1 Entonces respondió Job, y dijo: 2 ¡Qué ayuda eres para el débil! ¡Cómo has salvado al brazo sin fuerza! 3 ¡Qué consejos has dado al que no tiene sabiduría, y qué útil conocimiento has dado en abundancia! 4 ¿A quién has proferido palabras, y de quién es el espíritu que habló en ti? 5 Las sombras tiemblan bajo las aguas y sus habitantes. 6 Desnudo está el Seol ante El, y el Abadón no tiene cobertura. 7 El extiende el norte sobre el vacío, y cuelga la tierra sobre la nada. 8 Envuelve las aguas en sus nubes, y la nube no se rompe bajo ellas. 9 Oscurece la faz de la luna llena, y extiende sobre ella su nube. 10 Ha trazado un círculo sobre la superficie de las aguas, en el límite de la luz y las tinieblas. 11 Las columnas del cielo tiemblan, y se espantan ante su reprensión. 12 Al mar agitó con su poder, y a Rahab quebrantó con su entendimiento. 13 Con su soplo se limpian los cielos; su mano ha traspasado la serpiente huidiza. 14 He aquí, estos son los bordes de sus caminos; ¡y cuán leve es la palabra que de El oímos! Pero su potente trueno, ¿quién lo puede comprender?
1 Entonces Job continuó su discurso y dijo: 2 ¡Vive Dios, que ha quitado mi derecho, y el Todopoderoso, que ha amargado mi alma! 3 Porque mientras haya vida en mí, y el aliento de Dios esté en mis narices, 4 mis labios, ciertamente, no hablarán injusticia, ni mi lengua proferirá engaño. 5 Lejos esté de mí que os dé la razón; hasta que muera, no abandonaré mi integridad. 6 Me aferraré a mi justicia y no la soltaré. Mi corazón no reprocha ninguno de mis días. 7 Sea como el impío mi enemigo, y como el injusto mi adversario. 8 Porque, ¿cuál es la esperanza del impío cuando es cortado, cuando Dios reclama su alma? 9 ¿Oirá Dios su clamor, cuando venga sobre él la angustia? 10 ¿Se deleitará en el Todopoderoso? ¿Invocará a Dios en todo tiempo? 11 Os instruiré en el poder de Dios; no ocultaré lo que concierne al Todopoderoso. 12 He aquí, todos vosotros lo habéis visto; ¿por qué, entonces, obráis neciamente? 13 Esta es la porción de parte de Dios para el hombre impío, y la herencia que los tiranos reciben del Todopoderoso. 14 Aunque sean muchos sus hijos, están destinados a la espada, y sus vástagos no se saciarán de pan. 15 Sus sobrevivientes serán sepultados a causa de la plaga, y sus viudas no podrán llorar. 16 Aunque amontone plata como polvo, y prepare vestidos abundantes como el barro; 17 él los puede preparar, pero el justo los vestirá, y el inocente repartirá la plata. 18 Edifica su casa como tela de araña, o como choza que el guarda construye. 19 Rico se acuesta, pero no volverá a serlo; abre sus ojos, y ya no hay nada. 20 Le alcanzan los terrores como una inundación; de noche le arrebata un torbellino. 21 Se lo lleva el viento solano, y desaparece, pues como torbellino lo arranca de su lugar. 22 Sin compasión se arrojará contra él; ciertamente él tratará de huir de su poder. 23 Batirán palmas por su ruina, y desde su propio lugar le silbarán.
1 Ciertamente hay una mina para la plata, y un lugar donde se refina el oro. 2 El hierro se saca de la tierra, y de la piedra se funde el cobre. 3 El hombre pone fin a las tinieblas, y hasta los límites más remotos escudriña la roca que está en lobreguez y densa oscuridad. 4 Abren minas lejos de lo habitado, olvidado por el pie; suspendidos se balancean lejos de los hombres. 5 De la tierra viene el alimento, y abajo está revuelta como por fuego. 6 Sus piedras son yacimientos de zafiros, y su polvo contiene oro. 7 Senda que ave de rapiña no conoce, ni que ojo de halcón ha alcanzado a ver; 8 las orgullosas bestias no la han pisado, ni el fiero león ha pasado por ella. 9 Pone el hombre su mano en el pedernal; vuelca de raíz los montes. 10 Abre canales en las rocas, y su ojo ve todo lo preciado. 11 Detiene los arroyos para que no corran, y saca a luz lo oculto. 12 Mas la sabiduría, ¿dónde se hallará? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? 13 No conoce el hombre su valor, ni se halla en la tierra de los vivientes. 14 El abismo dice: "No está en mí"; y el mar dice: "No está conmigo." 15 No se puede dar oro puro por ella, ni peso de plata por su precio. 16 No puede evaluarse con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni zafiro. 17 No la pueden igualar ni el oro ni el vidrio, ni se puede cambiar por artículos de oro puro. 18 Coral y cristal ni se mencionen; la adquisición de la sabiduría es mejor que las perlas. 19 El topacio de Etiopía no puede igualarla, ni con oro puro se puede evaluar. 20 ¿De dónde, pues, viene la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? 21 Está escondida de los ojos de todos los vivientes, y oculta a todas las aves del cielo. 22 El Abadón y la muerte dicen: "Con nuestros oídos hemos oído su fama." 23 Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar. 24 Porque El contempla los confines de la tierra, y ve todo bajo los cielos. 25 Cuando El dio peso al viento y determinó las aguas por medida; 26 cuando puso límite a la lluvia y camino para el rayo, 27 entonces El la vio y la declaró, la estableció y también la escudriñó. 28 Y dijo al hombre: "He aquí, el temor del Señor es sabiduría, y apartarse del mal, inteligencia."
1 Y reanudó Job su discurso, y dijo: 2 ¡Quién me diera volver a ser como en meses pasados, como en los días en que Dios velaba sobre mí; 3 cuando su lámpara resplandecía sobre mi cabeza, y a su luz caminaba yo en las tinieblas; 4 como era yo en los días de mi juventud , cuando el favor de Dios estaba sobre mi tienda; 5 cuando el Todopoderoso estaba aún conmigo, y mis hijos en derredor mío; 6 cuando en leche se bañaban mis pies, y la roca me derramaba ríos de aceite! 7 Cuando yo salía a la puerta de la ciudad, cuando en la plaza tomaba mi asiento, 8 me veían los jóvenes y se escondían, y los ancianos se levantaban y permanecían en pie. 9 Los príncipes dejaban de hablar y ponían la mano sobre su boca; 10 la voz de los nobles se apagaba, y la lengua se les pegaba al paladar. 11 Porque el oído que oía me llamaba bienaventurado, y el ojo que veía daba testimonio de mí; 12 porque yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que no tenía quien le ayudara. 13 Venía sobre mí la bendición del que estaba a punto de perecer, y el corazón de la viuda llenaba de gozo. 14 De justicia me vestía, y ella me cubría; como manto y turbante era mi derecho. 15 Ojos era yo para el ciego, y pies para el cojo. 16 Padre era para los necesitados, y examinaba la causa que no conocía. 17 Quebraba los colmillos del impío, y de sus dientes arrancaba la presa. 18 Entonces pensaba: "En mi nido moriré, y multiplicaré mis días como la arena. 19 "Mi raíz se extiende hacia las aguas, y el rocío se posa de noche en mi rama. 20 "Conmigo es siempre nueva mi gloria, y mi arco en mi mano se renueva." 21 Me escuchaban y esperaban, y guardaban silencio para oír mi consejo. 22 Después de mis palabras no hablaban de nuevo, y sobre ellos caía gota a gota mi discurso. 23 Me esperaban como a la lluvia, y abrían su boca como a lluvia de primavera. 24 Yo les sonreía cuando ellos no creían, y no abatían la luz de mi rostro. 25 Les escogía el camino y me sentaba como jefe, y moraba como rey entre las tropas, como el que consuela a los que lloran.
1 Pero ahora se burlan de mí los que son más jóvenes que yo, a cuyos padres no consideraba yo dignos de poner con los perros de mi ganado. 2 En verdad, la fuerza de sus manos ¿de qué me servía? Había desaparecido de ellos el vigor. 3 De miseria y hambre estaban extenuados; roían la tierra seca de noche en desierto y desolación; 4 arrancaban malvas junto a los matorrales, y raíz de retama era su alimento. 5 De la comunidad fueron expulsados, gritaban contra ellos como contra un ladrón. 6 Moraban en valles de terror, en las cuevas de la tierra y de las peñas. 7 Entre los matorrales clamaban; bajo las ortigas se reunían. 8 Necios, sí, hijos sin nombre, echados a latigazos de la tierra. 9 Y ahora he venido a ser su escarnio, y soy para ellos refrán. 10 Me aborrecen y se alejan de mí, y no se retraen de escupirme a la cara. 11 Por cuanto El ha aflojado la cuerda de su arco y me ha afligido, se han quitado el freno delante de mí. 12 A mi derecha se levanta el populacho , arrojan lazos a mis pies y preparan contra mí sus caminos de destrucción. 13 Arruinan mi senda, a causa de mi destrucción se benefician, nadie los detiene. 14 Como por ancha brecha vienen, en medio de la tempestad siguen rodando. 15 Contra mí se vuelven los terrores, como el viento persiguen mi honor, y como nube se ha disipado mi prosperidad. 16 Y ahora en mí se derrama mi alma; se han apoderado de mí días de aflicción. 17 De noche El traspasa mis huesos dentro de mí, y los dolores que me roen no descansan. 18 Una gran fuerza deforma mi vestidura, me aprieta como el cuello de mi túnica. 19 El me ha arrojado al lodo, y soy como el polvo y la ceniza. 20 Clamo a ti, y no me respondes; me pongo en pie, y no me prestas atención. 21 Te has vuelto cruel conmigo, con el poder de tu mano me persigues. 22 Me alzas al viento, me haces cabalgar en él, y me deshaces en la tempestad. 23 Pues sé que a la muerte me llevarás, a la casa de reunión de todos los vivientes. 24 Sin embargo ¿no extiende la mano el que está en un montón de ruinas, cuando clama en su calamidad? 25 ¿No he llorado por aquél cuya vida es difícil? ¿No se angustió mi alma por el necesitado? 26 Cuando esperaba yo el bien, vino el mal, cuando esperaba la luz, vino la oscuridad. 27 Por dentro me hierven las entrañas, y no puedo descansar; me vienen al encuentro días de aflicción. 28 Ando enlutado, sin consuelo; me levanto en la asamblea y clamo. 29 He venido a ser hermano de chacales, y compañero de avestruces. 30 Mi piel se ennegrece sobre mí, y mis huesos se queman por la fiebre. 31 Se ha convertido en duelo mi arpa, y mi flauta en voz de los que lloran.
1 Hice un pacto con mis ojos, ¿cómo podía entonces mirar a una virgen? 2 ¿Y cuál es la porción de Dios desde arriba, o la heredad del Todopoderoso desde las alturas? 3 ¿No es la calamidad para el injusto, y el infortunio para los que obran iniquidad? 4 ¿No ve El mis caminos, y cuenta todos mis pasos? 5 Si he caminado con la mentira, y si mi pie se ha apresurado tras el engaño, 6 que El me pese en balanzas de justicia, y que Dios conozca mi integridad. 7 Si mi paso se ha apartado del camino, si mi corazón se ha ido tras mis ojos, y si alguna mancha se ha pegado en mis manos, 8 que yo siembre y otro coma, y sean arrancadas mis cosechas. 9 Si mi corazón fue seducido por mujer, o he estado al acecho a la puerta de mi prójimo, 10 que muela para otro mi mujer, y otros se encorven sobre ella. 11 Porque eso sería una infamia, y una iniquidad castigada por los jueces; 12 porque sería fuego que consume hasta el Abadón, y arrancaría toda mi ganancia. 13 Si he menospreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando presentaron queja contra mí, 14 ¿qué haré cuando Dios se levante? Y cuando El me pida cuentas, ¿qué le responderé? 15 ¿Acaso el que me hizo a mí en el seno materno, no lo hizo también a él? ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz? 16 Si he impedido a los pobres su deseo, o he hecho desfallecer los ojos de la viuda, 17 o si he comido mi bocado solo, y el huérfano no ha comido de él 18 (aunque desde mi juventud él creció conmigo como con un padre, y a la viuda la guié desde mi infancia); 19 si he visto a alguno perecer por falta de ropa, y sin abrigo al necesitado, 20 si sus lomos no me han expresado gratitud , pues no se ha calentado con el vellón de mis ovejas; 21 si he alzado contra el huérfano mi mano, porque vi que yo tenía apoyo en la puerta, 22 que mi hombro se caiga de la coyuntura, y mi brazo se quiebre en el codo. 23 Porque el castigo de Dios es terror para mí, y ante su majestad nada puedo hacer. 24 Si he puesto en el oro mi confianza, y he dicho al oro fino: Tú eres mi seguridad; 25 si me he alegrado porque mi riqueza era grande, y porque mi mano había adquirido mucho; 26 si he mirado al sol cuando brillaba, o a la luna marchando en esplendor, 27 y fue mi corazón seducido en secreto, y mi mano tiró un beso de mi boca, 28 eso también hubiera sido iniquidad que merecía juicio, porque habría negado al Dios de lo alto. 29 ¿Acaso me he alegrado en la destrucción de mi enemigo, o me he regocijado cuando el mal le sobrevino? 30 No, no he permitido que mi boca peque pidiendo su vida en una maldición. 31 ¿Acaso no han dicho los hombres de mi tienda: "¿Quién puede hallar a alguno que no se haya saciado con su carne?" 32 El forastero no pasa la noche afuera, porque al viajero he abierto mis puertas. 33 ¿Acaso he cubierto mis transgresiones como Adán, ocultando en mi seno mi iniquidad, 34 porque temí a la gran multitud, o el desprecio de las familias me aterró, y guardé silencio y no salí de mi puerta? 35 ¡Quién me diera que alguien me oyera! He aquí mi firma. ¡Que me responda el Todopoderoso! Y la acusación que ha escrito mi adversario, 36 ciertamente yo la llevaría sobre mi hombro, y me la ceñiría como una corona. 37 Del número de mis pasos yo le daría cuenta, como a un príncipe me acercaría a El. 38 Si mi tierra clama contra mí, y sus surcos lloran juntos; 39 si he comido su fruto sin dinero, o si he causado que sus dueños pierdan sus vidas, 40 ¡que en lugar de trigo crezcan abrojos, y en lugar de cebada hierba maloliente! Aquí terminan las palabras de Job.
1 Entonces estos tres hombres dejaron de responder a Job porque él era justo a sus propios ojos. 2 Pero se encendió la ira de Eliú, hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram. Se encendió su ira contra Job porque se justificaba delante de Dios. 3 Su ira se encendió también contra sus tres amigos porque no habían hallado respuesta, y sin embargo habían condenado a Job. 4 Eliú había esperado para hablar a Job porque los otros eran de más edad que él. 5 Pero cuando vio Eliú que no había respuesta en la boca de los tres hombres, se encendió su ira. 6 Y respondió Eliú, hijo de Baraquel buzita, y dijo: Yo soy joven, y vosotros ancianos; por eso tenía timidez y me atemorizaba declararos lo que pienso. 7 Yo pensé que los días hablarían, y los muchos años enseñarían sabiduría. 8 Pero hay un espíritu en el hombre, y el soplo del Todopoderoso le da entendimiento. 9 Los de muchos años quizá no sean sabios, ni los ancianos entiendan justicia. 10 Por eso digo: "Escuchadme, también yo declararé lo que pienso." 11 He aquí, esperé vuestras palabras, escuché vuestros argumentos, mientras buscabais qué decir; 12 os presté además mucha atención. He aquí, no hubo ninguno que refutara a Job, ninguno de vosotros que respondiera a sus palabras. 13 No digáis: "Hemos hallado sabiduría; Dios lo derrotará, no el hombre." 14 Pero él no ha dirigido sus palabras contra mí, ni yo le responderé con vuestros argumentos. 15 Están desconcertados, ya no responden; les han faltado las palabras. 16 ¿Y he de esperar porque ellos no hablan, porque se detienen y ya no responden? 17 Yo también responderé mi parte, yo también declararé lo que pienso. 18 Porque estoy lleno de palabras; dentro de mí el espíritu me constriñe. 19 He aquí, mi vientre es como vino sin respiradero, está a punto de reventar como odres nuevos. 20 Dejadme hablar para que encuentre alivio, dejadme abrir los labios y responder. 21 Que no haga yo acepción de persona, ni use lisonja con nadie. 22 Porque no sé lisonjear, de otra manera mi Hacedor me llevaría pronto.
1 Por tanto, Job, oye ahora mi discurso, y presta atención a todas mis palabras. 2 He aquí, ahora abro mi boca, en mi paladar habla mi lengua. 3 Mis palabras proceden de la rectitud de mi corazón, y con sinceridad mis labios hablan lo que saben. 4 El Espíritu de Dios me ha hecho, y el aliento del Todopoderoso me da vida. 5 Contradíceme si puedes; colócate delante de mí, ponte en pie. 6 He aquí, yo como tú, pertenezco a Dios; del barro yo también he sido formado. 7 He aquí, mi temor no te debe espantar, ni mi mano agravarse sobre ti. 8 Ciertamente has hablado a oídos míos, y el sonido de tus palabras he oído: 9 "Yo soy limpio, sin transgresión; soy inocente y en mí no hay culpa. 10 "He aquí, El busca pretextos contra mí; me tiene por enemigo suyo. 11 "Pone mis pies en el cepo; vigila todas mis sendas." 12 He aquí, déjame decirte que no tienes razón en esto, porque Dios es más grande que el hombre. 13 ¿Por qué te quejas contra El, diciendo que no da cuenta de todas sus acciones? 14 Ciertamente Dios habla una vez, y otra vez, pero nadie se da cuenta de ello. 15 En un sueño, en una visión nocturna, cuando un sueño profundo cae sobre los hombres, mientras dormitan en sus lechos, 16 entonces El abre el oído de los hombres, y sella su instrucción, 17 para apartar al hombre de sus obras, y del orgullo guardarlo; 18 libra su alma de la fosa y su vida de pasar al Seol. 19 El hombre es castigado también con dolor en su lecho, y con queja continua en sus huesos, 20 para que su vida aborrezca el pan, y su alma el alimento favorito. 21 Su carne desaparece a la vista, y sus huesos que no se veían, aparecen. 22 Entonces su alma se acerca a la fosa, y su vida a los que causan la muerte. 23 Si hay un ángel que sea su mediador, uno entre mil, para declarar al hombre lo que es bueno para él, 24 y que tenga piedad de él, y diga: "Líbralo de descender a la fosa, he hallado su rescate"; 25 que su carne se vuelva más tierna que en su juventud, que regrese a los días de su vigor juvenil. 26 Entonces orará a Dios, y El lo aceptará, para que vea con gozo su rostro, y restaure su justicia al hombre. 27 Cantará él a los hombres y dirá: "He pecado y pervertido lo que es justo, y no es apropiado para mí. 28 "El ha redimido mi alma de descender a la fosa, y mi vida verá la luz." 29 He aquí, Dios hace todo esto a menudo con los hombres, 30 para rescatar su alma de la fosa, para que sea iluminado con la luz de la vida. 31 Pon atención, Job, escúchame; calla, y déjame hablar. 32 Si algo tienes que decir, respóndeme; habla, porque deseo justificarte. 33 Si no, escúchame; calla, y te enseñaré sabiduría.
1 Entonces prosiguió Eliú, y dijo: 2 Oíd, sabios, mis palabras, y vosotros los que sabéis, prestadme atención. 3 Porque el oído distingue las palabras, como el paladar prueba la comida. 4 Escojamos para nosotros lo que es justo; conozcamos entre nosotros lo que es bueno. 5 Porque Job ha dicho: "Yo soy justo, pero Dios me ha quitado mi derecho. 6 "¿He de mentir respecto a mi derecho? Mi herida es incurable, sin haber yo cometido transgresión." 7 ¿Qué hombre es como Job, que bebe el escarnio como agua, 8 que va en compañía de los que hacen iniquidad, y anda con hombres perversos? 9 Porque ha dicho: "Nada gana el hombre cuando se complace en Dios." 10 Por tanto, escuchadme, hombres de entendimiento. Lejos esté de Dios la iniquidad, y del Todopoderoso la maldad. 11 Porque El paga al hombre conforme a su trabajo, y retribuye a cada cual conforme a su conducta. 12 Ciertamente, Dios no obrará perversamente, y el Todopoderoso no pervertirá el juicio. 13 ¿Quién le dio autoridad sobre la tierra? ¿Y quién ha puesto a su cargo el mundo entero? 14 Si El determinara hacerlo así, si hiciera volver a sí mismo su espíritu y su aliento, 15 toda carne a una perecería, y el hombre volvería al polvo. 16 Pero si tienes inteligencia, oye esto, escucha la voz de mis palabras. 17 ¿Gobernará el que aborrece la justicia? ¿Y condenarás al Justo poderoso, 18 que dice a un rey: "Indigno", a los nobles: "Perversos"; 19 que no hace acepción de príncipes, ni considera al rico sobre el pobre, ya que todos son obra de sus manos? 20 En un momento mueren, y a medianoche se estremecen los pueblos y pasan, y los poderosos son quitados sin esfuerzo. 21 Porque sus ojos observan los caminos del hombre, y El ve todos sus pasos. 22 No hay tinieblas ni densa oscuridad donde puedan esconderse los que hacen iniquidad. 23 Porque El no necesita considerar más al hombre, para que vaya ante Dios en juicio. 24 El quebranta a los poderosos sin indagar, y pone a otros en su lugar. 25 Pues El conoce sus obras, de noche los derriba y son aplastados. 26 Como a malvados los azota en un lugar público, 27 porque se apartaron de seguirle, y no consideraron ninguno de sus caminos, 28 haciendo que el clamor del pobre llegara a El, y que oyera el clamor de los afligidos. 29 Cuando está quieto, ¿quién puede condenarle?; y cuando esconde su rostro, ¿quién puede contemplarle?; esto es, tanto nación como hombre, 30 para que no gobiernen hombres impíos, ni sean lazos para el pueblo. 31 Porque ¿ha dicho alguno a Dios: "He sufrido castigo, ya no ofenderé más; 32 enséñame lo que no veo; si he obrado mal, no lo volveré a hacer?" 33 ¿Ha de retribuir El según tus condiciones, porque tú has rehusado? Porque tú tienes que escoger y no yo, por tanto, declara lo que sabes. 34 Los hombres entendidos me dirán, y también el sabio que me oiga: 35 "Job habla sin conocimiento, y sus palabras no tienen sabiduría. 36 "Job debe ser juzgado hasta el límite, porque responde como los hombres perversos. 37 "Porque a su pecado añade rebelión; bate palmas entre nosotros, y multiplica sus palabras contra Dios."
1 Entonces continuó Eliú, y dijo: 2 ¿Piensas que esto es justo? Dices: "Mi justicia es más que la de Dios." 3 Porque dices: "¿Qué ventaja será para ti? ¿Qué ganaré yo por no haber pecado?" 4 Yo te daré razones, y a tus amigos contigo. 5 Mira a los cielos y ve, contempla las nubes, son más altas que tú. 6 Si has pecado, ¿qué logras tú contra El? Y si tus transgresiones son muchas, ¿qué le haces? 7 Si eres justo, ¿qué le das, o qué recibe El de tu mano? 8 Para un hombre como tú es tu maldad, y para un hijo de hombre tu justicia. 9 A causa de la multitud de opresiones claman los hombres; gritan a causa del brazo de los poderosos. 10 Pero ninguno dice: "¿Dónde está Dios mi Hacedor, que inspira cánticos en la noche, 11 que nos enseña más que a las bestias de la tierra, y nos hace más sabios que las aves de los cielos?" 12 Allí claman, pero El no responde a causa del orgullo de los malos. 13 Ciertamente el clamor vano no escuchará Dios, el Todopoderoso no lo tomará en cuenta. 14 Cuánto menos cuando dices que no le contemplas, que la causa está delante de El y tienes que esperarle. 15 Y ahora, porque El no ha castigado con su ira, ni se ha fijado bien en la transgresión, 16 Job abre vanamente su boca, multiplica palabras sin sabiduría.
1 Entonces continuó Eliú, y dijo: 2 Espérame un poco, y te mostraré que todavía hay más que decir en favor de Dios. 3 Traeré mi conocimiento desde lejos, y atribuiré justicia a mi Hacedor. 4 Porque en verdad no son falsas mis palabras; uno perfecto en conocimiento está contigo. 5 He aquí, Dios es poderoso pero no desprecia a nadie, es poderoso en la fuerza del entendimiento. 6 No mantiene vivo al impío, mas da justicia al afligido. 7 No aparta sus ojos del justo, sino que, con los reyes sobre el trono, los ha sentado para siempre, y son ensalzados. 8 Y si están aprisionados con cadenas, y son atrapados en las cuerdas de aflicción, 9 entonces les muestra su obra y sus transgresiones, porque ellos se han engrandecido. 10 El abre sus oídos para la instrucción, y ordena que se vuelvan del mal. 11 Si escuchan y le sirven, acabarán sus días en prosperidad y sus años en delicias. 12 Pero si no escuchan, perecerán a espada, y morirán sin conocimiento. 13 Mas los impíos de corazón acumulan la ira; no claman pidiendo ayuda cuando El los ata. 14 Mueren en su juventud, y su vida perece entre los sodomitas de cultos paganos. 15 El libra al afligido en medio de su aflicción, y abre su oído en tiempos de opresión. 16 Entonces, en verdad, El te atrajo de la boca de la angustia, a un lugar espacioso, sin limitaciones, en lugar de aquélla; y lo que se puso sobre tu mesa estaba lleno de grosura. 17 Pero tú estabas lleno de juicio sobre el malvado; el juicio y la justicia se apoderan de ti. 18 Ten cuidado, no sea que el furor te induzca a burlarte; no dejes que la grandeza del rescate te extravíe. 19 ¿Te protegerán tus riquezas de la angustia, o todas las fuerzas de tu poder? 20 No anheles la noche, cuando los pueblos desaparecen de su lugar. 21 Ten cuidado, no te inclines al mal; pues has preferido éste a la aflicción. 22 He aquí, Dios es exaltado en su poder, ¿quién es maestro como El? 23 ¿Quién le ha señalado su camino, y quién le ha dicho: "Has hecho mal"? 24 Recuerda que debes ensalzar su obra, la cual han cantado los hombres. 25 Todos los hombres la han visto; el hombre desde lejos la contempla. 26 He aquí, Dios es exaltado, y no le conocemos; el número de sus años es inescrutable. 27 Porque El atrae las gotas de agua, y ellas, del vapor, destilan lluvia, 28 que derraman las nubes, y en abundancia gotean sobre el hombre. 29 ¿Puede alguno comprender la extensión de las nubes, o el tronar de su pabellón? 30 He aquí, El extiende su relámpago en derredor suyo, y cubre los abismos del mar. 31 Pues por estos medios El juzga a los pueblos, y da alimento en abundancia. 32 El cubre sus manos con el relámpago, y le ordena dar en el blanco. 33 Su trueno anuncia su presencia; también su ira, respecto a lo que se levanta.
1 Ante esto también tiembla mi corazón, y salta de su lugar. 2 Escuchad atentamente el estruendo de su voz, y el rugido que sale de su boca. 3 Bajo todos los cielos lo suelta, y su relámpago hasta los confines de la tierra. 4 Tras él, ruge una voz; truena El con su majestuosa voz, y no retiene los relámpagos mientras se oye su voz. 5 Maravillosamente truena Dios con su voz, haciendo grandes cosas que no comprendemos. 6 Porque a la nieve dice: "Cae sobre la tierra", y al aguacero y a la lluvia: "Sed fuertes." 7 El sella la mano de todo hombre, para que todos conozcan su obra. 8 La fiera entra en su guarida, y permanece en su madriguera. 9 Del sur viene el torbellino, y del norte el frío. 10 Del soplo de Dios se forma el hielo, y se congela la extensión de las aguas. 11 También El carga de humedad la densa nube, y esparce la nube con su relámpago; 12 aquélla gira y da vueltas por su sabia dirección, para hacer todo lo que El le ordena sobre la faz de toda la tierra. 13 Ya sea por corrección, o por el mundo suyo, o por misericordia, El hace que suceda. 14 Escucha esto, Job, detente y considera las maravillas de Dios. 15 ¿Sabes tú cómo Dios las establece, y hace resplandecer el relámpago de su nube? 16 ¿Sabes tú la posición de las densas nubes, maravillas del perfecto en conocimiento, 17 tú, cuyos vestidos están calientes cuando la tierra está en calma a causa del viento del sur? 18 ¿Puedes con El extender el firmamento, fuerte como espejo de metal fundido? 19 Enséñanos qué le hemos de decir a Dios; no podemos ordenar nuestro argumento a causa de las tinieblas. 20 ¿Habrá que contarle que yo quiero hablar? ¿O debe un hombre decir que quiere ser tragado? 21 Ahora los hombres no ven la luz que brilla en el firmamento; pero pasa el viento y lo despeja. 22 Del norte viene dorado esplendor: majestad impresionante alrededor de Dios. 23 Es el Todopoderoso; no le podemos alcanzar; El es grande en poder, y no pervertirá el juicio ni la abundante justicia. 24 Por eso le temen los hombres; El no estima a ninguno que se cree sabio de corazón.
1 Entonces el SEÑOR respondió a Job desde el torbellino y dijo: 2 ¿Quién es éste que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento? 3 Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y yo te preguntaré, y tú me instruirás. 4 ¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. 5 ¿Quién puso sus medidas?, ya que sabes, ¿o quién extendió sobre ella cordel? 6 ¿Sobre qué se asientan sus basas, o quién puso su piedra angular 7 cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo? 8 ¿O quién encerró con puertas el mar, cuando, irrumpiendo, se salió de su seno; 9 cuando hice de una nube su vestidura, y de espesa oscuridad sus pañales; 10 cuando sobre él establecí límites, puse puertas y cerrojos, 11 y dije: "Hasta aquí llegarás, pero no más allá; aquí se detendrá el orgullo de tus olas"? 12 ¿Alguna vez en tu vida has mandado a la mañana, y hecho conocer al alba su lugar, 13 para que ella eche mano a los confines de la tierra, y de ella sean sacudidos los impíos? 14 Ella cambia como barro bajo el sello; y como con vestidura se presenta. 15 Mas se quita la luz a los impíos, y se quiebra el brazo levantado. 16 ¿Has entrado hasta las fuentes del mar, o andado en las profundidades del abismo? 17 ¿Te han sido reveladas las puertas de la muerte, o has visto las puertas de la densa oscuridad? 18 ¿Has comprendido la extensión de la tierra? Dímelo, si tú sabes todo esto. 19 ¿Dónde está el camino a la morada de la luz? Y la oscuridad, ¿dónde está su lugar, 20 para que la lleves a su territorio, y para que disciernas los senderos de su casa? 21 ¡Tú lo sabes, porque entonces ya habías nacido, y grande es el número de tus días! 22 ¿Has entrado en los depósitos de la nieve, o has visto los depósitos del granizo, 23 que he reservado para el tiempo de angustia, para el día de guerra y de batalla? 24 ¿Dónde está el camino en que se divide la luz, o el viento solano esparcido sobre la tierra? 25 ¿Quién ha abierto un canal para el turbión, o un camino para el rayo, 26 para traer lluvia sobre tierra despoblada, sobre un desierto sin hombre alguno, 27 para saciar la tierra desierta y desolada, y hacer brotar las semillas de la hierba? 28 ¿Tiene padre la lluvia? ¿Quién ha engendrado las gotas de rocío? 29 ¿Del vientre de quién ha salido el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la ha dado a luz? 30 El agua se endurece como la piedra, y aprisionada está la superficie del abismo. 31 ¿Puedes tú atar las cadenas de las Pléyades, o desatar las cuerdas de Orión? 32 ¿Haces aparecer una constelación a su tiempo, y conduces la Osa con sus hijos? 33 ¿Conoces tú las ordenanzas de los cielos, o fijas su dominio en la tierra? 34 ¿Puedes levantar tu voz a las nubes, para que abundancia de agua te cubra? 35 ¿Envías los relámpagos para que vayan y te digan: "Aquí estamos?" 36 ¿Quién ha puesto sabiduría en lo más íntimo del ser, o ha dado a la mente inteligencia? 37 ¿Quién puede contar las nubes con sabiduría, o inclinar los odres de los cielos, 38 cuando el polvo en masa se endurece, y los terrones se pegan entre sí? 39 ¿Puedes cazar la presa para la leona, o saciar el apetito de los leoncillos, 40 cuando se agachan en sus madrigueras, o están al acecho en sus guaridas? 41 ¿Quién prepara para el cuervo su alimento, cuando sus crías claman a Dios, y vagan sin comida?
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