15 hijo mío, no andes en el camino con ellos, aparta tu pie de su senda, 16 porque sus pies corren hacia el mal, y a derramar sangre se apresuran. 17 Porque es en vano tender la red ante los ojos de cualquier ave; 18 pero ellos a su propia sangre asechan, tienden lazo a sus propias vidas. 19 Tales son los caminos de todo el que se beneficia por la violencia: que quita la vida de sus poseedores. 20 La sabiduría clama en la calle, en las plazas alza su voz; 21 clama en las esquinas de las calles concurridas; a la entrada de las puertas de la ciudad pronuncia sus discursos: 22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores se deleitarán en hacer burla, y los necios aborrecerán el conocimiento? 23 Volveos a mi reprensión: he aquí, derramaré mi espíritu sobre vosotros, os haré conocer mis palabras. 24 Porque he llamado y habéis rehusado oír, he extendido mi mano y nadie ha hecho caso; 25 habéis desatendido todo consejo mío, y no habéis deseado mi reprensión; 26 también yo me reiré de vuestra calamidad, me burlaré cuando sobrevenga lo que teméis, 27 cuando venga como tormenta lo que teméis, y vuestra calamidad sobrevenga como torbellino, cuando vengan sobre vosotros tribulación y angustia. 28 Entonces me invocarán, pero no responderé; me buscarán con diligencia, pero no me hallarán; 29 porque odiaron el conocimiento, y no escogieron el temor del SEÑOR, 30 ni quisieron aceptar mi consejo, y despreciaron toda mi reprensión; 31 comerán del fruto de su conducta, y de sus propias artimañas se hartarán. 32 Porque el desvío de los simples los matará, y la complacencia de los necios los destruirá. 33 Pero el que me escucha vivirá seguro, y descansará, sin temor al mal.
1 Hijo mío, si recibes mis palabras, y atesoras mis mandamientos dentro de ti, 2 da oído a la sabiduría, inclina tu corazón al entendimiento; 3 porque si clamas a la inteligencia, y alzas tu voz al entendimiento, 4 si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, 5 entonces entenderás el temor del SEÑOR, y descubrirás el conocimiento de Dios. 6 Porque el SEÑOR da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia. 7 El reserva la prosperidad para los rectos, es escudo para los que andan en integridad, 8 guarda las sendas del juicio, y preserva el camino de sus santos. 9 Entonces discernirás justicia y juicio, equidad y todo buen sendero; 10 porque la sabiduría entrará en tu corazón, y el conocimiento será grato a tu alma; 11 la discreción velará sobre ti, el entendimiento te protegerá, 12 para librarte de la senda del mal, del hombre que habla cosas perversas; 13 de los que dejan las sendas de rectitud, para andar por los caminos tenebrosos; 14 de los que se deleitan en hacer el mal, y se regocijan en las perversidades del mal, 15 cuyas sendas son torcidas, y se extravían en sus senderos. 16 Ella te librará de la mujer extraña, de la desconocida que lisonjea con sus palabras, 17 la cual deja al compañero de su juventud, y olvida el pacto de su Dios; 18 porque su casa se inclina hacia la muerte, y sus senderos hacia los muertos; 19 todos los que a ella van, no vuelven, ni alcanzan las sendas de la vida. 20 Por tanto andarás en el camino de los buenos, y guardarás las sendas de los justos; 21 porque los rectos morarán en la tierra, y los íntegros permanecerán en ella; 22 pero los impíos serán cortados de la tierra, y los pérfidos serán desarraigados de ella.
1 Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza , y tu corazón guarde mis mandamientos, 2 porque largura de días y años de vida y paz te añadirán. 3 La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. 4 Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres. 5 Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. 6 Reconócele en todos tus caminos, y El enderezará tus sendas. 7 No seas sabio a tus propios ojos, teme al SEÑOR y apártate del mal. 8 Será medicina para tu cuerpo y refrigerio para tus huesos. 9 Honra al SEÑOR con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos; 10 entonces tus graneros se llenarán con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto. 11 Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR ni aborrezcas su reprensión, 12 porque el SEÑOR a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita. 13 Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento; 14 porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades mejor que el oro fino. 15 Es más preciosa que las joyas, y nada de lo que deseas se compara con ella. 16 Larga vida hay en su mano derecha, en su mano izquierda, riquezas y honra. 17 Sus caminos son caminos agradables y todas sus sendas, paz. 18 Es árbol de vida para los que de ella echan mano, y felices son los que la abrazan. 19 Con sabiduría fundó el SEÑOR la tierra, con inteligencia estableció los cielos. 20 Con su conocimiento los abismos fueron divididos y los cielos destilan rocío. 21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos, guarda la prudencia y la discreción, 22 y serán vida para tu alma, y adorno para tu cuello. 23 Entonces andarás con seguridad por tu camino, y no tropezará tu pie. 24 Cuando te acuestes no tendrás temor, sí, te acostarás y será dulce tu sueño. 25 No temerás el pavor repentino, ni el ataque de los impíos cuando venga, 26 porque el SEÑOR será tu confianza, y guardará tu pie de ser apresado.
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