 | 23 de febrero de 2024 Manteniendo la esperanza cuando la vida no es justa |
Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: Por el gran amor del SEÑOR no hemos sido consumidos y su compasión jamás se agota. Lamentaciones 3:21-22 (NVI)
¿Alguna vez has sentido que tu alma está gritando de dolor? Claro, por fuera te ves normal. Cumples tus compromisos, te arreglas y te dices a ti misma que deberías apresurarte a superarlo … pero por dentro, sientes un abismo profundo de dolor que grita: ¡esto no es justo!
Para ti, tal vez sea un corazón roto que no esperabas o una temporada en la que pareciera que las cosas difíciles no acaban. Quizás anhelas los días pasados y te preguntas si algún día la vida volverá a ser buena. Mientras estás recostada en la cama por la noche, no puedes evitar preguntarte: ¿Dios, dónde estás en todo esto?
Para mí, se trataba de la depresión.
No quería llorar, pero no podía dejar de hacerlo.
Quería mejorar, pero no sabía cómo.
Quería tener más fe y salir de esto, pero me sentía sin fuerzas.
Estaba gritando por dentro porque no quería ser la carga que sentía que era para Dios y para los demás. Quería estar libre de preocupaciones y llena de esperanza, pero en realidad estaba rota e insegura de cómo seguir adelante en fe.
Cuando acudí a las Escrituras en busca de aliento, llegué a Lamentaciones 3. El autor derramó su propio dolor al compartir cómo había experimentado aflicción, amargura y dificultad. Encontré consuelo en el hecho de que él fuese tan honesto acerca de su dolor. Todo este libro en la Biblia trata el tema del lamento, que significa “una expresión apasionada de dolor o tristeza”.
Sin embargo, justo en medio de su llanto, hizo esta afirmación audaz: “Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: Por el gran amor del SEÑOR no hemos sido consumidos y su compasión jamás se agota” (Lamentaciones 3:21-22).
Ese día, estos versículos abrieron una grieta de luz en la oscuridad y sentí que mi fe se avivaba poco a poco una vez más. No hacía falta negar mi sufrimiento, de hecho, era bueno reconocerlo. Pero incluso en medio de la depresión, pude recordar la verdad.
Es mi oración que este aliento de Lamentaciones avive también tu fe. Incluso cuando nuestras almas gritan por alivio y somos tentadas a preguntarnos si Dios nos ha dejado solas, podemos estar seguras que Su gran compasión nunca nos ha fallado y nunca nos fallará. Sí, nuestras circunstancias pueden ser dolorosas, pero debido al gran amor de Dios, el dolor no nos consumirá. Podemos reconocer nuestro dolor y recordar la bondad de Dios.
Cuando elegimos recordar quién es Dios, encontramos la esperanza a la cual aferrarnos.
Oh, Señor, la vida parece injusta y te pido que la cambies. Y hasta que lo hagas, ayúdame a elegir enfocarme en Tu gran amor y fidelidad, y mantenerme en la verdad de que Tu compasión nunca falla. Ayúdame a recordar esto día a día. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Salmo 102:1, Escucha, SEÑOR, mi oración; llegue a ti mi clamor. (NVI)
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