1 Oh SEÑOR, a ti clamo, apresúrate a venir a mí. Escucha mi voz cuando te invoco. 2 Sea puesta mi oración delante de ti como incienso, el alzar de mis manos como la ofrenda de la tarde. 3 SEÑOR, pon guarda a mi boca; vigila la puerta de mis labios. 4 No dejes que mi corazón se incline a nada malo, para practicar obras impías con los hombres que hacen iniquidad, y no me dejes comer de sus manjares. 5 Que el justo me hiera con bondad y me reprenda; es aceite sobre la cabeza; no lo rechace mi cabeza, pues todavía mi oración es contra sus obras malas. 6 Sus jueces son lanzados contra los costados de la peña, y oyen mis palabras, que son agradables. 7 Como cuando se ara y se rompe la tierra, nuestros huesos han sido esparcidos a la boca del Seol. 8 Porque mis ojos miran hacia ti, oh DIOS, Señor; en ti me refugio, no me desampares. 9 Guárdame de las garras de la trampa que me han tendido, y de los lazos de los que hacen iniquidad. 10 Caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo paso a salvo. Plegaria.
1 Sucedió que después de la muerte de Saúl, habiendo regresado David de la derrota de los amalecitas, David permaneció dos días en Siclag. 2 Y al tercer día, he aquí, un hombre llegó del campamento de Saúl con sus ropas rasgadas y polvo sobre su cabeza, y al llegar ante David, cayó en tierra y se postró. 3 Y David le dijo: ¿De dónde vienes? Y él le respondió: Me he escapado del campamento de Israel. 4 David le preguntó: ¿Qué aconteció? Te ruego que me lo digas. Y él respondió: El pueblo ha huido de la batalla, y también muchos del pueblo han caído y han muerto; también Saúl y su hijo Jonatán han muerto. 5 Dijo David al joven que se lo había contado: ¿Cómo sabes que Saúl y su hijo Jonatán han muerto? 6 El joven que se lo había contado, dijo: Yo estaba por casualidad en el monte Gilboa, y he aquí, Saúl estaba apoyado sobre su lanza. Y he aquí que los carros y los jinetes lo perseguían de cerca. 7 Al mirar él hacia atrás, me vio y me llamó. Y dije: "Heme aquí." 8 Y él me dijo: "¿Quién eres?" Y le respondí: "Soy amalecita." 9 Entonces él me dijo: "Te ruego que te pongas junto a mí y me mates, pues la agonía se ha apoderado de mí, porque todavía estoy con vida." 10 Me puse, pues, junto a él y lo maté, porque yo sabía que él no podía vivir después de haber caído. Tomé la corona que estaba en su cabeza y la pulsera que estaba en su brazo, y los he traído aquí a mi señor. 11 Entonces David agarró sus ropas y las rasgó, y así hicieron también todos los hombres que estaban con él. 12 Y se lamentaron y lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del SEÑOR y por la casa de Israel, porque habían caído a espada. 13 Dijo David al joven que se lo había contado: ¿De dónde eres? Y él respondió: Soy hijo de un extranjero, un amalecita. 14 Y David le dijo: ¿Cómo es que no tuviste temor de extender tu mano para destruir al ungido del SEÑOR? 15 Llamando David a uno de los jóvenes, le dijo: Ve, mátalo. Y él lo hirió, y murió. 16 Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, porque tu boca ha testificado contra ti, al decir: "Yo he matado al ungido del SEÑOR." 17 David entonó esta elegía por Saúl y por su hijo Jonatán, 18 y ordenó que enseñaran a los hijos de Judá el cántico del arco; he aquí, está escrito en el libro de Jaser. 19 Tu hermosura, oh Israel, ha perecido sobre tus montes . ¡Cómo han caído los valientes! 20 No lo anunciéis en Gat, no lo proclaméis en las calles de Ascalón; para que no se regocijen las hijas de los filisteos, para que no se alegren las hijas de los incircuncisos. 21 Oh montes de Gilboa, no haya sobre vosotros rocío ni lluvia, ni campos de ofrendas; porque allí fue deshonrado el escudo de los valientes, el escudo de Saúl, no ungido con aceite. 22 De la sangre de los muertos, de la grosura de los poderosos, el arco de Jonatán no volvía atrás, y la espada de Saúl no volvía vacía. 23 Saúl y Jonatán, amados y amables en su vida, y en su muerte no fueron separados; más ligeros eran que águilas, más fuertes que leones. 24 Hijas de Israel, llorad por Saúl, que os vestía lujosamente de escarlata, que ponía adornos de oro en vuestros vestidos. 25 ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! Jonatán, muerto en tus alturas. 26 Estoy afligido por ti, Jonatán, hermano mío; tú me has sido muy estimado. Tu amor fue para mí más maravilloso que el amor de las mujeres. 27 ¡Cómo han caído los valientes, y perecido las armas de guerra!
1 Después de esto sucedió que David consultó al SEÑOR, diciendo: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Y el SEÑOR le dijo: Sube. Y David dijo: ¿Adónde subiré? Y El dijo: A Hebrón. 2 Entonces David subió allá, y también sus dos mujeres, Ahinoam jezreelita y Abigail, viuda de Nabal, el de Carmel. 3 Y trajo David a los hombres que estaban con él, cada uno con su familia; y habitaron en las ciudades de Hebrón. 4 Vinieron los hombres de Judá y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá. Y avisaron a David, diciendo: Fueron los hombres de Jabes de Galaad los que sepultaron a Saúl. 5 Y David envió mensajeros a los hombres de Jabes de Galaad, a decirles: Benditos seáis del SEÑOR, porque habéis mostrado esta bondad a Saúl vuestro señor, y lo habéis sepultado. 6 Ahora, que el SEÑOR os muestre misericordia y verdad; y yo también os haré bien por esto que habéis hecho. 7 Fortaleced, pues, vuestras manos, y sed valientes porque Saúl vuestro señor ha muerto, y la casa de Judá me ha ungido rey sobre ellos. 8 Pero Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Saúl, había tomado a Is-boset, hijo de Saúl, y lo llevó a Mahanaim. 9 Y le hizo rey sobre Galaad, sobre Gesuri, sobre Jezreel, sobre Efraín, sobre Benjamín y sobre todo Israel. 10 Is-boset, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. La casa de Judá, sin embargo, siguió a David. 11 El tiempo que David reinó en Hebrón sobre la casa de Judá fue siete años y seis meses. 12 Abner, hijo de Ner, salió de Mahanaim a Gabaón con los siervos de Is-boset, hijo de Saúl. 13 Y Joab, hijo de Sarvia, y los siervos de David salieron y los encontraron junto al estanque de Gabaón; y se sentaron, unos a un lado del estanque y los otros al otro lado. 14 Entonces Abner dijo a Joab: Que se levanten ahora los jóvenes y compitan delante de nosotros. Y Joab respondió: Que se levanten. 15 Se levantaron y pasaron en igual número, doce por Benjamín e Is-boset, hijo de Saúl, y doce de los siervos de David. 16 Y cada uno asió a su adversario por la cabeza, y metió su espada en el costado del adversario de manera que cayeron juntos. Por eso aquel lugar fue llamado Helcat-hazurim , el cual está en Gabaón. 17 Aquel día la batalla fue muy reñida, y Abner y los hombres de Israel fueron derrotados delante de los siervos de David. 18 Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai y Asael. Y Asael era tan ligero de pies como una gacela del campo. 19 Y persiguió Asael a Abner, y no se desvió ni a derecha ni a izquierda de ir tras Abner. 20 Y miró atrás Abner, y dijo: ¿Eres tú Asael? Y él respondió: Yo soy. 21 Abner le dijo: Desvíate a tu derecha o a tu izquierda, apodérate de uno de los jóvenes y toma para ti sus despojos. Pero Asael no quería dejar de perseguirlo. 22 Volvió a decir Abner a Asael: Deja de perseguirme. ¿Por qué he de derribarte en tierra? ¿Cómo podría entonces levantar mi rostro ante tu hermano Joab? 23 Pero él rehusó apartarse; por tanto, Abner lo hirió en el estómago con el regatón de la lanza, y la lanza le salió por la espalda; allí cayó, y allí mismo murió. Y sucedió que todos los que venían al lugar donde Asael había caído y muerto, se detenían. 24 Joab y Abisai persiguieron a Abner, y cuando el sol se ponía, llegaron a la colina de Amma, que está frente a Gía junto al camino del desierto de Gabaón. 25 Los hijos de Benjamín se agruparon detrás de Abner formando una sola banda, y se detuvieron en la cumbre de una colina. 26 Abner llamó a Joab, y dijo: ¿Devorará la espada para siempre? ¿No sabes que el final será amargo? ¿Hasta cuándo esperarás para decirles que se vuelvan de perseguir a sus hermanos? 27 Respondió Joab: Vive Dios, que si no hubieras hablado, ciertamente el pueblo no se hubiera ido hasta la mañana después de perseguir cada cual a su hermano. 28 Entonces Joab tocó la trompeta y todo el pueblo se detuvo; no persiguieron más a Israel ni continuaron peleando más. 29 Abner y sus hombres marcharon toda aquella noche por el Arabá, cruzaron el Jordán, y caminando toda la mañana, llegaron a Mahanaim. 30 Joab volvió también de perseguir a Abner, y cuando reunió a todo el pueblo, faltaban de los siervos de David, diecinueve hombres, además de Asael. 31 Pero los siervos de David habían herido de Benjamín y de los hombres de Abner, a trescientos sesenta hombres, los cuales murieron. 32 Se llevaron a Asael y lo sepultaron en el sepulcro de su padre, que estaba en Belén. Joab y sus hombres caminaron toda la noche hasta que les amaneció en Hebrón.
1 Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba fortaleciendo, mientras que la casa de Saúl se iba debilitando. 2 A David le nacieron hijos en Hebrón; su primogénito fue Amnón, hijo de Ahinoam la jezreelita; 3 el segundo, Quileab, de Abigail, viuda de Nabal de Carmel; el tercero, Absalón, hijo de Maaca, hija de Talmai, rey de Gesur; 4 el cuarto, Adonías, hijo de Haguit; el quinto, Sefatías, hijo de Abital, 5 y el sexto, Itream, de Egla, mujer de David. Estos le nacieron a David en Hebrón. 6 Sucedió que durante la guerra que había entre la casa de Saúl y la casa de David, Abner se fortaleció en la casa de Saúl. 7 Y Saúl había tenido una concubina cuyo nombre era Rizpa, hija de Aja; y dijo Is-boset a Abner: ¿Por qué te has llegado a la concubina de mi padre? 8 Entonces Abner se enojó mucho por las palabras de Is-boset, y dijo: ¿Acaso soy yo cabeza de perro que pertenece a Judá? Hoy he mostrado bondad hacia la casa de tu padre Saúl, hacia sus hermanos y hacia sus amigos, y no te he entregado en manos de David; sin embargo, tú me acusas hoy de una ofensa con esta mujer. 9 Así haga Dios a Abner, y aún más, si lo que el SEÑOR ha jurado a David no lo obtengo para él: 10 transferir el reino de la casa de Saúl y establecer el trono de David sobre Israel y sobre Judá desde Dan hasta Beerseba. 11 Y él ya no pudo responder a Abner ni una palabra, porque le temía. 12 Entonces Abner envió mensajeros a David de su parte, diciendo: ¿De quién es la tierra? Y que dijeran también: Haz tu pacto conmigo, y he aquí, mi mano será contigo para traer a ti a todo Israel. 13 Y él respondió: Muy bien. Haré pacto contigo, pero una cosa demando de ti: No verás mi rostro a menos de que cuando vengas a verme traigas a Mical, la hija de Saúl. 14 Y David envió mensajeros a Is-boset, el hijo de Saúl, diciendo: Dame a mi mujer Mical, con la cual me desposé por cien prepucios de los filisteos. 15 Is-boset, pues, envió a quitársela a su marido, a Paltiel, hijo de Lais. 16 Pero su marido fue con ella, llorando mientras iba, y la siguió hasta Bahurim. Entonces Abner le dijo: Ve, vuélvete. Y él se volvió. 17 Abner consultó con los ancianos de Israel, diciendo: Hace tiempo que buscabais a David para que fuera rey sobre vosotros. 18 Ahora pues, hacedlo. Porque el SEÑOR ha hablado acerca de David, diciendo: "Por mano de mi siervo David salvaré a mi pueblo Israel de mano de los filisteos y de mano de todos sus enemigos." 19 Habló también Abner a oídos de los de Benjamín; Abner además fue a hablar a oídos de David en Hebrón de todo lo que parecía bien a Israel y a toda la casa de Benjamín. 20 Llegó Abner adonde estaba David, en Hebrón, y con él veinte hombres. Y David preparó un banquete para Abner y los hombres que le acompañaban. 21 Y Abner dijo a David: Me levantaré e iré a reunir a todo Israel junto a mi señor el rey para que hagan un pacto contigo, y seas rey sobre todo lo que tu corazón desea. Entonces David despidió a Abner, y él se fue en paz. 22 He aquí, los siervos de David y Joab vinieron de hacer una incursión trayendo consigo mucho botín; pero Abner no estaba con David en Hebrón, porque él lo había despedido y se había ido en paz. 23 Cuando llegó Joab y todo el ejército que estaba con él, le dieron aviso a Joab, diciendo: Abner, hijo de Ner, vino al rey, y él lo ha despedido y se ha ido en paz. 24 Entonces vino Joab al rey y dijo: ¿Qué has hecho? He aquí, Abner vino a ti; ¿por qué, pues, lo has despedido y él ya se ha ido? 25 Conoces a Abner, hijo de Ner, que vino a engañarte y saber de tus salidas y de tus entradas, y a enterarse de todo lo que haces. 26 Y saliendo Joab de donde estaba David, envió mensajeros tras Abner, y lo hicieron volver desde el pozo de Sira; pero David no lo sabía. 27 Cuando Abner regresó a Hebrón, Joab lo llevó aparte en medio de la puerta para hablarle en privado, y allí, por causa de la sangre de Asael su hermano, lo hirió en el vientre y murió. 28 Cuando David lo supo después, dijo: Yo y mi reino somos inocentes para siempre delante del SEÑOR de la sangre de Abner, hijo de Ner. 29 Caiga su sangre sobre la cabeza de Joab y sobre toda la casa de su padre, y nunca falte en la casa de Joab quien padezca flujo, ni quien sea leproso, ni quien se sostenga con báculo, ni quien muera a espada, ni quien carezca de pan. 30 Así pues, Joab y su hermano Abisai mataron a Abner porque él había dado muerte a Asael, hermano de ellos, en la batalla de Gabaón. 31 Entonces David dijo a Joab y a todo el pueblo que estaba con él: Rasgad vuestros vestidos, y ceñíos de cilicio, y haced duelo delante de Abner. Y el rey David iba detrás del féretro. 32 Sepultaron, pues, a Abner en Hebrón; y el rey alzó su voz y lloró junto al sepulcro de Abner, y lloró también todo el pueblo. 33 Y entonó el rey una elegía por Abner, y dijo: ¿Había de morir Abner como muere un insensato? 34 Tus manos no estaban atadas, ni tus pies puestos en grillos; como el que cae delante de los malvados, has caído. Y todo el pueblo volvió a llorar por él. 35 Entonces todo el pueblo se llegó a David para persuadirlo a que comiera pan mientras aún era de día; pero David juró, diciendo: Así me haga Dios y aun más, si pruebo pan o cosa alguna antes de ponerse el sol. 36 Y todo el pueblo reparó en ello, y les agradó, pues todo lo que el rey hacía agradaba a todo el pueblo. 37 Así todo el pueblo y todo Israel comprendió aquel día que no había sido el deseo del rey de que se diera muerte a Abner, hijo de Ner. 38 Entonces el rey dijo a sus siervos: ¿No sabéis que un príncipe y un gran hombre ha caído hoy en Israel? 39 Hoy soy débil, aunque ungido rey; y estos hombres, hijos de Sarvia, son más duros que yo. Que el SEÑOR pague al malhechor conforme a su maldad.
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