Con Diseño Divino

Un parque de diversiones, la lluvia y la vida

De la Palabra de Dios: “Pero el Señor vela por los que le temen, por aquellos que confían en su amor inagotable” (Salmos 33:18, NTV).

Era un fin de semana del Día de las Madres y nos fuimos a uno de los maravillosos parques que atraen a millones de turistas cada año a la Florida.  Mes de mayo. Eso implica dos cosas, climáticamente hablando, lluvia y humedad. Al terminar una de las atracciones salimos y el aguacero era torrencial. El 50 por ciento de probabilidades que habían anunciado estaba cayendo todo allí, literalmente. Entre tantas plantas y árboles parecía que estábamos en la selva amazónica. Si lo mirabas con ojos de explorador, era hermoso. Pero si alguna vez has viajado con niños a un parque de diversiones y empieza a llover, ya sabes lo que significa: llanto inconsolable porque “la lluvia arruinó el día”.

Y eso me transportó años atrás, cuando era yo quien se molestaba porque “la lluvia arruinó el día”. La única diferencia es que esos años de los que te hablo no son de la niñez, fueron años ya de adulta, cuando todavía batallaba con contentarme con cualquier situación… incluyendo un día “arruinado” por la lluvia.

Entre los truenos y el sonido del agua cayendo pude entender que aquellos años de lucha con Dios cuando las cosas no salían como yo pensaba que debían salir sirvieron primero para ablandar mi corazón y enseñarme que no tengo el control de lo que sucede a mi alrededor, por lo tanto, tengo que confiar en que Dios siempre sabe lo que está haciendo.

Segundo, me prepararon para el día en que estuviera en un parque de diversiones y uno de mis hijos comenzara a llorar porque aparentemente el día se había arruinado.

—¿Pero por qué mami, por qué tenía que llover hoy? —Esa era su pregunta una y otra vez—.

—Bueno, estamos en primavera, en la Florida. Y en primavera, siempre llueve. La lluvia es necesaria para que todo se renueve, para que los ríos crezcan, para que tengamos cosechas… Pero además, la lluvia puede pasar pronto. ¿Ya se lo pediste a Dios? Y si no pasa, no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. Buscaremos qué hacer con el resto del día. Hasta el momento Dios nos ha bendecido mucho hoy. Sea lo que sea, tenemos que confiar en que él sabe lo que hace.

Por fin nos decidimos a salir del lugar donde nos guarecíamos, corriendo bajo la lluvia que amainaba, esquivando los charcos, para reunirnos con el resto de la familia.

Poco a poco el sol comenzó a salir tímidamente entre las nubes todavía grises y el parque, que por momentos se había detenido, empezó a cobrar vida otra vez.

El día terminó tal y como deseábamos. Pudimos disfrutar de otras atracciones, regresar a descansar e incluso gozar de un breve chapuzón en la piscina.

Mientras nos preparábamos para ir a cenar tuve esta conversación con la personita que tanto se había frustrado con la lluvia:

—¿Viste cómo al final el día se arregló y pudiste disfrutar, incluso de la piscina? —Ella asintió con la cabeza—. ¿Ya le diste gracias a  Dios?

No puedo evitar comparar todo este episodio con nuestra vida.

A veces “la lluvia” llega y parece arruinarlo todo. Y nuestra tendencia natural es preguntar: “¿por qué?” No siempre tendremos una respuesta. En ocasiones tenemos que correr bajo la lluvia, esquivar los charcos y por fin llegar a nuestro destino, confiando en que Dios todo el tiempo sabe lo que hace. A veces simplemente tendremos que buscar qué hacer a pesar de “la lluvia”, igual confiando en Dios. Entonces, poco a poco, veremos cómo el sol, aunque sea tímidamente, empieza a salir y terminamos disfrutando nuestro día, o nuestra vida, independientemente de las nubes grises, los truenos y los planes “arruinados”.

De eso se trata. Confiar en que Dios siempre sabe lo que hace, y darle gracias.

Wendy

Para aprender más sobre el diseño divino de Dios, te invito a visitarme en wendybello.com

© 2017 Wendy Bello

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