Numbers 23

En la lectura de hoy:

Las profecías de Balaam; los pecados de Israel; la mortandad cesó por la intercesión de Finees

El último campamento de los israelitas fue al lado este del Río Jordán en los campos de Moab al noreste del Mar Muerto cerca del monte Nebo, unos cuantos kilómetros al sur del pueblo presente hoy en día de Amman, Jordán (Números 33:49; Josué 3:1). Todo parecía estar en paz, sin ningún peligro. Sin embargo, al ver que esta gran multitud de israelitas quienes habían desafiado al Faraón, habían salido de Egipto y conquistado todos los que estaban en el camino a Canaán, que los moabitas, que vivían cerca de allí, tuvieron miedo que ellos también iban a ser pronto destruidos. Este temor llevó al rey Balac a hacer una alianza con los madianitas vecinos contra Israel (Números 22:4-7). Aun entonces, sabiendo que ellos no podían vencer a Israel en guerra, Balac mandó a buscar al profeta Balaam para que maldiciese a Israel. El profeta vivía en Petor, una ciudad al noreste de Mesopotamia (cerca del presente Iraq). Este lugar estaba cerca de donde Abraham había vivido en el principio de su vida. «Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es» (22:12).

Sabiendo que el juicio de Dios vendría sobre Israel si pudieran hacer que los israelitas pecaren contra Dios, y codiciaran las recompensas del rey, Balaam perversamente sugirió que las mujeres moabitas se acercaran amistosamente a los hombres de Israel. Esta amistad de las mujeres moabitas pronto hizo que los hombres israelitas se involucraran en inmoralidad sexual y adoración de ídolos, y así quebrantaron el pacto de lealtad al Único Dios Verdadero.

La desobediencia resultó en una gran mortandad «Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil» (25:9).

Algunas personas dicen que no debemos de pasar juicio, que debemos tolerar la inmoralidad y estilos (alternativos) de vida que están de moda. Pero los pecados sexuales siguen siendo hoy en día ultrajantes a Dios: «¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. . . . (Mas) el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo» (I de Corintios 6:15-20).

Pensamiento para hoy:

La codicia siempre termina en derrota personal.

Lectura opcional: Lucas 10

Versículo de la semana para aprender de memoria: Efesios 3:19