La impaciencia.

Que difícil nos resulta en ciertas circunstancias de la vida, esperar en Dios. Son momentos donde las pruebas se hacen largas y los desiertos interminables, oramos pero no vemos aparentemente ningún cambio.

Hay tiempos donde nos resulta bastante complicado entender los silencios de Dios, entonces es muy posible que nos veamos tentados a intentar algo completamente humano. Hasta vienen amigos o familiares a decirnos: yo se que esperas en Dios, pero hay que hacer algo para resolver tal o cual problema, no te puedes quedar de brazos cruzados esperando que el tiempo pase. Seguramente todos escuchamos consejos como estos.

La Biblia nos muestra algunos ejemplos de personas que no supieron esperar, lo cual trajo consecuencias de profundo dolor por los errores cometidos:

Moisés estaba en el monte, hablando con Dios, pero el pueblo de Israel se impacientó y creó un becerro de oro para adorar. Ex. 32:1

Abraham, tenía una promesa, pero el hijo no llegaba, entonces Sara pensó que realmente sería a través de su sierva Agar. Por lo cual nació Ismael, un hijo, pero no el de la promesa. Esto trajo mucho dolor y consecuencias hasta nuestros días. Gn. 16:15

El mismo Abraham, se vio en la triste situación de tener que echar a Ismael y Agar de su casa.

Saúl, al ver que Samuel no llegaba, para ofrecer sacrificio, decidió hacerlo él y esto ocasionó el enojo de Dios por su desobediencia. 1ª de Samuel 13:13

Hay promesas de Dios para nuestra vida, hay planes que aunque tarden, llegan. El apuro lo que hace es provocarnos dolores de cabeza, inventamos una bendición que no es la de Dios y esto nos trae consecuencias. El tomar decisiones en la desesperación o urgencia es sumamente peligroso, nos puede traer problemas incluso para nuestro futuro.

Que podamos decir como el salmista:

Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.

Salmo 40:1

Si al igual que algunos de estos ejemplos, quisiste tomar atajos, o no supiste esperar los tiempos de Dios y eso te trajo consecuencias, hoy es tiempo para reconocer esta circunstancia y sabemos que en su amor y misericordia, El es fiel para librarnos aún de las consecuencias de nuestras malas decisiones.

Aprendamos a esperar en El, aunque tardare la promesa llega.

Autor: Daniel Zangaro

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