1 Entonces Salomón dijo: El SEÑOR ha dicho que El moraría en la densa nube. 2 Yo, pues, te he edificado una casa majestuosa, un lugar donde mores para siempre. 3 Después el rey se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel, mientras toda la asamblea de Israel estaba de pie, 4 y dijo: Bendito sea el SEÑOR, Dios de Israel, que habló por su boca a mi padre David y por su mano lo ha cumplido, cuando dijo: 5 "Desde el día en que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, no escogí ninguna ciudad de entre todas las tribus de Israel en la cual edificar una casa para que estuviera allí mi nombre, ni escogí a hombre alguno por príncipe sobre mi pueblo Israel; 6 mas escogí a Jerusalén para que mi nombre estuviera allí, y escogí a David para que estuviera sobre mi pueblo Israel." 7 Y mi padre David tuvo en su corazón edificar una casa al nombre del SEÑOR, Dios de Israel. 8 Pero el SEÑOR dijo a mi padre David: "Por cuanto tuviste en tu corazón edificar una casa a mi nombre, bien hiciste en desearlo en tu corazón. 9 "Sin embargo, tú no edificarás la casa, sino que tu hijo que te nacerá, él edificará la casa a mi nombre." 10 Ahora el SEÑOR ha cumplido la palabra que había dicho; pues yo me he levantado en lugar de mi padre David y me he sentado en el trono de Israel, como el SEÑOR prometió, y he edificado la casa al nombre del SEÑOR, Dios de Israel. 11 Y he puesto allí el arca, en la cual está el pacto que el SEÑOR hizo con los hijos de Israel. 12 Entonces Salomón se puso delante del altar del SEÑOR en presencia de toda la asamblea de Israel y extendió las manos. 13 Porque Salomón había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, cinco codos de ancho y tres codos de alto, y lo había puesto en medio del atrio; se puso sobre él, se hincó de rodillas en presencia de toda la asamblea de Israel y extendiendo las manos al cielo, 14 dijo: Oh SEÑOR, Dios de Israel, no hay Dios como tú ni en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y muestras misericordia a tus siervos que andan delante de ti con todo su corazón; 15 que has cumplido con tu siervo David mi padre lo que le prometiste; ciertamente has hablado con tu boca y lo has cumplido con tu mano, como sucede hoy. 16 Ahora pues, oh SEÑOR, Dios de Israel, cumple con tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: "No te faltará quién se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden sus caminos para andar en mi ley como tú has andado delante de mí." 17 Ahora pues, oh SEÑOR, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que hablaste a tu siervo David. 18 Pero, ¿morará verdaderamente Dios con los hombres en la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener, cuánto menos esta casa que yo he edificado. 19 No obstante, atiende a la oración de tu siervo y a su súplica, oh SEÑOR Dios mío, para que oigas el clamor y la oración que tu siervo hace delante de ti. 20 Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa, sobre el lugar del cual has dicho que pondrías allí tu nombre, para que oigas la oración que tu siervo hará sobre este lugar. 21 Y escucha las súplicas de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren hacia este lugar; escucha tú desde el lugar de tu morada, desde los cielos; escucha y perdona. 22 Si alguno peca contra su prójimo, y se le exige juramento, y viene y jura delante de tu altar en esta casa, 23 escucha tú desde los cielos y obra y juzga a tus siervos, castigando al impío, haciendo recaer su conducta sobre su cabeza, y justificando al justo dándole conforme a su justicia. 24 Y si tu pueblo Israel es derrotado delante del enemigo por haber pecado contra ti, y se vuelven a ti y confiesan tu nombre, y oran y hacen súplica delante de ti en esta casa, 25 escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlos volver a la tierra que diste a ellos y a sus padres. 26 Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia por haber ellos pecado contra ti, y oren hacia este lugar y confiesen tu nombre, y se vuelvan de su pecado cuando tú los aflijas, 27 escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel; sí, enséñales el buen camino por el que deben andar, y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo por heredad. 28 Si hay hambre en la tierra, si hay pestilencia, si hay tizón o añublo, langosta o saltamontes, si sus enemigos los sitian en la tierra de sus ciudades , cualquier plaga o cualquier enfermedad que haya, 29 toda oración o toda súplica que sea hecha por cualquier hombre o por todo tu pueblo Israel, conociendo cada cual su aflicción y su dolor, y extendiendo sus manos hacia esta casa, 30 escucha tú desde los cielos, el lugar de tu morada, y perdona y da a cada uno conforme a todos sus caminos, ya que conoces su corazón (porque sólo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres), 31 para que te teman y anden en tus caminos todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que diste a nuestros padres. 32 También en cuanto al extranjero que no es de tu pueblo Israel, cuando venga de una tierra lejana a causa de tu gran nombre y de tu mano poderosa y de tu brazo extendido, cuando ellos vengan a orar a esta casa, 33 escucha tú desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y haz conforme a todo lo que el extranjero te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, para que te teman, como te teme tu pueblo Israel, y para que sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que he edificado. 34 Cuando salga tu pueblo a la batalla contra sus enemigos, por cualquier camino que los envíes, y oren a ti vueltos hacia esta ciudad que has escogido, y hacia la casa que he edificado a tu nombre, 35 escucha desde los cielos su oración y su súplica, y hazles justicia. 36 Cuando pequen contra ti (pues no hay hombre que no peque) y estés airado contra ellos, y los entregues delante del enemigo, y éstos los lleven cautivos a una tierra, lejana o cercana, 37 si recapacitan en la tierra adonde hayan sido llevados cautivos, y se arrepienten y te suplican en la tierra de su cautiverio, diciendo: "Hemos pecado, hemos cometido iniquidad y hemos obrado perversamente"; 38 si se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma en la tierra de su cautiverio adonde hayan sido llevados cautivos, y oran vueltos hacia la tierra que diste a sus padres, hacia la ciudad que has escogido y hacia la casa que he edificado a tu nombre, 39 escucha tú desde los cielos, desde el lugar de tu morada, su oración y sus súplicas, hazles justicia y perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti. 40 Ahora, oh Dios mío, te ruego que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a la oración elevada en este lugar. 41 Ahora pues, levántate, oh SEÑOR Dios, hacia tu reposo, tú y el arca de tu poder; que tus sacerdotes, oh SEÑOR Dios, se revistan de salvación y tus santos se regocijen en lo que es bueno. 42 Oh SEÑOR Dios, no rechaces el rostro de tu ungido; acuérdate de tus misericordias para con tu siervo David.
1 Y cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego desde el cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria del SEÑOR llenó la casa. 2 Los sacerdotes no podían entrar en la casa del SEÑOR, porque la gloria del SEÑOR llenaba la casa del SEÑOR. 3 Y todos los hijos de Israel, viendo descender el fuego y la gloria del SEÑOR sobre la casa, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y alabaron al SEÑOR, diciendo: Ciertamente El es bueno; ciertamente su misericordia es para siempre. 4 Entonces el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificio delante del SEÑOR. 5 Y el rey Salomón ofreció un sacrificio de veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron la casa de Dios, el rey y todo el pueblo. 6 Los sacerdotes estaban en sus debidos lugares, también los levitas con los instrumentos de música para el SEÑOR, los cuales había hecho el rey David para alabar al SEÑOR (porque para siempre es su misericordia), cuando David ofrecía alabanza por medio de ellos. Los sacerdotes tocaban trompetas frente a ellos, y todo Israel estaba de pie. 7 Salomón consagró también la parte central del atrio que estaba delante de la casa del SEÑOR, pues allí había ofrecido los holocaustos y la grosura de las ofrendas de paz, porque el altar de bronce que Salomón había hecho no podía contener el holocausto, la ofrenda de cereal y la grosura. 8 Salomón celebró la fiesta en aquella ocasión por siete días, y todo Israel con él, una asamblea muy grande, que vinieron desde la entrada de Hamat hasta el torrente de Egipto. 9 Y al octavo día tuvieron una asamblea solemne; porque habían celebrado la dedicación del altar por siete días y la fiesta por siete días. 10 Entonces, el día veintitrés del mes séptimo, Salomón envió al pueblo a sus tiendas, gozosos y alegres de corazón por el bien que el SEÑOR había mostrado a David, a Salomón y a su pueblo Israel. 11 Así acabó Salomón la casa del SEÑOR y el palacio del rey, y llevó a cabo todo lo que se había propuesto hacer en la casa del SEÑOR y en su palacio. 12 Y el SEÑOR se apareció a Salomón de noche y le dijo: He oído tu oración, y he escogido para mí este lugar como casa de sacrificio. 13 Si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta a devorar la tierra, o si envío la pestilencia entre mi pueblo, 14 y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. 15 Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar, 16 pues ahora he escogido y consagrado esta casa para que mi nombre esté allí para siempre, y mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días. 17 Y en cuanto a ti, si andas delante de mí como anduvo tu padre David, haciendo conforme a todo lo que te he mandado, y guardas mis estatutos y mis ordenanzas, 18 yo afirmaré el trono de tu reino como pacté con tu padre David, diciendo: "No te faltará hombre que gobierne en Israel." 19 Pero si vosotros os apartáis y abandonáis mis estatutos y mis mandamientos que he puesto delante de vosotros, y vais y servís a otros dioses y los adoráis, 20 yo os arrancaré de mi tierra que os he dado, y echaré de mi presencia esta casa que he consagrado a mi nombre, y la convertiré en refrán y escarnio entre todos los pueblos. 21 Y en cuanto a esta casa, que ha sido exaltada, todo el que pase cerca de ella, se asombrará y dirá: "¿Por qué ha hecho así el SEÑOR a esta tierra y a esta casa?" 22 Y responderán: "Porque abandonaron al SEÑOR, Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y tomaron otros dioses, los adoraron y los sirvieron; por eso El ha traído toda esta adversidad sobre ellos."
1 Y sucedió que al cabo de los veinte años, en los cuales Salomón había edificado la casa del SEÑOR y su propia casa, 2 reedificó las ciudades que Hiram le había dado, y estableció allí a los hijos de Israel. 3 Después Salomón fue a Hamat de Soba y la tomó. 4 Y reedificó Tadmor en el desierto y todas las ciudades de almacenaje que había edificado en Hamat. 5 También reedificó Bet-horón de arriba y Bet-horón de abajo, ciudades fortificadas, con muros, puertas y barras; 6 y Baalat y todas las ciudades de almacenaje que Salomón tenía, y todas las ciudades para sus carros, y las ciudades para sus hombres de a caballo, y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano y en toda la tierra de su dominio. 7 A todo el pueblo que había quedado de los heteos, amorreos, ferezeos, heveos y de los jebuseos, que no eran de Israel, 8 es decir, a sus descendientes que habían quedado en la tierra después de ellos, a quienes los hijos de Israel no habían destruido, Salomón les impuso leva de servidumbre hasta el día de hoy. 9 Mas de los hijos de Israel Salomón no hizo esclavos para su obra, porque ellos eran hombres de guerra, sus capitanes escogidos, los comandantes de sus carros y sus hombres de a caballo. 10 Y estos eran los principales oficiales del rey Salomón, doscientos cincuenta que gobernaban sobre el pueblo. 11 Y Salomón hizo subir a la hija de Faraón de la ciudad de David a la casa que él le había edificado; pues dijo: Mi mujer no habitará en la casa de David, rey de Israel, porque son sagrados los lugares donde el arca del SEÑOR ha entrado. 12 Entonces Salomón ofreció holocaustos al SEÑOR sobre el altar del SEÑOR que había edificado delante del pórtico; 13 y lo hizo conforme a lo prescrito para cada día, ofreciéndolos conforme al mandamiento de Moisés, para los días de reposo, las lunas nuevas y las tres fiestas anuales: la fiesta de los panes sin levadura, la fiesta de las semanas y la fiesta de los tabernáculos. 14 Y conforme a las ordenanzas de su padre David, designó las clases sacerdotales en sus servicios, a los levitas en sus deberes de alabar y ministrar delante de los sacerdotes según lo prescrito para cada día y a los porteros por sus clases para cada puerta; porque así lo había ordenado David, hombre de Dios. 15 Y no se apartaron del mandamiento del rey tocante a los sacerdotes y a los levitas en cosa alguna, ni tocante a los almacenes. 16 Así fue llevada a cabo toda la obra de Salomón desde el día en que se echaron los cimientos de la casa del SEÑOR hasta que fue terminada. Así fue acabada la casa del SEÑOR. 17 Entonces Salomón fue a Ezión-geber y a Elot junto a la costa en la tierra de Edom. 18 Y por medio de sus siervos, Hiram le envió naves y marinos conocedores del mar; y éstos fueron con los siervos de Salomón a Ofir, y de allí tomaron cuatrocientos cincuenta talentos de oro, que llevaron al rey Salomón.
1 Cuando se acercaban<***> a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió<***> a dos de sus discípulos, 2 y les dijo<***>: Id a la aldea enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, encontraréis un pollino atado en el cual nadie se ha montado todavía; desatadlo y traedlo. 3 Y si alguien os dice: "¿Por qué hacéis eso?" decid: "El Señor lo necesita"; y enseguida lo devolverá acá. 4 Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron<***>. 5 Y algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? 6 Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso. 7 Entonces trajeron<***> el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él. 8 Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos. 9 Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: ¡Hosanna! BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR; 10 Bendito el reino de nuestro padre David que viene; ¡Hosanna en las alturas! 11 Y entró en Jerusalén, llegó al templo, y después de mirar todo a su alrededor, salió para Betania con los doce, siendo ya avanzada la hora. 12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre. 13 Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si quizá pudiera hallar algo en ella; cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. 14 Y Jesús, hablando a la higuera, le dijo: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y sus discípulos le estaban escuchando. 15 Llegaron<***> a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas; 16 y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo. 17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: "MI CASA SERA LLAMADA CASA DE ORACION PARA TODAS LAS NACIONES"? Pero vosotros la habéis hecho CUEVA DE LADRONES. 18 Los principales sacerdotes y los escribas oyeron esto y buscaban cómo destruirle, porque le tenían miedo, pues toda la multitud estaba admirada de su enseñanza. 19 Y cuando atardecía, solían salir fuera de la ciudad. 20 Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces. 21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo<***>: Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. 22 Y Jesús respondió<***>, diciéndoles: Tened fe en Dios. 23 En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar", y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. 24 Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas. 25 Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones. 26 Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones. 27 Llegaron<***> de nuevo a Jerusalén; y cuando Jesús andaba por el templo, se le acercaron<***> los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28 y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio la autoridad para hacer esto? 29 Y Jesús les dijo: Yo también os haré una pregunta; respondédmela, y entonces os diré con qué autoridad hago estas cosas. 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme. 31 Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: "Del cielo", El dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?" 32 ¿Mas si decimos: "De los hombres"? Pero temían a la multitud, porque todos consideraban que Juan verdaderamente había sido un profeta. 33 Y respondiendo a Jesús, dijeron<***>: No sabemos. Y Jesús les dijo<***>: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
1 Entonces comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre PLANTO UNA VIÑA Y LA CERCO CON UN MURO, CAVO UN ESTANQUE DEBAJO DEL LAGAR Y EDIFICO UNA TORRE; la arrendó a labradores y se fue de viaje. 2 Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña. 3 Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. 4 De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente. 5 Y envió a otro y a éste lo mataron; y así con otros muchos, golpeando a unos y matando a otros. 6 Todavía le quedaba uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: "Respetarán a mi hijo." 7 Pero aquellos labradores se dijeron entre sí: "Este es el heredero; ¡venid, matémosle, y la heredad será nuestra!" 8 Y echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. 9 ¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros. 10 ¿Ni aun esta Escritura habéis leído: "LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS CONSTRUCTORES, ESA, EN PIEDRA ANGULAR SE HA CONVERTIDO; 11 ESTO FUE HECHO DE PARTE DEL SEÑOR, Y ES MARAVILLOSO A NUESTROS OJOS"? 12 Y procuraban prenderle, pero temían a la multitud, porque comprendieron que contra ellos había dicho la parábola. Y dejándole, se fueron. 13 Y le enviaron<***> algunos de los fariseos y de los herodianos para sorprenderle en alguna palabra. 14 Y cuando ellos llegaron<***>, le dijeron<***>: Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César, o no? 15 ¿Pagaremos o no pagaremos? Pero El, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me estáis poniendo a prueba? Traedme un denario para verlo. 16 Se lo trajeron, y El les dijo<***>: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: Del César. 17 Entonces Jesús les dijo: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de El. 18 Y algunos saduceos (los que dicen que no hay resurrección) se le acercaron<***>, y le preguntaban, diciendo: 19 Maestro, Moisés nos dejó escrito: SI EL HERMANO DE ALGUNO MUERE y deja mujer Y NO DEJA HIJO, que SU HERMANO TOME LA MUJER Y LEVANTE DESCENDENCIA A SU HERMANO. 20 Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia. 21 Y el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia; y asimismo el tercero; 22 y así los siete, sin dejar descendencia. Y por último murió también la mujer. 23 En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Pues los siete la tuvieron por mujer. 24 Jesús les dijo: ¿No es ésta la razón por la que estáis equivocados: que no entendéis las Escrituras ni el poder de Dios? 25 Porque cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dados en matrimonio, sino que serán como los ángeles en los cielos. 26 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza ardiendo, cómo Dios le habló, diciendo: "YO SOY EL DIOS DE ABRAHAM, Y EL DIOS DE ISAAC, Y EL DIOS DE JACOB"? 27 El no es Dios de muertos, sino de vivos; vosotros estáis muy equivocados. 28 Cuando uno de los escribas se acercó, los oyó discutir, y reconociendo que les había contestado bien, le preguntó: ¿Cuál mandamiento es el más importante de todos? 29 Jesús respondió: El más importante es: "ESCUCHA, ISRAEL; EL SEÑOR NUESTRO DIOS, EL SEÑOR UNO ES; 30 Y AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE, Y CON TODA TU FUERZA." 31 El segundo es éste: "AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO." No hay otro mandamiento mayor que éstos. 32 Y el escriba le dijo: Muy bien, Maestro; con verdad has dicho que EL ES UNO, Y NO HAY OTRO ADEMAS DE EL; 33 Y QUE AMARLE CON TODO EL CORAZON Y CON TODO EL ENTENDIMIENTO Y CON TODAS LAS FUERZAS, Y AMAR AL PROJIMO COMO A UNO MISMO, es más que todos los holocaustos y los sacrificios. 34 Viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y después de eso, nadie se aventuraba a hacerle más preguntas. 35 Y tomando la palabra, Jesús decía mientras enseñaba en el templo: ¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo dijo por el Espíritu Santo: "EL SEÑOR DIJO A MI SEÑOR: "SIENTATE A MI DIESTRA, HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS DEBAJO DE TUS PIES.'" 37 David mismo le llama "Señor." ¿En qué sentido es, pues, su hijo? Y la gran multitud le escuchaba con gusto. 38 Y en su enseñanza les decía: Cuidaos de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras largas, y aman los saludos respetuosos en las plazas, 39 los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes; 40 que devoran las casas de las viudas, y por las apariencias hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación. 41 Jesús se sentó frente al arca del tesoro, y observaba cómo la multitud echaba dinero en el arca del tesoro; y muchos ricos echaban grandes cantidades. 42 Y llegó una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre , o sea, un cuadrante . 43 Y llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro; 44 porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir.
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