Escrito por: Jennifer Heeren

“Traten a los demás como les gustaría que los trataran a ustedes” es un concepto bíblico mencionado por Jesús en Lucas 6:31 y Mateo 7:12 y es comúnmente conocido como la “regla de oro”. 

“Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas” - Mateo 7:12

“Traten a los demás como les gustaría que ellos los trataran a ustedes.” Lucas 6:31

Juan registra algo similar: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. 35 De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.” Juan 13:34-35

El Estudio Teológico Bíblico NIV comenta sobre Lucas 6:31,

“Muchos creen que la regla de oro es meramente recíproca, como si actuáramos basados en cómo queremos ser tratados. Pero otras partes de esta sección minimizan este enfoque en la reciprocidad, y, de hecho, la reversan (versos 27-30, 32-35). Al final de esta sección, Jesús nos da un fundamento diferente para nuestras acciones: debemos imitar a Dios el Padre (versículo 36)”

Nuestra respuesta a la gracia de Dios debería ser extenderla a otros, amamos porque Él nos amó primero, por lo tanto, amemos a los demás, así como nosotros somos amados. Esto es sencillo, pero difícil de cumplir. Tomemos una mirada más profunda sobre cómo podemos vivir cada día.

El Gran Mandamiento, La Regla de Oro… Lo que de verdad significa

En Marcos 12:30-31, Jesús dice, “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más importante que estos.” Sin cumplir la primera parte, realmente no tienes la habilidad de intentar cumplir la segunda. Cuando logras amar a Dios, tu Señor con todo tu corazón, alma, mente y fortaleza, ganas la ayuda del Espíritu Santo que te ayuda a amar a otras personas.

Algunos pueden decir que está en nuestra naturaleza hacer el bien a otros. Después de todo, ha habido un movimiento de amabilidad por un largo tiempo, pero en general la mayoría de las personas solo ayuda a otras personas cuando:

1.- Es su amigo o familiar

2.- Es conveniente para ellos

3.- Están de buen humor, o

4.- Esperan algo a cambio

Pero la Biblia no dice que hagan actos raros de amabilidad cuando se sientan bien. Dice que amen a otros en todo momento. Incluso dice que amen a sus enemigos, así como también a aquellos que los persiguen. Si eres amable solo con tus amigos, ¿qué tan diferente eres de alguien más? Todos hacen eso (Mateo 5:47). Amar a todos todo el tiempo es más duro de lograr. Es importante permitir que el Espíritu Santo te ayude. 

Se trata de la Regla de Oro: Trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti (Lucas 6:31). En otras palabras, trata a todos cómo te gustaría ser tratado, y más que eso, trátalos a todos como Dios te ha tratado a ti. Si quieres que te traten bien, trata bien a alguien más. Trata bien a alguien más por la gracia que se te ha otorgado. Así que, independientemente de cómo te sientas en cualquier situación dada, puedes ofrecer la gracia que Dios te da diariamente. Probablemente estás pensando que eres agradable—muy agradable—y que en cambio recibes desprecio de otras personas. Desafortunadamente, esto siempre ocurrirá. Las personas no siempre te tratan como quieren ser tratados o de la manera que quieres ser tratado. Pero eso no significa que puedes dejar de hacer lo correcto. No dejes que nadie te lleve a su red de dureza descuidada. Dos errores no se convierten en aciertos, y la venganza no nos pertenece.

Drena tu propio dolor para poder sanar

Todos estamos heridos o hemos estado heridos en algún momento en este mundo, nadie tiene la vida perfecta. Las heridas de la vida pueden endurecerme y amargarme, haciendo que solo cuide de mí mismo. El egoísmo nunca me permitirá crecer y avanzar adelante. Es sencillo herir personas para seguir el ciclo de herir a otros, lo entiendan o no. La gente estancada en un patrón de dolor tiende a crear un caparazón a su alrededor tan fuerte que lo único que ven es a ellos mismos. Pero si todos herimos de una u otra forma, ¿cómo detenemos este ciclo de herir a los demás?

Las heridas no tienen que endurecerme, por ellas puedo ser una persona mejor. Está BIEN permitirme sentir el dolor profundamente, pero en vez de endurecerme, puedo permitir que Dios me dé una nueva perspectiva. Una perspectiva de empatía porque entiendo cómo se siente el dolor particularmente. Siempre hay alguien más que está pasando por lo que ya yo he pasado. Esta es una gran forma de “hacer a los demás” –ayudarlos a pasar los dolores de la vida, pero debo drenar mi endurecimiento primero. Compartir con los demás sobre mi propio dolor comienza el proceso. La vulnerabilidad o arriesgarme a herirme a mí mismo es siendo real con ellos, y con optimismo, verán que estoy ahí de forma genuina para ellos.  

Drena tu egocentrismo

Cuando estoy pensando en mí mismo y lo que necesito, a menudo no me doy cuenta de que las personas a mi alrededor pueden estar pasando por algo. La vida puede ser ocupada, pero necesito forzarme a mí misma a mirar a mi alrededor. Usualmente hay más oportunidades de ayudar a otros si solo me tomo el tiempo de verlos de verdad junto a sus necesidades. Todos están preocupados por sus propias tareas, metas y sueños, pero las escrituras dicen que no nos preocupemos por nuestro propio bien sino por el bien de otros (1 Corintios 10:24).

Trabajar duro para lograr una meta puede ser bueno, incluso una cosa santa. Pero las mejores metas incorporan ayudar a los demás a lograrlas. Una persona puede estudiar mucho en la escuela de medicina para lograr el estilo de vida que quieren, o pueden estudiar mucho para curar los males de sus pacientes. Agregar la motivación de ayudar a otros hace que cualquier meta sea más satisfactoria de lograr.

Hay dos grandes tentaciones cuando me comparo a mí mismo con otra persona, una es pensar que soy mejor que ellos. La otra es pensar que no soy tan bueno como ellos. Ninguna es útil, lucha con la trampa de la comparación. Cuando comparo, veo a la otra persona a través de mi filtro, por lo tanto, los veo a ellos, pero pensando en mí. La comparación quiere que mantenga mis ojos sobre mí. Solo compárate a ti mismo con la persona que fuiste ayer. ¿Estoy actuando hoy mejor que ayer? No perfecto, sino mejor. Si la respuesta es sí, alaba a Dios, si la respuesta es no, busca orientación del Espíritu Santo. Busca orientación del Señor cada día porque no podemos ser mejores por nosotros mismos.

Drena pensamientos de ti mismo tanto como sea posible, y reflejarte sobre quién es Dios te mantendrá en el camino de ayudar a los demás.

Recuerda a Cristo y a tu nueva vida en Él.

Una vez estuve muerta en mi propio pecado y desobediencia. Mientras aún era una pecadora, Cristo murió por mí. No tenía nada que ofrecer a Cristo, pero Él me buscó. Él murió por mí. Ahora tengo una vida nueva en él. Y por la gracia, tengo una nueva oportunidad de ser mejor cada y día y la certidumbre de que nunca me dejará o me abandonará. Él murió por ti también.

¿Has encontrado motivación de pertenecer a Cristo?

¿Has sentido consuelo de su amor?

¿Has sentido bendiciones por caminar junto a su Espíritu?

“Entonces responde amando a las personas con el amor que recibes a diario. Trabaja duro para vivir en harmonía con las personas que tienes contacto”. (Filipenses 2:1-2)

Vive para ayudar a otros (parte de la regla de oro)

Jesús lo hizo sencillo al decir “ama a otros”, y cuando de verdad lo hacemos estaremos teniendo tantas buenas obras. El Nuevo Testamento tiene muchos mandamientos sobre hacer a los demás, lo que nos muestra la importancia que Dios le da a amar a otros como hemos sido amados. Somos capaces de amar solo porque Él nos amó primero.

Vive en paz y en armonía con otros, sé paciente con ellos porque las personas aprenden a diferente ritmo y las personas cambian en momentos diferentes. Sopórtalos mientras aprenden un paso a la vez. Dios no se dio por vencido contigo así que no te des por vencido con ellos. Sé devoto a otras personas, ámalos profundamente, cuídalos y pasa tiempo con ellos. Escúchalos, hazlos sentir cómodos y hónralos cuando haga falta, preocúpate por los otros y no favorezcas a los ricos por sobre los pobres o viceversa.

No juzgues a otros de forma tan dura; incluso si sus acciones están erradas, mira con compasión a sus razones para hacerlo. Acéptalos como una persona hecha a la imagen de Dios incluso cuando actúan de forma errada. Pueden o no estar convencidos y ver el error de sus formas cuando los escuchas, pero cuando alguien se siente condenado continuamente no será capaz de ver la esperanza en la gracia. Incluso peor que juzgar a otros en su cara, es quejarse y calumniarnos a sus espaldas. Nada bueno sale de las calumnias y el chisme, incluso cuando solo estás liberando tu frustración.

Enseña a otros, comparte con ellos, motívalos y estimúlalos, para hacerlos crecer. Si eres músico, cantales. Si eres artista, hazles algo hermoso para recordarles la bondad de Dios que reina en un mundo caído. Cuando haces que otros se sientan mejor, no puedes evitar sentirte bien tú también. Así es como Dios nos diseñó para amar, cuidar, construir, compartir, ser agraciados y agradecidos.

A veces todo lo que hace falta es motivar a alguien es saludarlos donde estén y estar completamente presentes con ellos. Este mundo caído y endurecido a menudo aleja las cortesías, así que una sonrisa y un simple saludo puede ayudar a alguien a sentir que no está solo. Sirve a otros, ofrece hospitalidad, y entiende lo que necesitan en la vida, y trata de cubrir esa necesidad de alguna forma. Que tus actos de amor los guíen hacia el amor de Cristo por ellos. ¿Necesitan una niñera? ¿Necesitan una comida caliente? ¿Necesitan dinero para terminar el mes? No tienes que hacerlo todo, solo acercarte y hacer algo para alivianar sus cargas. Cuando las personas tienen una necesidad que no puedes completar, ora por ellos y motívalos. Puede que no sepas la respuesta a su problema, pero Dios la sabe.

Perdona a otros, incluso cuando no pidan ser perdonados (la regla de oro)

Deja ir todas tus quejas y deja que Dios las resuelva. Tu propio viaje hacia adelante se verá obstaculizado o incluso detenido si no lo haces. Diles la verdad. Si ves algo que puedan necesitar cambiar en su vida, diles honestamente pero amablemente. Amonestar a otros de vez en cuando; Las palabras de advertencia son más fáciles de escuchar de parte de un amigo. Pequeñas mentiras no los salvarán de escuchar cosas malas de otros. Las mentiras solo sirven para salvarte de sentirte incómodo.

Confiesa tus propios pecados a los demás. Da testimonio sobre cómo solías ser, pero por la gracia de Dios ya no lo eres. Admite pecados, debilidades, temores y haz esto frente a otras personas. Nunca tengas una actitud más santa que tú. Todos tenemos pecado y estamos a la altura de lo que realmente queremos ser, y todos necesitamos la gracia que proviene solo de la fe en Cristo. Usa tus dones y talentos dados por Dios para servir a los demás. Comparte tus dones con los demás; no te los guardes para ti. No dejes que el miedo al rechazo te impida mostrar gracia a los demás.

Recuerda a Cristo siempre

Finalmente, someterse el uno al otro por reverencia a Cristo. Después de todo, no pensaba en sí mismo. Tomó la humilde posición de venir a la tierra como ser humano para hacernos llegar al cielo y mostrarnos la forma de vivir. Incluso murió en la cruz para cerrar el trato, de una vez por todas. La manera de Jesús es pensar en los demás con más frecuencia que nosotros, y él nos dio el ejemplo. Lo que haces por los demás, lo haces por él. Comienzas amando a Dios con todo tu corazón, mente, alma y fuerza. Eso te lleva a amar a los demás tanto como puedas, y esos actos de amar a los demás también son actos de amarlo. Es un hermoso círculo de amor y la forma en que estábamos destinados a vivir. Esperamos que estos puntos te sean de ayuda para recordar la importancia de la regla de oro en la Biblia, aquella que nos pide tratar a los demas de la misma manera que queremos que ellos nos traten a nosotros. 

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A Jennifer Heeren le encanta escribir y quiere vivir de tal manera que la escritura y su actitud animen a las personas. Le encanta escribir artículos e historias devocionales que brinden esperanza y aliento a las personas. Su copa siempre está al menos medio llena, incluso cuando las circunstancias no son ideales. Ella regularmente contribuye con Crosswalk. Su novela debut está disponible en Amazon. Ella vive cerca de Atlanta, Georgia con su esposo. Visítala en su sitio web y / o en Facebook.


headshot of author Jenni HeerenJennifer Heeren loves to write and wants to live in such a way that people are encouraged by her writing and her attitude. She loves to write devotional articles and stories that bring people hope and encouragement. Her cup is always at least half-full, even when circumstances aren’t ideal. She regularly contributes to Crosswalk. Her debut novel is available on Amazon. She lives near Atlanta, Georgia with her husband. Visit her at her website and/or on Facebook.