1 Ezequías comenzó a reinar cuando tenía veinticinco años, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Abías, hija de Zacarías. 2 E hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, conforme a todo lo que su padre David había hecho. 3 En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa del SEÑOR y las reparó. 4 Hizo venir a los sacerdotes y a los levitas y los reunió en la plaza oriental. 5 Entonces les dijo: Oídme, levitas. Santificaos ahora, y santificad la casa del SEÑOR, Dios de vuestros padres, y sacad lo inmundo del lugar santo. 6 Porque nuestros padres han sido infieles y han hecho lo malo ante los ojos del SEÑOR nuestro Dios, le han abandonado, han apartado sus rostros de la morada del SEÑOR y le han vuelto las espaldas. 7 También han cerrado las puertas del pórtico y han apagado las lámparas, y no han quemado incienso ni ofrecido holocaustos en el lugar santo al Dios de Israel. 8 Y vino la ira del SEÑOR contra Judá y Jerusalén, y El los ha hecho objeto de espanto, de horror y de burla, como lo veis con vuestros propios ojos. 9 Porque he aquí, nuestros padres han caído a espada, y nuestros hijos y nuestras hijas y nuestras mujeres están en cautividad a causa de esto. 10 Ahora he decidido en mi corazón hacer un pacto con el SEÑOR, Dios de Israel, para que el ardor de su ira se aparte de nosotros. 11 Hijos míos, no seáis ahora negligentes, porque el SEÑOR os ha escogido a fin de que estéis delante de El, para servirle y para ser sus ministros y quemar incienso. 12 Entonces se levantaron los levitas: Mahat, hijo de Amasai, y Joel, hijo de Azarías, de los hijos de los coatitas; y de los hijos de Merari, Cis, hijo de Abdi, y Azarías, hijo de Jehalelel; y de los gersonitas, Joa, hijo de Zima, y Edén, hijo de Joa; 13 de los hijos de Elizafán, Simri y Jeiel; y de los hijos de Asaf, Zacarías y Matanías; 14 de los hijos de Hemán, Jehiel y Simei; y de los hijos de Jedutún, Semaías y Uziel. 15 Y éstos reunieron a sus hermanos, se santificaron y entraron para limpiar la casa del SEÑOR, conforme al mandamiento del rey según las palabras del SEÑOR. 16 Entraron los sacerdotes al interior de la casa del SEÑOR para limpiarla, y sacaron al atrio de la casa del SEÑOR toda la inmundicia que hallaron en el templo del SEÑOR. Entonces los levitas la recogieron para llevarla fuera al torrente Cedrón. 17 Comenzaron la santificación el primer día del mes primero, y el octavo día del mes entraron al pórtico del SEÑOR; entonces santificaron la casa del SEÑOR en ocho días, y terminaron el día dieciséis del mes primero. 18 Y fueron al rey Ezequías, y le dijeron: Hemos limpiado toda la casa del SEÑOR, el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la mesa del pan de la proposición con todos sus utensilios. 19 Además, todos los utensilios que el rey Acaz en su infidelidad había desechado durante su reino los hemos preparado y santificado, y he aquí, están delante del altar del SEÑOR. 20 Entonces el rey Ezequías se levantó temprano y reunió a los príncipes de la ciudad y subió a la casa del SEÑOR. 21 Y trajeron siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos como ofrenda por el pecado del reino, por el santuario y por Judá. Y el rey ordenó a los sacerdotes, los hijos de Aarón, que los ofrecieran sobre el altar del SEÑOR. 22 Mataron los novillos, y los sacerdotes recogieron la sangre y la esparcieron sobre el altar. También mataron los carneros y esparcieron la sangre sobre el altar; asimismo mataron los corderos y esparcieron la sangre sobre el altar. 23 Después trajeron los machos cabríos de la ofrenda por el pecado del rey y de la asamblea, y pusieron sus manos sobre ellos. 24 Los sacerdotes los mataron y purificaron el altar con su sangre como expiación por todo Israel, porque el rey había ordenado el holocausto y la ofrenda por el pecado por todo Israel. 25 Luego situó a los levitas en la casa del SEÑOR con címbalos, con arpas y con liras, conforme al mandamiento de David y de Gad, el vidente del rey, y del profeta Natán; porque el mandamiento procedía del SEÑOR por medio de sus profetas. 26 Los levitas se colocaron con los instrumentos musicales de David, y los sacerdotes con las trompetas. 27 Entonces Ezequías mandó ofrecer el holocausto sobre el altar. Cuando el holocausto comenzó, también comenzó el canto al SEÑOR con las trompetas, acompañado por los instrumentos de David, rey de Israel. 28 Mientras toda la asamblea adoraba, también los cantores cantaban y las trompetas sonaban; todo esto continuó hasta que se consumió el holocausto. 29 Después de consumido el holocausto, el rey y todos los que estaban con él se inclinaron y adoraron. 30 Entonces el rey Ezequías y los oficiales ordenaron a los levitas que cantaran alabanzas al SEÑOR con las palabras de David y del vidente Asaf. Cantaron alabanzas con alegría, y se inclinaron y adoraron. 31 Y Ezequías habló, y dijo: Ahora que vosotros os habéis consagrado al SEÑOR, acercaos y traed sacrificios y ofrendas de gratitud a la casa del SEÑOR. Y la asamblea trajo sacrificios y ofrendas de gratitud, y todos los que quisieron trajeron holocaustos. 32 El número de los holocaustos que la asamblea trajo fue de setenta bueyes, cien carneros y doscientos corderos; todos estos fueron para el holocausto al SEÑOR. 33 Y las cosas consagradas fueron seiscientos bueyes y tres mil ovejas. 34 Pero los sacerdotes eran pocos, y no pudieron desollar todos los holocaustos; por eso sus hermanos los levitas los ayudaron hasta que se acabó la obra y hasta que los otros sacerdotes se hubieron santificado. Porque los levitas fueron más cuidadosos para santificarse que los sacerdotes. 35 Y hubo también holocaustos en abundancia con grosura de las ofrendas de paz y con libaciones para los holocaustos. Así quedó restablecido el servicio de la casa del SEÑOR. 36 Entonces se regocijó Ezequías con todo el pueblo por lo que Dios había preparado para el pueblo, pues todo sucedió rápidamente.
1 Entonces Ezequías envió aviso por todo Israel y Judá, y también escribió cartas a Efraín y a Manasés, para que vinieran a la casa del SEÑOR en Jerusalén a fin de celebrar la Pascua al SEÑOR, Dios de Israel. 2 Pues el rey y sus príncipes y toda la asamblea en Jerusalén habían decidido celebrar la Pascua en el mes segundo, 3 porque no la habían podido celebrar a su debido tiempo, pues los sacerdotes no se habían santificado en número suficiente, ni el pueblo se había reunido en Jerusalén. 4 Y esto pareció bien a los ojos del rey y de toda la asamblea. 5 Así que proclamaron un decreto para hacer correr la voz por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que vinieran a celebrar la Pascua al SEÑOR, Dios de Israel, en Jerusalén. Porque muchos no la habían celebrado como estaba escrito. 6 Y los correos fueron por todo Israel y Judá con cartas de mano del rey y de sus príncipes, conforme al mandamiento del rey, diciendo: Hijos de Israel, volveos al SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que El se vuelva a aquellos de vosotros que escapasteis y que habéis quedado de la mano de los reyes de Asiria. 7 No seáis como vuestros padres y vuestros hermanos, que fueron infieles al SEÑOR, Dios de sus padres, de modo que El los ha hecho objeto de horror, como vosotros veis. 8 Y no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres, sino someteos al SEÑOR y entrad en su santuario, que El ha santificado para siempre, y servid al SEÑOR vuestro Dios para que su ardiente ira se aparte de vosotros. 9 Porque si os volvéis al SEÑOR, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán compasión delante de los que los llevaron cautivos, y volverán a esta tierra. Porque el SEÑOR vuestro Dios es clemente y compasivo, y no apartará su rostro de vosotros si os volvéis a El. 10 Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y de Manasés y hasta Zabulón, pero los escarnecían y se burlaban de ellos. 11 No obstante, algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron y vinieron a Jerusalén. 12 También sobre Judá estuvo la mano de Dios para darles un solo corazón a fin de hacer lo que el rey y los príncipes ordenaron conforme a la palabra del SEÑOR. 13 Y se reunió mucha gente en Jerusalén en el mes segundo para celebrar la fiesta de los panes sin levadura; una asamblea muy grande. 14 Y se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén; también quitaron todos los altares de incienso y los arrojaron al torrente Cedrón. 15 Entonces mataron los corderos de la Pascua el día catorce del mes segundo. Y los sacerdotes y los levitas, avergonzados, se santificaron y trajeron holocaustos a la casa del SEÑOR. 16 Y se colocaron en sus puestos según su costumbre, conforme a la ley de Moisés, hombre de Dios; los sacerdotes rociaban la sangre que recibían de mano de los levitas. 17 Porque había muchos en la asamblea que no se habían santificado; por eso los levitas estaban encargados de la matanza de los corderos de la Pascua por todo el que estaba inmundo, para santificarlos al SEÑOR. 18 Pues una gran multitud del pueblo, es decir, muchos de Efraín y de Manasés, de Isacar y de Zabulón, no se habían purificado; no obstante, comieron la Pascua contrario a lo escrito. Empero Ezequías oró por ellos, diciendo: Que el buen SEÑOR perdone 19 a todo el que prepare su corazón para buscar a Dios el SEÑOR, Dios de sus padres, aunque no lo haga conforme a los ritos de purificación del santuario. 20 Y oyó el SEÑOR a Ezequías y sanó al pueblo. 21 Y los hijos de Israel que se hallaban en Jerusalén celebraron con gran alegría la fiesta de los panes sin levadura por siete días; y los levitas y los sacerdotes alababan al SEÑOR día tras día, cantando con instrumentos resonantes al SEÑOR. 22 Entonces Ezequías habló al corazón de todos los levitas que mostraban buen entendimiento en las cosas del SEÑOR. Y comieron durante los siete días señalados, sacrificando ofrendas de paz y dando gracias al SEÑOR, Dios de sus padres. 23 Y toda la asamblea determinó celebrar la fiesta otros siete días; y celebraron los siete días con alegría. 24 Porque Ezequías, rey de Judá, había contribuido a la asamblea mil novillos y siete mil ovejas; y los príncipes habían contribuido a la asamblea mil novillos y diez mil ovejas; y gran número de sacerdotes se santificaron. 25 Y se regocijó toda la asamblea de Judá, junto con los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo que vino de Israel, tanto los peregrinos que vinieron de la tierra de Israel como los que habitaban en Judá. 26 Y hubo gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén. 27 Entonces los sacerdotes levitas se levantaron y bendijeron al pueblo; y se oyó su voz, y su oración llegó hasta su santa morada, hasta los cielos.
1 Y cuando todo esto había terminado, todos los de Israel que estaban presentes, salieron a las ciudades de Judá, despedazaron los pilares sagrados, cortaron las Aseras y derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabar con todos ellos. Entonces todos los hijos de Israel volvieron a sus ciudades, cada cual a su posesión. 2 Y Ezequías designó las clases de los sacerdotes y de los levitas, cada uno en su clase, según su servicio, tanto sacerdotes como levitas, para los holocaustos y para las ofrendas de paz, para que ministraran, dieran gracias y alabaran en las puertas del campamento del SEÑOR. 3 También designó de sus propios bienes la porción del rey para los holocaustos, es decir, para los holocaustos de la mañana y de la tarde, y los holocaustos de los días de reposo, de las lunas nuevas y de las fiestas señaladas, como está escrito en la ley del SEÑOR. 4 También ordenó al pueblo que habitaba en Jerusalén que diera la porción correspondiente a los sacerdotes y levitas, a fin de que se dedicaran a la ley del SEÑOR. 5 Tan pronto como se divulgó la orden, los hijos de Israel proveyeron en abundancia las primicias de grano, mosto, aceite, miel y de todo producto del campo; y trajeron el diezmo de todo en abundancia. 6 Y los hijos de Israel y de Judá que habitaban en las ciudades de Judá, también trajeron el diezmo de bueyes y ovejas y el diezmo de las cosas sagradas consagradas al SEÑOR su Dios, y los depositaron en montones. 7 En el mes tercero comenzaron a formar los montones y los terminaron en el mes séptimo. 8 Cuando Ezequías y los jefes vinieron y vieron los montones, bendijeron al SEÑOR y a su pueblo Israel. 9 Ezequías preguntó a los sacerdotes y a los levitas acerca de los montones, 10 y el sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc, le dijo: Desde que se comenzaron a traer las ofrendas a la casa del SEÑOR, hemos tenido bastante para comer y ha sobrado mucho, porque el SEÑOR ha bendecido a su pueblo; y esta gran cantidad ha sobrado. 11 Entonces Ezequías ordenó que prepararan cámaras en la casa del SEÑOR, y las prepararon. 12 Fielmente llevaron allí las ofrendas y los diezmos y las cosas consagradas; y el levita Conanías era el intendente encargado de ellas, y su hermano Simei era el segundo. 13 Y Jehiel, Azazías, Nahat, Asael, Jerimot, Jozabad, Eliel, Ismaquías, Mahat y Benaía eran inspectores bajo el mando de Conanías y de Simei, su hermano, por nombramiento del rey Ezequías, y Azarías era el oficial principal de la casa de Dios. 14 Y el levita Coré, hijo de Imna, portero de la puerta oriental, estaba a cargo de las ofrendas voluntarias hechas a Dios, para repartir las ofrendas dedicadas al SEÑOR y las cosas santísimas. 15 Bajo su mando estaban Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías en las ciudades de los sacerdotes, para distribuir fielmente las porciones, por clases, a sus hermanos, fueran grandes o pequeños, 16 sin tener en cuenta su registro genealógico, a los varones de treinta años arriba, todos los que entraban en la casa del SEÑOR para las tareas diarias, por su trabajo en sus oficios según sus clases; 17 así como a los sacerdotes que estaban inscritos genealógicamente conforme a sus casas paternas, y a los levitas de veinte años arriba, según sus oficios y sus clases. 18 Y el registro genealógico incluía todos los niños, las mujeres, los hijos y las hijas de toda la asamblea, porque se consagraban fielmente en santidad. 19 También para los hijos de Aarón, los sacerdotes que estaban en las tierras de pasto de sus ciudades, o en cualquiera de las ciudades, había hombres que estaban designados por nombre para distribuir porciones a todo varón entre los sacerdotes, y a todos los inscritos genealógicamente entre los levitas. 20 Así hizo Ezequías por todo Judá; y él hizo lo bueno, lo recto y lo verdadero delante del SEÑOR su Dios. 21 Y toda obra que emprendió en el servicio de la casa de Dios por ley y por mandamiento, buscando a su Dios, lo hizo con todo su corazón y prosperó.
1 Después de estos actos de fidelidad, Senaquerib, rey de Asiria, vino e invadió a Judá y sitió las ciudades fortificadas, y mandó conquistarlas para sí. 2 Cuando vio Ezequías que Senaquerib había venido y que se proponía hacer guerra contra Jerusalén, 3 decidió con sus oficiales y guerreros cortar el agua de las fuentes que estaban fuera de la ciudad, y ellos le ayudaron. 4 Y se reunió mucha gente y cegaron todas las fuentes y el arroyo que fluía por la región, diciendo: ¿Por qué han de venir los reyes de Asiria y hallar tanta agua? 5 Y él cobró ánimo y reedificó toda la muralla que había sido derribada y levantó torres en ella, edificó otra muralla exterior, fortificó el Milo en la ciudad de David, e hizo armas arrojadizas y escudos en gran cantidad. 6 Puso también oficiales militares sobre el pueblo, los reunió a su lado en la plaza a la puerta de la ciudad y habló dándoles ánimo, diciendo: 7 Sed fuertes y valientes; no temáis ni os acobardéis a causa del rey de Asiria, ni a causa de toda la multitud que está con él, porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él. 8 Con él está sólo un brazo de carne, pero con nosotros está el SEÑOR nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo confió en las palabras de Ezequías, rey de Judá. 9 Después de esto, Senaquerib, rey de Asiria, mientras estaba sitiando a Laquis con todas sus fuerzas, envió sus siervos a Jerusalén, a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén, diciendo: 10 Así dice Senaquerib, rey de Asiria, "¿En qué estáis confiando para que permanezcáis bajo sitio en Jerusalén? 11 "¿No os engaña Ezequías para entregaros a morir de hambre y de sed, diciendo: 'El SEÑOR nuestro Dios nos librará de la mano del rey de Asiria'? 12 "¿El mismo Ezequías no ha quitado sus lugares altos y sus altares, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: 'Delante de un altar adoraréis, y sobre él quemaréis incienso?' 13 "¿No sabéis lo que yo y mis padres hemos hecho a todos los pueblos de estas tierras? ¿Pudieron los dioses de las naciones de las tierras librar su tierra de mi mano? 14 "¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres destruyeron completamente pudo librar a su pueblo de mi mano, para que vuestro Dios pueda libraros de mi mano? 15 "Ahora pues, no dejéis que Ezequías os engañe y os extravíe en esta forma, y no creáis en él, porque ningún dios de ninguna nación ni reino pudo librar a su pueblo de mi mano ni de la mano de mis padres. ¿Cuánto menos os librará de mi mano vuestro Dios?" 16 Y sus siervos hablaron aún más contra el SEÑOR Dios y contra su siervo Ezequías. 17 También escribió cartas para insultar al SEÑOR, Dios de Israel, y para hablar contra El, diciendo: Como los dioses de las naciones de las tierras no han librado a sus pueblos de mi mano, así el Dios de Ezequías no librará a su pueblo de mi mano. 18 Y proclamaron esto a gran voz en la lengua de Judá al pueblo de Jerusalén que estaba sobre la muralla, para espantarlos y aterrorizarlos, para así poder tomar la ciudad. 19 Y hablaron del Dios de Jerusalén como de los dioses de los pueblos de la tierra, obra de manos de hombres. 20 Pero el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amoz, oraron sobre esto, y clamaron al cielo. 21 Y el SEÑOR envió un ángel que destruyó a todo guerrero valiente, comandante y jefe en el campamento del rey de Asiria. Así regresó avergonzado a su propia tierra. Y cuando había entrado al templo de su dios, algunos de sus propios hijos lo mataron allí a espada. 22 Así salvó el SEÑOR a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de mano de todos los demás, y los guió por todas partes. 23 Y muchos traían presentes al SEÑOR en Jerusalén y presentes valiosos a Ezequías, rey de Judá, de modo que después de esto fue engrandecido delante de todas las naciones. 24 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte; y oró al SEÑOR, y El le habló y le dio una señal. 25 Mas Ezequías no correspondió al bien que había recibido, porque su corazón era orgulloso; por tanto, la ira vino sobre él, sobre Judá y sobre Jerusalén. 26 Pero después Ezequías humilló el orgullo de su corazón, tanto él como los habitantes de Jerusalén, de modo que no vino sobre ellos la ira del SEÑOR en los días de Ezequías. 27 Y tenía Ezequías inmensas riquezas y honores. Hizo para sí depósitos para plata, oro, piedras preciosas, especias, escudos y toda clase de objetos de valor. 28 Hizo también almacenes para el producto de granos, vino y aceite, corrales para toda clase de ganado y apriscos para los rebaños. 29 Se edificó ciudades y adquirió rebaños y ganados en abundancia, porque Dios le había dado muchísimas riquezas. 30 Ezequías fue el que cegó la salida superior de las aguas de Gihón y las condujo al lado occidental de la ciudad de David. Ezequías prosperó en todo lo que hizo. 31 Aun en el asunto de los enviados de los gobernantes de Babilonia, que mandaron a él para investigar la maravilla que había acontecido en la tierra, Dios lo dejó solo para probarle, a fin de saber El todo lo que había en su corazón. 32 Los demás hechos de Ezequías y sus obras piadosas, he aquí, están escritos en la visión del profeta Isaías, hijo de Amoz, y en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Y durmió Ezequías con sus padres, y lo sepultaron en la parte superior de los sepulcros de los hijos de David; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén le rindieron honores en su muerte. Y su hijo Manasés reinó en su lugar.
1 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. 2 E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR conforme a las abominaciones de las naciones que el SEÑOR había desposeído delante de los hijos de Israel. 3 Porque reedificó los lugares altos que su padre Ezequías había derribado; levantó también altares a los Baales e hizo Aseras, y adoró a todo el ejército de los cielos y los sirvió. 4 Edificó además altares en la casa del SEÑOR, de la cual el SEÑOR había dicho: Mi nombre estará en Jerusalén para siempre. 5 Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa del SEÑOR. 6 Hizo pasar por el fuego a sus hijos en el valle de Ben-hinom; practicó la hechicería, usó la adivinación, practicó la brujería y trató con médium y espiritistas. Hizo mucho mal ante los ojos del SEÑOR, provocándole a ira. 7 Colocó la imagen tallada del ídolo que había hecho, en la casa de Dios, de la cual Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: En esta casa y en Jerusalén, que he escogido de entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre, 8 y no volveré a quitar el pie de Israel de la tierra que yo he asignado para vuestros padres, con tal de que cuiden de hacer todo lo que les he mandado conforme a toda la ley, los estatutos y las ordenanzas dados por medio de Moisés. 9 Así hizo extraviar Manasés a Judá y a los habitantes de Jerusalén para que hicieran lo malo más que las naciones que el SEÑOR había destruido delante de los hijos de Israel. 10 Y el SEÑOR habló a Manasés y a su pueblo, pero ellos no hicieron caso. 11 Por eso el SEÑOR hizo venir contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, que capturaron a Manasés con garfios, lo ataron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia. 12 Cuando estaba en angustia, imploró al SEÑOR su Dios, y se humilló grandemente delante del Dios de sus padres. 13 Y cuando oró a El, Dios se conmovió por su ruego, oyó su súplica y lo trajo de nuevo a Jerusalén, a su reino. Entonces Manasés supo que el SEÑOR era Dios. 14 Después de esto, edificó la muralla exterior de la ciudad de David al occidente de Gihón, en el valle, hasta la entrada de la puerta del Pescado; y rodeó con ella el Ofel y la hizo muy alta. Entonces puso jefes del ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá. 15 También quitó los dioses extranjeros y el ídolo de la casa del SEÑOR, así como todos los altares que había edificado en el monte de la casa del SEÑOR y en Jerusalén, y los arrojó fuera de la ciudad. 16 Y reparó el altar del SEÑOR, y sacrificó sobre él ofrendas de paz y ofrendas de gratitud; y ordenó a Judá que sirviera al SEÑOR, Dios de Israel. 17 Sin embargo, el pueblo aún sacrificaba en los lugares altos, aunque sólo al SEÑOR su Dios. 18 Los demás hechos de Manasés, y su oración a su Dios, y las palabras de los videntes que le hablaron en el nombre del SEÑOR, Dios de Israel, he aquí, están en los registros de los reyes de Israel. 19 También su oración y cómo fue oído, todo su pecado y su infidelidad, y los sitios donde edificó lugares altos y levantó las Aseras y las imágenes talladas antes de humillarse, he aquí, están escritos en los registros de los Hozai . 20 Y durmió Manasés con sus padres, y lo sepultaron en su casa; y su hijo Amón reinó en su lugar. 21 Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. 22 E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, como había hecho su padre Manasés; y Amón ofreció sacrificios a todas las imágenes talladas que su padre Manasés había hecho, y las sirvió. 23 Además, no se humilló delante del SEÑOR como su padre Manasés se había humillado, sino que Amón aumentó su culpa. 24 Y conspiraron contra él sus siervos y le dieron muerte en su casa. 25 Pero el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón; y en su lugar el pueblo de la tierra hizo rey a su hijo Josías.
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