14 Respondió David a Gad: Estoy muy angustiado. Te ruego que nos dejes caer en manos del SEÑOR porque grandes son sus misericordias, pero no caiga yo en manos de hombre. 15 Y el SEÑOR envió pestilencia sobre Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado; y desde Dan hasta Beerseba murieron setenta mil hombres del pueblo. 16 Cuando el ángel extendió su mano hacia Jerusalén para destruirla, el SEÑOR se arrepintió del mal, y dijo al ángel que destruía al pueblo: ¡Basta! ¡Detén ahora tu mano! Y el ángel del SEÑOR estaba junto a la era de Arauna jebuseo. 17 Entonces David habló al SEÑOR, cuando vio al ángel que hería al pueblo, y dijo: He aquí, yo soy el que ha pecado, y yo soy el que ha hecho mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Te ruego que tu mano caiga sobre mí y sobre la casa de mi padre. 18 Y Gad vino a David aquel día y le dijo: Sube, edifica un altar al SEÑOR en la era de Arauna jebuseo. 19 David subió conforme a la palabra de Gad, tal como el SEÑOR había ordenado. 20 Y Arauna miró y vio al rey y a sus siervos que venían hacia él; y saliendo Arauna, se postró rostro en tierra delante del rey. 21 Entonces Arauna dijo: ¿Por qué ha venido mi señor el rey a su siervo? Y David respondió: A comprarte la era para edificar un altar al SEÑOR a fin de detener la plaga del pueblo. 22 Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor el rey lo que parezca bien a sus ojos. Mira, los bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos de los bueyes para la leña. 23 Todo, oh rey, Arauna lo da al rey. Y Arauna dijo al rey: Que el SEÑOR tu Dios te sea propicio. 24 Pero el rey dijo a Arauna: No, sino que ciertamente por precio te lo compraré, pues no ofreceré al SEÑOR mi Dios holocausto que no me cueste nada. Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata. 25 Y allí edificó David un altar al SEÑOR, y ofreció holocaustos y ofrendas de paz. El SEÑOR escuchó la súplica por la tierra y la plaga fue detenida en Israel.
1 El rey David era ya viejo, entrado en días, y lo cubrían de ropas pero no entraba en calor. 2 Entonces sus siervos le dijeron: Que se busque para mi señor el rey una doncella para que atienda al rey y sea quien lo cuide; que ella se acueste en tu seno y entrará en calor mi señor el rey. 3 Se buscó a una joven hermosa por toda la tierra de Israel, y hallaron a Abisag sunamita y la trajeron al rey. 4 La joven era muy hermosa; ella cuidaba al rey y le servía, pero el rey no la conoció. 5 Entretanto Adonías, hijo de Haguit, se ensalzaba diciendo: Yo seré rey. Y preparó para sí carros y hombres de a caballo y cincuenta hombres que corrieran delante de él. 6 Su padre nunca lo había contrariado preguntándole: ¿Por qué has hecho esto? Era también hombre de muy hermoso parecer, y había nacido después de Absalón. 7 Y había consultado con Joab, hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar, que respaldaban a Adonías. 8 Pero el sacerdote Sadoc, Benaía, hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y los valientes que tenía David, no estaban con Adonías. 9 Y Adonías sacrificó ovejas, bueyes y animales cebados junto a la piedra de Zohélet , que está al lado de En-rogel; e invitó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, siervos del rey. 10 Pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los valientes, ni a Salomón su hermano. 11 Entonces Natán habló a Betsabé, madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que Adonías, hijo de Haguit, se ha hecho rey y que David nuestro señor no lo sabe? 12 Ahora pues, ven, voy a darte un consejo para que salves tu vida y la vida de tu hijo Salomón. 13 Ve ahora mismo al rey David y dile: "¿No has jurado tú, oh rey mi señor, a tu sierva, diciendo: 'Ciertamente tu hijo Salomón será rey después de mí y se sentará en mi trono'? ¿Por qué, pues, se ha hecho rey Adonías?" 14 He aquí, mientras estés aún hablando con el rey, yo entraré tras de ti y confirmaré tus palabras. 15 Y Betsabé vino a ver al rey en la alcoba. El rey era muy anciano, y Abisag sunamita le servía. 16 Entonces Betsabé se inclinó y se postró ante el rey. Y el rey dijo: ¿Qué deseas? 17 Ella le respondió: Mi señor, tú juraste a tu sierva por el SEÑOR tu Dios, diciendo: "Ciertamente tu hijo Salomón será rey después de mí y se sentará en mi trono." 18 Y he aquí, ahora Adonías es rey; y tú, mi señor el rey, hasta ahora no lo sabes. 19 El ha sacrificado bueyes, animales cebados y ovejas en abundancia, y ha invitado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, jefe del ejército, pero no ha invitado a Salomón tu siervo. 20 Y en cuanto a ti, mi señor el rey, los ojos de todo Israel están sobre ti, para que les hagas saber quién ha de sentarse en el trono de mi señor el rey después de él. 21 Pues sucederá que en cuanto mi señor el rey duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables. 22 Y he aquí que mientras ella estaba aún hablando con el rey, entró el profeta Natán. 23 E informaron al rey, diciendo: Aquí está el profeta Natán. Cuando éste entró a la presencia del rey, se postró ante el rey rostro en tierra. 24 Entonces Natán dijo: Mi señor el rey, ¿has dicho tú: "Adonías será rey después de mí y se sentará en mi trono"? 25 Porque él ha descendido hoy y ha sacrificado bueyes, animales cebados y ovejas en abundancia, ha invitado a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote Abiatar, y he aquí, están comiendo y bebiendo en su presencia, y gritan: "¡Viva el rey Adonías!"
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