47 Por cuanto no serviste al SEÑOR tu Dios con alegría y con gozo de corazón, cuando tenías la abundancia de todas las cosas, 48 por tanto servirás a tus enemigos, los cuales el SEÑOR enviará contra ti, en hambre, en sed, en desnudez y en escasez de todas las cosas; El pondrá yugo de hierro sobre tu cuello hasta que te haya destruido. 49 El SEÑOR levantará contra ti una nación de lejos, desde el extremo de la tierra, que descenderá rauda como águila, una nación cuya lengua no entenderás, 50 una nación de rostro fiero que no tendrá respeto al anciano ni tendrá compasión del niño. 51 Se comerá la cría de tu ganado y el fruto de tu suelo, hasta que seas destruido; tampoco te dejará grano, ni mosto, ni aceite, ni el aumento de tu ganado, ni las crías de tu rebaño, hasta que te haya hecho perecer. 52 Y te pondrá sitio en todas tus ciudades, hasta que tus muros altos y fortificados en los cuales tú confiabas caigan por toda tu tierra; y te sitiará en todas tus ciudades, por toda la tierra que el SEÑOR tu Dios te ha dado. 53 Entonces comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas que el SEÑOR tu Dios te ha dado, en el asedio y en la angustia con que tu enemigo te oprimirá. 54 El hombre que es tierno y muy delicado en medio de ti, será hostil hacia su hermano, hacia la mujer que ama y hacia el resto de sus hijos que le queden, 55 y no dará a ninguno de ellos nada de la carne de sus hijos que se comerá, ya que no le quedará nada en el asedio y en la angustia con que tu enemigo te oprimirá en todas tus ciudades. 56 La mujer tierna y delicada en medio tuyo, que no osaría poner la planta de su pie en tierra por ser delicada y tierna, será hostil hacia el esposo que ama, también hacia su hijo, hacia su hija, 57 hacia la placenta que salga de su seno y hacia los hijos que dé a luz; porque se los comerá en secreto por falta de otra cosa, en el asedio y en la angustia con que tu enemigo te oprimirá en tus ciudades. 58 Si no cuidas de poner en práctica todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible, el SEÑOR tu Dios, 59 entonces el SEÑOR hará horribles tus plagas y las plagas de tus descendientes, plagas severas y duraderas, y enfermedades perniciosas y crónicas. 60 Y traerá de nuevo sobre ti todas las enfermedades de Egipto de las cuales tenías temor, y no te dejarán. 61 También toda enfermedad y toda plaga que no están escritas en el libro de esta ley, el SEÑOR traerá sobre ti hasta que seas destruido. 62 Y quedaréis pocos en número, aunque erais multitud como las estrellas del cielo; porque no obedecisteis al SEÑOR tu Dios. 63 Y sucederá que tal como el SEÑOR se deleitaba en vosotros para prosperaros y multiplicaros, así el SEÑOR se deleitará en vosotros para haceros perecer y destruiros; y seréis arrancados de la tierra en la cual entráis para poseerla. 64 Además, el SEÑOR te dispersará entre todos los pueblos de un extremo de la tierra hasta el otro extremo de la tierra; y allí servirás a otros dioses, de madera y de piedra, que ni tú ni tus padres habéis conocido. 65 Y entre esas naciones no hallarás descanso, y no habrá reposo para la planta de tu pie, sino que allí el SEÑOR te dará un corazón temeroso, desfallecimiento de ojos y desesperación de alma. 66 Y tendrás la vida pendiente de un hilo; y estarás aterrado de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida. 67 Por la mañana dirás: "¡Oh, si fuera la tarde!" Y por la tarde dirás: "¡Oh, si fuera la mañana!" por causa del espanto de tu corazón con que temerás y por lo que verán tus ojos. 68 Y te hará volver el SEÑOR a Egipto en naves, por el camino del cual yo te había dicho: "Nunca más volverás a verlo." Y allí os ofreceréis en venta como esclavos y esclavas a vuestros enemigos, pero no habrá comprador.
1 Estas son las palabras del pacto que el SEÑOR mandó a Moisés que hiciera con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que El había hecho con ellos en Horeb. 2 Y convocó Moisés a todo Israel y les dijo: Habéis visto todo lo que el SEÑOR hizo delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto a Faraón, a todos sus siervos y a toda su tierra, 3 las grandes pruebas que vieron vuestros ojos, aquellas grandes señales y maravillas. 4 Pero hasta el día de hoy el SEÑOR no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. 5 Yo os he conducido durante cuarenta años en el desierto; no se han gastado los vestidos sobre vosotros y no se ha gastado la sandalia en vuestro pie. 6 No habéis comido pan ni habéis bebido vino ni sidra, para que sepáis que yo soy el SEÑOR vuestro Dios. 7 Cuando llegasteis a este lugar, Sehón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, salieron a nuestro encuentro para pelear, pero los derrotamos; 8 y tomamos su tierra y la dimos en herencia a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés. 9 Guardad, pues, las palabras de este pacto y ponedlas en práctica, para que prosperéis en todo lo que hagáis. 10 Hoy estáis todos vosotros en presencia del SEÑOR vuestro Dios: vuestros jefes, vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todos los hombres de Israel, 11 vuestros pequeños, vuestras mujeres, y el forastero que está dentro de tus campamentos, desde tu leñador hasta el que saca tu agua, 12 para que entres en el pacto con el SEÑOR tu Dios, y en su juramento que el SEÑOR tu Dios hace hoy contigo, 13 a fin de establecerte hoy como su pueblo y que El sea tu Dios, tal como te lo ha dicho y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.
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