1 Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga, y haga resplandecer su rostro sobre nosotros; (Selah) 2 para que sea conocido en la tierra tu camino, entre todas las naciones tu salvación. 3 Te den gracias los pueblos, oh Dios, todos los pueblos te den gracias. 4 Alégrense y canten con júbilo las naciones, porque tú juzgarás a los pueblos con equidad, y guiarás a las naciones en la tierra. (Selah) 5 Te den gracias los pueblos, oh Dios, todos los pueblos te den gracias. 6 La tierra ha dado su fruto; Dios, nuestro Dios, nos bendice. 7 Dios nos bendice, para que le teman todos los términos de la tierra.
1 Levántese Dios; sean esparcidos sus enemigos, y huyan delante de El los que le aborrecen. 2 Como se disipa el humo, disípalos; como la cera se derrite delante del fuego, así perezcan los impíos delante de Dios. 3 Pero alégrense los justos, regocíjense delante de Dios; sí, que rebosen de alegría. 4 Cantad a Dios, cantad alabanzas a su nombre; abrid paso al que cabalga por los desiertos , cuyo nombre es el SEÑOR; regocijaos delante de El. 5 Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su santa morada. 6 Dios prepara un hogar para los solitarios; conduce a los cautivos a prosperidad; sólo los rebeldes habitan en una tierra seca. 7 Oh Dios, cuando saliste al frente de tu pueblo, cuando marchaste por el desierto, (Selah) 8 tembló la tierra; también se derramaron los cielos ante la presencia de Dios; el Sinaí mismo tembló delante de Dios, el Dios de Israel. 9 Tú esparciste lluvia abundante, oh Dios, tú fortaleciste tu heredad cuando estaba extenuada. 10 Los de tu pueblo se establecieron en ella; en tu bondad, oh Dios, proveíste para el pobre. 11 El Señor da la palabra; las mujeres que anuncian las buenas nuevas son gran multitud: 12 Los reyes de los ejércitos huyen; sí huyen, y la que se queda en casa repartirá el botín. 13 Cuando os acostáis en los apriscos, sois como alas de paloma cubiertas de plata, y sus plumas de oro resplandeciente. 14 Cuando el Omnipotente dispersó allí a los reyes, nevaba en el monte Salmón. 15 Monte de Dios es el monte de Basán; monte de muchos picos es el monte de Basán. 16 ¿Por qué miráis con envidia, oh montes de muchos picos, al monte que Dios ha deseado para morada suya? Ciertamente el SEÑOR habitará allí para siempre. 17 Los carros de Dios son miríadas, millares y millares; el Señor está entre ellos en santidad, como en el Sinaí. 18 Tú has ascendido a lo alto, has llevado en cautividad a tus cautivos; has recibido dones entre los hombres, y aun entre los rebeldes, para que el SEÑOR Dios habite entre ellos. 19 Bendito sea el Señor, que cada día lleva nuestra carga, el Dios que es nuestra salvación. (Selah) 20 Dios es para nosotros un Dios de salvación, y a DIOS el Señor pertenece el librar de la muerte. 21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que anda en sus delitos. 22 Dijo el Señor: De Basán los haré volver; los haré volver de las profundidades del mar; 23 para que tu pie los aplaste en sangre, y la lengua de tus perros tenga la porción de tus enemigos. 24 Ellos han visto tu procesión, oh Dios, la procesión de mi Dios, mi Rey, hacia el santuario. 25 Los cantores iban delante, los músicos detrás, en medio de las doncellas tocando panderos. 26 Bendecid a Dios en las congregaciones, al SEÑOR, vosotros del linaje de Israel. 27 Allí va Benjamín, el más joven, dirigiéndolos, los príncipes de Judá con su grupo, los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí. 28 El Dios tuyo ha mandado tu fuerza; muestra tu poder, oh Dios, tú que has obrado por nosotros. 29 Por causa de tu templo en Jerusalén te traerán presentes los reyes. 30 Reprende las fieras de las cañas, la manada de toros con los becerros de los pueblos, pisoteando las piezas de plata; El ha dispersado a los pueblos que se deleitan en la guerra. 31 De Egipto saldrán mensajeros; Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios. 32 Cantad a Dios, oh reinos de la tierra; cantad alabanzas al Señor. (Selah) 33 Cantad al que cabalga sobre los cielos de los cielos, que son desde la antiguedad; he aquí, El da su voz, voz poderosa. 34 Atribuid a Dios fortaleza; su majestad es sobre Israel, y su poder está en los cielos . 35 Imponente eres, oh Dios, desde tu santuario. El Dios mismo de Israel da fortaleza y poder al pueblo. ¡Bendito sea Dios!
1 Sálvame, oh Dios, porque las aguas me han llegado hasta el alma. 2 Me he hundido en cieno profundo, y no hay donde hacer pie; he llegado a lo profundo de las aguas, y la corriente me anega. 3 Cansado estoy de llorar; reseca está mi garganta; mis ojos desfallecen mientras espero a mi Dios. 4 Más que los cabellos de mi cabeza son los que sin causa me aborrecen; poderosos son los que quieren destruirme , sin razón son mis enemigos, me hacen devolver aquello que no robé. 5 Oh Dios, tú conoces mi insensatez, y mis transgresiones no te son ocultas. 6 ¡No se averguencen de mí los que en ti esperan, oh Señor, DIOS de los ejércitos! ¡No sean humillados por mí los que te buscan, oh Dios de Israel! 7 Pues por amor de ti he sufrido vituperio; la ignominia ha cubierto mi rostro. 8 Me he convertido en extraño para mis hermanos, y en extranjero para los hijos de mi madre. 9 Porque el celo por tu casa me ha consumido, y los vituperios de los que te injurian han caído sobre mí. 10 Cuando lloraba afligiendo con ayuno mi alma, eso se convirtió en afrenta para mí. 11 Cuando hice de cilicio mi vestido, me convertí en proverbio para ellos. 12 Hablan de mí los que se sientan a la puerta, y soy la canción de los borrachos. 13 Pero yo elevo a ti mi oración, oh SEÑOR, en tiempo propicio; oh Dios, en la grandeza de tu misericordia, respóndeme con tu verdad salvadora. 14 Sácame del cieno y no me dejes hundir; sea yo librado de los que me odian, y de lo profundo de las aguas. 15 No me cubra la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca. 16 Respóndeme, oh SEÑOR, pues buena es tu misericordia; vuélvete a mí, conforme a tu inmensa compasión, 17 y no escondas tu rostro de tu siervo, porque estoy en angustia; respóndeme pronto. 18 Acércate a mi alma y redímela; por causa de mis enemigos, rescátame. 19 Tú conoces mi afrenta, mi verguenza y mi ignominia; todos mis adversarios están delante de ti. 20 La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy enfermo; esperé compasión, pero no la hubo; busqué consoladores, pero no los hallé. 21 Y por comida me dieron hiel, y para mi sed me dieron a beber vinagre. 22 Que la mesa delante de ellos se convierta en lazo, y cuando estén en paz, se vuelva una trampa. 23 Núblense sus ojos para que no puedan ver, y haz que sus lomos tiemblen continuamente. 24 Derrama sobre ellos tu indignación, y que el ardor de tu ira los alcance. 25 Sea desolado su campamento, y nadie habite en sus tiendas. 26 Porque han perseguido al que ya tú has herido, y cuentan del dolor de aquellos que tú has traspasado. 27 Añade iniquidad a su iniquidad, y que no entren en tu justicia. 28 Sean borrados del libro de la vida, y no sean inscritos con los justos. 29 Pero yo estoy afligido y adolorido; tu salvación, oh Dios, me ponga en alto. 30 Con cántico alabaré el nombre de Dios, y con acción de gracias le exaltaré. 31 Y esto agradará al SEÑOR más que el sacrificio de un buey, o de un novillo con cuernos y pezuñas. 32 Esto han visto los humildes y se alegran. Viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios. 33 Porque el SEÑOR oye a los necesitados, y no menosprecia a los suyos que están presos. 34 Alábenle los cielos y la tierra, los mares y todo lo que en ellos se mueve. 35 Porque Dios salvará a Sion y edificará las ciudades de Judá, para que ellos moren allí y la posean. 36 Y la descendencia de sus siervos la heredará, y los que aman su nombre morarán en ella.
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