21 Pues anduvo en todo el camino en que su padre había andado, sirvió a los ídolos a los que su padre había servido y los adoró. 22 Y abandonó al SEÑOR, el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino del SEÑOR. 23 Y conspiraron contra él los siervos de Amón y mataron al rey en su casa. 24 Pero el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón, y en su lugar el pueblo de la tierra hizo rey a su hijo Josías. 25 Los demás hechos que Amón hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? 26 Y fue sepultado en su sepulcro en el jardín de Uza; y su hijo Josías reinó en su lugar.
1 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó treinta y un años en Jerusalén. El nombre de su madre era Jedida, hija de Adaía, de Boscat. 2 E hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR y anduvo en todo el camino de su padre David; no se apartó ni a la derecha ni a la izquierda. 3 Y en el año dieciocho del rey Josías, el rey envió al escriba Safán, hijo de Azalía, de Mesulam, a la casa del SEÑOR, diciendo: 4 Ve al sumo sacerdote Hilcías para que cuente el dinero traído a la casa del SEÑOR, que los guardianes del umbral han recogido del pueblo, 5 y que lo pongan en mano de los obreros encargados de supervisar la casa del SEÑOR, y que ellos lo den a los obreros que están asignados en la casa del SEÑOR para reparar los daños de la casa, 6 a los carpinteros, a los constructores y a los albañiles, y para comprar maderas y piedra de cantería para reparar la casa. 7 Pero no se les pedirá cuenta del dinero entregado en sus manos porque obran con fidelidad. 8 Entonces el sumo sacerdote Hilcías dijo al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa del SEÑOR. E Hilcías dio el libro a Safán, y éste lo leyó. 9 Y el escriba Safán vino al rey, y trajo palabra al rey, diciendo: Tus siervos han tomado el dinero que se halló en la casa, y lo han puesto en mano de los obreros encargados de supervisar la casa del SEÑOR. 10 El escriba Safán informó también al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y Safán lo leyó en la presencia del rey. 11 Y sucedió que cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos. 12 Entonces el rey ordenó al sacerdote Hilcías, a Ahicam, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaías, siervo del rey, diciendo: 13 Id, consultad al SEÑOR por mí, por el pueblo y por todo Judá acerca de las palabras de este libro que se ha encontrado, porque grande es la ira del SEÑOR que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no han escuchado las palabras de este libro, haciendo conforme a todo lo que está escrito de nosotros. 14 Entonces el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías fueron a la profetisa Hulda, mujer de Salum, hijo de Ticva, hijo de Harhas, encargado del vestuario; ella habitaba en Jerusalén en el segundo sector, y hablaron con ella. 15 Y ella les dijo: Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Decid al hombre que os ha enviado a mí: 16 'Así dice el SEÑOR: "He aquí, voy a traer mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, según todas las palabras del libro que ha leído el rey de Judá. 17 "Por cuanto me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses para provocarme a ira con toda la obra de sus manos, por tanto mi ira arde contra este lugar y no se apagará.'"" 18 Pero al rey de Judá que os envió a consultar al SEÑOR, así le diréis: "Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: 'En cuanto a las palabras que has oído, 19 porque se enterneció tu corazón y te humillaste delante del SEÑOR cuando oíste lo que hablé contra este lugar y contra sus habitantes, que vendrían a ser desolación y maldición, y has rasgado tus vestidos y has llorado delante de mí, ciertamente te he oído'declara el SEÑOR. 20 'Por tanto, he aquí, te reuniré con tus padres y serás recogido en tu sepultura en paz, y tus ojos no verán todo el mal que yo voy a traer sobre este lugar.'" Y llevaron la respuesta al rey.
1 Entonces el rey mandó reunir con él a todos los ancianos de Judá y Jerusalén. 2 Y subió el rey a la casa del SEÑOR, y con él todos los hombres de Judá, todos los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor; y leyó en su presencia todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa del SEÑOR. 3 Después el rey se puso en pie junto a la columna e hizo pacto delante del SEÑOR de andar en pos del SEÑOR y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos con todo su corazón y con toda su alma, para cumplir las palabras de este pacto escritas en este libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto. 4 Entonces el rey ordenó que el sumo sacerdote Hilcías y los sacerdotes de segundo orden y los guardianes del umbral, sacaran del templo del SEÑOR todas las vasijas que se habían hecho para Baal, para la Asera y para todo el ejército de los cielos, y los quemó fuera de Jerusalén en los campos del Cedrón y llevó sus cenizas a Betel 5 Quitó a los sacerdotes idólatras que los reyes de Judá habían nombrado para quemar incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá y en los alrededores de Jerusalén, también a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, a las constelaciones y a todo el ejército de los cielos. 6 Y sacó la Asera de la casa del SEÑOR fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, y la quemó junto al torrente Cedrón; la redujo a polvo y arrojó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblo.
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