1 ¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? 2 ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. 5 Porque si hemos sido unidos a El en la semejanza de su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de su resurrección, 6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; 7 porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado. 8 Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con El, 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre El. 10 Porque por cuanto El murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto vive, vive para Dios. 11 Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. 12 Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias; 13 ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia. 15 ¿Entonces qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! 16 ¿No sabéis que cuando os presentáis a alguno como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia? 17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fuisteis entregados; 18 y habiendo sido libertados del pecado, os habéis hecho siervos de la justicia. 19 Hablo en términos humanos, por causa de la debilidad de vuestra carne. Porque de la manera que presentasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia, para santificación. 20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres en cuanto a la justicia. 21 ¿Qué fruto teníais entonces en aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de esas cosas es muerte. 22 Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna. 23 Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
1 Salva, SEÑOR, porque el piadoso deja de ser; porque los fieles desaparecen de entre los hijos de los hombres. 2 Falsedad habla cada uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón. 3 Corte el SEÑOR todo labio lisonjero, la lengua que habla con exageración; 4 a los que han dicho: Con nuestra lengua prevaleceremos, nuestros labios nos defienden; ¿quién es señor sobre nosotros? 5 Por la desolación del afligido, por los gemidos del menesteroso, me levantaré ahora, dice el SEÑOR; lo pondré en la seguridad que anhela. 6 Las palabras del SEÑOR son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada. 7 Tú, SEÑOR, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre. 8 En torno se pasean los impíos, cuando la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres.
1 Hijo mío, guarda mis palabras, y atesora mis mandamientos contigo. 2 Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi enseñanza como la niña de tus ojos. 3 Atalos a tus dedos, escríbelos en la tabla de tu corazón. 4 Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, y llama a la inteligencia tu mejor amiga, 5 para que te guarden de la mujer extraña, de la desconocida que lisonjea con sus palabras. 6 Porque desde la ventana de mi casa miraba por la celosía, 7 y vi entre los simples, distinguí entre los muchachos a un joven falto de juicio, 8 pasando por la calle cerca de su esquina; iba camino de su casa, 9 al atardecer, al anochecer, en medio de la noche y la oscuridad. 10 Y he aquí, una mujer le sale al encuentro, vestida como ramera y astuta de corazón. 11 Es alborotadora y rebelde, sus pies no permanecen en casa; 12 está ya en las calles, ya en las plazas, y acecha por todas las esquinas. 13 Y lo agarra y lo besa, y descarada le dice: 14 Tenía que ofrecer ofrendas de paz, y hoy he cumplido mis votos; 15 por eso he salido a encontrarte, buscando tu rostro con ansiedad, y te he hallado. 16 He tendido mi lecho con colchas, con linos de Egipto en colores; 17 he rociado mi cama con mirra, áloes y canela. 18 Ven, embriaguémonos de amor hasta la mañana, deleitémonos con caricias. 19 Porque mi marido no está en casa, se ha ido a un largo viaje; 20 se ha llevado en la mano la bolsa del dinero, volverá a casa para la luna llena. 21 Con sus palabras persuasivas lo atrae, lo seduce con sus labios lisonjeros. 22 Al instante la sigue, como va el buey al matadero, o como uno en grillos al castigo de un necio, 23 hasta que una flecha le traspasa el hígado; como el ave que se precipita en la trampa, y no sabe que esto le costará la vida. 24 Ahora pues, hijos míos, escuchadme, y prestad atención a las palabras de mi boca. 25 No se desvíe tu corazón hacia sus caminos, no te extravíes en sus sendas. 26 Porque muchas son las víctimas derribadas por ella, y numerosos los que ha matado. 27 Su casa es el camino al Seol, que desciende a las cámaras de la muerte.
1 Entonces el SEÑOR respondió a Job desde el torbellino y dijo: 2 ¿Quién es éste que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento? 3 Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y yo te preguntaré, y tú me instruirás. 4 ¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. 5 ¿Quién puso sus medidas?, ya que sabes, ¿o quién extendió sobre ella cordel? 6 ¿Sobre qué se asientan sus basas, o quién puso su piedra angular 7 cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo? 8 ¿O quién encerró con puertas el mar, cuando, irrumpiendo, se salió de su seno; 9 cuando hice de una nube su vestidura, y de espesa oscuridad sus pañales; 10 cuando sobre él establecí límites, puse puertas y cerrojos, 11 y dije: "Hasta aquí llegarás, pero no más allá; aquí se detendrá el orgullo de tus olas"? 12 ¿Alguna vez en tu vida has mandado a la mañana, y hecho conocer al alba su lugar, 13 para que ella eche mano a los confines de la tierra, y de ella sean sacudidos los impíos? 14 Ella cambia como barro bajo el sello; y como con vestidura se presenta. 15 Mas se quita la luz a los impíos, y se quiebra el brazo levantado. 16 ¿Has entrado hasta las fuentes del mar, o andado en las profundidades del abismo? 17 ¿Te han sido reveladas las puertas de la muerte, o has visto las puertas de la densa oscuridad? 18 ¿Has comprendido la extensión de la tierra? Dímelo, si tú sabes todo esto. 19 ¿Dónde está el camino a la morada de la luz? Y la oscuridad, ¿dónde está su lugar, 20 para que la lleves a su territorio, y para que disciernas los senderos de su casa? 21 ¡Tú lo sabes, porque entonces ya habías nacido, y grande es el número de tus días! 22 ¿Has entrado en los depósitos de la nieve, o has visto los depósitos del granizo, 23 que he reservado para el tiempo de angustia, para el día de guerra y de batalla? 24 ¿Dónde está el camino en que se divide la luz, o el viento solano esparcido sobre la tierra? 25 ¿Quién ha abierto un canal para el turbión, o un camino para el rayo, 26 para traer lluvia sobre tierra despoblada, sobre un desierto sin hombre alguno, 27 para saciar la tierra desierta y desolada, y hacer brotar las semillas de la hierba? 28 ¿Tiene padre la lluvia? ¿Quién ha engendrado las gotas de rocío? 29 ¿Del vientre de quién ha salido el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la ha dado a luz? 30 El agua se endurece como la piedra, y aprisionada está la superficie del abismo. 31 ¿Puedes tú atar las cadenas de las Pléyades, o desatar las cuerdas de Orión? 32 ¿Haces aparecer una constelación a su tiempo, y conduces la Osa con sus hijos? 33 ¿Conoces tú las ordenanzas de los cielos, o fijas su dominio en la tierra? 34 ¿Puedes levantar tu voz a las nubes, para que abundancia de agua te cubra? 35 ¿Envías los relámpagos para que vayan y te digan: "Aquí estamos?" 36 ¿Quién ha puesto sabiduría en lo más íntimo del ser, o ha dado a la mente inteligencia? 37 ¿Quién puede contar las nubes con sabiduría, o inclinar los odres de los cielos, 38 cuando el polvo en masa se endurece, y los terrones se pegan entre sí? 39 ¿Puedes cazar la presa para la leona, o saciar el apetito de los leoncillos, 40 cuando se agachan en sus madrigueras, o están al acecho en sus guaridas? 41 ¿Quién prepara para el cuervo su alimento, cuando sus crías claman a Dios, y vagan sin comida?
1 Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2 Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque que en hebreo se llama Betesda y que tiene cinco pórticos. 3 En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua; 4 porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera. 5 Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo<***>: ¿Quieres ser sano? 7 El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo. 8 Jesús le dijo<***>: Levántate, toma tu camilla y anda. 9 Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar. Y aquel día era día de reposo. 10 Por eso los judíos decían al que fue sanado: Es día de reposo, y no te es permitido cargar tu camilla. 11 Pero él les respondió: El mismo que me sanó, me dijo: "Toma tu camilla y anda." 12 Le preguntaron: ¿Quién es el hombre que te dijo: "Toma tu camilla y anda"? 13 Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús, sigilosamente, se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar. 14 Después de esto Jesús lo halló<***> en el templo y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor. 15 El hombre se fue, y dijo a los judíos que Jesús era el que lo había sanado. 16 A causa de esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17 Pero El les respondió: Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo. 18 Entonces, por esta causa, los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo violaba el día de reposo, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios. 19 Por eso Jesús, respondiendo, les decía: En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera. 20 Pues el Padre ama al Hijo, y le muestra todo lo que El mismo hace; y obras mayores que éstas le mostrará, para que os admiréis. 21 Porque así como el Padre levanta a los muertos y les da vida, asimismo el Hijo también da vida a los que El quiere. 22 Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo, 23 para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. 24 En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. 25 En verdad, en verdad os digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oigan vivirán. 26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en sí mismo; 27 y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre. 28 No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, 29 y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio. 30 Yo no puedo hacer nada por iniciativa mía; como oigo, juzgo, y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 31 Si yo solo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que el testimonio que da de mí es verdadero. 33 Vosotros habéis enviado a preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. 34 Pero el testimonio que yo recibo no es de hombre; mas digo esto para que vosotros seáis salvos. 35 El era la lámpara que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. 36 Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. 37 Y el Padre que me envió, ése ha dado testimonio de mí. Pero no habéis oído jamás su voz ni habéis visto su apariencia. 38 Y su palabra no la tenéis morando en vosotros, porque no creéis en aquel que El envió. 39 Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida. 41 No recibo gloria de los hombres; 42 pero os conozco, que no tenéis el amor de Dios en vosotros. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése recibiréis. 44 ¿Cómo podéis creer, cuando recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? 45 No penséis que yo os acusaré delante del Padre; el que os acusa es Moisés, en quien vosotros habéis puesto vuestra esperanza. 46 Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47 Pero si no creéis sus escritos, ¿cómo creeréis mis palabras?
1 Y tú, hijo de hombre, profetiza contra Gog, y di: "Así dice el Señor DIOS: 'He aquí, yo estoy contra ti, Gog, príncipe de Ros, Mesec, y Tubal. 2 'Te haré dar vuelta y te empujaré, te recogeré de las partes remotas del norte y te traeré contra los montes de Israel. 3 'Romperé el arco de tu mano izquierda, y derribaré las saetas de tu mano derecha. 4 'Sobre los montes de Israel caerás, tú y todas tus tropas y los pueblos que están contigo. Te daré por comida a toda clase de ave de rapiña y a las bestias del campo. 5 'Sobre el campo abierto caerás; porque soy yo el que ha hablado'declara el Señor DIOS. 6 'Enviaré fuego sobre Magog y sobre los que habitan seguros en las costas; y sabrán que yo soy el SEÑOR. 7 'Mi santo nombre daré a conocer en medio de mi pueblo Israel, y nunca más permitiré que mi santo nombre sea profanado; y sabrán las naciones que yo soy el SEÑOR, el Santo en Israel. 8 'He aquí que viene y se cumplirá'declara el Señor DIOS. 'Este es el día del cual he hablado. 9 'Entonces saldrán los habitantes de las ciudades de Israel y harán hogueras con las armas, y quemarán escudos, paveses, arcos y saetas, mazas y lanzas, y harán fuego con ellos durante siete años. 10 'No tomarán leña del campo ni la recogerán de los bosques, porque harán hogueras con las armas; despojarán a sus despojadores y saquearán a sus saqueadores'declara el Señor DIOS. 11 'Y sucederá en aquel día que daré a Gog un lugar para sepultura allí en Israel, el valle de los que pasan al oriente del mar, y cortará el paso a los viajeros. Allí enterrarán a Gog con toda su multitud, y lo llamarán el valle de Hamón-gog . 12 'Durante siete meses la casa de Israel los estará enterrando para limpiar la tierra. 13 'Todo el pueblo de la tierra los enterrará; y será para ellos memorable el día en que yo me glorifique'declara el Señor DIOS. 14 'Y escogerán hombres que constantemente recorran la tierra y entierren a los que pasen, a los que queden sobre la superficie de la tierra, para limpiarla. Al cabo de siete meses harán un reconocimiento. 15 'Y cuando pasen los que recorran la tierra, el que vea un hueso humano, pondrá señal junto a él, hasta que los sepultureros lo entierren en el valle de Hamón-gog. 16 'Y el nombre de la ciudad será Hamona ; y dejarán limpia la tierra.'" 17 En cuanto a ti, hijo de hombre, así dice el Señor DIOS: "Di a toda clase de ave y a toda bestia del campo: 'Congregaos y venid, juntaos de todas partes al sacrificio que voy a preparar para vosotros, un gran sacrificio sobre los montes de Israel, y comeréis carne y beberéis sangre. 18 'Comeréis carne de poderosos y beberéis sangre de los príncipes de la tierra, como si fueran carneros, corderos, machos cabríos y toros, engordados todos en Basán. 19 'Comeréis grosura hasta que os hartéis, y beberéis sangre hasta que os embriaguéis, del sacrificio que he preparado para vosotros. 20 'Os hartaréis a mi mesa de caballos y jinetes, de poderosos y de todos los hombres de guerra'declara el Señor DIOS. 21 'Y pondré mi gloria entre las naciones; y todas las naciones verán el juicio que he hecho y mi mano que he puesto sobre ellos. 22 'Y sabrá la casa de Israel que yo soy el SEÑOR su Dios desde ese día en adelante. 23 'Y sabrán las naciones que la casa de Israel fue al cautiverio por su iniquidad porque actuaron pérfidamente contra mí; escondí, pues, mi rostro de ellos, los entregué en manos de sus adversarios y todos ellos cayeron a espada. 24 'Conforme a su inmundicia y conforme a sus transgresiones, así los traté, y de ellos escondí mi rostro.'" 25 Por tanto, así dice el Señor DIOS: Ahora restauraré el bienestar de Jacob, y tendré misericordia de toda la casa de Israel, y me mostraré celoso de mi santo nombre. 26 Y ellos olvidarán su ignominia y todas las infidelidades que cometieron contra mí, cuando habiten seguros en su tierra sin que nadie los atemorice. 27 Cuando yo los traiga de entre los pueblos y los reúna de las tierras de sus enemigos, seré santificado en ellos ante los ojos de muchas naciones. 28 Entonces sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios, porque los hice ir al cautiverio entre las naciones, y después los reuní de nuevo en su propia tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos. 29 No les ocultaré más mi rostro, porque habré derramado mi Espíritu sobre la casa de Israeldeclara el Señor DIOS.
1 Hermanos y padres, escuchad mi defensa que ahora presento ante vosotros. 2 Cuando oyeron que se dirigía a ellos en el idioma hebreo, observaron aún más silencio; y él dijo<***>: 3 Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, educado bajo Gamaliel en estricta conformidad a la ley de nuestros padres, siendo tan celoso de Dios como todos vosotros lo sois hoy. 4 Y perseguí este Camino hasta la muerte, encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a mujeres, 5 de lo cual pueden testificar el sumo sacerdote y todo el concilio de los ancianos. También de ellos recibí cartas para los hermanos, y me puse en marcha para Damasco con el fin de traer presos a Jerusalén también a los que estaban allá, para que fueran castigados. 6 Y aconteció que cuando iba de camino, estando ya cerca de Damasco, como al mediodía, de repente una luz muy brillante fulguró desde el cielo a mi derredor, 7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" 8 Y respondí: "¿Quién eres, Señor?" Y El me dijo: "Yo soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues." 9 Y los que estaban conmigo vieron la luz, ciertamente, pero no comprendieron la voz del que me hablaba. 10 Y yo dije: "¿Qué debo hacer, Señor?" Y el Señor me dijo: "Levántate y entra a Damasco; y allí se te dirá todo lo que se ha ordenado que hagas." 11 Pero como yo no veía por causa del resplandor de aquella luz, los que estaban conmigo me llevaron de la mano y entré a Damasco. 12 Y uno llamado Ananías, hombre piadoso según las normas de la ley, y de quien daban buen testimonio todos los judíos que vivían allí, 13 vino a mí, y poniéndose a mi lado, me dijo: "Hermano Saulo, recibe la vista." En ese mismo instante alcé los ojos y lo miré. 14 Y él dijo: "El Dios de nuestros padres te ha designado para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo y oigas palabra de su boca. 15 "Porque testigo suyo serás a todos los hombres de lo que has visto y oído. 16 "Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y sé bautizado, y lava tus pecados invocando su nombre." 17 Y aconteció que cuando regresé a Jerusalén y me hallaba orando en el templo, caí en un éxtasis, 18 y vi al Señor que me decía: "Apresúrate y sal pronto de Jerusalén porque no aceptarán tu testimonio acerca de mí." 19 Y yo dije: "Señor, ellos saben bien que en una sinagoga tras otra, yo encarcelaba y azotaba a los que creían en ti. 20 "Y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, allí estaba también yo dando mi aprobación, y cuidando los mantos de los que lo estaban matando." 21 Pero El me dijo: "Ve, porque te voy a enviar lejos, a los gentiles." 22 Lo oyeron hasta que dijo esto, y entonces alzaron sus voces y dijeron: ¡Quita de la tierra a ese individuo! No se le debe permitir que viva. 23 Como ellos vociferaban, y arrojaban sus mantos, y echaban polvo al aire, 24 el comandante ordenó que lo llevaran al cuartel, diciendo que debía ser sometido a azotes para saber la razón por qué gritaban contra él de aquella manera. 25 Cuando lo estiraron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba allí: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle hecho juicio? 26 Al oír esto el centurión, fue al comandante y le avisó, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano. 27 Vino el comandante a Pablo y le dijo: Dime, ¿eres romano? Y él dijo: Sí. 28 Y el comandante respondió: Yo adquirí esta ciudadanía por una gran cantidad de dinero. Y Pablo dijo: Pero yo soy ciudadano de nacimiento. 29 Entonces los que iban a someterlo a azotes, al instante lo soltaron; y también el comandante tuvo temor cuando supo que Pablo era romano, y porque lo había atado con cadenas. 30 Al día siguiente, queriendo saber con certeza la causa por la cual los judíos lo acusaban, lo soltó, y ordenó a los principales sacerdotes y a todo el concilio que se reunieran; y llevando a Pablo, lo puso ante ellos.
1 Oye, Israel: Hoy vas a pasar el Jordán para entrar a desposeer a naciones más grandes y más poderosas que tú, ciudades grandes y fortificadas hasta el cielo, 2 un pueblo grande y alto, los hijos de los anaceos, a quienes conoces y de quienes has oído decir: "¿Quién puede resistir ante los hijos de Anac?" 3 Comprende, pues, hoy, que es el SEÑOR tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor. El los destruirá y los humillará delante de ti, para que los expulses y los destruyas rápidamente, tal como el SEÑOR te ha dicho. 4 No digas en tu corazón cuando el SEÑOR tu Dios los haya echado de delante de ti: "Por mi justicia el SEÑOR me ha hecho entrar para poseer esta tierra", sino que es a causa de la maldad de estas naciones que el SEÑOR las expulsa de delante de ti. 5 No es por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón que vas a poseer su tierra, sino que por la maldad de estas naciones el SEÑOR tu Dios las expulsa de delante de ti, para confirmar el pacto que el SEÑOR juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 6 Comprende, pues, que no es por tu justicia que el SEÑOR tu Dios te da esta buena tierra para poseerla, pues eres un pueblo de dura cerviz. 7 Acuérdate; no olvides cómo provocaste a ira al SEÑOR tu Dios en el desierto; desde el día en que saliste de la tierra de Egipto hasta que llegasteis a este lugar, habéis sido rebeldes contra el SEÑOR. 8 Hasta en Horeb provocasteis a ira al SEÑOR, y el SEÑOR se enojó tanto contra vosotros que estuvo a punto de destruiros. 9 Cuando subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que el SEÑOR había hecho con vosotros, me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua. 10 Y el SEÑOR me dio las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios; y en ellas estaban todas las palabras que el SEÑOR os había dicho en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea. 11 Y aconteció al cabo de cuarenta días y cuarenta noches, que el SEÑOR me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto. 12 Entonces el SEÑOR me dijo: "Levántate; baja aprisa de aquí, porque tu pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les había ordenado; se han hecho un ídolo de fundición." 13 También me habló el SEÑOR, diciendo: "He visto a este pueblo, y en verdad es un pueblo de dura cerviz. 14 "Déjame que los destruya y borre su nombre de debajo del cielo; y de ti haré una nación más grande y más poderosa que ellos." 15 Y volví, y descendí del monte mientras el monte ardía con fuego, y las dos tablas del pacto estaban en mis dos manos. 16 Y vi que en verdad habíais pecado contra el SEÑOR vuestro Dios. Os habíais hecho un becerro de fundición; pronto os habíais apartado del camino que el SEÑOR os había ordenado. 17 Tomé las dos tablas, las arrojé de mis manos y las hice pedazos delante de vuestros ojos. 18 Y me postré delante del SEÑOR como al principio, por cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo el pecado que habíais cometido al hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, provocándole a ira. 19 Porque temí la ira y el furor con que el SEÑOR estaba enojado contra vosotros para destruiros, pero el SEÑOR me escuchó también esta vez. 20 Y el SEÑOR se enojó tanto con Aarón que quiso destruirlo; y también intercedí por Aarón al mismo tiempo. 21 Y tomé el objeto de vuestro pecado, el becerro que os habíais hecho, y lo quemé en el fuego, y lo hice pedazos, desmenuzándolo hasta que quedó tan fino como el polvo; y eché su polvo al arroyo que bajaba del monte. 22 Nuevamente, en Tabera, en Masah y en Kibrot-hataava, provocasteis a ira al SEÑOR. 23 Y cuando el SEÑOR os envió de Cades-barnea, diciendo: "Subid y tomad posesión de la tierra que yo os he dado", entonces os rebelasteis contra la orden del SEÑOR vuestro Dios; no le creísteis, ni escuchasteis su voz. 24 Vosotros habéis sido rebeldes al SEÑOR desde el día en que os conocí. 25 Entonces me postré delante del SEÑOR los cuarenta días y cuarenta noches, lo cual hice porque el SEÑOR había dicho que os iba a destruir. 26 Y oré al SEÑOR, y dije: "Oh Señor DIOS, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, que tú has redimido con tu grandeza, que tú has sacado de Egipto con mano fuerte. 27 "Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires la dureza de este pueblo ni su maldad ni su pecado. 28 "De otra manera los de la tierra de donde tú nos sacaste dirán: 'Por cuanto el SEÑOR no pudo hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los aborreció, los sacó para hacerlos morir en el desierto.' 29 "Sin embargo, ellos son tu pueblo, tu heredad, a quien tú has sacado con tu gran poder y tu brazo extendido."
1 Entonces se congregó todo Israel en torno a David en Hebrón, y dijeron: He aquí, hueso tuyo y carne tuya somos. 2 Ya de antes, cuando Saúl aún era rey, eras tú el que sacabas y el que volvías a traer a Israel. Y el SEÑOR tu Dios te dijo: "Tú pastorearás a mi pueblo Israel, y serás príncipe sobre mi pueblo Israel." 3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo un pacto con ellos en Hebrón delante del SEÑOR; luego ungieron a David como rey sobre Israel, conforme a la palabra del SEÑOR por medio de Samuel. 4 Entonces fue David con todo Israel a Jerusalén, es decir, Jebús, y estaban allí los jebuseos, habitantes de la tierra. 5 Y los habitantes de Jebús dijeron a David: No entrarás aquí. Pero David capturó la fortaleza de Sion, es decir, la ciudad de David. 6 Y David había dicho: El que primero hiera a un jebuseo será jefe y capitán. Y Joab, hijo de Sarvia, subió primero, y fue hecho jefe. 7 David habitó en la fortaleza; por tanto fue llamada la ciudad de David. 8 Y edificó la ciudad alrededor, desde el Milo hasta la muralla circundante; y Joab reparó el resto de la ciudad. 9 David se engrandecía cada vez más, y el SEÑOR de los ejércitos estaba con él. 10 Estos son los jefes de los valientes que tenía David, quienes le dieron fuerte apoyo en su reino, junto con todo Israel, para hacerlo rey, conforme a la palabra del SEÑOR concerniente a Israel. 11 Y éstos constituyen la lista de los valientes que tenía David: Jasobeam, hijo de Hacmoni, jefe de los treinta; él blandió su lanza contra trescientos a los cuales mató de una sola vez. 12 Y después de él, Eleazar, hijo de Dodo ahohíta; él era uno de los tres valientes. 13 El estaba con David en Pasdamim cuando los filisteos se reunieron allí para la batalla; y había una parcela llena de cebada, y el pueblo huyó delante de los filisteos, 14 y se apostaron en medio de la parcela, y la defendieron e hirieron a los filisteos; y el SEÑOR los salvó con una gran victoria . 15 Descendieron tres de los treinta jefes a la roca donde estaba David, en la cueva de Adulam, mientras el ejército de los filisteos acampaba en el valle de Refaim. 16 David estaba entonces en la fortaleza, mientras la guarnición de los filisteos estaba en Belén. 17 David sintió un gran deseo, y dijo: ¡Quién me diera a beber agua del pozo de Belén que está junto a la puerta! 18 Entonces los tres se abrieron paso por el campamento de los filisteos, y sacando agua del pozo de Belén que estaba junto a la puerta, se la llevaron y la trajeron a David; pero David no quiso beberla, sino que la derramó para el SEÑOR, 19 y dijo: Lejos esté de mí que haga tal cosa delante de mi Dios. ¿Beberé la sangre de estos hombres que fueron con riesgo de sus vidas? Porque con riesgo de sus vidas la trajeron. Por eso no quiso beberla. Estas cosas hicieron los tres valientes. 20 Y Abisai, hermano de Joab, era el primero de los treinta, y blandió su lanza contra trescientos y los mató; y él tuvo tanto renombre como los tres. 21 De los treinta en el segundo grupo, él fue el más distinguido y llegó a ser capitán de ellos; pero no igualó a los tres primeros. 22 Benaía, hijo de Joiada, hijo de un valiente de Cabseel, de grandes hazañas, mató a los dos hijos de Ariel de Moab. Y él descendió y mató a un león en medio de un foso un día que estaba nevando. 23 También mató a un egipcio, un hombre grande de cinco codos de estatura; y en la mano del egipcio había una lanza como un rodillo de tejedor, pero Benaía descendió a él con un palo, y arrebatando la lanza de la mano del egipcio, lo mató con su propia lanza. 24 Estas cosas hizo Benaía, hijo de Joiada, y tuvo tanto renombre como los tres valientes. 25 He aquí, fue el más distinguido entre los treinta, pero no igualó a los tres; y David lo puso sobre su guardia. 26 Y los valientes de los ejércitos fueron Asael, hermano de Joab, Elhanan, hijo de Dodo de Belén, 27 Samot harodita, Heles pelonita, 28 Ira, hijo de Iques tecoíta, Abiezer anatotita, 29 Sibecai husatita, Ilai ahohíta, 30 Maharai netofatita, Heled, hijo de Baana netofatita, 31 Itai, hijo de Ribai de Guibeá de los hijos de Benjamín, Benaía piratonita, 32 Hurai de los arroyos de Gaas, Abiel arbatita, 33 Azmavet barhumita, Eliaba saalbonita, 34 los hijos de Hasem gizonita, Jonatán, hijo de Sage ararita, 35 Ahíam, hijo de Sacar ararita, Elifal, hijo de Ur, 36 Hefer megueratita, Ahías pelonita, 37 Hezro carmelita, Naarai, hijo de Ezbai, 38 Joel, hermano de Natán, Mibhar, hijo de Hagrai, 39 Selec amonita, Naharai beerotita, escudero de Joab, hijo de Sarvia, 40 Ira itrita, Gareb itrita, 41 Urías heteo, Zabad, hijo de Ahlai, 42 Adina, hijo de Siza rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él. 43 Hanán, hijo de Maaca, y Josafat mitnita, 44 Uzías astarotita, Sama y Jehiel, hijos de Hotam aroerita, 45 Jediael, hijo de Simri, y Joha su hermano, tizita, 46 Eliel mahavita, Jerebai y Josavía, hijos de Elnaam, Itma moabita, 47 Eliel, Obed y Jaasiel mesobaíta.
1 Por tanto, a los ancianos entre vosotros, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada: 2 pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo; 3 tampoco como teniendo señorío sobre los que os han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño. 4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona inmarcesible de gloria. 5 Asimismo, vosotros los más jóvenes, estad sujetos a los mayores; y todos, revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS, PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES. 6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte a su debido tiempo, 7 echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros. 8 Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. 9 Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 10 Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, El mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá. 11 A El sea el dominio por los siglos de los siglos. Amén. 12 Por conducto de Silvano, nuestro fiel hermano (porque así lo considero), os he escrito brevemente, exhortando y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios. Estad firmes en ella. 13 La que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, os saluda, y también mi hijo Marcos. 14 Saludaos unos a otros con un beso de amor. La paz sea con todos vosotros los que estáis en Cristo.
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