23 Pues con las piedras del campo harás tu alianza, y las fieras del campo estarán en paz contigo. 24 Y sabrás que tu tienda está segura, porque visitarás tu morada y no temerás pérdida alguna. 25 También sabrás que tu descendencia será numerosa, y tus vástagos como la hierba de la tierra. 26 En pleno vigor llegarás al sepulcro, como se hacinan las gavillas a su tiempo. 27 He aquí, esto lo hemos examinado, y así es; óyelo, y conócelo para tu bien.
1 Entonces respondió Job y dijo: 2 ¡Oh, si pudiera pesarse mi sufrimiento, y ponerse en la balanza junto con mi calamidad! 3 Porque pesarían ahora más que la arena de los mares: por eso mis palabras han sido precipitadas. 4 Porque las flechas del Todopoderoso están clavadas en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu, y contra mí se juntan los terrores de Dios. 5 ¿Rebuzna el asno montés junto a su hierba, o muge el buey junto a su forraje? 6 ¿Se come sin sal lo insípido, o hay gusto en la clara del huevo? 7 Mi alma se niega a tocar estas cosas; son para mí alimento repugnante. 8 ¡Quién me diera que mi petición se cumpliera, que Dios me concediera mi anhelo, 9 que Dios consintiera en aplastarme, que soltara su mano y acabara conmigo! 10 Mas aún es mi consuelo, y me regocijo en el dolor sin tregua, que no he negado las palabras del Santo. 11 ¿Cuál es mi fuerza, para que yo espere, y cuál es mi fin, para que yo resista? 12 ¿Es mi fuerza la fuerza de las piedras, o es mi carne de bronce? 13 ¿Es que mi ayuda no está dentro de mí, y está alejado de mí todo auxilio? 14 Para el abatido, debe haber compasión de parte de su amigo; no sea que abandone el temor del Todopoderoso. 15 Mis hermanos han obrado engañosamente como un torrente, como las corrientes de los arroyos que se desvanecen, 16 que a causa del hielo están turbios y en los que la nieve se derrite. 17 Cuando se quedan sin agua, están silenciosos, cuando hace calor, desaparecen de su lugar. 18 Serpentean las sendas de su curso, se evaporan en la nada y perecen. 19 Las caravanas de Temán los buscaron, los viajeros de Sabá contaban con ellos. 20 Quedaron frustrados porque habían confiado, llegaron allí y fueron confundidos. 21 Ciertamente, así sois vosotros ahora, veis algo aterrador y os espantáis. 22 ¿Acaso he dicho: "Dadme algo", "De vuestra riqueza ofrecedme un soborno", 23 "Libradme de la mano del adversario", o: "Rescatadme de la mano de los tiranos"? 24 Instruidme, y yo callaré; mostradme en qué he errado. 25 ¡Cuán dolorosas son las palabras sinceras! Pero ¿qué prueba vuestro argumento? 26 ¿Pensáis censurar mis palabras, cuando las palabras del desesperado se las lleva el viento? 27 Aun echaríais suerte sobre los huérfanos, y especularíais con vuestro amigo. 28 Y ahora, tratad de mirarme y ved si miento en vuestra cara. 29 Desistid, por favor; que no haya injusticia; sí, desistid; en ello está aún mi justicia. 30 ¿Acaso hay injusticia en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir calamidades?
1 ¿No está el hombre obligado a trabajar sobre la tierra? ¿No son sus días como los días de un jornalero? 2 Como esclavo que suspira por la sombra, y como jornalero que espera con ansias su paga, 3 así me han dado en herencia meses inútiles, y noches de aflicción me han asignado. 4 Cuando me acuesto, digo: "¿Cuándo me levantaré?" Pero la noche sigue, y estoy dando vueltas continuamente hasta el amanecer. 5 Mi carne está cubierta de gusanos y de una costra de tierra; mi piel se endurece y supura. 6 Mis días pasan más veloces que la lanzadera, y llegan a su fin sin esperanza. 7 Recuerda que mi vida es un soplo, mis ojos no volverán a ver el bien. 8 El ojo del que me ve no me verá más; tus ojos estarán sobre mí, pero yo no existiré. 9 Como una nube se desvanece y pasa, así el que desciende al Seol no subirá; 10 no volverá más a su casa, ni su lugar lo verá más. 11 Por tanto, no refrenaré mi boca, hablaré en la angustia de mi espíritu, me quejaré en la amargura de mi alma. 12 ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino, para que me pongas guardia? 13 Si digo: "Mi cama me consolará, mi lecho atenuará mi queja", 14 entonces tú me asustas con sueños y me aterrorizas con visiones; 15 mi alma, pues, escoge la asfixia, la muerte, en lugar de mis dolores. 16 Languidezco; no he de vivir para siempre. Déjame solo, pues mis días son un soplo. 17 ¿Qué es el hombre para que lo engrandezcas, para que te preocupes por él, 18 para que lo examines cada mañana, y a cada momento lo pongas a prueba? 19 ¿Nunca apartarás de mí tu mirada, ni me dejarás solo hasta que trague mi saliva? 20 ¿He pecado? ¿Qué te he hecho a ti, oh guardián de los hombres? ¿Por qué has hecho de mí tu blanco, de modo que soy una carga para mí mismo? 21 Entonces, ¿por qué no perdonas mi transgresión y quitas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo; y tú me buscarás, pero ya no existiré.
1 Entonces respondió Bildad suhita, y dijo: 2 ¿Hasta cuándo hablarás estas cosas, y serán viento impetuoso las palabras de tu boca? 3 ¿Acaso tuerce Dios la justicia o tuerce el Todopoderoso lo que es justo? 4 Si tus hijos pecaron contra El, entonces El los entregó al poder de su transgresión. 5 Si tú buscaras a Dios e imploraras la misericordia del Todopoderoso, 6 si fueras puro y recto, ciertamente El se despertaría ahora en tu favor y restauraría tu justa condición. 7 Aunque tu principio haya sido insignificante, con todo, tu final aumentará sobremanera.
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