Abril 11

A la sombra de la cruz

«Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.» Y así lo hicieron los soldados. Juan 19:24b

Es una imagen sombría: Jesús colgando en la cruz, mientras debajo de él varios soldados romanos apuestan por su ropa. Es tentador condenar a los soldados por lo que estaban haciendo. ¡No deberían hacerlo!

Pero, para ellos, sólo estaban haciendo su trabajo. Habían llevado a tres hombres condenados al Calvario, les habían ofrecido un analgésico básico (vino mezclado con mirra), los habían clavado y ahora sólo restaba observarlos. No podían irse hasta que estuvieran muertos, y eso llevaría horas, si no días.

Así que decidieron repartirse la ropa de Jesús, que era su derecho tradicional como verdugos. Y cuando una pieza era demasiado bonita para ser dividida por un desgarro, apostaban por ella. ¡No había otra cosa que hacer! ¡No ocurría nada interesante!

Pero estaban equivocados. El acontecimiento central de la historia de la humanidad estaba ocurriendo justo sobre sus cabezas: Jesucristo estaba muriendo por la humanidad. Dios estaba siendo ejecutado, pagando el precio por todo el pecado y la maldad del mundo. ¡Si lo hubieran sabido!

Si nosotros lo hubiéramos sabido. No sobre la muerte de Jesús; la mayoría de nosotros hemos conocido esa historia desde la infancia. Sino que Dios sigue haciendo las cosas delante de nuestros ojos, cosas en las que deberíamos estar involucrados: vecinos necesitados, niños en peligro, familiares que están sufriendo o están solos o luchando. ¡Si lo hubiéramos sabido!, decimos, cuando un desastre oculto sale a la luz, demasiado tarde para que podamos ayudar.

Pero si estamos dispuestos, podemos saber. Podemos levantar los ojos y mirar a nuestro alrededor en busca de signos de necesidad. Podemos pedirle a Dios que nos guíe a las personas que ama y que necesitan ayuda. Lo único que necesitamos es un corazón dispuesto. Dios proveerá el resto. ¿Quieres saber?

ORACIÓN: Querido Padre, muéstrame lo que quieres que sepa, para poder servir a las personas que amas. Amén.

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:

¿Cuándo sucedió algo "justo debajo de tus ojos" que no notaste o reconociste?
Comparte una circunstancia en que Dios abrió tus ojos a una necesidad y pudiste ayudar.

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