a Israel como las estrellas del cielo. 24 Joab, hijo de Sarvia, había comenzado a contarlos, pero no acabó; y debido a esto, la ira cayó sobre Israel, y el número no fue incluido en el registro de las crónicas del rey David. 25 A cargo de los almacenes del rey estaba Azmavet, hijo de Adiel. Y a cargo de los almacenes en el campo, en las ciudades, en las aldeas y en las torres estaba Jonatán, hijo de Uzías. 26 Sobre los obreros agrícolas que labraban la tierra estaba Ezri, hijo de Quelub. 27 A cargo de las viñas estaba Simei ramatita; y a cargo del producto de las viñas guardado en las bodegas estaba Zabdi sifmita. 28 A cargo de los olivares y sicómoros en la Sefela estaba Baal-hanán gederita; y a cargo de los depósitos de aceite estaba Joás. 29 A cargo del ganado que pastaba en Sarón estaba Sitrai saronita; y a cargo del ganado en los valles estaba Safat, hijo de Adlai. 30 A cargo de los camellos estaba Obil ismaelita; y a cargo de las asnas estaba Jehedías meronotita. 31 A cargo de las ovejas estaba Jaziz agareno. Todos éstos eran administradores de las propiedades del rey David. 32 También Jonatán, hombre de entendimiento, tío de David, era consejero y escriba; y Jehiel, hijo de Hacmoni, instruía a los hijos del rey. 33 Ahitofel era consejero del rey, y Husai arquita era amigo del rey. 34 Y Joiada, hijo de Benaía, y Abiatar sucedieron a Ahitofel. Y Joab era el jefe del ejército del rey.
1 David reunió en Jerusalén a todos los oficiales de Israel, los jefes de las tribus, los jefes de las divisiones que servían al rey, los jefes de millares, los jefes de centenas y los administradores de toda la hacienda y del ganado del rey y de sus hijos, con los oficiales y los poderosos, es decir, a todos los hombres valientes. 2 Entonces el rey David se puso en pie y dijo: Escuchadme, hermanos míos y pueblo mío; había pensado edificar una casa permanente para el arca del pacto del SEÑOR y para estrado de nuestro Dios. Así había hecho arreglos para edificarla. 3 Pero Dios me dijo: "No edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra y has derramado mucha sangre." 4 Sin embargo, el SEÑOR, Dios de Israel, me escogió de toda la casa de mi padre para ser rey de Israel para siempre. Porque El escogió a Judá para ser jefe; y de la casa de Judá, la casa de mi padre; y entre los hijos de mi padre, El se agradó de mí para hacerme rey sobre todo Israel. 5 Y de todos mis hijos (porque el SEÑOR me ha dado muchos hijos), El ha escogido a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino del SEÑOR sobre Israel. 6 Y El me dijo: "Tu hijo Salomón es quien edificará mi casa y mis atrios; porque lo he escogido por hijo mío, y yo le seré por padre. 7 "Estableceré su reino para siempre si se mantiene firme en cumplir mis mandamientos y mis ordenanzas, como en este día." 8 De manera que ahora, en presencia de todo Israel, asamblea del SEÑOR, y a oídos de nuestro Dios, guardad y buscad todos los mandamientos del SEÑOR vuestro Dios para que poseáis la buena tierra y la dejéis como heredad a vuestros hijos después de vosotros para siempre. 9 En cuanto a ti, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con ánimo dispuesto; porque el SEÑOR escudriña todos los corazones, y entiende todo intento de los pensamientos. Si le buscas, El te dejará encontrarle; pero si le abandonas, El te rechazará para siempre. 10 Ahora pues, considera que el SEÑOR te ha escogido para edificar una casa para el santuario; esfuérzate y hazla. 11 Entonces David dio a su hijo Salomón el plano del pórtico del templo, de sus edificios, almacenes, aposentos altos, cámaras interiores y del lugar del propiciatorio; 12 y el plano de todo lo que tenía en mente para los atrios de la casa del SEÑOR y para todas las cámaras alrededor, para los almacenes de la casa de Dios y para los almacenes de las cosas consagradas; 13 también para las clases de los sacerdotes y de los levitas y para toda la obra del servicio de la casa del SEÑOR y para todos los utensilios del servicio en la casa del SEÑOR; 14 para los utensilios de oro, el peso del oro para todos los utensilios para toda clase de servicio; para los utensilios de plata, el peso de la plata para todos los utensilios para toda clase de servicio; 15 y el peso del oro para los candelabros de oro y sus lámparas de oro, con el peso de cada candelabro y sus lámparas; y el peso de la plata para los candelabros de plata, con el peso de cada candelabro y sus lámparas conforme al uso de cada candelabro; 16 y para cada mesa, el oro por peso para las mesas de los panes de la proposición; y la plata para las mesas de plata; 17 y los garfios, los tazones, y los jarros de oro puro; y para las tazas de oro con el peso de cada taza; y para las tazas de plata con el peso de cada taza; 18 y oro acrisolado por peso para el altar del incienso; y oro para el diseño del carro, es decir, de los querubines, que extendían sus alas y cubrían el arca del pacto del SEÑOR. 19 Todo esto, dijo David, me fue trazado por mano del SEÑOR, haciéndome entender todos los detalles del diseño. 20 Entonces David dijo a su hijo Salomón: Esfuérzate, sé valiente y haz la obra; no temas ni te acobardes, porque el SEÑOR Dios, mi Dios, está contigo. El no te fallará ni te abandonará, hasta que toda la obra del servicio de la casa del SEÑOR sea acabada. 21 Y he aquí, tienes las clases de los sacerdotes y los levitas para todo el servicio de la casa de Dios; y todo voluntario con alguna habilidad estará contigo en toda la obra para toda clase de servicio. También los oficiales y todo el pueblo estarán completamente a tus órdenes.
1 Y llegaron al otro lado del mar, a la tierra de los gadarenos. 2 Y cuando El salió de la barca, enseguida vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo 3 que tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía ya atarlo ni aun con cadenas; 4 porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo. 5 Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y en los montes dando gritos e hiriéndose con piedras. 6 Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró delante de El; 7 y gritando a gran voz, dijo<***>: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes. 8 Porque Jesús le decía: Sal del hombre, espíritu inmundo. 9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él le dijo<***>: Me llamo Legión, porque somos muchos. 10 Entonces le rogaba con insistencia que no los enviara fuera de la tierra. 11 Y había allí una gran piara de cerdos paciendo junto al monte. 12 Y los demonios le rogaron, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. 13 Y El les dio permiso. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se precipitó por un despeñadero al mar, y en el mar se ahogaron. 14 Y los que cuidaban los cerdos huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Y la gente vino a ver qué era lo que había sucedido. 15 Y vinieron<***> a Jesús, y vieron<***> al que había estado endemoniado, sentado, vestido y en su cabal juicio, el mismo que había tenido la legión; y tuvieron miedo. 16 Y los que lo habían visto les describieron cómo le había sucedido esto al endemoniado, y lo de los cerdos. 17 Y comenzaron a rogarle que se fuera de su comarca. 18 Al entrar El en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejara acompañarle. 19 Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo<***>: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti. 20 Y él se fue, y empezó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él; y todos se quedaban maravillados. 21 Cuando Jesús pasó otra vez en la barca al otro lado, se reunió una gran multitud alrededor de El; y El se quedó junto al mar. 22 Y vino uno de los oficiales de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle se postró<***> a sus pies. 23 Y le rogaba<***> con insistencia, diciendo: Mi hijita está al borde de la muerte; te ruego que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva. 24 Jesús fue con él; y una gran multitud le seguía y le oprimía. 25 Y una mujer que había tenido flujo de sangre por doce años, 26 y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado; 27 cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a El por detrás entre la multitud y tocó su manto. 28 Porque decía: Si tan sólo toco sus ropas, sanaré. 29 Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción. 30 Y enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de El, volviéndose entre la gente, dijo: ¿Quién ha tocado mi ropa? 31 Y sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te oprime, y dices: "¿Quién me ha tocado?" 32 Pero El miraba a su alrededor para ver a la mujer que le había tocado. 33 Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de El y le dijo toda la verdad. 34 Y Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción. 35 Mientras estaba todavía hablando, vinieron<***> de casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro? 36 Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo<***> al oficial de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37 Y no permitió que nadie fuera con El sino sólo Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo. 38 Fueron<***> a la casa del oficial de la sinagoga, y Jesús vio<***> el alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban mucho. 39 Y entrando les dijo<***>: ¿Por qué hacéis alboroto y lloráis? La niña no ha muerto, sino que está dormida. 40 Y se burlaban de El. Pero El, echando fuera a todos, tomó<***> consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con El, y entró<***> donde estaba la niña. 41 Y tomando a la niña por la mano, le dijo<***>: Talita cumi (que traducido significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!). 42 Al instante la niña se levantó y comenzó a caminar, pues tenía doce años. Y al momento se quedaron completamente atónitos. 43 Entonces les dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de esto; y dijo que le dieran de comer a la niña.
1 El se marchó de allí y llegó<***> a su pueblo; y sus discípulos le siguieron<***>. 2 Cuando llegó el día de reposo comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos que le escuchaban se asombraban, diciendo: ¿Dónde obtuvo éste tales cosas, y cuál es esta sabiduría que le ha sido dada, y estos milagros que hace con sus manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de Jacobo , José, Judas y Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de El. 4 Y Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro; sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos. 6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor enseñando. 7 Entonces llamó<***> a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos; 8 y les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino sólo un bordón; ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinto; 9 sino calzados con sandalias. No llevéis dos túnicas 10 les dijoy dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis de la población. 11 Y en cualquier lugar que no os reciban ni os escuchen, al salir de allí, sacudid el polvo de la planta de vuestros pies en testimonio contra ellos. 12 Y saliendo, predicaban que todos se arrepintieran. 13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban. 14 El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho célebre, y la gente decía: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, por eso es que estos poderes milagrosos actúan en él. 15 Pero otros decían: Es Elías. Y decían otros: Es un profeta, como uno de los profetas antiguos. 16 Y al oír esto Herodes, decía: Juan, a quien yo decapité, ha resucitado. 17 Porque Herodes mismo había enviado a prender a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, pues Herodes se había casado con ella. 18 Porque Juan le decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. 19 Y Herodías le tenía rencor y deseaba matarlo, pero no podía, 20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo mantenía protegido. Y cuando le oía se quedaba muy perplejo, pero le gustaba escucharlo. 21 Pero llegó un día oportuno, cuando Herodes, siendo su cumpleaños, ofreció un banquete a sus nobles y comandantes y a los principales de Galilea; 22 y cuando la hija misma de Herodías entró y danzó, agradó a Herodes y a los que se sentaban a la mesa con él; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré. 23 Y le juró: Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino. 24 Ella salió y dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le respondió: La cabeza de Juan el Bautista. 25 Enseguida ella se presentó apresuradamente ante el rey con su petición, diciendo: Quiero que me des ahora mismo la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. 26 Y aunque el rey se puso muy triste, sin embargo a causa de sus juramentos y de los que se sentaban con él a la mesa, no quiso desairarla. 27 Y al instante el rey envió a un verdugo y le ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y él fue y lo decapitó en la cárcel, 28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. 29 Cuando sus discípulos oyeron esto, fueron y se llevaron el cuerpo y le dieron sepultura. 30 Los apóstoles se reunieron<***> con Jesús, y le informaron sobre todo lo que habían hecho y enseñado. 31 Y El les dijo<***>: Venid, apartaos de los demás a un lugar solitario y descansad un poco. (Porque había muchos que iban y venían, y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer.) 32 Y se fueron en la barca a un lugar solitario, apartado. 33 Pero la gente los vio partir, y muchos los reconocieron y juntos corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos. 34 Al desembarcar, El vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35 Y cuando era ya muy tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo: El lugar está desierto y ya es muy tarde; 36 despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y se compren algo de comer. 37 Pero respondiendo El, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron<***>: ¿Quieres que vayamos y compremos doscientos denarios de pan y les demos de comer? 38 Y El les dijo<***>: ¿Cuántos panes tenéis? Id y ved. Y cuando se cercioraron le dijeron<***>: Cinco, y dos peces. 39 Y les mandó que todos se recostaran por grupos sobre la hierba verde. 40 Y se recostaron por grupos de cien y de cincuenta. 41 Entonces El tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran; también repartió los dos peces entre todos. 42 Todos comieron y se saciaron. 43 Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos, y también de los peces. 44 Los que comieron los panes eran cinco mil hombres. 45 Enseguida hizo que sus discípulos subieran a la barca y fueran delante de El al otro lado, a Betsaida, mientras El despedía a la multitud. 46 Y después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. 47 Al anochecer, la barca estaba en medio del mar, y El estaba solo en tierra. 48 Y al verlos remar fatigados, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche, fue<***> hacia ellos andando sobre el mar, y quería pasarles de largo. 49 Pero cuando ellos le vieron andando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar; 50 porque todos le vieron y se turbaron. Pero enseguida El habló con ellos y les dijo<***>: ¡Tened ánimo; soy yo, no temáis! 51 Y subió con ellos a la barca, y el viento se calmó; y ellos estaban asombrados en gran manera, 52 porque no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada. 53 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret, y atracaron. 54 Cuando salieron de la barca, enseguida la gente reconoció a Jesús, 55 y recorrieron apresuradamente toda aquella comarca, y comenzaron a traer a los enfermos en sus camillas adonde oían decir que El estaba. 56 Y dondequiera que El entraba en aldeas, ciudades o campos, ponían a los enfermos en las plazas, y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.
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