Amo año nuevo. No por la celebración de vísperas de año nuevo, tampoco porque se acaba lo ocupado de las fiestas, ni siquiera debido a la cantidad de juegos de fútbol en televisión. Amo Año Nuevo porque significa el final de un capítulo, uno que probablemente no alcanzó mis expectativas pero que aún sostiene la esperanza, sueños y posibilidades de un año nuevo.

 

Aunque un año nuevo parece “artificial” de algunas formas – solo unos minutos el uno del otro – lo veo como un nuevo comienzo, un comienzo que necesito cada año para ayudarme a superar el anterior.

 

Sorpresas

 

Sin importar cuánto nos esforcemos para tratar de mantener un plan y tener el alcance (o control) de nuestras propias vidas, cada año todos nosotros nos enfrentamos con situaciones y circunstancias que se salen completamente de nuestro control.

 

Hace algunas semanas, estaba en la oficina postal recogiendo mi correo y un niño de 7 años de edad estaba abriendo una carta que su madre le había dado. Él gritó: “¡20 dólares! Tengo 20 dólares”. Luego su hermana mayor  como de 10 años de edad dijo “Tengo 60 dólares”. Yo les dije: “Guau, espero encontrar dinero en mi carta”. Su madre volteo hacia mí y dijo, “20 y 60 dólares no es mucho viniendo del padre que nos dejó, y él podría hacer más en vez de gastarlo con una chica de 26 años”.

 

Muchas familias reciben este nuevo año de forma diferente a lo que lo hacían hace un año. Aparte de decepciones con las relaciones, conozco muchas familias, incluyendo la de mi hermano, se enfrentan con un montón de trabajo o alguna que otra crisis financiera. Otros enfrentan año nuevo luchando con una enfermedad, extrañando a un ser querido sin un hogar en vista de muchos desastres.

 

En momentos así, Jesús nos habla como lo hizo a un padre llamado Jairo cuando descubrió que su hija había muerto “Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al jefe de la sinagoga: — No tengas miedo; cree nada más.” (Marcos 5:36)                                    

                      

Hacia adelante

 

Mirando hacia un par de años atrás, veo decepciones en relaciones, veo oportunidades perdidas en los negocios, veo amigos que han fallecido y veo decisiones pobres en cómo reaccioné a situaciones y cómo las personas reaccionaron a mí. Pero para poder seguir adelante, seguir creciendo y seguir alcanzando los estándares más altos, necesito dejar de lado lo que la gente me ha hecho, como la gente me ha tratado y las decisiones pobres que he tomado en base a decepciones.

 

Pablo dice: “Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos;” (2 Corintios 4:8-9)

 

“Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2 Corintios 4:17-18)

 

Quizás tú eres como yo, una persona mayor soltera, que nunca se ha casado (y que no tiene prospectos inmediatos), o como la mujer en el correo, una madre soltera haciendo lo mejor que puedes por sí misma y su familia con las cicatrices de una relación que se ha dañado. En cualquiera de los casos, podemos aproximarnos al Año Nuevo de la misma manera. Pero ¿Cómo?

 

Estableciendo Metas

 

Escuche una pregunta que le hicieron al rapero 50 Cent, uno de los mejores artistas del año pasado: “Tienes todo el dinero que podrías querer, ¿qué te hace feliz ahora?” Su respuesta: “Tener metas y lograrlas”. Quizás no es uno de los mejores modelos a seguir, pero eso no es un mal consejo para nosotros.

 

Cada año trato de tener metas simples (unas que puedan alcanzarse en un día o una semana), algunas metas a mediano plazo (que puedan ser obtenidas en un mes o en un año) y metas a largo plazo (esas que toman años alcanzar).

 

Bien sean espirituales, emocionales, financieras, físicas o metas de relaciones, todas tienen un común denominador:

Tienen que ser metas claras – Si no puedes entender tu meta, nunca la alcanzarás.

Tienen que ser alcanzables – Si no puedes obtener la meta, ¿para que la tienes?

Tienen que ser comunicadas – tienes que ser explicables para los demás, y ser motivado por otros.

Tienen que ser escritas – necesitas tener tus metas en tu mente constantemente para poder alcanzarlas.    

 

Habían muchas cosas que fui capaz de lograr este año pasado, algunas las he dejado para otros años, y hay otras en las que he fallado miserablemente. Si permanezco con lo negativo, y me aferro al pasado mucho, me perderé nuevas oportunidades, nuevas relaciones y nuevas posibilidades.

 

Mira lo que no has visto. No te arrepientas de que otro año pase, haz que este año sea uno en el que dejes el pasado en el pasado.

 

Cliff Young es un escritor contribuyente de las Historias Sandlot (Libros ARose). Un arquitecto y forjador de trabajadores jóvenes, trabaja con músicos cristianos y consulta una gran cantidad de ministerios cristianos. ¿Tienes alguna sugerencia? Envía tus comentarios y preguntas a [email protected].