1 Líbrame, oh SEÑOR, de los hombres malignos; guárdame de los hombres violentos, 2 que traman maldades en su corazón; que cada día provocan guerras. 3 Aguzan su lengua como serpiente; veneno de víbora hay bajo sus labios. (Selah) 4 Guárdame, SEÑOR, de las manos del impío; protégeme de los hombres violentos, que se han propuesto hacerme tropezar. 5 Los soberbios han ocultado trampa y cuerdas para mí; han tendido red al borde del sendero; me han puesto lazos. (Selah) 6 Dije al SEÑOR: Tú eres mi Dios; escucha, oh SEÑOR, la voz de mis súplicas. 7 Oh DIOS, Señor, poder de mi salvación, tú cubriste mi cabeza en el día de la batalla. 8 No concedas, SEÑOR, los deseos del impío; no hagas prosperar sus malos designios, para que no se exalten. (Selah) 9 En cuanto a los que me rodean, que la malicia de sus labios los cubra. 10 Caigan sobre ellos carbones encendidos; sean arrojados en el fuego, en abismos profundos de donde no se puedan levantar. 11 Que el hombre de mala lengua no permanezca en la tierra; que al hombre violento lo persiga el mal implacablemente . 12 Yo sé que el SEÑOR sostendrá la causa del afligido, y el derecho de los pobres. 13 Ciertamente los justos darán gracias a tu nombre, y los rectos morarán en tu presencia.
1 La balanza falsa es abominación al SEÑOR, pero el peso cabal es su deleite. 2 Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría. 3 La integridad de los rectos los guiará, mas la perversidad de los pérfidos los destruirá. 4 De nada sirven las riquezas el día de la ira, pero la justicia libra de la muerte. 5 La justicia del íntegro enderezará su camino, pero el impío caerá por su propia impiedad. 6 La justicia de los rectos los librará, mas los pérfidos en su codicia serán atrapados. 7 Cuando muere el hombre impío, su esperanza se acaba, y la expectación de los poderosos perece. 8 El justo es librado de tribulación, y el impío toma su lugar. 9 Con la boca el impío destruye a su prójimo, mas por el conocimiento los justos serán librados. 10 Con el bien de los justos, se regocija la ciudad, y cuando perecen los impíos, hay gritos de alegría. 11 Por la bendición de los rectos, se enaltece la ciudad, pero por la boca de los impíos, es derribada. 12 El que menosprecia a su prójimo carece de entendimiento, pero el hombre prudente guarda silencio. 13 El que anda en chismes revela secretos, pero el de espíritu leal oculta las cosas. 14 Donde no hay buen consejo, el pueblo cae, pero en la abundancia de consejeros está la victoria . 15 Ciertamente sufrirá el que sale fiador por un extraño, pero el que odia salir fiador está seguro. 16 La mujer agraciada alcanza honra, y los poderosos alcanzan riquezas. 17 El hombre misericordioso se hace bien a sí mismo, pero el cruel a sí mismo se hace daño. 18 El impío gana salario engañoso, pero el que siembra justicia recibe verdadera recompensa. 19 El que persiste en la justicia alcanzará la vida, y el que va en pos del mal, su propia muerte. 20 Los de corazón perverso son abominación al SEÑOR, pero los de camino intachable son su deleite. 21 Ciertamente el malvado no quedará sin castigo, mas la descendencia de los justos será librada. 22 Como anillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa que carece de discreción . 23 El deseo de los justos es sólo el bien, la esperanza de los malvados es la ira. 24 Hay quien reparte, y le es añadido más, y hay quien retiene lo que es justo, sólo para venir a menos. 25 El alma generosa será prosperada, y el que riega será también regado. 26 Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá, pero habrá bendición sobre la cabeza del que lo vende. 27 El que con diligencia busca el bien, se procura favor, pero el que busca el mal, le vendrá. 28 El que confía en sus riquezas, caerá, pero los justos prosperarán como la hoja verde. 29 El que turba su casa, heredará viento, y el necio será siervo del sabio de corazón. 30 El fruto del justo es árbol de vida, y el que gana almas es sabio. 31 Si el justo es recompensado en la tierra, ¡cuánto más el impío y el pecador!
1 Entonces Jesús habló a la muchedumbre y a sus discípulos, 2 diciendo: Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. 3 De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen. 4 Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas 5 Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos; 6 aman el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, 7 y los saludos respetuosos en las plazas y ser llamados por los hombres Rabí. 8 Pero vosotros no dejéis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. 9 Y no llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10 Ni dejéis que os llamen preceptores; porque uno es vuestro Preceptor, Cristo. 11 Pero el mayor de vosotros será vuestro servidor. 12 Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado. 13 Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando. 14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación 15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros. 16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: "No es nada el que alguno jure por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación." 17 ¡Insensatos y ciegos!, porque ¿qué es más importante: el oro, o el templo que santificó el oro? 18 También decís: "No es nada el que alguno jure por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación." 19 ¡Ciegos!, porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda 20 Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; 21 y el que jura por el templo, jura por él y por el que en él habita 22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él. 23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas. 24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! 25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. 26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio. 27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. 29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas." 31 Así que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. 32 Llenad, pues, la medida de la culpa de vuestros padres. 33 ¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del infierno ? 34 Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas: de ellos, a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, 35 para que recaiga sobre vosotros la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien asesinasteis entre el templo y el altar. 36 En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación 37 ¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 38 He aquí, vuestra casa se os deja desierta 39 Porque os digo que desde ahora en adelante no me veréis más hasta que digáis: "BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR."
1 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte llamada la Italiana, 2 piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, que daba muchas limosnas al pueblo judío y oraba a Dios continuamente. 3 Como a la hora novena del día, vio claramente en una visión a un ángel de Dios que entraba a donde él estaba y le decía: Cornelio. 4 Mirándolo fijamente y atemorizado, Cornelio dijo: ¿Qué quieres, Señor? Y él le dijo: Tus oraciones y limosnas han ascendido como memorial delante de Dios. 5 Despacha ahora algunos hombres a Jope, y manda traer a un hombre llamado Simón, que también se llama Pedro. 6 Este se hospeda con un curtidor llamado Simón, cuya casa está junto al mar . 7 Y después que el ángel que le hablaba se había ido, Cornelio llamó a dos de los criados y a un soldado piadoso de los que constantemente le servían, 8 y después de explicarles todo, los envió a Jope. 9 Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar como a la hora sexta . 10 Tuvo hambre y deseaba comer; pero mientras le preparaban algo de comer, le sobrevino un éxtasis; 11 y vio<***> el cielo abierto y un objeto semejante a un gran lienzo que descendía, bajado a la tierra por las cuatro puntas; 12 había en él toda clase de cuadrúpedos y reptiles de la tierra, y aves del cielo. 13 Y oyó una voz: Levántate, Pedro, mata y come. 14 Mas Pedro dijo: De ninguna manera, Señor, porque yo jamás he comido nada impuro o inmundo. 15 De nuevo, por segunda vez, llegó a él una voz: Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro. 16 Y esto sucedió tres veces, e inmediatamente el lienzo fue recogido al cielo. 17 Mientras Pedro estaba perplejo pensando en lo que significaría la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, después de haber preguntado por la casa de Simón, aparecieron a la puerta; 18 y llamando, preguntaron si allí se hospedaba Simón, el que también se llamaba Pedro. 19 Y mientras Pedro meditaba sobre la visión, el Espíritu le dijo: Mira, tres hombres te buscan. 20 Levántate, pues, desciende y no dudes en acompañarlos, porque yo los he enviado. 21 Pedro descendió a donde estaban los hombres, y les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido? 22 Y ellos dijeron: A Cornelio el centurión, un hombre justo y temeroso de Dios, y que es muy estimado por toda la nación de los judíos, le fue ordenado por un santo ángel que te hiciera venir a su casa para oír tus palabras. 23 Entonces los invitó a entrar y los hospedó. Al día siguiente se levantó y fue con ellos, y algunos de los hermanos de Jope lo acompañaron. 24 Al otro día entró en Cesarea. Cornelio los estaba esperando y había reunido a sus parientes y amigos íntimos. 25 Y sucedió que cuando Pedro iba a entrar, Cornelio salió a recibirlo, y postrándose a sus pies, lo adoró. 26 Mas Pedro lo levantó, diciendo: Ponte de pie; yo también soy hombre. 27 Y conversando con él, entró y halló<***> mucha gente reunida. 28 Y les dijo: Vosotros sabéis cuán ilícito es para un judío asociarse con un extranjero o visitarlo, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre debo llamar impuro o inmundo; 29 por eso, cuando fui llamado, vine sin poner ninguna objeción. Pregunto, pues, ¿por qué causa me habéis enviado a llamar? 30 Y Cornelio dijo: A esta misma hora, hace cuatro días, estaba yo orando en mi casa a la hora novena ; y he aquí, un hombre con vestiduras resplandecientes, se puso delante de mí, 31 y dijo<***>: "Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus obras de caridad han sido recordadas delante de Dios. 32 "Envía, pues, a Jope, y haz llamar a Simón, que también se llama Pedro; él está hospedado en casa de Simón el curtidor, junto al mar ." 33 Por tanto, envié por ti al instante, y has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí presentes delante de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado. 34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto. 36 El mensaje que El envió a los hijos de Israel, predicando paz por medio de Jesucristo (El es Señor de todos), 37 vosotros sabéis lo que ocurrió en toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que Juan predicó. 38 Vosotros sabéis cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con El. 39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. Y también le dieron muerte, colgándole en una cruz. 40 A éste Dios le resucitó al tercer día e hizo que se manifestara, 41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que fueron escogidos de antemano por Dios, es decir, a nosotros que comimos y bebimos con El después que resucitó de los muertos. 42 Y nos mandó predicar al pueblo, y testificar con toda solemnidad que este Jesús es el que Dios ha designado como Juez de los vivos y de los muertos. 43 De éste dan testimonio todos los profetas, de que por su nombre, todo el que cree en El recibe el perdón de los pecados. 44 Mientras Pedro aún hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban el mensaje. 45 Y todos los creyentes que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, se quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, 46 pues les oían hablar en lenguas y exaltar a Dios. Entonces Pedro dijo: 47 ¿Puede acaso alguien negar el agua para que sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros? 48 Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se quedara con ellos unos días.
1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; 2 y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma. 3 Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos; 4 ni obscenidades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas, sino más bien acciones de gracias. 5 Porque con certeza sabéis esto: que ningún inmoral, impuro, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. 6 Que nadie os engañe con palabras vanas, pues por causa de estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. 7 Por tanto, no seáis partícipes con ellos; 8 porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz 9 (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad), 10 examinando qué es lo que agrada al Señor. 11 Y no participéis en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascaradlas; 12 porque es vergonzoso aun hablar de las cosas que ellos hacen en secreto. 13 Pero todas las cosas se hacen visibles cuando son expuestas por la luz, pues todo lo que se hace visible es luz. 14 Por esta razón dice: Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo. 15 Por tanto, tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Así pues, no seáis necios, sino entended cuál es la voluntad del Señor. 18 Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; 20 dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre; 21 sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo. 22 Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor. 23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo. 24 Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada. 28 Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia; 30 porque somos miembros de su cuerpo. 31 POR ESTO EL HOMBRE DEJARA A SU PADRE Y A SU MADRE, Y SE UNIRA A SU MUJER, Y LOS DOS SERAN UNA SOLA CARNE. 32 Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia. 33 En todo caso, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.
1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres 2 al observar vuestra conducta casta y respetuosa. 3 Y que vuestro adorno no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, 4 sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios. 5 Porque así también se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos. 6 Así obedeció Sara a Abraham, llamándolo señor, y vosotras habéis llegado a ser hijas de ella, si hacéis el bien y no estáis amedrentadas por ningún temor. 7 Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas. 8 En conclusión, sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde; 9 no devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición. 10 Pues EL QUE QUIERE AMAR LA VIDA Y VER DIAS BUENOS, REFRENE SU LENGUA DEL MAL Y SUS LABIOS NO HABLEN ENGAÑO. 11 APARTESE DEL MAL Y HAGA EL BIEN; BUSQUE LA PAZ Y SIGALA. 12 PORQUE LOS OJOS DEL SEÑOR ESTAN SOBRE LOS JUSTOS, Y SUS OIDOS ATENTOS A SUS ORACIONES; PERO EL ROSTRO DEL SEÑOR ESTA CONTRA LOS QUE HACEN EL MAL. 13 ¿Y quién os podrá hacer daño si demostráis tener celo por lo bueno? 14 Pero aun si sufrís por causa de la justicia, dichosos sois. Y NO OS AMEDRENTEIS POR TEMOR A ELLOS NI OS TURBEIS, 15 sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia; 16 teniendo buena conciencia, para que en aquello en que sois calumniados, sean avergonzados los que difaman vuestra buena conducta en Cristo. 17 Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal. 18 Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu; 19 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, 20 quienes en otro tiempo fueron desobedientes cuando la paciencia de Dios esperaba en los días de Noé, durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvadas a través del agua. 21 Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora os salva (no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia) mediante la resurrección de Jesucristo, 22 quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de que le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades.
1 Consolad, consolad a mi pueblodice vuestro Dios. 2 Hablad al corazón de Jerusalén y decidle a voces que su lucha ha terminado, que su iniquidad ha sido quitada, que ha recibido de la mano del SEÑOR el doble por todos sus pecados. 3 Una voz clama: Preparad en el desierto camino al SEÑOR; allanad en la soledad calzada para nuestro Dios. 4 Todo valle sea elevado, y bajado todo monte y collado; vuélvase llano el terreno escabroso, y lo abrupto, ancho valle. 5 Entonces será revelada la gloria del SEÑOR, y toda carne a una la verá, pues la boca del SEÑOR ha hablado. 6 Una voz dijo: Clama. Entonces él respondió: ¿Qué he de clamar? Toda carne es hierba, y todo su esplendor es como flor del campo. 7 Sécase la hierba, marchítase la flor cuando el aliento del SEÑOR sopla sobre ella; en verdad el pueblo es hierba. 8 Sécase la hierba, marchítase la flor, mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. 9 Súbete a un alto monte, oh Sion, portador de buenas nuevas; levanta con fuerza tu voz, oh Jerusalén, portadora de buenas nuevas; levántala, no temas. Di a las ciudades de Judá: Aquí está vuestro Dios. 10 He aquí, el Señor DIOS vendrá con poder, y su brazo gobernará por El. He aquí, con El está su galardón, y delante de El su recompensa. 11 Como pastor apacentará su rebaño, en su brazo recogerá los corderos, y en su seno los llevará; guiará con cuidado a las recién paridas. 12 ¿Quién midió las aguas en el hueco de su mano, con su palmo tomó la medida de los cielos, con un tercio de medida calculó el polvo de la tierra, pesó los montes con la báscula, y las colinas con la balanza? 13 ¿Quién guió al Espíritu del SEÑOR, o como consejero suyo le enseñó? 14 ¿A quién pidió consejo y quién le dio entendimiento? ¿Quién le instruyó en la senda de la justicia, le enseñó conocimiento, y le mostró el camino de la inteligencia? 15 He aquí, las naciones son como gota en un cubo, y son estimadas como grano de polvo en la balanza; he aquí, El levanta las islas como al polvo fino. 16 El Líbano no basta para el fuego, ni bastan sus bestias para el holocausto. 17 Todas las naciones ante El son como nada, menos que nada e insignificantes son consideradas por El. 18 ¿A quién, pues, asemejaréis a Dios, o con qué semejanza le compararéis? 19 El artífice funde el ídolo, el orfebre lo recubre de oro y el platero le hace cadenas de plata. 20 El que es muy pobre para tal ofrenda escoge un árbol que no se pudra; se busca un hábil artífice para erigir un ídolo que no se tambalee. 21 ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿No os lo han anunciado desde el principio? ¿No lo habéis entendido desde la fundación de la tierra? 22 El es el que está sentado sobre la redondez de la tierra, cuyos habitantes son como langostas; El es el que extiende los cielos como una cortina y los despliega como una tienda para morar. 23 El es el que reduce a la nada a los gobernantes, y hace insignificantes a los jueces de la tierra. 24 Apenas han sido plantados, apenas han sido sembrados, apenas ha arraigado en la tierra su tallo, cuando El sopla sobre ellos, y se secan, y la tempestad como hojarasca se los lleva. 25 ¿A quién, pues, me haréis semejante para que yo sea su igual?dice el Santo. 26 Alzad a lo alto vuestros ojos y ved quién ha creado estos astros: el que hace salir en orden a su ejército, y a todos llama por su nombre. Por la grandeza de su fuerza y la fortaleza de su poder no falta ni uno. 27 ¿Por qué dices, Jacob, y afirmas, Israel: Escondido está mi camino del SEÑOR, y mi derecho pasa inadvertido a mi Dios? 28 ¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? El Dios eterno, el SEÑOR, el creador de los confines de la tierra no se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable. 29 El da fuerzas al fatigado, y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigor. 30 Aun los mancebos se fatigan y se cansan, y los jóvenes tropiezan y vacilan, 31 pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.
1 Entonces Job respondió al SEÑOR, y dijo: 2 Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado. 3 "¿Quién es éste que oculta el consejo sin entendimiento?" Por tanto, he declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía. 4 "Escucha ahora, y hablaré; te preguntaré y tú me instruirás." 5 He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. 6 Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza. 7 Y sucedió que después que el SEÑOR habló estas palabras a Job, el SEÑOR dijo a Elifaz temanita: Se ha encendido mi ira contra ti y contra tus dos amigos, porque no habéis hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job. 8 Ahora pues, tomad siete novillos y siete carneros, id a mi siervo Job y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros. Porque ciertamente a él atenderé para no hacer con vosotros conforme a vuestra insensatez, porque no habéis hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job. 9 Y Elifaz temanita y Bildad suhita y Zofar naamatita fueron e hicieron tal como el SEÑOR les había dicho; y el SEÑOR aceptó a Job. 10 Y el SEÑOR restauró el bienestar de Job cuando éste oró por sus amigos; y el SEÑOR aumentó al doble todo lo que Job había poseído. 11 Entonces todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que le habían conocido antes, vinieron a él y comieron pan con él en su casa; se condolieron de él y lo consolaron por todo el mal que el SEÑOR había traído sobre él. Cada uno le dio una moneda de plata, y cada uno un anillo de oro. 12 El SEÑOR bendijo los últimos días de Job más que los primeros; y tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13 Y tuvo siete hijos y tres hijas. 14 Llamó a la primera Jemina, a la segunda Cesia y a la tercera Keren-hapuc. 15 Y en toda la tierra no se encontraban mujeres tan hermosas como las hijas de Job; y su padre les dio herencia entre sus hermanos. 16 Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta cuatro generaciones. 17 Y murió Job, anciano y lleno de días.
1 El SEÑOR habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 2 Cuando un hombre tenga en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca lustrosa, y se convierta en infección de lepra en la piel de su cuerpo, será traído al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes. 3 Y el sacerdote mirará la infección en la piel del cuerpo; y si el pelo en la infección se ha vuelto blanco, y la infección parece más profunda que la piel de su cuerpo, es una infección de lepra; cuando el sacerdote lo haya examinado lo declarará inmundo. 4 Pero si la mancha lustrosa es blanca en la piel de su cuerpo, y no parece ser más profunda que la piel, y el pelo en ella no se ha vuelto blanco, entonces el sacerdote aislará por siete días al que tiene la infección. 5 Al séptimo día el sacerdote lo examinará, y si en su parecer la infección no ha cambiado, y si la infección no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo aislará por otros siete días. 6 El sacerdote lo examinará de nuevo al séptimo día; y si la infección ha oscurecido, y la infección no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio; es sólo una postilla. Y lavará sus vestidos y quedará limpio. 7 Pero si la postilla se extiende en la piel después que él se haya mostrado al sacerdote para su purificación, volverá a presentarse al sacerdote. 8 Y el sacerdote lo examinará, y si la postilla se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará inmundo; es lepra. 9 Cuando haya infección de lepra en un hombre, será traído al sacerdote. 10 Entonces el sacerdote lo examinará, y si hay hinchazón blanca en la piel, y el pelo se ha vuelto blanco, y hay carne viva en la hinchazón, 11 es lepra crónica en la piel de su cuerpo, y el sacerdote lo declarará inmundo; no lo aislará, porque es inmundo. 12 Y si la lepra brota y se extiende en la piel, y la lepra cubre toda la piel del que tenía la infección, desde su cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, 13 entonces el sacerdote mirará, y he aquí, si la lepra ha cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al que tenía la infección; se ha vuelto toda blanca y él es limpio. 14 Pero cuando aparezca en él carne viva, será inmundo. 15 Y el sacerdote mirará la carne viva, y lo declarará inmundo; la carne viva es inmunda, es lepra. 16 Mas si la carne viva cambia nuevamente y se vuelve blanca, entonces vendrá al sacerdote, 17 y el sacerdote lo mirará, y he aquí, si la infección se ha vuelto blanca, el sacerdote declarará limpio al que tenía la infección; limpio es. 18 Cuando el cuerpo tenga una úlcera en su piel, y se sane, 19 y en el lugar de la úlcera haya hinchazón blanca, o una mancha lustrosa, blanca rojiza, será mostrada al sacerdote, 20 y el sacerdote la examinará, y he aquí, si parece estar a un nivel más bajo que la piel y su pelo se ha vuelto blanco, el sacerdote lo declarará inmundo; es infección de lepra, ha brotado en la úlcera. 21 Pero si el sacerdote la examina, y he aquí, no hay pelos blancos en ella, y no está a nivel más bajo que la piel y se ha oscurecido, el sacerdote lo aislará por siete días; 22 y si se extiende en la piel, el sacerdote lo declarará inmundo: es infección. 23 Pero si la mancha lustrosa permanece en su lugar y no se extiende, es sólo la cicatriz de la úlcera; el sacerdote lo declarará limpio. 24 Asimismo, si el cuerpo sufre en su piel una quemadura de fuego, y la carne viva de la quemadura se vuelve una mancha lustrosa, blanca rojiza o sólo blanca, 25 entonces el sacerdote la examinará. Y si el pelo en la mancha lustrosa se ha vuelto blanco, y la mancha parece estar más profunda que la piel, es lepra; ha brotado en la quemadura. Por tanto, el sacerdote lo declarará inmundo; es infección de lepra. 26 Pero si el sacerdote la examina, y he aquí, no hay pelo blanco en la mancha lustrosa y no está más profunda que la piel, pero está oscura, entonces el sacerdote lo aislará por siete días. 27 Al séptimo día el sacerdote lo examinará. Si se ha extendido en la piel, el sacerdote lo declarará inmundo; es infección de lepra. 28 Pero si la mancha lustrosa permanece en su lugar y no se ha extendido en la piel, sino que está oscura, es la hinchazón de la quemadura; y el sacerdote lo declarará limpio, pues es sólo la cicatriz de la quemadura. 29 Si un hombre o una mujer tiene una infección en la cabeza o en la barba, 30 el sacerdote le examinará la infección, y si parece estar más profunda que la piel y hay en ella pelo fino amarillento, entonces el sacerdote lo declarará inmundo; es tiña, es lepra de la cabeza o de la barba. 31 Pero si el sacerdote examina la infección de la tiña, y he aquí, no parece ser más profunda que la piel y no hay en ella pelo negro, el sacerdote aislará por siete días a la persona con la infección de la tiña. 32 Al séptimo día el sacerdote examinará la infección, y si la tiña no se ha extendido, ni ha crecido en ella pelo amarillento, ni la tiña parece ser más profunda que la piel, 33 entonces se rasurará, pero no rasurará la parte con tiña; y el sacerdote aislará al que tiene la tiña por otros siete días. 34 Al séptimo día el sacerdote examinará la tiña, y si ésta no se ha extendido en la piel y no parece estar más profunda que la piel, el sacerdote lo declarará limpio; entonces lavará sus vestidos y quedará limpio. 35 Pero si la tiña se extiende en la piel después de su purificación, 36 el sacerdote lo examinará, y si la tiña se ha extendido en la piel, el sacerdote no tiene que buscar pelo amarillento; es inmundo. 37 Mas si en su parecer la tiña ha permanecido igual y ha crecido pelo negro en ella, la tiña ha sanado; es limpio, y el sacerdote lo declarará limpio. 38 Cuando un hombre o una mujer tenga manchas lustrosas en la piel de su cuerpo, manchas blancas lustrosas, 39 el sacerdote las examinará, y si las manchas lustrosas en la piel de su cuerpo son de color blanquecino, es eczema que ha brotado en la piel; la persona es limpia. 40 Si un hombre pierde el pelo de la cabeza, es calvo, pero limpio. 41 Y si su cabeza pierde el pelo por delante y por los lados, es calvo en la frente; es limpio. 42 Pero si en la calva de la cabeza o de la frente aparece una infección blanca rojiza, es lepra que brota en la calva de su cabeza o en la calva de su frente. 43 Entonces el sacerdote lo examinará; y si la hinchazón de la infección es blanca rojiza en la calva de la cabeza o en la calva de la frente, como la apariencia de la lepra en la piel del cuerpo, 44 es un leproso, es inmundo. El sacerdote ciertamente lo declarará inmundo; su infección está en su cabeza. 45 En cuanto al leproso que tenga la infección, sus vestidos estarán rasgados, el cabello de su cabeza estará descubierto, se cubrirá el bozo y gritará: ¡Inmundo, inmundo! 46 Permanecerá inmundo todos los días que tenga la infección; es inmundo. Vivirá solo; su morada estará fuera del campamento. 47 Cuando un vestido tenga una marca de lepra, sea un vestido de lana o de lino, 48 sea en la urdimbre o en la trama, de lino o de lana, en cuero o en cualquier artículo hecho de cuero, 49 si la marca en el vestido o en el cuero, en la urdimbre o en la trama, o en cualquier artículo de cuero, es verdosa o rojiza, es marca de lepra y le será mostrada al sacerdote. 50 Entonces el sacerdote examinará la marca, y aislará el artículo con marca por siete días. 51 Al séptimo día examinará la marca; si la marca se ha extendido en el vestido, sea en la urdimbre o en la trama, o en el cuero, cualquiera que sea el uso que se le dé al cuero, la marca es una lepra maligna, es inmunda. 52 Quemará, pues, el vestido, ya sea la urdimbre o la trama, en lana o en lino, o cualquier artículo de cuero en el cual aparezca la marca, porque es una lepra maligna; en el fuego será quemado. 53 Pero si el sacerdote la examina, y la marca no se ha extendido en el vestido, en la urdimbre o en la trama, o en cualquier artículo de cuero, 54 entonces el sacerdote les ordenará lavar aquello donde aparezca la marca, y lo aislará por otros siete días. 55 Después que el artículo con la marca haya sido lavado, el sacerdote lo examinará otra vez, y si la marca no ha cambiado de aspecto, aun cuando la marca no se haya extendido, es inmundo; en el fuego lo quemarás, ya sea que la corrosión lo haya raído por el derecho o el revés. 56 Entonces el sacerdote lo examinará, y si la marca se ha oscurecido después de haber sido lavada, la arrancará del vestido o del cuero, sea de la urdimbre o de la trama; 57 y si aparece otra vez en el vestido, sea en la urdimbre o en la trama, o en cualquier artículo de cuero, es una erupción; el artículo con la marca será quemado en el fuego. 58 El vestido, sea en la urdimbre o en la trama, o cualquier artículo de cuero del cual se haya quitado la marca después de haberlo lavado, será lavado por segunda vez y quedará limpio. 59 Esta es la ley para la marca de lepra en un vestido de lana o de lino, sea en la urdimbre o en la trama, o en cualquier artículo de cuero, para declararlo limpio o inmundo.
1 Había un hombre de la región montañosa de Efraín, llamado Micaía. 2 Y él dijo a su madre: Las mil cien piezas de plata que te quitaron, acerca de las cuales proferiste una maldición a mis oídos, he aquí, la plata está en mi poder; yo la tomé. Y su madre dijo: Bendito sea mi hijo por el SEÑOR. 3 Entonces él devolvió las mil cien piezas de plata a su madre, y su madre dijo: Yo de corazón dedico la plata de mi mano al SEÑOR por mi hijo, para hacer una imagen tallada y una de fundición; ahora, por tanto, yo te las devuelvo. 4 Cuando él devolvió la plata a su madre, su madre tomó doscientas piezas de plata y se las dio al platero que las convirtió en una imagen tallada y una de fundición, y quedaron en casa de Micaía. 5 Y este hombre Micaía tenía un santuario , e hizo un efod e ídolos domésticos , y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. 6 En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que a sus ojos le parecía bien. 7 Y había un joven de Belén de Judá, de la familia de Judá, que era levita y forastero allí. 8 Y el hombre salió de la ciudad, de Belén de Judá, para residir donde encontrara lugar; y mientras proseguía su camino, llegó a la región montañosa de Efraín, a la casa de Micaía. 9 Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y él le respondió: Soy un levita de Belén de Judá; y voy a residir donde encuentre lugar. 10 Entonces Micaía le dijo: Quédate conmigo y sé padre y sacerdote para mí, y yo te daré diez piezas de plata por año, el vestido y la comida. Y el levita entró. 11 Consintió el levita en quedarse con el hombre; y el joven fue para él como uno de sus hijos. 12 Micaía consagró al levita, y el joven vino a ser su sacerdote, y moró en la casa de Micaía. 13 Y Micaía dijo: Ahora sé que el SEÑOR me prosperará, porque tengo un levita por sacerdote.
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