“El Señor detesta el sacrificio de los perversos, pero se deleita con las oraciones de los íntegros.” (Proverbios 15:8)

¿Podemos adorar al Rey Todopoderoso de la Gloria mientras seguimos comprometidos con el pecado? Creo que el consenso general entre los asistentes a la iglesia sería que sí, pero ¿está eso alineado con lo que la Biblia enseña? Para responder esta pregunta, creo que sería útil definir adoración, así como definir lo que significa pecar activamente. Comencemos con la definición de adoración.

¿Qué es adoración?

La adoración se define como el sentimiento o expresión de reverencia y adoración a Dios. Es venerar Sus atributos, maravillarse ante Su gloria y gracia. El Salmo 29:2 dice, “Honren al Señor por la gloria de Su nombre; adoren al Señor en la magnificencia de su santidad.” Adorar es el flujo de un corazón agradecido. Es el deseo del corazón regenerado de glorificar el nombre de Cristo.

Hoy en día en la iglesia, la adoración puede acarrear una postura de indiferencia. Creo que es sencillo que asociemos automáticamente el término alabar con una ventana de 15 a 20 minutos de música los domingos por la mañana. El enemigo quiere que lo veas como una idea tardía –un tiempo de “relleno” antes del sermón para escuchar un poco de música mientras entras al santuario y te ubicas en alguna zona.

Como un baterista de adoración de años, podría seguir hablando de la irreverencia de la adoración en la iglesia hoy en día, pero ese es otro artículo. Sin embargo creo que es seguro decir que la adoración debería ser tomada en serio. Y debe ser abordada como si literalmente estuvieras abordando el trono de Dios. Esto nos lleva a la pregunta-¿podemos abordar el templo de Dios teniendo corazón y postura de adoración verdadera mientras nos encontramos simultánea y activamente involucrados con el pecado?

¿Qué es el pecado activo?

Usualmente trato de tener una perspectiva clara acerca del pecado. El resultado natural de ver el pecado de esta forma es empequeñecer ciertos pecados porque no son tan “malos” como otros. Y porque el resultado de cualquier pecado es la muerte, pensar menos de un pecado es una práctica más peligrosa.

“Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano.” (1 Juan 3:9-10)

Lo que Juan básicamente dice aquí es que si una persona es regenerada verdaderamente, el espíritu de Dios reside en ellos. Por lo tanto, el deseo de esa persona de pecar cambia a un deseo de magnificar el nombre de Cristo. Por supuesto, no somos verdaderamente libres de pecado hasta que estamos con Cristo, pero creo que este texto nos advierte contra vivir en un patrón de pecado.

Para mí, eso es lo que un pecado activo es. Es vivir en pecado sin arrepentimientos mientras estás completamente contento con ello. No estoy seguro de cómo una persona regenerada puede adorar a Dios con pecado en su vida – al menos ese no es mi caso. Cada vez que he cedido al pecado y me he negado a salir de él por alguna razón, la iglesia es el último lugar al que quiero ir. Imagino como Adán y Eva se sintieron cuando probaron la fruta prohibida –escondiéndose de Dios y revolcándose de vergüenza. Dios no quiere que te quedes ahí.

No pierdas tu tiempo.

“Al que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominación.” (Proverbios 28:9)

Puedo ir a la iglesia, dar las manos, tener una sonrisa y siempre responder “¡bien!” cuando me preguntan cómo estoy. Pero si no quiero arrepentirme de mi pecado y adorar, estoy perdiendo el tiempo. Pretender no vale nada.

En esta situación las palabras que el enemigo quiere que siga repitiéndome a mí mismo son que este pecado vale la pena en mi vida. Satanás quiere que creas que poder servir a dos maestros, y eso no es lo peor. Quiere que creas que puedes vivir una vida de pecado, y estar completamente bien haciendo lo que siempre haces las mañanas del domingo.

No sé tú, pero eso suena exhaustivo. Tener una doble vida es algo que hice por años. “¡Bien!” los domingos en la mañana, pero de lunes a sábado era una persona totalmente diferente –egoísta y malvada. Si no hubiera sido por que Dios me reveló ese pecado y me permitió alejarme de este, aun estuviera estancada en ese patrón. Él es tan leal.

La Cruz es mucho mejor

Salir de la rutina del pecado es difícil. Naturalmente odiamos todo lo que tenga que ver con Dios (Juan 3:19, Efesios 4:17). A menudo, cuando me siento perdido y derrotado, como si no hubiera salida a mi pecado, me descubro preguntándole a Dios que acelere mi corazón. Lo imagino sacándome de las arenas movedizas, ansioso por abrazarme. Es asombroso cuán fiel es en restaurar mi alegría en Él. Como el salmista ora en Salmos 51:12, “Restitúyeme el gozo de tu salvación, y sostenme con un espíritu de poder.”

Él está ansioso por rescatarte. Ese es el punto de la cruz. Él te compró con Su sangre, no para que te ahogues en pecado mientras Satanás te embarga con vergüenza, sino para que tú compartas Su victoria sobre el pecado y la muerte. No hay nada más liberador que entender que la sangre y expiación de Cristo alejó las garras del pecado de ti, y que eres libre para resistirlas.

Dios quiere que permanezcas en comunión con Él. Porque Él es santo, el pecado crea una barrera entre tú y Dios que inhibe tu adoración y oración. Seguro, el pecado puede parecer divertido, pero la cruz es mucho mejor. Jesús es mucho mejor. El pecado nunca revela el precio de la captura y la muerte, mientras que la muerte de Jesús en la cruz siempre muestra el precio de tu libertad.

La primera cosa que probablemente se me vino a la mente cuando elaboraba la lluvia de ideas para este artículo fue el Sermón del monte. En Mateo 5:24, Jesús le dice a sus seguidores lo que debe hacerse antes de que puedan ofrecer cualquier regalo a Dios. “Deja la ofrenda allí en el altar. Anda y reconcíliate con esa persona. Luego ven y presenta tu ofrenda a Dios.”

En otras palabras, tu adoración no tiene valor hasta que te arrepientes –haz las paces con tu hermano/hermana. Si hay pecado en tu corazón, por ejemplo, hacer el mal a tu hermano, entonces primero debes reconciliar las cosas con esa persona antes de que seas capaz de adorar a Dios de la forma correcta. Creo que puedes reemplazar el énfasis en la rabia aquí con cualquier otro pecado. Así que si practicas lujuria, avaricia, orgullo, etc. El arrepentimiento es necesario para adorar.

Acércate al altar

El altar es donde Dios te quiere. Incluso si hay pecado en tu vida, al final es donde quieres estar también. Como el hijo pródigo, Jesús quiere que vengas corriendo a casa y dejes tus cargas de pecado en Él porque le importas. Él quiere que creas como un niño que te sustentará. Lo que sea que estés lidiando ahora mismo, déjalo en los pies e Jesús. Él es tan fiel para liberarte de eso.

No tenemos que limpiar y tratar de ser perfectos para acercarnos a Jesús. Él nos acepta como somos y nos transforma a través del espíritu. Se requiere perfección para estar ante Dios, pero únicamente la perfección de Cristo imputada en nosotros. Para mí, esta es una verdad abrumadora que ofrece paz. La carga de la perfección no es mía, ha sido lograda en Jesús. Puedo vivir, sabiendo que es Cristo quien vive en mí. Puedo adorar, sabiendo que es el Espíritu inquebrantable que me permite hacerlo.

Dios desea y me otorga acercarme al arrepentimiento y sospecho que la adoración es la primera razón. Él quiere que abordemos su trono con corazones limpios y manos limpias para ofrecerle nuestra adoración. Él quiere que seamos capaces de acercarnos a Él y dejarlo todo en Sus pies.

¿Por qué querrías algo que te impida ser capaz de sentarte en los pies e Jesús y adorarlo libremente? Cuando dejamos ir lo que sea que nos aleje de eso, experimentamos una libertad que no queremos dejar ir. La comunión completa e inquebrantable con el padre es mucho más valiosa que el pecado en tu corazón. No dejes que Satanás trate de convencerte e lo contrario.

Topher Lee Haddox es un esposo adicto a la cafeína, padre, y baterista. Nacido y criado en Luisiana, Topher disfruta los paisajes y su fascinación con las escaladas. Él puede encontrarse fácilmente en su hamaca, con un café en mano, o preparando su próximo artículo. Él tiene una pasión profundamente arraigada por la adoración y alimentar a otros con la Palabra de Dios. Su trabajo aparece regularmente en Crosswalk. Visita su blog en https://topherhaddox.wordpress.com