1 Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo; continuamente estará su alabanza en mi boca. 2 En el SEÑOR se gloriará mi alma; lo oirán los humildes y se regocijarán. 3 Engrandeced al SEÑOR conmigo, y exaltemos a una su nombre. 4 Busqué al SEÑOR, y El me respondió, y me libró de todos mis temores. 5 Los que a El miraron, fueron iluminados; sus rostros jamás serán avergonzados. 6 Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó, y lo salvó de todas sus angustias. 7 El ángel del SEÑOR acampa alrededor de los que le temen, y los rescata. 8 Probad y ved que el SEÑOR es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en El se refugia! 9 Temed al SEÑOR, vosotros sus santos, pues nada les falta a aquellos que le temen. 10 Los leoncillos pasan necesidad y tienen hambre, mas los que buscan al SEÑOR no carecerán de bien alguno. 11 Venid, hijos, escuchadme; os enseñaré el temor del SEÑOR. 12 ¿Quién es el hombre que desea vida y quiere muchos días para ver el bien? 13 Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. 14 Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela. 15 Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor. 16 El rostro del SEÑOR está contra los que hacen mal, para cortar de la tierra su memoria. 17 Claman los justos, y el SEÑOR los oye, y los libra de todas sus angustias. 18 Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu. 19 Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo libra el SEÑOR. 20 El guarda todos sus huesos; ni uno de ellos es quebrantado. 21 La maldad dará muerte al impío, y los que aborrecen al justo serán condenados. 22 El SEÑOR redime el alma de sus siervos; y no será condenado ninguno de los que en El se refugian.
1 Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza , y tu corazón guarde mis mandamientos, 2 porque largura de días y años de vida y paz te añadirán. 3 La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. 4 Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres. 5 Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. 6 Reconócele en todos tus caminos, y El enderezará tus sendas. 7 No seas sabio a tus propios ojos, teme al SEÑOR y apártate del mal. 8 Será medicina para tu cuerpo y refrigerio para tus huesos. 9 Honra al SEÑOR con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos; 10 entonces tus graneros se llenarán con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto. 11 Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR ni aborrezcas su reprensión, 12 porque el SEÑOR a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita. 13 Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento; 14 porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades mejor que el oro fino. 15 Es más preciosa que las joyas, y nada de lo que deseas se compara con ella. 16 Larga vida hay en su mano derecha, en su mano izquierda, riquezas y honra. 17 Sus caminos son caminos agradables y todas sus sendas, paz. 18 Es árbol de vida para los que de ella echan mano, y felices son los que la abrazan. 19 Con sabiduría fundó el SEÑOR la tierra, con inteligencia estableció los cielos. 20 Con su conocimiento los abismos fueron divididos y los cielos destilan rocío. 21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos, guarda la prudencia y la discreción, 22 y serán vida para tu alma, y adorno para tu cuello. 23 Entonces andarás con seguridad por tu camino, y no tropezará tu pie. 24 Cuando te acuestes no tendrás temor, sí, te acostarás y será dulce tu sueño. 25 No temerás el pavor repentino, ni el ataque de los impíos cuando venga, 26 porque el SEÑOR será tu confianza, y guardará tu pie de ser apresado. 27 No niegues el bien a quien se le debe, cuando esté en tu mano el hacerlo. 28 No digas a tu prójimo: Ve y vuelve, y mañana te lo daré, cuando lo tienes contigo. 29 No trames el mal contra tu prójimo, mientras habite seguro a tu lado. 30 No contiendas con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño. 31 No envidies al hombre violento, y no escojas ninguno de sus caminos; 32 porque el hombre perverso es abominación para el SEÑOR; pero El es amigo íntimo de los rectos. 33 La maldición del SEÑOR está sobre la casa del impío, pero El bendice la morada del justo. 34 Ciertamente El se burla de los burladores, pero da gracia a los afligidos. 35 El sabio heredará honra, pero los necios hacen resaltar su deshonra.
1 El se marchó de allí y llegó<***> a su pueblo; y sus discípulos le siguieron<***>. 2 Cuando llegó el día de reposo comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos que le escuchaban se asombraban, diciendo: ¿Dónde obtuvo éste tales cosas, y cuál es esta sabiduría que le ha sido dada, y estos milagros que hace con sus manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de Jacobo , José, Judas y Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban a causa de El. 4 Y Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro; sólo sanó a unos pocos enfermos sobre los cuales puso sus manos. 6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor enseñando. 7 Entonces llamó<***> a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos; 8 y les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino sólo un bordón; ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinto; 9 sino calzados con sandalias. No llevéis dos túnicas 10 les dijoy dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis de la población. 11 Y en cualquier lugar que no os reciban ni os escuchen, al salir de allí, sacudid el polvo de la planta de vuestros pies en testimonio contra ellos. 12 Y saliendo, predicaban que todos se arrepintieran. 13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban. 14 El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho célebre, y la gente decía: Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, por eso es que estos poderes milagrosos actúan en él. 15 Pero otros decían: Es Elías. Y decían otros: Es un profeta, como uno de los profetas antiguos. 16 Y al oír esto Herodes, decía: Juan, a quien yo decapité, ha resucitado. 17 Porque Herodes mismo había enviado a prender a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, pues Herodes se había casado con ella. 18 Porque Juan le decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. 19 Y Herodías le tenía rencor y deseaba matarlo, pero no podía, 20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo mantenía protegido. Y cuando le oía se quedaba muy perplejo, pero le gustaba escucharlo. 21 Pero llegó un día oportuno, cuando Herodes, siendo su cumpleaños, ofreció un banquete a sus nobles y comandantes y a los principales de Galilea; 22 y cuando la hija misma de Herodías entró y danzó, agradó a Herodes y a los que se sentaban a la mesa con él; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré. 23 Y le juró: Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino. 24 Ella salió y dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le respondió: La cabeza de Juan el Bautista. 25 Enseguida ella se presentó apresuradamente ante el rey con su petición, diciendo: Quiero que me des ahora mismo la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. 26 Y aunque el rey se puso muy triste, sin embargo a causa de sus juramentos y de los que se sentaban con él a la mesa, no quiso desairarla. 27 Y al instante el rey envió a un verdugo y le ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y él fue y lo decapitó en la cárcel, 28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. 29 Cuando sus discípulos oyeron esto, fueron y se llevaron el cuerpo y le dieron sepultura. 30 Los apóstoles se reunieron<***> con Jesús, y le informaron sobre todo lo que habían hecho y enseñado. 31 Y El les dijo<***>: Venid, apartaos de los demás a un lugar solitario y descansad un poco. (Porque había muchos que iban y venían, y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer.) 32 Y se fueron en la barca a un lugar solitario, apartado. 33 Pero la gente los vio partir, y muchos los reconocieron y juntos corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos. 34 Al desembarcar, El vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35 Y cuando era ya muy tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo: El lugar está desierto y ya es muy tarde; 36 despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y se compren algo de comer. 37 Pero respondiendo El, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron<***>: ¿Quieres que vayamos y compremos doscientos denarios de pan y les demos de comer? 38 Y El les dijo<***>: ¿Cuántos panes tenéis? Id y ved. Y cuando se cercioraron le dijeron<***>: Cinco, y dos peces. 39 Y les mandó que todos se recostaran por grupos sobre la hierba verde. 40 Y se recostaron por grupos de cien y de cincuenta. 41 Entonces El tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran; también repartió los dos peces entre todos. 42 Todos comieron y se saciaron. 43 Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos, y también de los peces. 44 Los que comieron los panes eran cinco mil hombres. 45 Enseguida hizo que sus discípulos subieran a la barca y fueran delante de El al otro lado, a Betsaida, mientras El despedía a la multitud. 46 Y después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. 47 Al anochecer, la barca estaba en medio del mar, y El estaba solo en tierra. 48 Y al verlos remar fatigados, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche, fue<***> hacia ellos andando sobre el mar, y quería pasarles de largo. 49 Pero cuando ellos le vieron andando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar; 50 porque todos le vieron y se turbaron. Pero enseguida El habló con ellos y les dijo<***>: ¡Tened ánimo; soy yo, no temáis! 51 Y subió con ellos a la barca, y el viento se calmó; y ellos estaban asombrados en gran manera, 52 porque no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada. 53 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret, y atracaron. 54 Cuando salieron de la barca, enseguida la gente reconoció a Jesús, 55 y recorrieron apresuradamente toda aquella comarca, y comenzaron a traer a los enfermos en sus camillas adonde oían decir que El estaba. 56 Y dondequiera que El entraba en aldeas, ciudades o campos, ponían a los enfermos en las plazas, y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.
1 Después de la muerte de Abimelec se levantó, para salvar a Israel, Tola, hijo de Puá, hijo de Dodo, varón de Isacar; y habitó en Samir, en la región montañosa de Efraín. 2 Y juzgó a Israel veintitrés años. Y murió y fue sepultado en Samir. 3 Y tras él se levantó Jair galaadita, y juzgó a Israel veintidós años. 4 Este tuvo treinta hijos que cabalgaban en treinta asnos, y tenían treinta ciudades en la tierra de Galaad que se llaman Havot-jair hasta hoy. 5 Y murió Jair, y fue sepultado en Camón. 6 Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, sirvieron a los baales, a Astarot, a los dioses de Aram, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos; abandonaron, pues, al SEÑOR y no le sirvieron. 7 Y se encendió la ira del SEÑOR contra Israel, y los entregó en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Amón. 8 Y ellos afligieron y quebrantaron a los hijos de Israel ese año; por dieciocho años oprimieron a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del Jordán, en Galaad, en la tierra de los amorreos. 9 Y los hijos de Amón cruzaron el Jordán para pelear también contra Judá, contra Benjamín y contra la casa de Efraín, y se angustió Israel en gran manera. 10 Entonces los hijos de Israel clamaron al SEÑOR, diciendo: Hemos pecado contra ti, porque ciertamente hemos abandonado a nuestro Dios y servido a los baales. 11 Y el SEÑOR respondió a los hijos de Israel: ¿No os libré yo de los egipcios, de los amorreos, de los hijos de Amón y de los filisteos? 12 Cuando los sidonios, los amalecitas y los maonitas os oprimían, clamasteis a mí, y yo os libré de sus manos. 13 Mas vosotros me habéis dejado y habéis servido a otros dioses; por tanto, no os libraré más. 14 Id y clamad a los dioses que habéis escogido; que ellos os libren en el tiempo de vuestra aflicción. 15 Y los hijos de Israel respondieron al SEÑOR: Hemos pecado, haz con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día. 16 Y quitaron los dioses extranjeros de en medio de ellos y sirvieron al SEÑOR; y El no pudo soportar más la angustia de Israel. 17 Entonces los hijos de Amón se reunieron y acamparon en Galaad. Y los hijos de Israel se juntaron y acamparon en Mizpa. 18 Y el pueblo, los jefes de Galaad, se dijeron unos a otros: ¿Quién es el hombre que comenzará la batalla contra los hijos de Amón? El será caudillo de todos los habitantes de Galaad.
1 Entonces prosiguió Eliú, y dijo: 2 Oíd, sabios, mis palabras, y vosotros los que sabéis, prestadme atención. 3 Porque el oído distingue las palabras, como el paladar prueba la comida. 4 Escojamos para nosotros lo que es justo; conozcamos entre nosotros lo que es bueno. 5 Porque Job ha dicho: "Yo soy justo, pero Dios me ha quitado mi derecho. 6 "¿He de mentir respecto a mi derecho? Mi herida es incurable, sin haber yo cometido transgresión." 7 ¿Qué hombre es como Job, que bebe el escarnio como agua, 8 que va en compañía de los que hacen iniquidad, y anda con hombres perversos? 9 Porque ha dicho: "Nada gana el hombre cuando se complace en Dios." 10 Por tanto, escuchadme, hombres de entendimiento. Lejos esté de Dios la iniquidad, y del Todopoderoso la maldad. 11 Porque El paga al hombre conforme a su trabajo, y retribuye a cada cual conforme a su conducta. 12 Ciertamente, Dios no obrará perversamente, y el Todopoderoso no pervertirá el juicio. 13 ¿Quién le dio autoridad sobre la tierra? ¿Y quién ha puesto a su cargo el mundo entero? 14 Si El determinara hacerlo así, si hiciera volver a sí mismo su espíritu y su aliento, 15 toda carne a una perecería, y el hombre volvería al polvo. 16 Pero si tienes inteligencia, oye esto, escucha la voz de mis palabras. 17 ¿Gobernará el que aborrece la justicia? ¿Y condenarás al Justo poderoso, 18 que dice a un rey: "Indigno", a los nobles: "Perversos"; 19 que no hace acepción de príncipes, ni considera al rico sobre el pobre, ya que todos son obra de sus manos? 20 En un momento mueren, y a medianoche se estremecen los pueblos y pasan, y los poderosos son quitados sin esfuerzo. 21 Porque sus ojos observan los caminos del hombre, y El ve todos sus pasos. 22 No hay tinieblas ni densa oscuridad donde puedan esconderse los que hacen iniquidad. 23 Porque El no necesita considerar más al hombre, para que vaya ante Dios en juicio. 24 El quebranta a los poderosos sin indagar, y pone a otros en su lugar. 25 Pues El conoce sus obras, de noche los derriba y son aplastados. 26 Como a malvados los azota en un lugar público, 27 porque se apartaron de seguirle, y no consideraron ninguno de sus caminos, 28 haciendo que el clamor del pobre llegara a El, y que oyera el clamor de los afligidos. 29 Cuando está quieto, ¿quién puede condenarle?; y cuando esconde su rostro, ¿quién puede contemplarle?; esto es, tanto nación como hombre, 30 para que no gobiernen hombres impíos, ni sean lazos para el pueblo. 31 Porque ¿ha dicho alguno a Dios: "He sufrido castigo, ya no ofenderé más; 32 enséñame lo que no veo; si he obrado mal, no lo volveré a hacer?" 33 ¿Ha de retribuir El según tus condiciones, porque tú has rehusado? Porque tú tienes que escoger y no yo, por tanto, declara lo que sabes. 34 Los hombres entendidos me dirán, y también el sabio que me oiga: 35 "Job habla sin conocimiento, y sus palabras no tienen sabiduría. 36 "Job debe ser juzgado hasta el límite, porque responde como los hombres perversos. 37 "Porque a su pecado añade rebelión; bate palmas entre nosotros, y multiplica sus palabras contra Dios."
1 Acercaos, naciones, para oír, y escuchad, pueblos; oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que de él brota. 2 Porque el enojo del SEÑOR es contra todas las naciones, y su furor contra todos sus ejércitos; las ha destruido por completo, las ha entregado a la matanza. 3 Sus muertos serán arrojados, y de sus cadáveres subirá el hedor, y las montañas serán empapadas con su sangre. 4 Todo el ejército de los cielos se consumirá, y los cielos se enrollarán como un pergamino; también todos sus ejércitos se marchitarán como se marchita la hoja de la vid, o como se marchita la de la higuera. 5 Porque mi espada está embriagada en el cielo, he aquí, descenderá para hacer juicio sobre Edom y sobre el pueblo que yo he dedicado a la destrucción. 6 La espada del SEÑOR está llena de sangre, está llena de sebo, de la sangre de corderos y de machos cabríos, de sebo de los riñones de carneros; porque el SEÑOR tiene un sacrificio en Bosra, y una gran matanza en la tierra de Edom. 7 Con ellos caerán búfalos, y novillos juntamente con toros; así su tierra se embriagará de sangre, y su polvo será engrasado de sebo. 8 Porque es día de venganza del SEÑOR, año de retribución para la causa de Sion. 9 Sus torrentes se convertirán en brea, su polvo en azufre, y su tierra será brea ardiente. 10 No se apagará ni de noche ni de día, su humo subirá para siempre; de generación en generación permanecerá desolada, nunca jamás pasará nadie por ella. 11 Mas el pelícano y el erizo la poseerán, el búho y el cuervo habitarán en ella; El extenderá sobre ella el cordel de desolación y la plomada del vacío. 12 Sus nobles (y allí no hay ninguno a quien puedan proclamar rey) y todos sus príncipes serán nada. 13 Espinos crecerán en sus palacios, ortigas y cardos en sus ciudades fortificadas; será también guarida de chacales y morada de crías de avestruz. 14 Las fieras del desierto se encontrarán con las hienas, el macho cabrío llamará a los de su especie; sí, el monstruo nocturno se establecerá allí, y encontrará para sí lugar de reposo. 15 Allí la serpiente anidará y pondrá sus huevos, los incubará y juntará su cría bajo su sombra; también allí se juntarán los halcones, cada uno con su compañera. 16 Buscad en el libro del SEÑOR, y leed: Ninguno de ellos faltará, ninguno carecerá de su compañera. Porque su boca lo ha mandado, y su Espíritu los ha reunido. 17 El les ha echado suertes, y su mano les ha repartido la tierra con el cordel. La poseerán para siempre; de generación en generación morarán en ella.
1 Y salió Dina, la hija de Lea, a quien ésta había dado a luz a Jacob, a visitar a las hijas de la tierra. 2 Y cuando la vio Siquem, hijo de Hamor heveo, príncipe de la tierra, se la llevó y se acostó con ella y la violó. 3 Y él se prendó de Dina, hija de Jacob, y amó a la joven y le habló tiernamente. 4 Entonces Siquem habló a su padre Hamor, diciendo: Consígueme a esta muchacha por mujer. 5 Y Jacob oyó que Siquem había deshonrado a su hija Dina, pero sus hijos estaban con el ganado en el campo, y Jacob guardó silencio hasta que ellos llegaran. 6 Entonces Hamor, padre de Siquem, salió a donde Jacob para hablar con él. 7 Y los hijos de Jacob regresaron del campo al oírlo. Y aquellos hombres se entristecieron y se irritaron en gran manera porque Siquem había cometido una infamia en Israel acostándose con la hija de Jacob, pues tal cosa no debe hacerse. 8 Pero Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem anhela a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. 9 Enlazaos con nosotros en matrimonios; dadnos vuestras hijas y tomad las nuestras para vosotros. 10 Así moraréis con nosotros, y la tierra estará a vuestra disposición. Habitad y comerciad y adquirid propiedades en ella. 11 Dijo también Siquem al padre y a los hermanos de ella: Si hallo gracia ante vuestros ojos, os daré lo que me digáis. 12 Pedidme cuanta dote y presentes queráis y os daré conforme a lo que me digáis, pero dadme a la joven por mujer. 13 Pero los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a su padre Hamor con engaño, y les hablaron, porque Siquem había deshonrado a su hermana Dina. 14 Y les dijeron: No podemos hacer tal cosa, dar nuestra hermana a un hombre no circuncidado, pues para nosotros eso es una deshonra. 15 Sólo con esta condición os complaceremos: si os hacéis como nosotros, circuncidándose cada uno de vuestros varones; 16 entonces sí os daremos nuestras hijas, y tomaremos vuestras hijas para nosotros, y moraremos con vosotros y seremos un solo pueblo. 17 Pero si no nos escucháis, y no os circuncidáis, entonces tomaremos a nuestra hija y nos iremos. 18 Y sus palabras parecieron razonables a Hamor y a Siquem, hijo de Hamor. 19 El joven, pues, no tardó en hacerlo porque estaba enamorado de la hija de Jacob. Y él era el más respetado de toda la casa de su padre. 20 Entonces Hamor y su hijo Siquem vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los hombres de la ciudad, diciendo: 21 Estos hombres están en paz con nosotros; dejadles, pues, morar en la tierra y comerciar en ella, porque ved, la tierra es bastante amplia para ellos. Tomemos para nosotros a sus hijas por mujeres y démosles nuestras hijas. 22 Mas sólo con esta condición consentirán ellos en morar con nosotros para que seamos un solo pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, como ellos están circuncidados. 23 ¿No serán nuestros su ganado y sus propiedades y todos sus animales? Consintamos sólo en esto, y morarán con nosotros. 24 Y escucharon a Hamor y a su hijo Siquem todos los que salían por la puerta de la ciudad, y fue circuncidado todo varón: todos los que salían por la puerta de la ciudad. 25 Pero sucedió que al tercer día, cuando estaban con más dolor, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada y entraron en la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón. 26 Y mataron a Hamor y a su hijo Siquem a filo de espada, y tomaron a Dina de la casa de Siquem, y salieron. 27 Después los hijos de Jacob vinieron sobre los muertos y saquearon la ciudad, porque ellos habían deshonrado a su hermana. 28 Y se llevaron sus ovejas, sus vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y lo que había en el campo; 29 y se llevaron cautivos a todos sus pequeños y a sus mujeres, y saquearon todos sus bienes y todo lo que había en las casas. 30 Entonces Jacob dijo a Simeón y a Leví: Me habéis traído dificultades, haciéndome odioso entre los habitantes del país, entre los cananeos y los ferezeos; y como mis hombres son pocos, ellos se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa. 31 Pero ellos dijeron: ¿Había de tratar él a nuestra hermana como a una ramera?
1 Por aquellos días, al multiplicarse el número de los discípulos, surgió una queja de parte de los judíos helenistas en contra de los judíos nativos, porque sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria de los alimentos. 2 Entonces los doce convocaron a la congregación de los discípulos, y dijeron: No es conveniente que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir mesas. 3 Por tanto, hermanos, escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea. 4 Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la palabra. 5 Lo propuesto tuvo la aprobación de toda la congregación, y escogieron a Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, un prosélito de Antioquía; 6 los cuales presentaron ante los apóstoles, y después de orar, pusieron sus manos sobre ellos. 7 Y la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera en Jerusalén, y muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. 8 Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. 9 Pero se levantaron algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, incluyendo tanto cireneos como alejandrinos, y algunos de Cilicia y de Asia, y discutían con Esteban. 10 Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. 11 Entonces, en secreto persuadieron a algunos hombres para que dijeran: Le hemos oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios. 12 Y alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y cayendo sobre él, lo arrebataron y lo trajeron en presencia del concilio. 13 Y presentaron testigos falsos que dijeron: Este hombre continuamente habla en contra de este lugar santo y de la ley; 14 porque le hemos oído decir que este nazareno, Jesús, destruirá este lugar, y cambiará las tradiciones que Moisés nos legó. 15 Y al fijar la mirada en él, todos los que estaban sentados en el concilio vieron su rostro como el rostro de un ángel.
1 Pero en mí mismo decidí esto: no ir otra vez a vosotros con tristeza. 2 Porque si yo os causo tristeza, ¿quién será el que me alegre sino aquel a quien entristecí? 3 Y esto mismo os escribí, para que cuando yo llegue no tenga tristeza de parte de los que debieran alegrarme, confiando en todos vosotros de que mi gozo sea el mismo de todos vosotros. 4 Pues por la mucha aflicción y angustia de corazón os escribí con muchas lágrimas, no para entristeceros, sino para que conozcáis el amor que tengo especialmente por vosotros. 5 Pero si alguno ha causado tristeza, no me la ha causado a mí, sino hasta cierto punto (para no exagerar) a todos vosotros. 6 Es suficiente para tal persona este castigo que le fue impuesto por la mayoría; 7 así que, por el contrario, vosotros más bien deberíais perdonarlo y consolarlo, no sea que en alguna manera éste sea abrumado por tanta tristeza. 8 Por lo cual os ruego que reafirméis vuestro amor hacia él. 9 Pues también con este fin os escribí, para poneros a prueba y ver si sois obedientes en todo. 10 Pero a quien perdonéis algo, yo también lo perdono; porque en verdad, lo que yo he perdonado, si algo he perdonado, lo hice por vosotros en presencia de Cristo, 11 para que Satanás no tome ventaja sobre nosotros, pues no ignoramos sus ardides. 12 Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, y se me abrió una puerta en el Señor, 13 no tuve reposo en mi espíritu al no encontrar a Tito, mi hermano; despidiéndome, pues, de ellos, salí para Macedonia. 14 Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en triunfo, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar la fragancia de su conocimiento. 15 Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden; 16 para unos, olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas ¿quién está capacitado? 17 Pues no somos como muchos, que comercian con la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios y delante de Dios hablamos en Cristo.
1 Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina. 2 Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado; 3 y en su avaricia os explotarán con palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no está ocioso, ni su perdición dormida. 4 Porque si Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio; 5 si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, un predicador de justicia, con otros siete, cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos; 6 si condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas de ejemplo para los que habrían de vivir impíamente después; 7 si rescató al justo Lot, abrumado por la conducta sensual de hombres libertinos 8 (porque ese justo, por lo que veía y oía mientras vivía entre ellos, diariamente sentía su alma justa atormentada por sus hechos inicuos), 9 el Señor, entonces, sabe rescatar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio, 10 especialmente a los que andan tras la carne en sus deseos corrompidos y desprecian la autoridad. Atrevidos y obstinados, no tiemblan cuando blasfeman de las majestades angélicas, 11 cuando los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio injurioso contra ellos delante del Señor. 12 Pero éstos, como animales irracionales, nacidos como criaturas de instinto para ser capturados y destruidos, blasfemando de lo que ignoran, serán también destruidos con la destrucción de esas criaturas, 13 sufriendo el mal como pago de su iniquidad. Cuentan por deleite andar en placeres disolutos durante el día; son manchas e inmundicias, deleitándose en sus engaños mientras banquetean con vosotros. 14 Tienen los ojos llenos de adulterio y nunca cesan de pecar; seducen a las almas inestables; tienen un corazón ejercitado en la avaricia; son hijos de maldición. 15 Abandonando el camino recto, se han extraviado, siguiendo el camino de Balaam, el hijo de Beor, quien amó el pago de la iniquidad, 16 pero fue reprendido por su transgresión, pues una muda bestia de carga, hablando con voz humana, reprimió la locura del profeta. 17 Estos son manantiales sin agua, bruma impulsada por una tormenta, para quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas. 18 Pues hablando con arrogancia y vanidad, seducen mediante deseos carnales, por sensualidad, a los que hace poco escaparon de los que viven en el error. 19 Les prometen libertad, mientras que ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues uno es esclavo de aquello que le ha vencido. 20 Porque si después de haber escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo son enredados en ellas y vencidos, su condición postrera viene a ser peor que la primera. 21 Pues hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia, que habiéndolo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado. 22 Les ha sucedido a ellos según el proverbio verdadero: EL PERRO VUELVE A SU PROPIO VOMITO, y: La puerca lavada, vuelve a revolcarse en el cieno.
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