1 Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos; no ando tras las grandezas, ni en cosas demasiado difíciles para mí; 2 sino que he calmado y acallado mi alma; como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado reposa en mí mi alma. 3 Espera, oh Israel, en el SEÑOR, desde ahora y para siempre.
1 Con todo mi corazón te daré gracias; en presencia de los dioses te cantaré alabanzas. 2 Me postraré hacia tu santo templo, y daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu verdad; porque has engrandecido tu palabra conforme a todo tu nombre. 3 En el día que invoqué, me respondiste; me hiciste valiente con fortaleza en mi alma. 4 Todos los reyes de la tierra te alabarán, SEÑOR, cuando hayan oído los dichos de tu boca. 5 Y cantarán de los caminos del SEÑOR, porque grande es la gloria del SEÑOR. 6 Porque el SEÑOR es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos. 7 Aunque yo ande en medio de la angustia, tú me vivificarás; extenderás tu mano contra la ira de mis enemigos, y tu diestra me salvará. 8 El SEÑOR cumplirá su propósito en mí; eterna, oh SEÑOR, es tu misericordia; no abandones las obras de tus manos.
1 Oh SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido. 2 Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. 3 Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. 4 Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh SEÑOR, tú ya la sabes toda. 5 Por detrás y por delante me has cercado, y tu mano pusiste sobre mí. 6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar. 7 ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? 8 Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú. 9 Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, 10 aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. 11 Si digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz en torno mío será noche; 12 ni aun las tinieblas son oscuras para ti, y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para ti. 13 Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre. 14 Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho ; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. 15 No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. 16 Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos. 17 ¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! 18 Si los contara, serían más que la arena; al despertar aún estoy contigo. 19 ¡Oh Dios, si tú hicieras morir al impío! Por tanto, apartaos de mí, hombres sanguinarios. 20 Porque hablan contra ti perversamente, y tus enemigos toman tu nombre en vano. 21 ¿No odio a los que te aborrecen, SEÑOR? ¿Y no me repugnan los que se levantan contra ti? 22 Los aborrezco con el más profundo odio; se han convertido en mis enemigos. 23 Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. 24 Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno.
1 Oh SEÑOR, escucha mi oración, presta oído a mis súplicas, respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia; 2 y no entres en juicio con tu siervo, porque no es justo delante de ti ningún viviente. 3 Pues el enemigo ha perseguido mi alma, ha aplastado mi vida contra la tierra; me ha hecho morar en lugares tenebrosos, como los que hace tiempo están muertos. 4 Y en mí languidece mi espíritu; mi corazón está consternado dentro de mí. 5 Me acuerdo de los días antiguos, en todas tus obras medito, reflexiono en la obra de tus manos. 6 A ti extiendo mis manos; mi alma te anhela como la tierra sedienta. (Selah) 7 Respóndeme pronto, oh SEÑOR, porque mi espíritu desfallece; no escondas de mí tu rostro, para que no llegue yo a ser como los que descienden a la sepultura. 8 Por la mañana hazme oír tu misericordia, porque en ti confío; enséñame el camino por el que debo andar, pues a ti elevo mi alma. 9 Líbrame de mis enemigos, oh SEÑOR; en ti me refugio. 10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen Espíritu me guíe a tierra firme. 11 Por amor a tu nombre, SEÑOR, vivifícame; por tu justicia, saca mi alma de la angustia. 12 Y por tu misericordia, extirpa a mis enemigos, y destruye a todos los que afligen mi alma; pues yo soy tu siervo.
1 Bendito sea el SEÑOR, mi roca, que adiestra mis manos para la guerra, y mis dedos para la batalla. 2 Misericordia mía y fortaleza mía, mi baluarte y mi libertador, escudo mío en quien me he refugiado, el que sujeta a mi pueblo debajo de mí. 3 Oh SEÑOR, ¿qué es el hombre para que tú lo tengas en cuenta, o el hijo del hombre para que pienses en él? 4 El hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa. 5 Oh SEÑOR, inclina tus cielos y desciende; toca los montes para que humeen. 6 Despide relámpagos y dispérsalos; lanza tus flechas y confúndelos. 7 Extiende tu mano desde lo alto; rescátame y líbrame de las muchas aguas, de la mano de extranjeros 8 cuya boca habla falsedad y cuya diestra es diestra de mentira. 9 Oh Dios, un cántico nuevo te cantaré; con arpa de diez cuerdas cantaré alabanzas a ti, 10 el que da la victoria a los reyes, el que rescata a David su siervo de espada maligna. 11 Rescátame y líbrame de la mano de extranjeros, cuya boca habla falsedad, y cuya diestra es diestra de mentira. 12 Sean nuestros hijos en su juventud como plantíos florecientes, y nuestras hijas como columnas de esquinas labradas como las de un palacio. 13 Estén llenos nuestros graneros, suministrando toda clase de sustento, y nuestros rebaños produzcan miles y diez miles en nuestros campos. 14 Esté cargado nuestro ganado, sin fracasos y sin pérdida, y no haya gritos en nuestras calles. 15 Bienaventurado el pueblo a quien así le sucede; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR.
1 Te exaltaré mi Dios, oh Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. 2 Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. 3 Grande es el SEÑOR, y digno de ser alabado en gran manera; y su grandeza es inescrutable. 4 Una generación alabará tus obras a otra generación, y anunciará tus hechos poderosos. 5 En el glorioso esplendor de tu majestad, y en tus maravillosas obras meditaré. 6 Los hombres hablarán del poder de tus hechos portentosos, y yo contaré tu grandeza. 7 Ellos proclamarán con entusiasmo la memoria de tu mucha bondad, y cantarán con gozo de tu justicia. 8 Clemente y compasivo es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia. 9 El SEÑOR es bueno para con todos, y su compasión, sobre todas sus obras. 10 SEÑOR, tus obras todas te darán gracias, y tus santos te bendecirán. 11 La gloria de tu reino dirán, y hablarán de tu poder, 12 para dar a conocer a los hijos de los hombres tus hechos poderosos, y la gloria de la majestad de tu reino. 13 Tu reino es reino por todos los siglos, y tu dominio permanece por todas las generaciones. 14 El SEÑOR sostiene a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos. 15 A ti miran los ojos de todos, y a su tiempo tú les das su alimento. 16 Abres tu mano, y sacias el deseo de todo ser viviente. 17 Justo es el SEÑOR en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos. 18 El SEÑOR está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad. 19 Cumplirá el deseo de los que le temen, también escuchará su clamor y los salvará. 20 El SEÑOR guarda a todos los que le aman, pero a todos los impíos destruirá. 21 Mi boca proclamará la alabanza del SEÑOR; y toda carne bendecirá su santo nombre eternamente y para siempre.
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