8 Y Moisés contó a su suegro todo lo que el SEÑOR había hecho a Faraón y a los egipcios por amor a Israel, todas las dificultades que les habían sobrevenido en el camino y cómo los había librado el SEÑOR. 9 Y se alegró Jetro de todo el bien que el SEÑOR había hecho a Israel, al librarlo de la mano de los egipcios. 10 Entonces Jetro dijo: Bendito sea el SEÑOR que os libró de la mano de los egipcios y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo del poder de los egipcios. 11 Ahora sé que el SEÑOR es más grande que todos los dioses; ciertamente, esto se probó cuando trataron al pueblo con arrogancia. 12 Y Jetro, suegro de Moisés, tomó un holocausto y sacrificios para Dios, y Aarón vino con todos los ancianos de Israel a comer con el suegro de Moisés delante de Dios. 13 Y aconteció que al día siguiente Moisés se sentó a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta el atardecer. 14 Cuando el suegro de Moisés vio todo lo que él hacía por el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces por el pueblo? ¿Por qué juzgas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta el atardecer? 15 Y respondió Moisés a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16 Cuando tienen un pleito, vienen a mí, y yo juzgo entre uno y otro, dándoles a conocer los estatutos de Dios y sus leyes. 17 Y el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. 18 Con seguridad desfallecerás tú, y también este pueblo que está contigo, porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no puedes hacerlo tú solo. 19 Ahora, escúchame; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Sé tú el representante del pueblo delante de Dios, y somete los asuntos a Dios. 20 Y enséñales los estatutos y las leyes, y hazles saber el camino en que deben andar y la obra que han de realizar. 21 Además, escogerás de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres veraces que aborrezcan las ganancias deshonestas, y los pondrás sobre el pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 22 Y que juzguen ellos al pueblo en todo tiempo; y que traigan a ti todo pleito grave, pero que ellos juzguen todo pleito sencillo. Así será más fácil para ti, y ellos llevarán la carga contigo. 23 Si haces esto, y Dios te lo manda, tú podrás resistir y todo este pueblo por su parte irá en paz a su lugar. 24 Moisés escuchó a su suegro, e hizo todo lo que él había dicho. 25 Y escogió Moisés hombres capaces de entre todo Israel, y los puso por cabezas del pueblo, como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 26 Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo; el pleito difícil lo traían a Moisés, mas todo pleito sencillo lo juzgaban ellos. 27 Y Moisés despidió a su suegro, y éste se fue a su tierra.
1 Al tercer mes de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, ese mismo día, llegaron al desierto de Sinaí. 2 Partieron de Refidim, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon en el desierto; allí, delante del monte, acampó Israel. 3 Y Moisés subió hacia Dios, y el SEÑOR lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel: 4 "Vosotros habéis visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo os he tomado sobre alas de águilas y os he traído a mí. 5 "Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; 6 y vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. 7 Entonces Moisés fue y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso delante de ellos todas estas palabras que el SEÑOR le había mandado. 8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Haremos todo lo que el SEÑOR ha dicho. Y llevó Moisés al SEÑOR las palabras del pueblo. 9 Y el SEÑOR dijo a Moisés: He aquí, vendré a ti en una densa nube, para que el pueblo oiga cuando yo hable contigo y también te crean para siempre. Entonces Moisés comunicó al pueblo las palabras del SEÑOR. 10 El SEÑOR dijo también a Moisés: Ve al pueblo y conságralos hoy y mañana, y que laven sus vestidos; 11 y que estén preparados para el tercer día, porque al tercer día el SEÑOR descenderá a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí. 12 Y pondrás límites alrededor para el pueblo, y dirás: "Guardaos de subir al monte o tocar su límite; cualquiera que toque el monte, ciertamente morirá. 13 "Ninguna mano lo tocará, sino que será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá." Cuando suene largamente la bocina ellos subirán al monte. 14 Y Moisés bajó del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y ellos lavaron sus vestidos. 15 Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no os acerquéis a mujer. 16 Y aconteció que al tercer día, cuando llegó la mañana, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un fuerte sonido de trompeta; y tembló todo el pueblo que estaba en el campamento. 17 Entonces Moisés sacó al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y ellos se quedaron al pie del monte. 18 Y todo el monte Sinaí humeaba, porque el SEÑOR había descendido sobre él en fuego; el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía con violencia.
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