Llenos de ansias, energías y sobre todo, llenos de determinación todos los niños comenzaron a recorrer y a buscar intrépidamente por todos los jardines de la iglesia. No hubo un solo rincón que no hubiera sido curiosamente investigado, una sola piedra que no fuera volteada ni tampoco un solo árbol que no fuera tomado en cuenta, y a veces, trepado por los más traviesos. Al cabo de un tiempo entre risas y saltos cada uno de los niños consiguió su cometido: encontrar tantos huevos de pascua como les fuera posible. Claro está que esto fue solo una pequeña actividad para los niños después de haberles compartido y enseñado la belleza, importancia y significado de la muerte y resurrección de Cristo con el fin de que más que unos dulces en forma de huevo, estos pequeños puedan desde temprano entender y buscar la presencia de Dios y asi formar su identidad en Cristo Jesús. Como dice el libro de Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Valla que este pasaje ha sido una verdad en mi vida, puesto que más que recordar la cantidad de huevos de chocolate que en algún tiempo llegué a encontrar, lo que más recuerdo es el hecho de saber desde una temprana edad que hay un Dios viviente que tanto nos amó que su vida entrego sin reproche ni condición para que pudiéramos ser salvos de toda maldad y culpa. En otras palabras, lo que entendí fue que, asi como los niños buscábamos con todo entusiasmo unos huevos de chocolate, asi mismo Dios con todas las ansias, energías, determinación, sinceridad y sobre todo su inmenso amor, salió hacia todos los rincones habίdos y por haber, volteando todas y cada una de las piedras en existencia y subiendo a cada uno de los árboles para poder llegar a encontrarnos donde quiera que estemos.

Esta es la belleza y la majestad de la resurrección de nuestro Señor Jesús para con nosotros que “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación” (Romanos 5:8-11). Sin importar lo sucedido en el pasado, la entrega de Cristo en la cruz fue el acto más grande de redención y reconciliación hecho por nosotros, y no por haber sido merecedores de nada, simple y sencillamente por ser comprendidos, amados y aceptados tal como somos. Por que algo vio Jesús en cada uno de nosotros que fue tan valioso a su parecer que decidió tomar nuestra culpa y nuestro pecado para que nosotros fuéramos limpios y sin mancha delante de los ojos del Dios Padre. Y es precisamente esta gran verdad lo que hace al cristianismo más que una religion puesto que no es una creencia en un ser misterioso y místico el cual tiene que ser invocado, sino una relación con un Dios viviente, divino, todopoderoso y presente en nuestras vidas a quien podemos acercarnos en todo momento con confianza. Aún más importante, Dios mismo por medio de la persona de su Hijo Jesús anhela tener una relación personal con cada uno de nosotros.

Por lo tanto más que buscar dar una opinión o escribir un ensayo sobre el sacrificio en la cruz y la resurrección postrera, me gustaría invitar al leyente a tener unos momentos de reflexión para poder apreciar la magnitud de lo que significó aquel momento cuando Jesús exclamó en aquella cruz “Consumado Es” antes de entregar su espíritu al padre. Entendiendo que aunque la semana santa se celebra una vez al año, nosotros somos salvos cada segundo de cada dίa gracias a ese gran sacrificio que fue hecho por nosotros y para nosotros. De igual manera me gustaría extender una invitación para observar, agradecer, e intentar poder comprender el gran poder de la Resurrección de nuestro Señor Jesús al tercer día, tal y como Él mismo lo anunció a sus apóstoles. Entendiendo que este acto fue tan grande e importante que marcó y dividió la historia en el antes y el después de la resurrección de Jesús y que todos nosotros, los que creemos en Jesús como nuestro Señor y Salvador, seremos resucitados de la misma forma. Esta gran verdad es otro pináculo de nuestra fe y relación con Cristo, la cual nos lleva a tener vida en abundancia aun después de la muerte.

Tomemos esta oportunidad para observar detalladamente con nuestro entendimiento y sobre todo con nuestro corazón lo que la resurrección es para cada uno de nosotros individualmente y como pueblo de Dios conjuntamente; puesto que tal acto de amor altruista hecho por nosotros merece nuestro agradecimiento, nuestra atención y nuestra identidad como cristianos. Me gustaría citar al autor cristiano C.S. Lewis que en su libro Los Milagros escribe sobre lo que los apóstoles predicaban días después de la resurrección: “predicar el Cristianismo significaba primeramente predicar la resurrección… que es el tema central en todos los sermones cristianos que consignan los Hechos de los apóstoles. La resurrección y sus consecuencias eran el Evangelio o las buenas nuevas que los Cristianos anunciaban”. Asi es, el tema central del evangelio y del cristiano es la resurrección de Jesús pues es el regalo que todos nosotros recibimos por gracia y es por el cual nosotros somos salvos. De igual manera es lo que nos convierte en seguidores de cristo y no solo en portadores de las buenas nuevas sino que el cristiano seguidor de Cristo es en sí, una buena nueva. Que gran oportunidad el poder predicar el evangelio no sólo con nuestras palabras y acciones sino sólo con el simple hecho de ser seguidores de Cristo.

Asi que tomemos un tiempo para reflexionar y darle una especial importancia al significado de la cruz y la resurrección, no solamente durante esta semana especial, sino día a día hasta llegar a formar un hábito de no tomar por sentado que el Dios viviente nos ha buscado por todos los rincones, volteando todas las piedras y trepando todos los árboles para encontrarnos y asi hacernos aceptos mediante la muerte y resurrección de su Hijo nuestro Señor y Salvador Cristo Jesús.