1 Ciertamente Dios es bueno para con Israel, para con los de puro corazón. 2 En cuanto a mí, mis pies estuvieron a punto de tropezar, casi resbalaron mis pasos. 3 Porque tuve envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de los impíos. 4 Porque no hay dolores en su muerte, y su cuerpo es robusto. 5 No sufren penalidades como los mortales, ni son azotados como los demás hombres. 6 Por tanto, el orgullo es su collar; el manto de la violencia los cubre. 7 Los ojos se les saltan de gordura; se desborda su corazón con sus antojos. 8 Se mofan, y con maldad hablan de opresión; hablan desde su encumbrada posición. 9 Contra el cielo han puesto su boca, y su lengua se pasea por la tierra. 10 Por eso el pueblo de Dios vuelve a este lugar, y beben las aguas de la abundancia. 11 Y dicen: ¿Cómo lo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo? 12 He aquí, estos son los impíos, y, siempre desahogados, han aumentado sus riquezas. 13 Ciertamente en vano he guardado puro mi corazón y lavado mis manos en inocencia; 14 pues he sido azotado todo el día y castigado cada mañana. 15 Si yo hubiera dicho: Así hablaré, he aquí, habría traicionado a la generación de tus hijos. 16 Cuando pensaba, tratando de entender esto, fue difícil para mí, 17 hasta que entré en el santuario de Dios; entonces comprendí el fin de ellos. 18 Ciertamente tú los pones en lugares resbaladizos; los arrojas a la destrucción. 19 ¡Cómo son destruidos en un momento! Son totalmente consumidos por terrores repentinos. 20 Como un sueño del que despierta, oh Señor, cuando te levantes, despreciarás su apariencia. 21 Cuando mi corazón se llenó de amargura, y en mi interior sentía punzadas, 22 entonces era yo torpe y sin entendimiento; era como una bestia delante de ti. 23 Sin embargo, yo siempre estoy contigo; tú me has tomado de la mano derecha. 24 Con tu consejo me guiarás, y después me recibirás en gloria. 25 ¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra. 26 Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre. 27 Porque he aquí, los que están lejos de ti perecerán; tú has destruido a todos los que te son infieles. 28 Mas para mí, estar cerca de Dios es mi bien; en DIOS el Señor he puesto mi refugio, para contar todas tus obras.
1 Oh Dios, ¿por qué nos has rechazado para siempre? ¿Por qué se enciende tu ira contra las ovejas de tu prado? 2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde los tiempos antiguos, la que redimiste para que sea la tribu de tu heredad, y de este monte Sion donde has habitado. 3 Dirige tus pasos hacia las ruinas eternas; todo lo que hay en el santuario lo ha dañado el enemigo. 4 Tus adversarios han rugido en medio de tu lugar de reunión; han puesto sus estandartes por señales. 5 Parece como si alguien hubiera levantado el hacha en espeso bosque. 6 Y ahora, toda su obra de talla hacen pedazos con hachas y martillos. 7 Han quemado tu santuario hasta los cimientos; han profanado la morada de tu nombre. 8 Dijeron en su corazón: Arrasémoslos por completo. Han quemado todos los santuarios de Dios en la tierra. 9 No vemos nuestras señales; ya no queda profeta, ni hay entre nosotros quien sepa hasta cuándo. 10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, blasfemará el adversario? ¿Despreciará el enemigo tu nombre para siempre? 11 ¿Por qué retiras tu mano, tu diestra? ¡Sácala de dentro de tu seno, destrúyelos! 12 Con todo, Dios es mi rey desde la antiguedad, el que hace obras de salvación en medio de la tierra. 13 Tú dividiste el mar con tu poder; quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas. 14 Tú aplastaste las cabezas de Leviatán; lo diste por comida a los moradores del desierto. 15 Tú abriste fuentes y torrentes; tú secaste ríos inagotables. 16 Tuyo es el día, tuya es también la noche; tú has preparado la lumbrera y el sol. 17 Tú has establecido todos los términos de la tierra; tú has hecho el verano y el invierno. 18 Acuérdate de esto, SEÑOR: que el enemigo ha blasfemado, y que un pueblo insensato ha despreciado tu nombre. 19 El alma de tu tórtola no entregues a la fiera; no olvides para siempre la vida de tus afligidos. 20 Mira el pacto, SEÑOR, porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de moradas de violencia. 21 No vuelva avergonzado el oprimido; alaben tu nombre el afligido y el necesitado. 22 Levántate, oh Dios, defiende tu causa; acuérdate de cómo el necio te injuria todo el día. 23 No te olvides del vocerío de tus adversarios, del tumulto de los que se levantan contra ti, que sube continuamente. destruyas. Salmo de Asaf. Cántico.
1 Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, pues cercano está tu nombre; los hombres declaran tus maravillas. 2 Cuando yo escoja el tiempo oportuno, seré yo quien juzgará con equidad. 3 Tiemblan la tierra y todos sus moradores, mas yo sostengo sus columnas. (Selah) 4 Dije a los orgullosos: No os jactéis; y a los impíos: No alcéis la frente; 5 no levantéis en alto vuestra frente; no habléis con orgullo insolente. 6 Porque ni del oriente ni del occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento; 7 sino que Dios es el juez; a uno humilla y a otro ensalza. 8 Porque hay un cáliz en la mano del SEÑOR, y el vino fermenta, lleno de mixtura, y de éste El sirve; ciertamente lo sorberán hasta las heces y lo beberán todos los impíos de la tierra. 9 Pero yo lo anunciaré para siempre; cantaré alabanzas al Dios de Jacob. 10 Quebraré todos los cuernos de los impíos, pero el poderío del justo será ensalzado.
1 Dios es conocido en Judá; grande es su nombre en Israel. 2 En Salem está su tabernáculo , y en Sion su morada. 3 Allí quebró las saetas encendidas del arco, el escudo, la espada y las armas de guerra. (Selah) 4 Resplandeciente eres, más majestuoso que los montes de caza. 5 Fueron despojados los fuertes de corazón; durmieron su sueño, y ninguno de los guerreros pudo usar sus manos. 6 A tu reprensión, oh Dios de Jacob, auriga y caballo cayeron en profundo sueño. 7 Tú, sólo tú, has de ser temido; ¿y quién podrá estar en pie en tu presencia en el momento de tu ira? 8 Hiciste oír juicio desde los cielos; temió la tierra y enmudeció 9 al levantarse Dios para juzgar, para salvar a todos los humildes de la tierra. (Selah) 10 Pues el furor del hombre te alabará; con un residuo de furor te ceñirás. 11 Haced votos al SEÑOR vuestro Dios, y cumplidlos; todos los que están alrededor de El traigan presentes al que debe ser temido. 12 El cortará el espíritu de los príncipes; temido es por los reyes de la tierra.
1 Mi voz se eleva a Dios, y a El clamaré; mi voz se eleva a Dios, y El me oirá. 2 En el día de mi angustia busqué al Señor; en la noche mi mano se extendía sin cansarse; mi alma rehusaba ser consolada. 3 Me acuerdo de Dios, y me siento turbado; me lamento, y mi espíritu desmaya. (Selah) 4 Has mantenido abiertos mis párpados; estoy tan turbado que no puedo hablar. 5 He pensado en los días pasados, en los años antiguos. 6 De noche me acordaré de mi canción; en mi corazón meditaré; y mi espíritu inquiere. 7 ¿Rechazará el Señor para siempre, y no mostrará más su favor? 8 ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Ha terminado para siempre su promesa? 9 ¿Ha olvidado Dios tener piedad, o ha retirado con su ira su compasión? (Selah) 10 Entonces dije: Este es mi dolor: que la diestra del Altísimo ha cambiado. 11 Me acordaré de las obras del SEÑOR; ciertamente me acordaré de tus maravillas antiguas. 12 Meditaré en toda tu obra, y reflexionaré en tus hechos. 13 Santo es, oh Dios, tu camino; ¿qué dios hay grande como nuestro Dios? 14 Tú eres el Dios que hace maravillas, has hecho conocer tu poder entre los pueblos. 15 Con tu brazo has redimido a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. (Selah) 16 Las aguas te vieron, oh Dios, te vieron las aguas y temieron, los abismos también se estremecieron. 17 Derramaron aguas las nubes, tronaron los nubarrones, también tus saetas centellearon por doquier. 18 La voz de tu trueno estaba en el torbellino, los relámpagos iluminaron al mundo, la tierra se estremeció y tembló. 19 En el mar estaba tu camino, y tus sendas en las aguas inmensas, y no se conocieron tus huellas. 20 Como rebaño guiaste a tu pueblo por mano de Moisés y de Aarón.
1 Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca. 2 En parábolas abriré mi boca; hablaré proverbios de la antiguedad, 3 que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado. 4 No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del SEÑOR, su poder y las maravillas que hizo. 5 Porque El estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos; 6 para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer; y éstos se levantaran y lo contaran a sus hijos, 7 para que ellos pusieran su confianza en Dios, y no se olvidaran de las obras de Dios, sino que guardaran sus mandamientos; 8 y no fueran como sus padres, una generación porfiada y rebelde, generación que no preparó su corazón, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios. 9 Los hijos de Efraín eran arqueros bien equipados, pero volvieron las espaldas el día de la batalla. 10 No guardaron el pacto de Dios, y rehusaron andar en su ley; 11 olvidaron sus obras, y los milagros que les había mostrado. 12 El hizo maravillas en presencia de sus padres, en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán. 13 Dividió el mar y los hizo pasar, y contuvo las aguas como en un montón. 14 Después los guió de día con la nube, y toda la noche con un resplandor de fuego. 15 Partió las rocas en el desierto, y les dio agua tan abundante como las profundidades del océano; 16 hizo salir corrientes de la peña, e hizo descender aguas como ríos. 17 Pero aún siguieron pecando contra El, rebelándose contra el Altísimo en el desierto. 18 Y en sus corazones tentaron a Dios, pidiendo comida a su gusto. 19 Hablaron contra Dios, y dijeron: ¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto? 20 He aquí, hirió la roca y brotaron aguas, y torrentes se desbordaron; ¿podrá también dar pan?, ¿proveerá carne para su pueblo? 21 Por tanto, al oírlo, el SEÑOR se indignó; un fuego se encendió contra Jacob, y aumentó también la ira contra Israel, 22 porque no creyeron en Dios, ni confiaron en su salvación. 23 Sin embargo, dio órdenes a las nubes arriba, y abrió las puertas de los cielos; 24 hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio comida del cielo. 25 Pan de ángeles comió el hombre; Dios les mandó comida hasta saciarlos. 26 Hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder dirigió el viento del sur, 27 El hizo llover sobre ellos carne como polvo, aladas aves como la arena de los mares, 28 y las hizo caer en medio del campamento, alrededor de sus viviendas. 29 Comieron y quedaron bien saciados, y les concedió su deseo. 30 Antes de que hubieran satisfecho su deseo, mientras la comida aún estaba en su boca, 31 la ira de Dios se alzó contra ellos y mató a algunos de los más robustos, y subyugó a los escogidos de Israel. 32 A pesar de todo esto, todavía pecaron y no creyeron en sus maravillas. 33 El, pues, hizo terminar sus días en vanidad, y sus años en terror súbito. 34 Cuando los hería de muerte, entonces le buscaban, y se volvían y buscaban con diligencia a Dios; 35 se acordaban de que Dios era su roca, y el Dios Altísimo su Redentor. 36 Mas con su boca le engañaban, y con su lengua le mentían. 37 Pues su corazón no era leal para con El, ni eran fieles a su pacto. 38 Mas El, siendo compasivo, perdonaba sus iniquidades y no los destruía; muchas veces contuvo su ira, y no despertó todo su furor. 39 Se acordaba de que ellos eran carne, un soplo que pasa y no vuelve. 40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra El en el desierto, y le entristecieron en las soledades! 41 Tentarona Dios una y otra vez, y afligieron al Santo de Israel. 42 No se acordaron de su poder, del día en que los redimió del adversario, 43 cuando hizo sus señales en Egipto, y sus prodigios en el campo de Zoán. 44 Convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, y no pudieron beber. 45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los destruían. 46 Entregó también sus cosechas al saltamontes, y el fruto de su trabajo a la langosta. 47 Con granizo destruyó sus vides, y sus sicómoros con escarcha. 48 Entregó también al granizo sus ganados, y sus rebaños a los rayos. 49 Envió sobre ellos el ardor de su ira, furia, indignación y angustia, un ejército de ángeles destructores. 50 Preparó senda para su ira; no eximió sus almas de la muerte, sino que entregó sus vidas a la plaga, 51 e hirió a todos los primogénitos en Egipto, las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam. 52 Mas a su pueblo lo sacó como a ovejas, como a rebaño los condujo en el desierto; 53 los guió con seguridad, de modo que no temieron, pero el mar se tragó a sus enemigos. 54 Los trajo, pues, a su tierra santa, a esta tierra montañosa que su diestra había adquirido. 55 Y expulsó a las naciones de delante de ellos; las repartió con medida por herencia, e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel. 56 Empero ellos tentaron y provocaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios, 57 sino que se volvieron atrás y fueron desleales como sus padres; se desviaron como arco engañoso. 58 Pues le provocaron con sus lugares altos, y despertaron sus celos con sus imágenes talladas. 59 Al oírlo Dios, se indignó, y aborreció a Israel en gran manera. 60 Abandonó la morada en Silo, la tienda que había levantado entre los hombres, 61 y entregó al cautiverio su poderío, y su gloria en manos del adversario. 62 Entregó también su pueblo a la espada, y se indignó contra su heredad. 63 El fuego consumió a sus jóvenes, y no tuvieron canciones de bodas sus doncellas. 64 Sus sacerdotes cayeron a espada, y sus viudas no pudieron llorar. 65 Entonces despertó el Señor como de un sueño, como guerrero vencido por el vino, 66 e hizo retroceder a sus adversarios, poniendo sobre ellos una afrenta perpetua. 67 Desechó también la tienda de José, y no escogió a la tribu de Efraín, 68 sino que escogió a la tribu de Judá, al monte Sion que El amaba. 69 Y edificó su santuario como las alturas, como la tierra que ha fundado para siempre. 70 Escogió también a David su siervo, lo tomó de entre los apriscos de las ovejas; 71 lo trajo de cuidar las ovejas con sus corderitos, para pastorear a Jacob, su pueblo, y a Israel, su heredad. 72 Y él los pastoreó según la integridad de su corazón, y los guió con la destreza de sus manos.
1 Oh Dios, las naciones han invadido tu heredad; han profanado tu santo templo; han dejado a Jerusalén en ruinas. 2 Han dado los cadáveres de tus siervos por comida a las aves del cielo, la carne de tus santos a las fieras de la tierra. 3 Como agua han derramado su sangre alrededor de Jerusalén; y no hubo quien les diera sepultura. 4 Hemos sido el oprobio de nuestros vecinos, escarnio y burla de los que nos rodean. 5 ¿Hasta cuándo, SEÑOR? ¿Estarás airado para siempre? ¿Arderán como fuego tus celos? 6 Derrama tu furor sobre las naciones que no te conocen, y sobre los reinos que no invocan tu nombre. 7 Pues han devorado a Jacob, y han asolado su morada. 8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados; venga pronto a nuestro encuentro tu compasión, porque estamos muy abatidos. 9 Ayúdanos oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre. 10 ¿Por qué han de decir las naciones: Dónde está su Dios? Sea notoria entre las naciones, a nuestra vista, la venganza por la sangre derramada de tus siervos. 11 Llegue a tu presencia el gemido del cautivo; conforme a la grandeza de tu poder preserva a los condenados a muerte. 12 Y devuelve a nuestros vecinos siete veces en su seno la afrenta con que te han ofendido, Señor. 13 Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu prado, te daremos gracias para siempre; a todas las generaciones hablaremos de tu alabanza. Lirios; Testimonio. Salmo de Asaf.
1 Presta oído, oh Pastor de Israel; tú que guías a José como un rebaño; tú que estás sentado más alto que los querubines; ¡resplandece! 2 Delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés, despierta tu poder y ven a salvarnos. 3 Restáuranos, oh Dios, y haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y seremos salvos. 4 Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado contra la oración de tu pueblo? 5 Les has dado a comer pan de lágrimas, y les has hecho beber lágrimas en gran abundancia. 6 Nos haces objeto de contienda para nuestros vecinos, y nuestros enemigos se ríen entre sí. 7 Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y seremos salvos. 8 Tú removiste una vid de Egipto; expulsaste las naciones y la plantaste. 9 Limpiaste el terreno delante de ella; echó profundas raíces y llenó la tierra. 10 Los montes fueron cubiertos con su sombra, y los cedros de Dios con sus ramas. 11 Extendía sus ramas hasta el mar, y sus renuevos hasta el río. 12 ¿Por qué has derribado sus vallados, de modo que la vendimian todos los que pasan de camino? 13 El puerco montés la devora, y de ella se alimenta todo lo que se mueve en el campo. 14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora, te rogamos; mira y ve desde el cielo, y cuida esta vid, 15 la cepa que tu diestra ha plantado y el vástago que para ti has fortalecido. 16 Está quemada con fuego, y cortada; ante el reproche de tu rostro perecen. 17 Sea tu mano sobre el hombre de tu diestra, sobre el hijo de hombre que para ti fortaleciste. 18 Entonces no nos apartaremos de ti; avívanos, e invocaremos tu nombre. 19 Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros y seremos salvos.
1 Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; aclamad con júbilo al Dios de Jacob. 2 Entonad canto de alabanza, y tocad el pandero, la melodiosa lira con el arpa. 3 Tocad la trompeta en la luna nueva, en la luna llena, en el día de nuestra fiesta. 4 Porque es estatuto para Israel, ordenanza del Dios de Jacob. 5 El lo estableció por testimonio en José, cuando salió sobre la tierra de Egipto. Un lenguaje que yo no conocía, oí: 6 Yo libré su hombro de la carga, sus manos se libraron de las canastas. 7 En la angustia llamaste, y yo te rescaté; te respondí en el escondite del trueno; en las aguas de Meriba te probé. (Selah) 8 Oye, pueblo mío, y te amonestaré. ¡Oh Israel, si tú me oyeras! 9 No haya en ti dios ajeno, ni adores a dios extranjero. 10 Yo, el SEÑOR, soy tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto; abre bien tu boca y la llenaré. 11 Pero mi pueblo no escuchó mi voz; Israel no me obedeció. 12 Por eso los entregué a la dureza de su corazón, para que anduvieran en sus propias intrigas. 13 ¡Oh, si mi pueblo me oyera, si Israel anduviera en mis caminos! 14 En un momento yo subyugaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios. 15 Los que aborrecen al SEÑOR le fingirían obediencia, y el tiempo de su castigo sería para siempre. 16 Pero yo te alimentaría con lo mejor del trigo, y con miel de la peña te saciaría.
1 Dios ocupa su lugar en su congregación; El juzga en medio de los jueces. 2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente y favoreceréis a los impíos? (Selah) 3 Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. 4 Rescatad al débil y al necesitado; libradlos de la mano de los impíos. 5 No saben ni entienden; caminan en tinieblas; son sacudidos todos los cimientos de la tierra. 6 Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos sois hijos del Altísimo. 7 Sin embargo, como hombres moriréis, y caeréis como uno de los príncipes. 8 ¡Levántate, oh Dios, juzga la tierra! Porque tú posees todas las naciones.
1 Oh Dios, no permanezcas en silencio; no calles, oh Dios, ni te quedes quieto. 2 Porque, he aquí, tus enemigos rugen, y los que te aborrecen se han enaltecido. 3 Hacen planes astutos contra tu pueblo, y juntos conspiran contra tus protegidos. 4 Han dicho: Venid, y destruyámoslos como nación, para que ya no haya memoria del nombre de Israel. 5 Porque de corazón han conspirado a una; hacen pacto contra ti: 6 las tiendas de Edom y de los ismaelitas, Moab y los agarenos, 7 Gebal, Amón y Amalec, Filistea con los habitantes de Tiro; 8 Asiria también se ha unido a ellos; se han convertido en ayuda para los hijos de Lot. (Selah) 9 Trátalos como a Madián, como a Sísara, como a Jabín en el torrente Cisón, 10 que fueron destruidos en Endor, que quedaron como estiércol para la tierra. 11 Pon a sus nobles como a Oreb y Zeeb, y a todos sus príncipes como a Zeba y Zalmuna, 12 que dijeron: apoderémonos de los prados de Dios. 13 Oh Dios mío, ponlos como polvo en remolino; como paja ante el viento. 14 Como fuego que consume el bosque, y como llama que incendia las montañas, 15 así persíguelos con tu tempestad, y aterrorízalos con tu torbellino. 16 Cubre sus rostros de ignominia, para que busquen tu nombre, oh SEÑOR. 17 Sean avergonzados y turbados para siempre; sean humillados y perezcan, 18 para que sepan que sólo tú, que te llamas el SEÑOR, eres el Altísimo sobre toda la tierra.
1 ¡Cuán preciosas son tus moradas, oh SEÑOR de los ejércitos! 2 Anhelaba mi alma, y aun deseaba con ansias los atrios del SEÑOR; mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo. 3 Aun el ave ha hallado casa, y la golondrina nido para sí donde poner sus polluelos: ¡tus altares, oh SEÑOR de los ejércitos, Rey mío y Dios mío! 4 ¡Cuán bienaventurados son los que moran en tu casa! Continuamente te alaban. (Selah) 5 ¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en ti, en cuyo corazón están los caminos a Sion! 6 Pasando por el valle de Baca lo convierten en manantial, también las lluvias tempranas lo cubren de bendiciones. 7 Van de poder en poder, cada uno de ellos comparece ante Dios en Sion. 8 ¡Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob! (Selah) 9 Mira, oh Dios, escudo nuestro, y contempla el rostro de tu ungido. 10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios que morar en las tiendas de impiedad. 11 Porque sol y escudo es el SEÑOR Dios; gracia y gloria da el SEÑOR; nada bueno niega a los que andan en integridad. 12 Oh SEÑOR de los ejércitos, ¡cuán bienaventurado es el hombre que en ti confía!
1 Oh SEÑOR, tú mostraste favor a tu tierra, cambiaste la cautividad de Jacob. 2 Perdonaste la iniquidad de tu pueblo, cubriste todo su pecado. (Selah) 3 Retiraste toda tu furia, te apartaste del ardor de tu ira. 4 Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, haz cesar tu indignación contra nosotros. 5 ¿Estarás airado con nosotros para siempre? ¿Prolongarás tu ira de generación en generación? 6 ¿No volverás a darnos vida para que tu pueblo se regocije en ti? 7 Muéstranos, oh SEÑOR, tu misericordia, y danos tu salvación. 8 Escucharé lo que dirá Dios el SEÑOR, porque hablará paz a su pueblo, a sus santos; pero que no vuelvan ellos a la insensatez. 9 Ciertamente cercana está su salvación para los que le temen, para que more su gloria en nuestra tierra. 10 La misericordia y la verdad se han encontrado, la justicia y la paz se han besado. 11 La verdad brota de la tierra, y la justicia mira desde los cielos. 12 Ciertamente el SEÑOR dará lo que es bueno, y nuestra tierra dará su fruto. 13 La justicia irá delante de El, y sus pasos pondrá por camino.
1 Inclina, oh SEÑOR, tu oído y respóndeme, porque estoy afligido y necesitado. 2 Guarda mi alma, pues soy piadoso; tú eres mi Dios; salva a tu siervo que en ti confía. 3 Ten piedad de mí, oh Señor, porque a ti clamo todo el día. 4 Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, oh Señor, elevo mi alma. 5 Pues tú, Señor, eres bueno y perdonador, abundante en misericordia para con todos los que te invocan. 6 Escucha, oh SEÑOR, mi oración, y atiende a la voz de mis súplicas. 7 En el día de la angustia te invocaré, porque tú me responderás. 8 No hay nadie como tú entre los dioses, oh Señor, ni hay obras como las tuyas. 9 Todas las naciones que tú has hecho vendrán y adorarán delante de ti, Señor, y glorificarán tu nombre. 10 Porque tú eres grande y haces maravillas; sólo tú eres Dios. 11 Enséñame, oh SEÑOR, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre. 12 Te daré gracias, Señor mi Dios, con todo mi corazón, y glorificaré tu nombre para siempre. 13 Porque grande es tu misericordia para conmigo, y has librado mi alma de las profundidades del Seol. 14 Oh Dios, los arrogantes se han levantado contra mí, y una banda de violentos ha buscado mi vida, y no te han tenido en cuenta. 15 Mas tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad. 16 Vuélvete hacia mí, y tenme piedad; da tu poder a tu siervo, y salva al hijo de tu sierva. 17 Muéstrame una señal de bondad, para que la vean los que me aborrecen y se averguencen, porque tú, oh SEÑOR, me has ayudado y consolado.
1 En los montes santos están sus cimientos. 2 El SEÑOR ama las puertas de Sion más que todas las otras moradas de Jacob. 3 Cosas gloriosas se dicen de ti, oh ciudad de Dios: (Selah) 4 Mencionaré a Rahab y a Babilonia entre los que me conocen; he aquí, Filistea y Tiro con Etiopía; de sus moradores se dirá: "Este nació allí." 5 Pero de Sion se dirá: Este y aquél nacieron en ella; y el Altísimo mismo la establecerá. 6 El SEÑOR contará al inscribir los pueblos: Este nació allí. (Selah) 7 Entonces tanto los cantores como los flautistas, dirán: En ti están todas mis fuentes de gozo.
1 Oh SEÑOR, Dios de mi salvación, de día y de noche he clamado delante de ti. 2 Llegue mi oración a tu presencia; inclina tu oído a mi clamor. 3 Porque saturada está mi alma de males, y mi vida se ha acercado al Seol. 4 Soy contado entre los que descienden a la fosa; he llegado a ser como hombre sin fuerza, 5 abandonado entre los muertos; como los caídos a espada que yacen en el sepulcro, de quienes ya no te acuerdas, y que han sido arrancados de tu mano. 6 Me has puesto en la fosa más profunda, en lugares tenebrosos, en las profundidades. 7 Ha reposado sobre mí tu furor, y me has afligido con todas tus olas. (Selah) 8 Has alejado de mí mis amistades, me has hecho objeto de repugnancia para ellos; encerrado estoy y no puedo salir. 9 Han languidecido mis ojos a causa de la aflicción; oh SEÑOR, cada día te he invocado, he extendido mis manos hacia ti. 10 ¿Harás maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos y te alabarán? (Selah) 11 ¿Se hablará de tu misericordia en el sepulcro, y de tu fidelidad en el Abadón ? 12 ¿Se darán a conocer tus maravillas en las tinieblas, y tu justicia en la tierra del olvido? 13 Mas yo, a ti pido auxilio, SEÑOR, y mi oración llega ante ti por la mañana. 14 ¿Por qué, SEÑOR, rechazas mi alma? ¿Por qué escondes de mí tu rostro? 15 He estado afligido y a punto de morir desde mi juventud; sufro tus terrores, estoy abatido. 16 Sobre mí ha pasado tu ardiente ira; tus terrores me han destruido. 17 Me han rodeado como aguas todo el día; a una me han cercado. 18 Has alejado de mí al compañero y al amigo; mis amistades son las tinieblas. Israel
1 Por siempre cantaré de las misericordias del SEÑOR; con mi boca daré a conocer tu fidelidad a todas las generaciones. 2 Porque dije: Para siempre será edificada la misericordia; en los cielos mismos establecerás tu fidelidad. 3 Yo he hecho un pacto con mi escogido, he jurado a David mi siervo: 4 Estableceré tu descendencia para siempre, y edificaré tu trono por todas las generaciones. (Selah) 5 Los cielos alabarán tus maravillas, SEÑOR, y también tu fidelidad en la asamblea de los santos. 6 Porque, ¿quién en el firmamento se puede comparar al SEÑOR? ¿Quién entre los hijos de los poderosos es como el SEÑOR, 7 Dios muy temido en el consejo de los santos, e imponente sobre todos los que están en su derredor? 8 Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú, poderoso SEÑOR? Tu fidelidad también te rodea. 9 Tú dominas la soberbia del mar; cuando sus olas se levantan, tú las calmas. 10 Tú aplastaste a Rahab como a uno herido de muerte; esparciste a tus enemigos con tu brazo poderoso. 11 Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y todo lo que en él hay , tú lo fundaste. 12 El norte y el sur, tú los creaste; el Tabor y el Hermón aclamarán con gozo a tu nombre. 13 Tú tienes un brazo fuerte; tu mano es poderosa, tu diestra es exaltada. 14 La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono; la misericordia y la verdad van delante de ti. 15 ¡Cuán bienaventurado es el pueblo que sabe lo que es la voz de júbilo ! Andan, SEÑOR, a la luz de tu rostro. 16 En tu nombre se regocijan todo el día, y por tu justicia son enaltecidos. 17 Porque tú eres la gloria de su potencia, y por tu gracia es exaltado nuestro poder. 18 Pues del SEÑOR es nuestro escudo, y del Santo de Israel nuestro rey. 19 Una vez hablaste en visión a tus santos, y dijiste: He ayudado a un poderoso; he exaltado a uno escogido de entre el pueblo. 20 He hallado a David mi siervo; lo he ungido con mi óleo santo, 21 y con él estará siempre mi mano; mi brazo también lo fortalecerá. 22 No lo engañará el enemigo, ni lo afligirá el hijo de maldad. 23 Sino que yo aplastaré a sus adversarios delante de él, y heriré a los que lo aborrecen. 24 Con él estarán mi fidelidad y mi misericordia, y en mi nombre será exaltado su poder. 25 Pondré también su mano sobre el mar, y su diestra sobre los ríos. 26 El clamará a mí: Mi Padre eres tú, mi Dios y la roca de mi salvación. 27 Yo también lo haré mi primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. 28 Para siempre conservaré mi misericordia hacia él, y mi pacto le será confirmado. 29 Así estableceré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos. 30 Si sus hijos abandonan mi ley y no andan en mis juicios, 31 si violan mis estatutos y no guardan mis mandamientos, 32 entonces castigaré con vara su transgresión, y con azotes su iniquidad. 33 Pero no quitaré de él mi misericordia, ni obraré falsamente en mi fidelidad. 34 No quebrantaré mi pacto, ni cambiaré la palabra de mis labios. 35 Una vez he jurado por mi santidad; no mentiré a David. 36 Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí. 37 Será establecido para siempre como la luna, fiel testigo en el cielo. (Selah) 38 Pero tú lo has rechazado y desechado, contra tu ungido te has enfurecido. 39 Has despreciado el pacto de tu siervo; has profanado su corona echándola por tierra. 40 Has derribado todos sus muros; has convertido en ruinas sus fortalezas. 41 Todos los que pasan por el camino lo saquean; ha venido a ser una afrenta para sus vecinos. 42 Tú has exaltado la diestra de sus adversarios; has hecho regocijarse a todos sus enemigos. 43 Has retirado también el filo de su espada, y no le has hecho estar firme en la batalla. 44 Has hecho cesar su esplendor, y has echado por tierra su trono. 45 Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto de ignominia. (Selah) 46 ¿Hasta cuándo, SEÑOR? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá como el fuego tu furor? 47 Recuerda cuán breve es mi vida; ¡con qué propósito vano has creado a todos los hijos de los hombres! 48 ¿Qué hombre podrá vivir y no ver la muerte? ¿Podrá librar su alma del poder del Seol? (Selah) 49 ¿Dónde están, Señor, tus misericordias de antes, que en tu fidelidad juraste a David? 50 Recuerda, Señor, el oprobio de tus siervos; cómo llevo dentro de mí el oprobio de muchos pueblos, 51 con el cual tus enemigos, oh SEÑOR, han injuriado, con el cual han injuriado los pasos de tu ungido. 52 ¡Bendito sea el SEÑOR para siempre! Amén y amén.
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