1 Alcé de nuevo mis ojos y miré, y he aquí cuatro carros que salían de entre dos montes; y los montes eran montes de bronce. 2 Del primer carro tiraban caballos rojos, del segundo carro caballos negros, 3 del tercer carro caballos blancos y del cuarto carro fuertes caballos tordos. 4 Entonces hablé, y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué son éstos, señor mío? 5 Y el ángel contestó, y me dijo: Estos son los cuatro vientos del cielo que salen después de presentarse ante el Señor de toda la tierra. 6 Con uno de ellos salen los caballos negros hacia la tierra del norte, y los blancos salen tras ellos, mientras los tordos salen hacia la tierra del sur. 7 Briosos salían, impacientes por ir a recorrer la tierra. Y El dijo: Id, recorred la tierra. Y recorrieron la tierra. 8 Entonces me llamó y me habló, diciendo: Mira, los que salen hacia la tierra del norte aplacan mi espíritu en la tierra del norte. 9 Y vino la palabra del SEÑOR a mí, diciendo: 10 Toma ofrendas de los desterrados, de Heldai, de Tobías y de Jedaías; y el mismo día ve y entra en la casa de Josías, hijo de Sofonías, adonde ellos han llegado de Babilonia. 11 Toma plata y oro, haz una corona y ponla en la cabeza del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac. 12 Y háblale, diciendo: "Así dice el SEÑOR de los ejércitos: 'He aquí un hombre cuyo nombre es Renuevo, porque El brotará del lugar donde está y reedificará el templo del SEÑOR. 13 'Sí, El reedificará el templo del SEÑOR, y El llevará gloria y se sentará y gobernará en su trono. Será sacerdote sobre su trono y habrá consejo de paz entre los dos oficios.'" 14 La corona será para Helem, Tobías, Jedaías y Hen, hijo de Sofonías, como recuerdo en el templo del SEÑOR. 15 Y los que están lejos vendrán y reedificarán el templo del SEÑOR. Entonces sabréis que el SEÑOR de los ejércitos me ha enviado a vosotros. Esto sucederá si escucháis obedientes la voz del SEÑOR vuestro Dios.
1 Y sucedió que en el año cuarto del rey Darío vino la palabra del SEÑOR a Zacarías el cuarto día del mes noveno, Quisleu. 2 La aldea de Betel había enviado a Sarezer, a Regem-melec y a sus hombres a implorar el favor del SEÑOR, 3 y a hablar a los sacerdotes que eran de la casa del SEÑOR de los ejércitos, y a los profetas, diciendo: ¿Debemos llorar en el mes quinto y abstenernos como lo hemos hecho durante tantos años? 4 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR de los ejércitos, diciendo: 5 Habla a todo el pueblo de la tierra y a los sacerdotes, y di: "Cuando ayunabais y os lamentabais en el quinto y el séptimo mes durante estos setenta años, ¿ayunabais en verdad por mí? 6 "Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? 7 "¿No son estas las palabras que el SEÑOR proclamó por medio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba habitada y próspera con sus ciudades a su alrededor, y el Neguev y la tierra baja estaban habitados?" 8 Entonces vino la palabra del SEÑOR a Zacarías, diciendo: 9 Así ha dicho el SEÑOR de los ejércitos: Juicio verdadero juzgad, y misericordia y compasión practicad cada uno con su hermano. 10 "No oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre, ni traméis el mal en vuestros corazones unos contra otros." 11 Pero ellos rehusaron escuchar y volvieron la espalda rebelde y se taparon los oídos para no oír. 12 Y endurecieron sus corazones como el diamante para no oír la ley ni las palabras que el SEÑOR de los ejércitos había enviado por su Espíritu, por medio de los antiguos profetas; vino, pues, gran enojo de parte del SEÑOR de los ejércitos. 13 Y sucedió que, como yo había clamado y ellos no habían querido escuchar, así ellos clamaron y yo no quise escuchardice el SEÑOR de los ejércitos 14 sino que los dispersé en torbellino entre todas las naciones que no conocían. Y la tierra fue desolada tras ellos, sin que nadie fuera ni viniera; convirtieron la tierra deseable en desolación.
1 Y vino la palabra del SEÑOR de los ejércitos, diciendo: 2 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "He celado a Sion con gran celo, sí, con gran furor la he celado." 3 Así dice el SEÑOR: "Volveré a Sion y en medio de Jerusalén moraré. Y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte del SEÑOR de los ejércitos, Monte Santo." 4 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "Aún se sentarán ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano por causa de sus muchos días. 5 "Y las calles de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en sus calles." 6 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "Si en aquellos días esto parece muy difícil a los ojos del remanente de este pueblo, ¿será también muy difícil a mis ojos?"declara el SEÑOR de los ejércitos. 7 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "He aquí, salvaré a mi pueblo de la tierra del oriente y de la tierra donde se pone el sol; 8 y los traeré y habitarán en medio de Jerusalén; y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en verdad y en justicia." 9 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "Sean fuertes vuestras manos, vosotros que escucháis en estos días estas palabras de la boca de los profetas, los cuales hablaron el día en que se pusieron los cimientos de la casa del SEÑOR de los ejércitos para la reedificación del templo. 10 "Porque antes de aquellos días no había paga para hombre ni paga para el ganado; y no había paz para el que salía o entraba a causa del enemigo, y yo puse a todos los hombres unos contra otros. 11 "Pero ahora yo no trataré al remanente de este pueblo como en los días pasados"declara el SEÑOR de los ejércitos. 12 "Porque habrá simiente de paz: la vid dará su fruto, la tierra dará su producto y los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo herede todas estas cosas. 13 "Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré para que seáis bendición. No temáis, mas sean fuertes vuestras manos." 14 Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos: "Tal como me propuse haceros mal cuando vuestros padres me hicieron enojar"dice el SEÑOR de los ejércitos"y no me he arrepentido, 15 así me he propuesto en estos días volver a hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá. ¡No temáis! 16 "Estas son las cosas que debéis hacer: decid la verdad unos a otros, juzgad con verdad y con juicio de paz en vuestras puertas , 17 no traméis en vuestro corazón el mal uno contra otro, ni améis el juramento falso; porque todas estas cosas son las que odio"declara el SEÑOR. 18 Entonces la palabra del SEÑOR de los ejércitos vino a mí, diciendo: 19 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo se convertirán para la casa de Judá en gozo, alegría y fiestas alegres. Amad, pues, la verdad y la paz." 20 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "Y será que aún vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades; 21 y los habitantes de una irán a otra, diciendo: 'Vamos sin demora a implorar el favor del SEÑOR, y a buscar al SEÑOR de los ejércitos. Yo también iré.' 22 "Y vendrán muchos pueblos y naciones poderosas a buscar al SEÑOR de los ejércitos en Jerusalén y a implorar el favor del SEÑOR." 23 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "En aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán el vestido de un judío, diciendo: 'Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.'"
1 Profecía de la palabra del SEÑOR contra la tierra de Hadrac y Damasco, su lugar de reposo (porque hacia el SEÑOR están puestos los ojos de los hombres y de todas las tribus de Israel), 2 y también Hamat, que linda con ella, y Tiro y Sidón, aunque sean muy sabias. 3 Tiro se ha edificado una fortaleza, y ha amontonado plata como polvo y oro como barro de las calles. 4 He aquí, el Señor la despojará, arrojará al mar su riqueza y ella será consumida por el fuego. 5 Ascalón lo verá y temerá, también Gaza, y se retorcerá con gran dolor, lo mismo Ecrón, pues su esperanza ha sido confundida. Además perecerá el rey de Gaza, y Ascalón no será habitada. 6 Un pueblo bastardo habitará en Asdod, y yo destruiré el orgullo de los filisteos. 7 Quitaré la sangre de su boca, y sus abominaciones de entre sus dientes. Entonces él será también un remanente para nuestro Dios, será como una tribu en Judá, y Ecrón será como el jebuseo. 8 Y yo acamparé junto a mi casa como un guardián para que nadie vaya ni venga, y no pasará más sobre ellos el opresor, porque ahora he visto con mis ojos. 9 Regocíjate sobremanera, hija de Sion. Da voces de júbilo, hija de Jerusalén. He aquí, tu rey viene a ti, justo y dotado de salvación, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de asna. 10 Destruiré el carro de Efraín y el caballo de Jerusalén, y el arco de guerra será destruido. El hablará paz a las naciones, y su dominio será de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra. 11 Y en cuanto a ti, por la sangre de mi pacto contigo, he librado a tus cautivos de la cisterna en la que no hay agua. 12 Volved a la fortaleza, oh cautivos de la esperanza; hoy mismo anuncio que el doble te restituiré. 13 Porque entesaré a Judá como mi arco, y cargaré el arco con Efraín. Incitaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te haré como espada de guerrero. 14 Entonces el SEÑOR aparecerá sobre ellos, y saldrá como un rayo su flecha; el Señor DIOS tocará la trompeta, y caminará en los torbellinos del sur. 15 El SEÑOR de los ejércitos los defenderá; ellos devorarán y pisotearán las piedras de la honda, beberán y alborotarán como embriagados de vino, se llenarán como tazón de sacrificio, empapados como las esquinas del altar. 16 Los salvará el SEÑOR su Dios aquel día como rebaño de su pueblo; porque como piedras de una corona brillan sobre su tierra. 17 Pues ¡cuánta es su gracia y cuánta su hermosura! El trigo hará florecer a los jóvenes y el mosto a las doncellas.
1 Pedid lluvia al SEÑOR en el tiempo de la lluvia tardía, al SEÑOR que hace los nubarrones; El les dará aguaceros, y hierba en el campo a cada uno. 2 Porque los terafines hablan iniquidad, y los adivinos ven visiones mentirosas, y cuentan sueños falsos; en vano dan consuelo. Por tanto, el pueblo vaga como ovejas, está afligido porque no hay pastor. 3 Contra los pastores se enciende mi ira, y a los machos cabríos castigaré; porque el SEÑOR de los ejércitos ha visitado su rebaño, la casa de Judá, y hará de ellos como su caballo de honor en la batalla. 4 De él saldrá la piedra angular, de él la clavija, de él el arco de guerra, de él todo gobernante; juntos 5 serán como valientes, que en la batalla huellan al enemigo en el barro de las calles; pelearán, porque el SEÑOR estará con ellos, y serán avergonzados los que montan a caballo. 6 Fortaleceré la casa de Judá y la casa de José salvaré, y los haré volver porque me he compadecido de ellos; y serán como si no los hubiera rechazado, porque yo soy el SEÑOR su Dios, y les responderé. 7 Efraín será como un valiente, y se alegrará su corazón como por el vino; sus hijos lo verán y se alegrarán, y se regocijará su corazón en el SEÑOR. 8 Y les silbaré para reunirlos, porque los he redimido; y serán tan numerosos como eran. 9 Cuando yo los esparza entre los pueblos, aun en lejanas tierras se acordarán de mí, y vivirán con sus hijos, y volverán. 10 Los haré volver de la tierra de Egipto, y de Asiria los recogeré; los traeré a la tierra de Galaad y del Líbano, hasta que no haya sitio para ellos. 11 Pasarán por el mar de la angustia, y El herirá las olas en el mar y se secarán todas las profundidades del Nilo; y será abatido el orgullo de Asiria y apartado el cetro de Egipto. 12 Yo los fortaleceré en el SEÑOR, y en su nombre andarándeclara el SEÑOR.
1 Abre tus puertas, Líbano, y consuma el fuego tus cedros. 2 Gime, ciprés, porque ha caído el cedro, porque los árboles majestuosos han sido derribados; gemid, encinas de Basán, porque ha caído el bosque impenetrable. 3 Voz de gemido de pastores, porque su esplendor está arruinado; voz del rugido de leoncillos, porque derribada está la gloria del Jordán. 4 Así dice el SEÑOR mi Dios: Apacienta las ovejas destinadas para la matanza. 5 Los que las compran las matan y salen impunes, y el que las vende dice: "¡Bendito sea el SEÑOR, porque me he enriquecido!"; y ni sus propios pastores se compadecen de ellas. 6 Pues yo no me compadeceré más de los habitantes de esta tierradeclara el SEÑORsino que he aquí, haré que los hombres caigan cada uno en manos de otro y en manos de su rey; y ellos herirán la tierra y yo no los libraré de sus manos. 7 Apacenté, pues, las ovejas destinadas para la matanza, esto es, los afligidos del rebaño. Y tomé para mí dos cayados: a uno lo llamé Gracia y al otro lo llamé Unión; y apacenté las ovejas. 8 Y destruí a los tres pastores en un mes, pues mi alma se impacientó con ellos y su alma también se cansó de mí. 9 Entonces dije: No os apacentaré más. La que ha de morir, que muera; y la que ha de ser destruida, que sea destruida; y las que queden, cómanse la carne unas a otras. 10 Y tomé mi cayado Gracia y lo quebré para romper el pacto que yo había hecho con todos los pueblos. 11 Y fue roto aquel día; así los afligidos del rebaño que me observaban, conocieron que era la palabra del SEÑOR. 12 Y les dije: Si os parece bien, dadme mi paga; y si no, dejadla. Y pesaron como mi salario treinta piezas de plata. 13 Entonces el SEÑOR me dijo: Arrójalo al alfarero (ese magnífico precio con que me valoraron). Tomé pues, las treinta piezas de plata y las arrojé al alfarero en la casa del SEÑOR. 14 Y quebré mi segundo cayado, Unión, para romper la hermandad entre Judá e Israel. 15 Y el SEÑOR me dijo: Toma otra vez los aperos de un pastor insensato. 16 Porque he aquí, yo voy a levantar en la tierra un pastor que no se preocupará de la que perece, ni buscará a la descarriada, ni curará a la herida, ni sustentará a la fuerte, sino que comerá la carne de la cebada y arrancará sus pezuñas. 17 ¡Ay del pastor inútil que abandona el rebaño! ¡Caiga la espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho! Su brazo se secará por completo, y su ojo derecho totalmente se oscurecerá.
1 Profecía, palabra del SEÑOR acerca de Israel. El SEÑOR que extiende los cielos, pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él, declara: 2 He aquí, yo haré de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos de alrededor, y cuando haya asedio contra Jerusalén, también lo habrá contra Judá. 3 Y sucederá aquel día que haré de Jerusalén una piedra pesada para todos los pueblos; todos los que la levanten serán severamente desgarrados. Y contra ella se congregarán todas las naciones de la tierra. 4 Aquel díadeclara el SEÑORheriré a todo caballo de espanto, y a su jinete, de locura. Pero sobre la casa de Judá abriré mis ojos, mientras hiero de ceguera a todo caballo de los pueblos. 5 Entonces los jefes de familias de Judá dirán en su corazón: "Gran apoyo para nosotros son los habitantes de Jerusalén por el SEÑOR de los ejércitos, su Dios." 6 Aquel día haré de los jefes de familias de Judá como brasero de fuego entre leños, y como antorcha ardiendo entre gavillas, y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos de alrededor, y Jerusalén será habitada de nuevo en su lugar, en Jerusalén. 7 El SEÑOR salvará primero las tiendas de Judá, para que la gloria de la casa de David y la gloria de los habitantes de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá. 8 Aquel día el SEÑOR defenderá a los habitantes de Jerusalén, y el débil entre ellos aquel día será como David, y la casa de David será como Dios, como el ángel del SEÑOR delante de ellos. 9 Y sucederá aquel día que me dispondré a destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén. 10 Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y me mirarán a mí, a quien han traspasado. Y se lamentarán por El, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por El, como se llora por un primogénito. 11 Aquel día habrá gran lamentación en Jerusalén, como la lamentación de Hadad-rimón en la llanura de Meguido. 12 Y se lamentará la tierra, cada familia por su lado: la familia de la casa de David por su lado, y sus mujeres por su lado; la familia de la casa de Natán por su lado, y sus mujeres por su lado; 13 la familia de la casa de Leví por su lado, y sus mujeres por su lado; la familia de los simeítas por su lado, y sus mujeres por su lado; 14 todas las demás familias, cada familia por su lado, y sus mujeres por su lado.
1 Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado y la impureza. 2 Y sucederá aquel díadeclara el SEÑOR de los ejércitosque eliminaré de la tierra los nombres de los ídolos, y nunca más serán recordados; también yo quitaré de la tierra a los profetas y al espíritu inmundo. 3 Y sucederá que si alguno profetiza todavía, su padre y su madre que lo engendraron le dirán: "No vivirás porque has hablado falsamente en el nombre del SEÑOR"; y su padre y su madre que lo engendraron lo traspasarán mientras profetiza. 4 También sucederá aquel día que los profetas se avergonzarán cada uno de su visión cuando profetice, y no se vestirán el manto de pelo para engañar, 5 sino que cada uno dirá: "No soy profeta, soy labrador de la tierra, porque un hombre me vendió como esclavo en mi juventud." 6 Y alguien le dirá: "¿Qué son esas heridas en tu cuerpo ?" Y él responderá: "Son aquéllas con que fui herido en casa de mis amigos." 7 Despierta, espada, contra mi pastor, y contra el hombre compañero mío declara el SEÑOR de los ejércitos. Hiere al pastor y se dispersarán las ovejas, y volveré mi mano contra los pequeños. 8 Y sucederá en toda la tierra declara el SEÑOR que dos partes serán cortadas en ella, y perecerán; pero la tercera quedará en ella. 9 Y meteré la tercera parte en el fuego, los refinaré como se refina la plata, y los probaré como se prueba el oro. Invocará él mi nombre, y yo le responderé; diré: "El es mi pueblo", y él dirá: "El SEÑOR es mi Dios."
1 He aquí, viene el día del SEÑOR cuando serán repartidos tus despojos en medio de ti. 2 Y yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén; y será tomada la ciudad y serán saqueadas las casas y violadas las mujeres; la mitad de la ciudad será desterrada, pero el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. 3 Entonces saldrá el SEÑOR y peleará contra aquellas naciones, como cuando El peleó el día de la batalla. 4 Sus pies se posarán aquel día en el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al oriente; y el monte de los Olivos se hendirá por el medio, de oriente a occidente, formando un enorme valle, y una mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur. 5 Y huiréis al valle de mis montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis tal como huisteis a causa del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Y vendrá el SEÑOR mi Dios, y todos los santos con El. 6 Y sucederá que en aquel día no habrá luz; las luminarias se oscurecerán. 7 Será un día único, conocido sólo del SEÑOR, ni día ni noche; y sucederá que a la hora de la tarde habrá luz. 8 En aquel día sucederá que brotarán aguas vivas de Jerusalén, una mitad hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el mar occidental, será lo mismo en verano que en invierno. 9 Y el SEÑOR será rey sobre toda la tierra; aquel día el SEÑOR será uno, y uno su nombre. 10 Toda la tierra se volverá como una llanura desde Geba hasta Rimón, al sur de Jerusalén; pero ésta se levantará y será habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta Primera, hasta la puerta del Angulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey. 11 Y habitarán en ella y no habrá más maldición; y Jerusalén habitará en seguridad. 12 Esta será la plaga con que el SEÑOR herirá a todos los pueblos que han hecho guerra contra Jerusalén: se pudrirá su carne estando ellos aún de pie, y se pudrirán sus ojos en sus cuencas, y su lengua se pudrirá en su boca. 13 Y sucederá aquel día que habrá entre ellos un gran pánico del SEÑOR; y cada uno agarrará la mano de su prójimo, y levantará su mano contra la mano de su prójimo. 14 También Judá peleará en Jerusalén; y se amontonarán las riquezas de todas las naciones circunvecinas: oro, plata y vestidos en gran abundancia. 15 Como aquella plaga así será la plaga del caballo, del mulo, del camello, del asno y de todos los animales que haya en aquellos campamentos. 16 Y sucederá que todo sobreviviente de todas las naciones que fueron contra Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. 17 Y sucederá que los de las familias de la tierra que no suban a Jerusalén para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, no recibirán lluvia sobre ellos. 18 Y si la familia de Egipto no sube ni viene, entonces sobre ellos no habrá lluvia; será la plaga con la cual el SEÑOR herirá a las naciones que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. 19 Este será el castigo de Egipto y el castigo de todas las naciones que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. 20 En aquel día estará grabado en los cascabeles de los caballos: SANTIDAD AL SEÑOR. Y serán las ollas en la casa del SEÑOR como los tazones delante del altar. 21 Y toda olla en Jerusalén y en Judá será consagrada al SEÑOR de los ejércitos; todos los que ofrezcan sacrificios vendrán y tomarán de ellas y en ellas cocerán; y no habrá más mercader en la casa del SEÑOR de los ejércitos en aquel día.
1 Profecía de la palabra del SEÑOR a Israel por medio de Malaquías . 2 Yo os he amadodice el SEÑOR. Pero vosotros decís: ¿En qué nos has amado? ¿No era Esaú hermano de Jacob?declara el SEÑOR. Sin embargo, yo amé a Jacob, 3 y aborrecí a Esaú, e hice de sus montes desolación, y di su heredad a los chacales del desierto. 4 Aunque Edom dice: Hemos sido destruidos, pero volveremos y edificaremos las ruinas, el SEÑOR de los ejércitos dice así: Ellos edificarán, pero yo destruiré. Y los llamarán territorio impío y pueblo contra quien el SEÑOR está indignado para siempre. 5 Vuestros ojos lo verán, y vosotros diréis: Sea engrandecido el SEÑOR más allá de la frontera de Israel. 6 El hijo honra a su padre, y el siervo a su señor. Pues si yo soy padre, ¿dónde está mi honor? Y si yo soy señor, ¿dónde está mi temor?dice el SEÑOR de los ejércitos a vosotros sacerdotes que menospreciáis mi nombre. Pero vosotros decís: "¿En qué hemos menospreciado tu nombre?" 7 Ofreciendo sobre mi altar pan inmundo. Y vosotros decís: "¿En qué te hemos deshonrado?" En que decís: "La mesa del SEÑOR es despreciable." 8 Y cuando presentáis un animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Y cuando presentáis el cojo y el enfermo, ¿no es malo? ¿Por qué no lo ofreces a tu gobernador? ¿Se agradaría de ti o te recibiría con benignidad?dice el SEÑOR de los ejércitos. 9 Ahora pues, ¿no pediréis el favor de Dios, para que se apiade de nosotros? Con tal ofrenda de vuestra parte, ¿os recibirá El con benignidad?dice el SEÑOR de los ejércitos. 10 ¡Oh, si hubiera entre vosotros quien cerrara las puertas para que no encendierais mi altar en vano! No me complazco en vosotrosdice el SEÑOR de los ejércitosni de vuestra mano aceptaré ofrenda. 11 Porque desde la salida del sol hasta su puesta, mi nombre será grande entre las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre, y ofrenda pura de cereal; pues grande será mi nombre entre las nacionesdice el SEÑOR de los ejércitos. 12 Pero vosotros lo profanáis, cuando decís: "La mesa del Señor es inmunda, y su fruto, su alimento despreciable." 13 También decís: "¡Ay, qué fastidio!" Y con indiferencia lo despreciáisdice el SEÑOR de los ejércitosy traéis lo robado, o cojo, o enfermo; así traéis la ofrenda. ¿Aceptaré eso de vuestra mano?dice el SEÑOR. 14 ¡Maldito sea el engañador que tiene un macho en su rebaño, y lo promete, pero sacrifica un animal dañado al Señor! Porque yo soy el Gran Reydice el SEÑOR de los ejércitosy mi nombre es temido entre las naciones.
1 Y ahora, para vosotros, sacerdotes, es este mandamiento. 2 Si no escucháis, y si no decidís de corazón dar honor a mi nombredice el SEÑOR de los ejércitosenviaré sobre vosotros maldición, y maldeciré vuestras bendiciones; y en verdad, ya las he maldecido, porque no lo habéis decidido de corazón. 3 He aquí, yo reprenderé a vuestra descendencia, y os echaré estiércol a la cara, el estiércol de vuestras fiestas, y seréis llevados con él. 4 Entonces sabréis que os he enviado este mandamiento para que mi pacto siga con Levídice el SEÑOR de los ejércitos. 5 Mi pacto con él era de vida y paz, las cuales le di para que me reverenciara; y él me reverenció, y estaba lleno de temor ante mi nombre. 6 La verdadera instrucción estaba en su boca, y no se hallaba iniquidad en sus labios; en paz y rectitud caminaba conmigo, y apartaba a muchos de la iniquidad. 7 Pues los labios del sacerdote deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la instrucción de su boca, porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos. 8 Pero vosotros os habéis desviado del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis corrompido el pacto de Levídice el SEÑOR de los ejércitos. 9 Por eso yo también os he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos y hacéis acepción de personas en la ley. 10 ¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué nos portamos deslealmente unos contra otros, profanando el pacto de nuestros padres? 11 Deslealmente ha obrado Judá, y una abominación se ha cometido en Israel y en Jerusalén; pues Judá ha profanado el santuario del SEÑOR, que El ama, y se ha casado con la hija de un dios extraño. 12 Que el SEÑOR extermine de las tiendas de Jacob al hombre que hace esto (sea testigo o defensor ) aunque presente una ofrenda al SEÑOR de los ejércitos. 13 Y esta otra cosa hacéis: cubrís el altar del SEÑOR de lágrimas, llantos y gemidos, porque El ya no mira la ofrenda ni la acepta con agrado de vuestra mano. 14 Y vosotros decís: "¿Por qué?" Porque el SEÑOR ha sido testigo entre tú y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera y la mujer de tu pacto. 15 Pero ninguno que tenga un remanente del Espíritu lo ha hecho así. ¿Y qué hizo éste mientras buscaba una descendencia de parte de Dios? Prestad atención, pues, a vuestro espíritu; no seas desleal con la mujer de tu juventud. 16 Porque yo detesto el divorciodice el SEÑOR, Dios de Israely al que cubre de iniquidad su vestiduradice el SEÑOR de los ejércitos. Prestad atención, pues, a vuestro espíritu y no seáis desleales. 17 Habéis cansado al SEÑOR con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? Cuando decís: Todo el que hace mal es bueno a los ojos del SEÑOR, y en ellos El se complace; o: ¿Dónde está el Dios de la justicia?
1 He aquí, yo envío a mi mensajero, y él preparará el camino delante de mí. Y vendrá de repente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el mensajero del pacto en quien vosotros os complacéis, he aquí, viene dice el SEÑOR de los ejércitos. 2 ¿Pero quién podrá soportar el día de su venida? ¿Y quién podrá mantenerse en pie cuando El aparezca? Porque El es como fuego de fundidor y como jabón de lavanderos. 3 Y El se sentará como fundidor y purificador de plata, y purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como a oro y como a plata, y serán los que presenten ofrendas en justicia al SEÑOR. 4 Entonces será grata al SEÑOR la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días de antaño y como en los años pasados. 5 Y me acercaré a vosotros para el juicio, y seré un testigo veloz contra los hechiceros, contra los adúlteros, contra los que juran en falso y contra los que oprimen al jornalero en su salario, a la viuda y al huérfano, contra los que niegan el derecho del extranjero y los que no me temendice el SEÑOR de los ejércitos. 6 Porque yo, el SEÑOR, no cambio; por eso vosotros, oh hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. 7 Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis estatutos y no los habéis guardado. Volved a mí y yo volveré a vosotrosdice el SEÑOR de los ejércitos. Pero decís: "¿Cómo hemos de volver?" 8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me estáis robando. Pero decís: "¿En qué te hemos robado?" En los diezmos y en las ofrendas. 9 Con maldición estáis malditos, porque vosotros, la nación entera, me estáis robando. 10 Traed todo el diezmo al alfolí , para que haya alimento en mi casa; y ponedme ahora a prueba en estodice el SEÑOR de los ejércitossi no os abriré las ventanas del cielo, y derramaré para vosotros bendición hasta que sobreabunde. 11 Por vosotros reprenderé al devorador, para que no os destruya los frutos del suelo; ni vuestra vid en el campo será estérildice el SEÑOR de los ejércitos. 12 Y todas las naciones os llamarán bienaventurados, porque seréis una tierra de deliciasdice el SEÑOR de los ejércitos. 13 Vuestras palabras han sido duras contra mídice el SEÑOR. Pero decís: "¿Qué hemos hablado contra ti?" 14 Habéis dicho: "En vano es servir a Dios. ¿Qué provecho hay en que guardemos sus ordenanzas y en que andemos de duelo delante del SEÑOR de los ejércitos? 15 "Por eso ahora llamamos bienaventurados a los soberbios. No sólo prosperan los que hacen el mal, sino que también ponen a prueba a Dios y escapan impunes." 16 Entonces los que temían al SEÑOR se hablaron unos a otros, y el SEÑOR prestó atención y escuchó, y fue escrito delante de El un libro memorial para los que temen al SEÑOR y para los que estiman su nombre. 17 Y ellos serán míosdice el SEÑOR de los ejércitosel día en que yo prepare mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve. 18 Entonces volveréis a distinguir entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.
1 Porque he aquí, viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuegodice el SEÑOR de los ejércitosque no les dejará ni raíz ni rama. 2 Mas para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas; y saldréis y saltaréis como terneros del establo. 3 Y hollaréis a los impíos, pues ellos serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies el día en que yo actúedice el SEÑOR de los ejércitos. 4 Acordaos de la ley de mi siervo Moisés, de los estatutos y las ordenanzas que yo le ordené en Horeb para todo Israel. 5 He aquí, yo os envío al profeta Elías antes que venga el día del SEÑOR, día grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que venga yo y hiera la tierra con maldición.
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