2 Compré, pues, el cinturón conforme a la palabra del SEÑOR, y me lo puse en la cintura. 3 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR por segunda vez, diciendo: 4 Toma el cinturón que has comprado, que llevas a la cintura, y levántate, vete al Eufrates y escóndelo allá en una hendidura de la peña. 5 Fui, pues, y lo escondí junto al Eufrates como el SEÑOR me había mandado. 6 Y sucedió que después de muchos días el SEÑOR me dijo: Levántate, vete al Eufrates y toma de allí el cinturón que te mandé que escondieras allá. 7 Fui, pues, al Eufrates y cavé, tomé el cinturón del lugar donde lo había escondido, y he aquí, el cinturón estaba podrido; no servía para nada. 8 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: 9 Así dice el SEÑOR: "De la misma manera haré que se pudra la soberbia de Judá y la gran soberbia de Jerusalén. 10 "Este pueblo malvado, que rehúsa escuchar mis palabras, que anda en la terquedad de su corazón y se ha ido tras otros dioses a servirles y a postrarse ante ellos, ha de ser como este cinturón que no sirve para nada. 11 "Porque como el cinturón se adhiere a la cintura del hombre, así hice adherirse a mí a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá"declara el SEÑOR"a fin de que fueran para mí por pueblo, por renombre, por alabanza y por gloria, pero no escucharon." 12 También les dirás esta palabra: "Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: 'Todo cántaro se llenará de vino.'" Y cuando ellos te digan: "¿Acaso no sabemos bien que todo cántaro ha de llenarse de vino?", 13 entonces les dirás: "Así dice el SEÑOR: 'He aquí, voy a llenar de embriaguez a todos los habitantes de esta tierra: a los reyes sucesores de David que se sientan sobre su trono, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén; 14 y los estrellaré unos contra otros, los padres con los hijos por igual'declara el SEÑOR. 'No tendré piedad, ni lástima, ni compasión, para dejar de destruirlos.'" 15 Escuchad y prestad atención, no seáis altaneros, porque el SEÑOR ha hablado. 16 Dad gloria al SEÑOR vuestro Dios antes que haga venir las tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen sobre los montes oscuros, y estéis esperando la luz, y El la transforme en profundas tinieblas, la torne en lobreguez. 17 Pero si no escucháis esto, mi alma sollozará en secreto por tal orgullo; mis ojos llorarán amargamente y se anegarán en lágrimas, porque ha sido hecho cautivo el rebaño del SEÑOR. 18 Di al rey y a la reina madre, humillaos, sentaos en el suelo, porque ha caído de vuestras cabezas vuestra hermosa corona. 19 Las ciudades del Neguev han sido cerradas, y no hay quien las abra: todo Judá ha sido llevado al destierro, llevado al cautiverio en su totalidad. 20 Alzad vuestros ojos, y ved a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que te fue confiado, tus hermosas ovejas? 21 ¿Qué dirás cuando El ponga sobre ti (a los que tú mismo habías enseñado) a antiguos compañeros para ser cabeza tuya? ¿No te vendrán dolores como de mujer de parto? 22 Y si dices en tu corazón: "¿Por qué me han sucedido estas cosas?" Por la magnitud de tu iniquidad te han quitado las faldas y descubierto tus calcañares. 23 ¿Puede el etíope mudar su piel, o el leopardo sus manchas? Así vosotros, ¿podréis hacer el bien estando acostumbrados a hacer el mal? 24 Por tanto, os esparciré como paja arrastrada por el viento del desierto. 25 Esta es tu suerte, la porción que ya he medido para ti declara el SEÑOR porque me has olvidado, y has confiado en la mentira. 26 Por lo cual yo también te levantaré las faldas sobre tu rostro, para que se vea tu verguenza. 27 En tus adulterios y en tus relinchos, en la bajeza de tu prostitución sobre las colinas del campo, he visto tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿Hasta cuándo seguirás sin purificarte?
1 Lo que vino como palabra del SEÑOR a Jeremías respecto a la sequía: 2 De luto está Judá, y sus puertas languidecen, están por tierra enlutadas, y sube el clamor de Jerusalén. 3 Sus nobles enviaban a sus siervos por agua; iban a las cisternas y no hallaban agua; volvían con sus vasijas vacías. Quedaron avergonzados y humillados, y se cubrieron la cabeza. 4 El suelo está agrietado, pues no ha habido lluvia sobre la tierra; los labradores, avergonzados, se han cubierto la cabeza. 5 Porque aún la cierva en el campo ha parido, pero abandona su cría porque no hay hierba. 6 Y los asnos monteses se paran en las alturas desoladas, jadeando por aire como chacales; desfallecen sus ojos porque no hay vegetación. 7 Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh SEÑOR, obra por amor de tu nombre. En verdad han sido muchas nuestras apostasías, contra ti hemos pecado. 8 Tú, esperanza de Israel, Salvador suyo en tiempo de angustia, ¿por qué has de ser como forastero en la tierra, o como caminante que ha plantado su tienda para pasar la noche? 9 ¿Por qué has de ser como hombre desalentado, como guerrero incapaz de salvar? Sin embargo tú estás en medio nuestro, oh SEÑOR, y por tu nombre somos llamados; ¡no nos abandones! 10 Así dice el SEÑOR de este pueblo: ¡Cómo les ha gustado vagar! No han refrenado sus pies. El SEÑOR, pues, no los acepta; ahora se acordará El de su iniquidad y castigará sus pecados. 11 Y el SEÑOR me dijo: No ruegues por el bienestar de este pueblo. 12 Cuando ayunen, no escucharé su clamor; cuando ofrezcan holocausto y ofrenda de cereal, no los aceptaré; sino que con espada, con hambre y con pestilencia los destruiré. 13 Y yo dije: ¡Ah, Señor DIOS! He aquí, los profetas les dicen: "No veréis espada ni tendréis hambre, sino que os daré paz verdadera en este lugar." 14 Entonces el SEÑOR me dijo: Mentira profetizan los profetas en mi nombre. Yo no los he enviado, ni les he dado órdenes, ni les he hablado; visión falsa, adivinación, vanidad y engaño de sus corazones ellos os profetizan.
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