Julio 29/30

El papel de nuestra conciencia

1 TIMOTEO 1.18-20

Dios ha dado a cada persona una conciencia, que es como un radar que envía señales de alerta cuando una conducta o decisión puede ser perjudicial. Esto hace posible que las personas distingan entre lo moralmente bueno o malo, especialmente en lo que se aplica a sus propias vidas. Cuando ignoramos la conciencia, lo hacemos a nuestra propia cuenta y riesgo.

En un creyente, la conciencia es una herramienta del Espíritu Santo. Él la programa con los principios de la Palabra de Dios, y la agudiza para que responda con rapidez. Aun así, el único propósito de nuestro radar es enviar una señal; lo que suceda después dependerá de nosotros. Podemos ignorar la advertencia, o detenernos para escuchar lo que dice el Espíritu sobre la situación. El Espíritu Santo revela la voluntad de Dios y nos recuerda sus principios, para que podamos tomar una decisión sabia.

La carta de Pablo a Timoteo habla de personas que habían rechazado la guía de Dios en sus vidas; no habían hecho caso de la alarma de su conciencia (1 Ti. 1.19). El resultado fue el naufragio de su fe. Si en el radar aparece algo que hable de desobedecer a Dios, tenemos que rechazar esa acción. De lo contrario, el dispositivo de detección se dañará y no funcionará bien. Si seguimos haciendo caso omiso de las alarmas, éstas finalmente dejaran de ser percibidas.

Es inevitable naufragar cuando el creyente no hace caso a su conciencia, y racionaliza o defiende la desobediencia. Es mucho mejor que mantenerse en manos del gran capitán de nuestra alma, Jesucristo. Su Espíritu Santo nos guiará de la manera correcta.

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