Esta historia la podemos encontrar en el capítulo 8 del libro de Hechos en el Nuevo Testamento en donde vemos dos ilustraciones claras del poder de Cristo a través de sus discípulos y de cómo se esparcían sus palabras en aquellos tiempos para proclamar el poder del Evangelio. Todo empieza con la visita de un ángel a Felipe (uno de los doce) diciéndole que se dirija al sur de Jerusalén para ir a Gaza. En su camino se encuentra con un eunuco proveniente de etiopía quien fuera un oficial de la corte de rey de Etiopía que regresaba de Jerusalén a donde fue a adorar.

El ángel ayuda a Felipe que se acerque al eunuco para preguntarle si entendía las escrituras que estaba leyendo sobre su carroza, a lo que el eunuco responde: “¿cómo podré entenderlas si nadie que me guie?” Felipe prosigue a leer la palabra junto con el eunuco para explicarle las buenas nuevas del Evangelio de Jesús. Después de esta plática el eunuco le pide a Felipe que lo bautice en un río cercano, al salir de las aguas después de haber bautizado al eunuco el Espíritu de Dios se llevó a Felipe de aquel lugar y el eunuco quedó maravillado y gozoso por su salvación en Jesucristo.  

            

A continuación puedes encontrar y leer toda la historia en su contexto: