¡Compasión, por favor!

¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! - Mateo 15:22 (15:21-23)

Hay un comercial de televisión que dice: “Lo que sucede en Las Vegas, permanece en Las Vegas.” Esta frase no hace otra cosa que incitar a hacer lo que está prohibido, con la promesa de que nada saldrá a la luz. Pero Dios no piensa igual, ni actuó igual. Lo que sucedió en Jerusalén, no permaneció en Jerusalén, sino que se conoció rápidamente en todas partes.

Jesús salió de Galilea para ir a un lugar fuera de los límites geográficos, religiosos, y culturales de su pueblo. Quiso pasar desapercibido, pero no pudo. Detrás de él se apareció una mujer que, sin vergüenza ni timidez, comenzó a gritar su necesidad. ¿Quién era? Era una mujer en desesperación y gran agonía, pero también una mujer que sabía perfectamente quién era Jesús y lo que él era capaz de hacer. No era  una hebrea, no era una hija de Abrahán, no se enoja con el silencio de Jesús ni con su respuesta tan ruda. No se ofende ni se resiente.

Esa mujer siro-fenicia acepta quién es y el lugar que Jesús le da. En realidad, nada de eso le importa  porque está enfocada en una cosa: quiere ayuda para alguien que ama mucho: su hija endemoniada.

Yo no siempre acepto tan humildemente el lugar que Jesús me da, y no me gusta cuando Dios guarda silencio ante mis súplicas. Sin embargo, esta historia me anima a ser persistente, enfocado en mis necesidades y en quién es Jesús. Sus respuestas son siempre de amor, y recompensan nuestra persistencia en forma sorprendente.

¿Cuál es tu actitud ante los silencios de Jesús? ¿Eres perseverante? Te invito a que reafirmes la confianza que tienes en él. Jesús nunca te va a defraudar.

Querido Padre, gracias porque las noticias de Jesús llegaron hasta mí. Afianza mi confianza en su amor. Amén.

© Copyright 2013 Cristo Para Todas Las Naciones

CRISTO PARA TODAS LAS NACIONES 
660 Mason Ridge Center Dr. 
St. Louis, MO 63021 
1-800-972-5442 
[email protected] 
www.paraelcamino.com