1 Hazme justicia, oh Dios, y defiende mi causa contra una nación impía; líbrame del hombre engañoso e injusto. 2 Ya que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has rechazado? ¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo? 3 Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen, que me lleven a tu santo monte, y a tus moradas. 4 Entonces llegaré al altar de Dios, a Dios, mi supremo gozo; y al son de la lira te alabaré, oh Dios, Dios mío. 5 ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez. ¡El es la salvación de mi ser, y mi Dios!
1 Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. 2 Tú con tu mano echaste fuera las naciones, y a ellos los plantaste. Afligiste a los pueblos, y a ellos los hiciste crecer. 3 Pues no por su espada tomaron posesión de la tierra, ni su brazo los salvó, sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu presencia, porque te complaciste en ellos. 4 Tú eres mi rey, oh Dios; manda victorias a Jacob. 5 Contigo rechazaremos a nuestros adversarios; en tu nombre hollaremos a los que contra nosotros se levanten. 6 Porque yo no confiaré en mi arco, ni me salvará mi espada; 7 pues tú nos has salvado de nuestros adversarios, y has avergonzado a los que nos aborrecen. 8 En Dios nos hemos gloriado todo el día, y por siempre alabaremos tu nombre. (Selah) 9 Sin embargo, tú nos has rechazado y nos has confundido, y no sales con nuestros ejércitos. 10 Nos haces retroceder ante el adversario, y los que nos aborrecen tomaron botín para sí. 11 Nos entregas como ovejas para ser devorados, y nos has esparcido entre las naciones. 12 Vendes a tu pueblo a bajo precio, y no te has beneficiado con su venta . 13 Nos haces el oprobio de nuestros vecinos, escarnio y burla de los que nos rodean. 14 Nos pones por proverbio entre las naciones, causa de risa entre los pueblos. 15 Todo el día mi ignominia está delante de mí, y la verguenza de mi rostro me ha abrumado, 16 por la voz del que me reprocha y vitupera, por la presencia del enemigo y del vengativo. 17 Todo esto nos ha sobrevenido, pero no nos hemos olvidado de ti, ni hemos faltado a tu pacto. 18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón, ni se han desviado nuestros pasos de tu senda; 19 sin embargo, nos has quebrantado en la región de los chacales, y nos has cubierto con la sombra de la muerte. 20 Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios, o extendido nuestras manos a un dios extraño, 21 ¿no se habría dado cuenta Dios de esto? Pues El conoce los secretos del corazón. 22 Pero por causa tuya nos matan cada día; se nos considera como ovejas para el matadero. 23 ¡Despierta! ¿Por qué duermes, Señor? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre. 24 ¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestra aflicción y de nuestra opresión? 25 Porque nuestra alma se ha hundido en el polvo; nuestro cuerpo está pegado a la tierra. 26 ¡Levántate! Sé nuestra ayuda, y redímenos por amor de tu misericordia.
1 Rebosa en mi corazón un tema bueno; al rey dirijo mis versos; mi lengua es como pluma de escribiente muy ligero. 2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derrama en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre. 3 Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, en tu esplendor y tu majestad. 4 En tu majestad cabalga en triunfo, por la causa de la verdad, de la humildad y de la justicia; que tu diestra te enseñe cosas tremendas. 5 Tus saetas son agudas; los pueblos caen debajo de ti; en el corazón de los enemigos del rey están tus flechas. 6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de equidad es el cetro de tu reino. 7 Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; por tanto Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros. 8 Todas tus vestiduras están perfumadas con mirra, áloe y casia; desde palacios de marfil te han alegrado con instrumentos de cuerda. 9 Hijas de reyes hay entre tus damas nobles; a tu diestra, en oro de Ofir, está la reina. 10 Escucha, hija, presta atención e inclina tu oído; olvídate de tu pueblo y de la casa de tu padre. 11 Entonces el rey deseará tu hermosura; inclínate ante él, porque él es tu señor. 12 Y la hija de Tiro vendrá con presentes; los ricos del pueblo suplicarán tu favor. 13 Toda radiante está la hija del rey dentro de su palacio; recamado de oro está su vestido. 14 En vestido bordado será conducida al rey; las doncellas, sus compañeras que la siguen, serán llevadas a ti. 15 Serán conducidas con alegría y regocijo; entrarán al palacio del rey. 16 En lugar de tus padres estarán tus hijos; los harás príncipes en toda la tierra. 17 Haré que tu nombre sea recordado por todas las generaciones; por tanto, los pueblos te alabarán eternamente y para siempre. Coré, compuesto para Alamot . Cántico.
1 Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. 2 Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares; 3 aunque bramen y se agiten sus aguas, aunque tiemblen los montes con creciente enojo. (Selah) 4 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, las moradas santas del Altísimo. 5 Dios está en medio de ella, no será sacudida; Dios la ayudará al romper el alba. 6 Bramaron las naciones, se tambalearon los reinos; dio El su voz, y la tierra se derritió. 7 El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros; nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah) 8 Venid, contemplad las obras del SEÑOR, que ha hecho asolamientos en la tierra; 9 que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra; quiebra el arco, parte la lanza, y quema los carros en el fuego. 10 Estad quietos, y sabed que yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra. 11 El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros; nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)
1 Batid palmas, pueblos todos; aclamad a Dios con voz de júbilo. 2 Porque el SEÑOR, el Altísimo, es digno de ser temido; Rey grande es sobre toda la tierra. 3 El somete pueblos debajo de nosotros, y naciones bajo nuestros pies. 4 El nos escoge nuestra heredad, la gloria de Jacob a quien El ama. (Selah) 5 Dios ha ascendido entre aclamaciones, el SEÑOR, al son de trompeta. 6 Cantad alabanzas a Dios, cantad alabanzas; cantad alabanzas a nuestro Rey, cantad alabanzas. 7 Porque Dios es Rey de toda la tierra; cantad alabanzas con armonioso salmo . 8 Dios reina sobre las naciones; sentado está Dios en su santo trono. 9 Se han reunido los príncipes de los pueblos como el pueblo del Dios de Abraham; porque de Dios son los escudos de la tierra; El es ensalzado en gran manera.
1 Grande es el SEÑOR, y muy digno de ser alabado en la ciudad de nuestro Dios, su santo monte. 2 Hermoso en su elevación, el gozo de toda la tierra es el monte Sion, en el extremo norte, la ciudad del gran Rey. 3 Dios en sus palacios se dio a conocer como baluarte. 4 Pues, he aquí, los reyes se reunieron; pasaron juntos. 5 Ellos la vieron y quedaron pasmados; se aterrorizaron y huyeron alarmados. 6 Allí se apoderó de ellos un temblor; dolor como el de mujer que está de parto. 7 Con el viento solano tú destrozas las naves de Tarsis. 8 Como lo hemos oído, así lo hemos visto en la ciudad del SEÑOR de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios; Dios la afirmará para siempre. (Selah) 9 En tu misericordia, oh Dios, hemos meditado, en medio de tu templo. 10 Oh Dios, como es tu nombre, así es tu alabanza hasta los confines de la tierra; llena de justicia está tu diestra. 11 Alégrese el monte Sion, regocíjense las hijas de Judá, a causa de tus juicios. 12 Andad por Sion e id alrededor de ella; contad sus torres; 13 considerad atentamente sus murallas, recorred sus palacios, para que lo contéis a la generación venidera. 14 Porque este es Dios, nuestro Dios por siempre jamás; El nos guiará hasta la muerte .
1 Oíd esto, pueblos todos; escuchad, habitantes todos del mundo, 2 tanto humildes como encumbrados, ricos y pobres juntamente. 3 Mi boca hablará sabiduría, y la meditación de mi corazón será entendimiento. 4 Inclinaré al proverbio mi oído, con el arpa declararé mi enigma. 5 ¿Por qué he de temer en los días de adversidad cuando la iniquidad de mis enemigos me rodee, 6 de los que confían en sus bienes y se jactan de la abundancia de sus riquezas? 7 Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano, ni dar a Dios rescate por él, 8 porque la redención de su alma es muy costosa, y debe abandonar el intento para siempre, 9 para que viva eternamente, para que no vea corrupción . 10 Porque él ve que aun los sabios mueren; el torpe y el necio perecen de igual manera, y dejan sus riquezas a otros. 11 Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas , y sus moradas por todas las generaciones; y a sus tierras han dado sus nombres. 12 Mas el hombre, en su vanagloria, no permanecerá; es como las bestias que perecen. 13 Este es el camino de los insensatos, y de los que después de ellos aprueban sus palabras. (Selah) 14 Como ovejas son destinados para el Seol, la muerte los pastoreará, los rectos los regirán por la mañana; su forma será para que el Seol la consuma, de modo que no tienen morada. 15 Pero Dios redimirá mi alma del poder del Seol, pues El me recibirá. (Selah) 16 No temas cuando alguno se enriquece, cuando la gloria de su casa aumenta; 17 porque nada se llevará cuando muera, ni su gloria descenderá con él. 18 Aunque mientras viva, a sí mismo se felicite (y aunque los hombres te alaben cuando prosperes), 19 irá a reunirse con la generación de sus padres, quienes nunca verán la luz. 20 El hombre en su vanagloria, pero sin entendimiento, es como las bestias que perecen.
No Venda Mi Información Personal (CA Solamente)   California - Aviso de la CCPA