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Elizabeth Laing Thompson

29 de mayo de 2023

Encuentra el amor de Dios en la oscuridad
ELIZABETH LAING THOMPSON

Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen a tu monte santo, que me lleven al lugar donde tú habitas. Salmo 43:3 (NVI)

«¿Sabes qué pastilla te toca tomar esta noche?» le pregunto a papá mientras le muestro el pastillero. 

Papá piensa con el ceño fruncido. «¿Es martes por la noche? Así que me tomo…». Señala al compartimento azul. «¿Este?»

«¡Sí!». Compartimos una sonrisa triunfante, deleitándonos con esta pequeña victoria sobre su memoria fallida.

Papá me acompaña hasta la puerta de su casita que le construimos detrás de la nuestra. Le doy un beso de buenas noches en la mejilla y, cuando abre la puerta, nos encontramos con la oscuridad. «Oye, papá, ¿puedes encender la luz del porche hasta que entre?».

Se le ilumina la cara.«Con mucho gusto, hija». En el entusiasmo de su voz, se puede oír el sentimiento que ya no puede expresar: Estoy encantado de cuidar de ti ahora, como solía hacerlo.

Atravieso el patio, mi camino alumbrado. Al llegar a la puerta, me despido de papá con la mano y su luz se apaga. Tengo los ojos empañados por las lágrimas, pero no solo estoy triste... estoy agradecida. Mi mente, llena de recuerdos atesorados de mi papá. Porque, aunque la demencia de papá está progresando, Dios sigue dándonos preciosas conexiones como ésta, momentos en los que papá sigue siendo papá. Cuando su amor rompe las cadenas de su enfermedad.

He aprendido a buscar estos momentos, a hacer una pausa, a detenerme, a saborearlos, porque no solo me ayudan a sentir el amor de mi padre terrenal, sino que también me ayudan a sentir el amor de mi Padre celestial. Me recuerdan que, incluso en el dolor, Dios está con nosotras.

Un salmista escribió esta oración conmovedora en la Palabra de Dios que nos ayuda a buscar Su amor en tiempos oscuros:

¿Por qué debo andar de luto, y oprimido por el enemigo? Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen a tu monte santo, que me lleven al lugar donde tú habitas. Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite (Salmos 43:2c-4a, NVI).

Cuando la angustia nos golpea, podemos pedirle a nuestro Padre que nos guíe. ¿Y hacia dónde nos dirige Su luz amorosa? A Su montaña, a Su altar, a una relación con Él, una relación que irradia alegría y deleite.

Es un pensamiento reconfortante, pero puede ser difícil ver la luz de Dios o sentir Su presencia cuando caminamos por un camino que incluye la soledad, la pérdida, la enfermedad o las deudas. Avanzamos, esquivando las sombras. Con los ojos fijos en el suelo, solo vemos rocas, surcos y peligros. Consumidos por la preocupación y el miedo, no nos damos cuenta de que nuestro Padre brilla silenciosamente detrás de nosotras, vigilando hasta que estamos a salvo.

El salmista expresó un conflicto interno similar. Pidió a Dios que le guiara, pero en su siguiente aliento derramó un revoltijo contradictorio de sentimientos:

¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! (Salmos 43:5, NVI).

Básicamente estaba diciendo: «Confío en Dios... pero sigo sintiéndome triste y confuso… ¡y eso me confunde!». ¿No nos sentimos todas identificadas con esta lucha? Cuando la vida se pone difícil, ¡nuestros sentimientos y nuestra fe pueden estar en desacuerdo! Pero el salmista luchó contra sus sentimientos para recuperar su fe. Puso deliberadamente su esperanza en el cuidado de Dios.

¿Y cómo ponemos nuestra esperanza en Dios? A menudo comienza de forma sencilla: pidiéndole a Dios que nos ayude a ver Su amor en acción. Porque incluso cuando nuestro camino está plagado de obstáculos, nuestro Padre fiel está trabajando, guiándonos hacia una base sólida. Si prestas atención, empezarás a darte cuenta de las muchas maneras en que Su amor atraviesa la oscuridad, iluminando tu camino.

Tal vez Él haga que una amiga te envíe un mensaje de texto en el momento justo.
Tal vez Él te guíe a una escritura que refuerce tu fortaleza.
Tal vez Él ayude a que tu dinero alcance para lo que necesitas.

Cuando miramos hacia delante con ojos de fe, vemos a nuestro Padre vigilando nuestros pasos, rechazando la oscuridad con suficiente luz y amor para ayudarnos a encontrar el camino a casa.

Padre, gracias por ser siempre fiel. Mi esperanza está en Ti. Por favor, abre mis ojos para que pueda ver todas las maneras en las que me cuidas. En el Nombre de Jesús, Amén. 

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Salmo 56:13, Pues me rescataste de la muerte; no dejaste que mis pies resbalaran. Así que ahora puedo caminar en tu presencia, oh Dios, en tu luz que da vida. (NTV)

¿Qué te ayuda a ver el amor de Dios en tu vida diaria? ¿Cómo te ha cuidado Él últimamente? Comparte tus pensamientos en los comentarios.

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