1 Amados, esta es ya la segunda carta que os escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en vosotros vuestro sincero entendimiento, 2 para que recordéis las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por vuestros apóstoles. 3 Ante todo, sabed esto: que en los últimos días vendrán burladores, con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones, 4 y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación. 5 Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, 6 por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado con agua; 7 pero los cielos y la tierra actuales están reservados por su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos. 8 Pero, amados, no ignoréis esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9 El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros , no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. 11 Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad, 12 esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor! 13 Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia. 14 Por tanto, amados, puesto que aguardáis estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por El en paz, sin mancha e irreprensibles. 15 Considerad la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como os escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada. 16 Asimismo en todas sus cartas habla en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercencomo también tuercen el resto de las Escrituraspara su propia perdición. 17 Por tanto, amados, sabiendo esto de antemano, estad en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigáis de vuestra firmeza; 18 antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
1 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso necesitamos, como algunos, cartas de recomendación para vosotros o de parte de vosotros? 2 Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres, 3 siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por nosotros, no escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones humanos. 4 Y esta confianza tenemos hacia Dios por medio de Cristo: 5 no que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios, 6 el cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. 7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, de tal manera que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés por causa de la gloria de su rostro, que se desvanecía, 8 ¿cómo no será aún con más gloria el ministerio del Espíritu? 9 Porque si el ministerio de condenación tiene gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de justicia. 10 Pues en verdad, lo que tenía gloria, en este caso no tiene gloria por razón de la gloria que lo sobrepasa. 11 Porque si lo que se desvanece fue con gloria, mucho más es con gloria lo que permanece. 12 Teniendo, por tanto, tal esperanza, hablamos con mucha franqueza, 13 y no somos como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no fijaran su vista en el fin de aquello que había de desvanecerse. 14 Pero el entendimiento de ellos se endureció; porque hasta el día de hoy, en la lectura del antiguo pacto el mismo velo permanece sin alzarse, pues sólo en Cristo es quitado. 15 Y hasta el día de hoy, cada vez que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones; 16 pero cuando alguno se vuelve al Señor, el velo es quitado. 17 Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. 18 Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.
1 Y el sumo sacerdote dijo: ¿Es esto así? 2 Y él dijo: Escuchadme, hermanos y padres. El Dios de gloria apareció a nuestro padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitara en Harán, 3 y le dijo: "SAL DE TU TIERRA Y DE TU PARENTELA, Y VE A LA TIERRA QUE YO TE MOSTRARE." 4 Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se radicó en Harán. Y de allí, después de la muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra en la cual ahora vosotros habitáis. 5 No le dio en ella heredad, ni siquiera la medida de la planta del pie, y sin embargo, aunque no tenía hijo, prometió que SE LA DARIA EN POSESION A EL Y A SU DESCENDENCIA DESPUES DE EL. 6 Y Dios dijo así: "Que SUS DESCENDIENTES SERIAN EXTRANJEROS EN UNA TIERRA EXTRAÑA, Y QUE SERIAN ESCLAVIZADOS Y MALTRATADOS POR CUATROCIENTOS AÑOS. 7 "PERO YO MISMO JUZGARE A CUALQUIER NACION DE LA CUAL SEAN ESCLAVOS"dijo Dios"Y DESPUES DE ESO SALDRAN Y ME SERVIRAN EN ESTE LUGAR." 8 Y Dios le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham vino a ser el padre de Isaac, y lo circuncidó al octavo día; e Isaac vino a ser el padre de Jacob, y Jacob de los doce patriarcas. 9 Y los patriarcas tuvieron envidia de José y lo vendieron para Egipto. Pero Dios estaba con él, 10 y lo rescató de todas sus aflicciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón, rey de Egipto, y éste lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa. 11 Entonces vino hambre sobre todo Egipto y Canaán, y con ella gran aflicción; y nuestros padres no hallaban alimentos. 12 Pero cuando Jacob supo que había grano en Egipto, envió a nuestros padres allá la primera vez. 13 En la segunda visita, José se dio a conocer a sus hermanos, y conoció Faraón el linaje de José. 14 Y José, enviando mensaje, mandó llamar a Jacob su padre y a toda su parentela, en total setenta y cinco personas. 15 Y Jacob descendió a Egipto, y allí murió él y también nuestros padres. 16 Y de allí fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que por una suma de dinero había comprado Abraham a los hijos de Hamor en Siquem. 17 Pero a medida que se acercaba el tiempo de la promesa que Dios había confirmado a Abraham, el pueblo crecía y se multiplicaba en Egipto, 18 hasta que SURGIO OTRO REY EN EGIPTO QUE NO SABIA NADA DE JOSE. 19 Este rey, obrando con astucia contra nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusieran a la muerte a sus niños para que no vivieran. 20 Fue por ese tiempo que Moisés nació. Era hermoso a la vista de Dios, y fue criado por tres meses en la casa de su padre. 21 Después de ser abandonado para morir, la hija de Faraón se lo llevó y lo crió como su propio hijo. 22 Y Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era un hombre poderoso en palabras y en hechos. 23 Pero cuando iba a cumplir la edad de cuarenta años, sintió en su corazón el deseo de visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. 24 Y al ver que uno de ellos era tratado injustamente, lo defendió y vengó al oprimido matando al egipcio. 25 Pensaba que sus hermanos entendían que Dios les estaba dando libertad por medio de él, pero ellos no entendieron. 26 Al día siguiente se les presentó, cuando dos de ellos reñían, y trató de poner paz entre ellos, diciendo: "Varones, vosotros sois hermanos, ¿por qué os herís el uno al otro?" 27 Pero el que estaba hiriendo a su prójimo lo empujó, diciendo: "¿QUIEN TE HA PUESTO POR GOBERNANTE Y JUEZ SOBRE NOSOTROS? 28 "¿ACASO QUIERES MATARME COMO MATASTE AYER AL EGIPCIO?" 29 Al oír estas palabras, MOISES HUYO Y SE CONVIRTIO EN EXTRANJERO EN LA TIERRA DE MADIAN, donde fue padre de dos hijos. 30 Y pasados cuarenta años, SE LE APARECIO UN ANGEL EN EL DESIERTO DEL MONTE Sinaí, EN LA LLAMA DE UNA ZARZA QUE ARDIA. 31 Al ver esto, Moisés se maravillaba de la visión, y al acercarse para ver mejor, vino a él la voz del Señor: 32 "YO SOY EL DIOS DE TUS PADRES, EL DIOS DE ABRAHAM, DE ISAAC, Y DE JACOB." Moisés temblando, no se atrevía a mirar. 33 PERO EL SEÑOR LE DIJO: "QUITATE LAS SANDALIAS DE LOS PIES,PORQUE EL LUGAR DONDE ESTAS ES TIERRA SANTA. 34 "CIERTAMENTE HE VISTO LA OPRESION DE MI PUEBLO EN EGIPTO Y HE OIDO SUS GEMIDOS, Y HE DESCENDIDO PARA LIBRARLOS; VEN AHORA Y TE ENVIARE A EGIPTO." 35 Este Moisés, a quien ellos rechazaron, diciendo: "¿QUIEN TE HA PUESTO POR GOBERNANTE Y JUEZ?" es el mismo que Dios envió para ser gobernante y libertador con la ayuda del ángel que se le apareció en la zarza. 36 Este hombre los sacó, haciendo prodigios y señales en la tierra de Egipto, en el mar Rojo y en el desierto por cuarenta años. 37 Este es el mismo Moisés que dijo a los hijos de Israel: "DIOS OS LEVANTARA UN PROFETA COMO YO DE ENTRE VUESTROS HERMANOS." 38 Este es el que estaba en la congregación en el desierto junto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y el que recibió palabras de vida para transmitirlas a vosotros; 39 al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que lo repudiaron, y en sus corazones regresaron a Egipto, 40 DICIENDO A AARON: "HAZNOS DIOSES QUE VAYAN DELANTE DE NOSOTROS, PORQUE A ESTE MOISES QUE NOS SACO DE LA TIERRA DE EGIPTO, NO SABEMOS LO QUE LE HAYA PASADO." 41 En aquellos días hicieron un becerro y ofrecieron sacrificio al ídolo, y se regocijaban en las obras de sus manos. 42 Pero Dios se apartó de ellos y los entregó para que sirvieran al ejército del cielo, como está escrito en el libro de los profetas: ¿ACASO FUE A MI A QUIEN OFRECISTEIS VICTIMAS Y SACRIFICIOS EN EL DESIERTO POR CUARENTA AÑOS, CASA DE ISRAEL? 43 TAMBIEN LLEVASTEIS EL TABERNACULO DE MOLOC, Y LA ESTRELLA DEL DIOS RENFAN, LAS IMAGENES QUE HICISTEIS PARA ADORARLAS. YO TAMBIEN OS DEPORTARE MAS ALLA DE BABILONIA. 44 Nuestros padres tuvieron el tabernáculo del testimonio en el desierto, tal como le había ordenado que lo hiciera el que habló a Moisés, conforme al modelo que había visto. 45 A su vez, habiéndolo recibido, nuestros padres lo introdujeron con Josué al tomar posesión de las naciones que Dios arrojó de delante de nuestros padres, hasta los días de David. 46 Y David halló gracia delante de Dios, y pidió el favor de hallar una morada para el Dios de Jacob. 47 Pero fue Salomón quien le edificó una casa. 48 Sin embargo, el Altísimo no habita en casas hechas por manos de hombres; como dice el profeta: 49 EL CIELO ES MI TRONO, Y LA TIERRA EL ESTRADO DE MIS PIES; ¿QUE CASA ME EDIFICAREIS?dice el Señor ¿O CUAL ES EL LUGAR DE MI REPOSO? 50 ¿NO FUE MI MANO LA QUE HIZO TODAS ESTAS COSAS? 51 Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que antes habían anunciado la venida del Justo, del cual ahora vosotros os hicisteis entregadores y asesinos; 53 vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles y sin embargo no la guardasteis. 54 Al oír esto, se sintieron profundamente ofendidos, y crujían los dientes contra él. 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios; 56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios. 57 Entonces ellos gritaron a gran voz, y tapándose los oídos arremetieron a una contra él. 58 Y echándolo fuera de la ciudad, comenzaron a apedrearle; y los testigos pusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo. 59 Y mientras apedreaban a Esteban, él invocaba al Señor y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y cayendo de rodillas, clamó en alta voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Habiendo dicho esto, durmió.
1 Entonces Dios dijo a Jacob: Levántate, sube a Betel y habita allí; y haz allí un altar a Dios, que se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú. 2 Entonces Jacob dijo a los de su casa y a todos los que estaban con él: Quitad los dioses extranjeros que hay entre vosotros; purificaos y mudaos los vestidos; 3 y levantémonos, y subamos a Betel; y allí haré un altar a Dios, quien me respondió en el día de mi angustia, y que ha estado conmigo en el camino por donde he andado. 4 Entregaron, pues, a Jacob todos los dioses extranjeros que tenían en su poder y los pendientes que tenían en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de la encina que había junto a Siquem. 5 Al proseguir el viaje, hubo gran terror en las ciudades alrededor de ellos, y no persiguieron a los hijos de Jacob. 6 Y Jacob llegó a Luz, es decir, Betel, que está en la tierra de Canaán, él y todo el pueblo que estaba con él. 7 Y edificó allí un altar, y llamó al lugar El-betel, porque allí Dios se le había manifestado cuando huía de su hermano. 8 Y murió Débora, nodriza de Rebeca, y fue sepultada al pie de Betel, debajo de la encina; y ésta fue llamada Alón-bacut . 9 Y Dios se apareció de nuevo a Jacob cuando volvió de Padán-aram, y lo bendijo. 10 Y Dios le dijo: Tu nombre es Jacob; no te llamarás más Jacob, sino que tu nombre será Israel. Y le puso el nombre de Israel. 11 También le dijo Dios: Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate; una nación y multitud de naciones vendrán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. 12 Y la tierra que di a Abraham y a Isaac, a ti te la daré; y daré la tierra a tu descendencia después de ti. 13 Entonces Dios subió de su lado, en el lugar donde había hablado con él. 14 Y Jacob erigió un pilar en el lugar donde Dios había hablado con él, un pilar de piedra, y derramó sobre él una libación; también derramó sobre él aceite. 15 Y Jacob le puso el nombre de Betel al lugar donde Dios había hablado con él. 16 Entonces partieron de Betel; y cuando aún faltaba cierta distancia para llegar a Efrata, Raquel comenzó a dar a luz y tuvo mucha dificultad en su parto. 17 Y aconteció que cuando estaba en lo más duro del parto, la partera le dijo: No temas, porque ahora tienes este otro hijo. 18 Y aconteció que cuando su alma partía, pues murió, lo llamó Benoni ; pero su padre lo llamó Benjamín . 19 Murió, pues, Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, es decir, Belén. 20 Y erigió Jacob un pilar sobre su sepultura; ese es el pilar de la sepultura de Raquel hasta hoy. 21 Entonces partió Israel y plantó su tienda más allá de Migdal-eder. 22 Y aconteció que mientras Israel moraba en aquella tierra, Rubén fue y se acostó con Bilha, concubina de su padre; e Israel lo supo. Y los hijos de Jacob fueron doce. 23 Hijos de Lea: Rubén, el primogénito de Jacob, después Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. 24 Hijos de Raquel: José y Benjamín. 25 Hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neftalí. 26 E hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad y Aser. Estos son los hijos de Jacob que le nacieron en Padán-aram. 27 Jacob fue a su padre Isaac en Mamre de Quiriat-arba, es decir, Hebrón, donde habían residido Abraham e Isaac. 28 Y vivió Isaac ciento ochenta años. 29 Y expiró Isaac y murió, y fue reunido a su pueblo, anciano y lleno de días; y sus hijos Esaú y Jacob lo sepultaron.
1 El desierto y el yermo se alegrarán, y se regocijará el Arabá y florecerá como el azafrán; 2 florecerá copiosamente y se regocijará en gran manera y gritará de júbilo. La gloria del Líbano le será dada, la majestad del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria del SEÑOR, la majestad de nuestro Dios. 3 Fortaleced las manos débiles y afianzad las rodillas vacilantes. 4 Decid a los de corazón tímido: Esforzaos, no temáis. He aquí, vuestro Dios viene con venganza; la retribución vendrá de Dios mismo, mas El os salvará. 5 Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos se destaparán. 6 El cojo entonces saltará como un ciervo, y la lengua del mudo gritará de júbilo, porque aguas brotarán en el desierto y arroyos en el Arabá. 7 La tierra abrasada se convertirá en laguna, y el secadal en manantiales de aguas; en la guarida de chacales, su lugar de descanso, la hierba se convertirá en cañas y juncos. 8 Allí habrá una calzada, un camino, y será llamado Camino de Santidad; el inmundo no transitará por él, sino que será para el que ande en ese camino; los necios no vagarán por él. 9 Allí no habrá león, ni subirá por él bestia feroz; éstos no se hallarán allí, sino que por él andarán los redimidos. 10 Volverán los rescatados del SEÑOR, entrarán en Sion con gritos de júbilo, con alegría eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzarán, y huirán la tristeza y el gemido.
1 Entonces continuó Eliú, y dijo: 2 ¿Piensas que esto es justo? Dices: "Mi justicia es más que la de Dios." 3 Porque dices: "¿Qué ventaja será para ti? ¿Qué ganaré yo por no haber pecado?" 4 Yo te daré razones, y a tus amigos contigo. 5 Mira a los cielos y ve, contempla las nubes, son más altas que tú. 6 Si has pecado, ¿qué logras tú contra El? Y si tus transgresiones son muchas, ¿qué le haces? 7 Si eres justo, ¿qué le das, o qué recibe El de tu mano? 8 Para un hombre como tú es tu maldad, y para un hijo de hombre tu justicia. 9 A causa de la multitud de opresiones claman los hombres; gritan a causa del brazo de los poderosos. 10 Pero ninguno dice: "¿Dónde está Dios mi Hacedor, que inspira cánticos en la noche, 11 que nos enseña más que a las bestias de la tierra, y nos hace más sabios que las aves de los cielos?" 12 Allí claman, pero El no responde a causa del orgullo de los malos. 13 Ciertamente el clamor vano no escuchará Dios, el Todopoderoso no lo tomará en cuenta. 14 Cuánto menos cuando dices que no le contemplas, que la causa está delante de El y tienes que esperarle. 15 Y ahora, porque El no ha castigado con su ira, ni se ha fijado bien en la transgresión, 16 Job abre vanamente su boca, multiplica palabras sin sabiduría.
1 Y Jefté galaadita era un guerrero valiente, hijo de una ramera. Y Galaad era el padre de Jefté. 2 Y la mujer de Galaad le dio hijos; y cuando los hijos de su mujer crecieron, echaron fuera a Jefté, y le dijeron: No tendrás heredad en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer. 3 Jefté huyó de sus hermanos y habitó en la tierra de Tob; y hombres indignos se juntaron con Jefté y salían con él. 4 Después de cierto tiempo sucedió que los hijos de Amón pelearon contra Israel. 5 Y cuando los hijos de Amón pelearon contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob. 6 Y dijeron a Jefté: Ven y sé nuestro jefe para que peleemos contra los hijos de Amón. 7 Entonces Jefté dijo a los ancianos de Galaad: ¿No me odiasteis y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, habéis venido a mí ahora cuando estáis en apuros? 8 Y los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: Por esta causa hemos vuelto a ti: para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón y seas jefe sobre todos los habitantes de Galaad. 9 Y Jefté dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para pelear contra los hijos de Amón y el SEÑOR me los entrega, ¿seré yo vuestro jefe? 10 Y los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: El SEÑOR es testigo entre nosotros; ciertamente haremos como has dicho. 11 Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo le hizo cabeza y jefe sobre ellos; y Jefté habló todas sus palabras delante del SEÑOR en Mizpa. 12 Y envió Jefté mensajeros al rey de los hijos de Amón, diciendo: ¿Qué hay entre tú y yo, que has venido a mí para pelear contra mi tierra? 13 Y el rey de los hijos de Amón dijo a los mensajeros de Jefté: Porque Israel tomó mi tierra, cuando subieron de Egipto, desde el Arnón hasta el Jaboc y el Jordán; por tanto devuélvela ahora en paz. 14 Pero Jefté volvió a enviar mensajeros al rey de los hijos de Amón, 15 que le dijeron: Así dice Jefté: "Israel no tomó la tierra de Moab, ni la tierra de los hijos de Amón. 16 "Porque cuando subieron de Egipto, e Israel pasó por el desierto hasta el mar Rojo y llegó a Cades, 17 Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo: "Permítenos, te rogamos, pasar por tu tierra', pero el rey de Edom no les escuchó. También enviaron mensajeros al rey de Moab pero él no consintió, así que Israel permaneció en Cades. 18 'Luego atravesaron el desierto y rodearon la tierra de Edom y de Moab, llegaron al lado oriental de la tierra de Moab y acamparon al otro lado del Arnón; pero no entraron en el territorio de Moab, porque el Arnón era la frontera de Moab. 19 'Y envió Israel mensajeros a Sehón, rey de los amorreos, rey de Hesbón, y le dijo Israel: 'Permítenos, te rogamos, pasar por tu tierra a nuestro lugar.' 20 "Pero Sehón no confió en Israel para darle paso por su territorio; reunió, pues, Sehón a todo su pueblo y acampó en Jahaza, y peleó contra Israel. 21 "Y el SEÑOR, Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel, y los derrotaron, e Israel tomó posesión de toda la tierra de los amorreos, los habitantes de esa región. 22 "Y poseyeron todo el territorio de los amorreos desde el Arnón hasta el Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán. 23 "Y puesto que el SEÑOR, Dios de Israel, expulsó a los amorreos de delante de su pueblo Israel, ¿has tú de poseerla? 24 "¿No posees tú lo que Quemos, tu dios, te ha dado para poseer? De modo que todo el territorio que el SEÑOR nuestro Dios ha desposeído delante de nosotros, lo poseeremos. 25 "Ahora pues, ¿eres tú mejor que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Acaso luchó él con Israel, o acaso peleó contra ellos? 26 "Mientras Israel habitaba en Hesbón y sus pueblos, y en Aroer y sus aldeas, y en todas las ciudades que están a orillas del Arnón, trescientos años, ¿por qué no las recuperaste durante ese tiempo? 27 "Por tanto, yo no he pecado contra ti, pero tú me estás haciendo mal al hacer guerra contra mí; que el SEÑOR, el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón." 28 Pero el rey de los hijos de Amón no hizo caso al mensaje que Jefté le envió. 29 Y el Espíritu del SEÑOR vino sobre Jefté, y pasó por Galaad y Manasés; luego pasó por Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad fue adonde estaban los hijos de Amón. 30 Y Jefté hizo un voto al SEÑOR, y dijo: Si en verdad entregas en mis manos a los hijos de Amón, 31 sucederá que cualquiera que salga de las puertas de mi casa a recibirme cuando yo vuelva en paz de los hijos de Amón, será del SEÑOR, o lo ofreceré como holocausto. 32 Y Jefté cruzó adonde estaban los hijos de Amón para pelear contra ellos; y el SEÑOR los entregó en su mano. 33 Y los hirió con una gran matanza desde Aroer hasta la entrada de Minit, veinte ciudades, hasta Abel-keramim. Y los hijos de Amón fueron sometidos delante de los hijos de Israel. 34 Cuando Jefté llegó a su casa en Mizpa, he aquí, su hija salió a recibirlo con panderos y con danzas. Era ella su única hija; fuera de ella no tenía hijo ni hija. 35 Y cuando la vio, él rasgó sus ropas y dijo: ¡Ay, hija mía! Me has abatido y estás entre los que me afligen; porque he dado mi palabra al SEÑOR, y no me puedo retractar. 36 Entonces ella le dijo: Padre mío, has dado tu palabra al SEÑOR; haz conmigo conforme a lo que has dicho, ya que el SEÑOR te ha vengado de tus enemigos, los hijos de Amón. 37 Y ella dijo a su padre: Que se haga esto por mí; déjame sola por dos meses, para que vaya yo a los montes y llore por mi virginidad, yo y mis compañeras. 38 Y él dijo: Ve, y la dejó ir por dos meses; y ella se fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. 39 Al cabo de los dos meses ella regresó a su padre, que hizo con ella conforme al voto que había hecho; y ella no tuvo relaciones con ningún hombre. Y se hizo costumbre en Israel, 40 que de año en año las hijas de Israel fueran cuatro días en el año a conmemorar a la hija de Jefté galaadita.
1 Los fariseos, y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén, se reunieron alrededor de El; 2 y vieron que algunos de sus discípulos comían el pan con manos inmundas, es decir, sin lavar. 3 (Porque los fariseos y todos los judíos no comen a menos de que se laven las manos cuidadosamente, observando así la tradición de los ancianos; 4 y cuando vuelven de la plaza, no comen a menos de que se laven; y hay muchas otras cosas que han recibido para observarlas, como el lavamiento de los vasos, de los cántaros y de las vasijas de cobre.) 5 Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron<***>: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen con manos inmundas? 6 Y El les dijo: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "ESTE PUEBLO CON LOS LABIOS ME HONRA, PERO SU CORAZON ESTA MUY LEJOS DE MI. 7 "MAS EN VANO ME RINDEN CULTO, ENSEÑANDO COMO DOCTRINAS PRECEPTOS DE HOMBRES." 8 Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. 9 También les decía: Astutamente violáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. 10 Porque Moisés dijo: "HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE"; y: "EL QUE HABLE MAL DE su PADRE O DE su MADRE, QUE MUERA;" 11 pero vosotros decís: "Si un hombre dice al padre o a la madre: 'Cualquier cosa mía con que pudieras beneficiarte es corbán (es decir, ofrenda a Dios)'"; 12 ya no le dejáis hacer nada en favor de su padre o de su madre; 13 invalidando así la palabra de Dios por vuestra tradición, la cual habéis transmitido, y hacéis muchas cosas semejantes a éstas. 14 Y llamando de nuevo a la multitud, les decía: Escuchadme todos y entended: 15 no hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que contamina al hombre. 16 Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. 17 Y cuando dejó a la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola. 18 Y El les dijo<***>: ¿También vosotros sois tan faltos de entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo que de afuera entra al hombre no le puede contaminar, 19 porque no entra en su corazón, sino en el estómago, y se elimina? (Declarando así limpios todos los alimentos.) 20 Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. 21 Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, 22 avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. 23 Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre. 24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro , y entrando en una casa, no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido; 25 sino que enseguida, al oír hablar de El, una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo, fue y se postró a sus pies. 26 La mujer era gentil , sirofenicia de nacimiento; y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio. 27 Y El le decía: Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28 Pero ella respondió y le dijo<***>: Es cierto, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa comen las migajas de los hijos. 29 Y El le dijo: Por esta respuesta, vete; el demonio ha salido de tu hija. 30 Cuando ella volvió a su casa, halló que la niña estaba acostada en la cama, y que el demonio había salido. 31 Volviendo a salir de la región de Tiro, pasó por Sidón y llegó al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. 32 Y le trajeron<***> a uno que era sordo y que hablaba con dificultad, y le rogaron<***> que pusiera la mano sobre él. 33 Entonces Jesús, tomándolo aparte de la multitud, a solas, le metió los dedos en los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua con la saliva; 34 y levantando los ojos al cielo, suspiró profundamente y le dijo<***>: ¡Effatá!, esto es: ¡Abrete! 35 Y al instante se abrieron sus oídos, y desapareció el impedimento de su lengua, y hablaba con claridad. 36 Y Jesús les ordenó que a nadie se lo dijeran; pero mientras más se lo ordenaba, tanto más ellos lo proclamaban. 37 Y se asombraron en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; aun a los sordos hace oír y a los mudos hablar.
1 Oíd, hijos, la instrucción de un padre, y prestad atención para que ganéis entendimiento, 2 porque os doy buena enseñanza; no abandonéis mi instrucción. 3 También yo fui hijo para mi padre, tierno y único a los ojos de mi madre, 4 y él me enseñaba y me decía: Retenga tu corazón mis palabras, guarda mis mandamientos y vivirás. 5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las palabras de mi boca. 6 No la abandones y ella velará sobre ti, ámala y ella te protegerá. 7 Lo principal es la sabiduría; adquiere sabiduría, y con todo lo que obtengas adquiere inteligencia. 8 Estímala, y ella te ensalzará; ella te honrará si tú la abrazas; 9 guirnalda de gracia pondrá en tu cabeza, corona de hermosura te entregará. 10 Oye, hijo mío, recibe mis palabras, y muchos serán los años de tu vida. 11 Por el camino de la sabiduría te he conducido, por sendas de rectitud te he guiado. 12 Cuando andes, tus pasos no serán obstruidos, y si corres, no tropezarás. 13 Aférrate a la instrucción, no la sueltes; guárdala, porque ella es tu vida. 14 No entres en la senda de los impíos, ni vayas por el camino de los malvados. 15 Evítalo, no pases por él; apártate de él y pasa adelante. 16 Porque ellos no duermen a menos que hagan el mal, y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno. 17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de violencia. 18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día. 19 El camino de los impíos es como las tinieblas, no saben en qué tropiezan. 20 Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tu oído a mis razones; 21 que no se aparten de tus ojos, guárdalas en medio de tu corazón. 22 Porque son vida para los que las hallan, y salud para todo su cuerpo. 23 Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida. 24 Aparta de ti la boca perversa, y aleja de ti los labios falsos. 25 Miren tus ojos hacia adelante, y fíjese tu mirada en lo que está frente a ti. 26 Fíjate en el sendero de tus pies, y todos tus caminos serán establecidos. 27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal.
1 Combate, oh SEÑOR, a los que me combaten; ataca a los que me atacan. 2 Echa mano del broquely del escudo, y levántate en mi ayuda. 3 Empuña también la lanza y el hacha para enfrentarte a los que me persiguen; di a mi alma: Yo soy tu salvación. 4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean puestos en fuga y humillados los que traman el mal contra mí. 5 Sean como paja delante del viento, con el ángel del SEÑOR acosándolos. 6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo, con el ángel del SEÑOR persiguiéndolos. 7 Porque sin causa me tendieron su red; sin causa cavaron fosa para mi alma. 8 Que venga destrucción sobre él sin darse cuenta, y la red que él mismo tendió lo prenda, ¡que caiga en esa misma destrucción! 9 Y mi alma se regocijará en el SEÑOR; en su salvación se gozará. 10 Dirán todos mis huesos: SEÑOR, ¿quién como tú, que libras al afligido de aquel que es más fuerte que él, sí, al afligido y al necesitado de aquel que lo despoja? 11 Se levantan testigos malvados, y de lo que no sé me preguntan. 12 Me devuelven mal por bien para aflicción de mi alma. 13 Pero yo, cuando ellos estaban enfermos, vestía de cilicio; humillé mi alma con ayuno, y mi oración se repetía en mi pecho. 14 Como por mi amigo, como por mi hermano, andaba de aquí para allá; como el que está de duelo por la madre, enlutado me encorvaba. 15 Pero ellos se alegraron en mi tropiezo , y se reunieron; los agresores, a quienes no conocía, se juntaron contra mí; me despedazaban sin cesar. 16 Como bufones impíos en una fiesta, rechinaban sus dientes contra mí. 17 ¿Hasta cuándo, Señor, estarás mirando? Rescata mi alma de sus estragos, mi única vida de los leones. 18 En la gran congregación te daré gracias; entre mucha gente te alabaré. 19 No permitas que se regocijen a costa mía los que injustamente son mis enemigos, ni que guiñen el ojo con malicia los que sin causa me aborrecen. 20 Porque ellos no hablan paz, sino que piensan palabras engañosas contra los pacíficos de la tierra, 21 y abrieron bien grande su boca contra mí; dijeron: ¡Ajá, ajá, nuestros ojos lo han visto! 22 Tú lo has visto, SEÑOR, no calles; Señor, no estés lejos de mí. 23 Despierta y levántate para mi defensa y para mi causa, Dios mío y Señor mío. 24 Júzgame conforme a tu justicia, oh SEÑOR, Dios mío; que no se rían de mí. 25 Que no digan en su corazón: ¡Ajá, lo que queríamos! Que no digan: ¡Lo hemos devorado! 26 Sean avergonzados y humillados a una los que se alegran de mi mal; cúbranse de verguenza y deshonra los que se engrandecen contra mí. 27 Canten de júbilo y regocíjense los que favorecen mi vindicación; y digan continuamente: Engrandecido sea el SEÑOR, que se deleita en la paz de su siervo. 28 Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día.
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