Tema de la Semana: Dios el Dador

Nuestro Padre celestial es el dador de todo buen regalo. Sus misericordias son vastas, poderosas y reales. Su amor tiene la capacidad de abrumar completamente y satisfacer cada una de nuestras necesidades. Todo lo que nos da satisface, transforma y nos lleva a la vida abundante. A medida que pasamos esta semana avivando nuestros sentimientos hacia Dios, permite que tu corazón se vuelva blando y abierto. Permite que su carácter amoroso te atraiga y le dé vida a cada lugar seco y cansado de tu alma.

Dios nuestro gran libertador

Pasaje Bíblico: “Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación”. Salmo 32:7

Devocional:    

Nuestro Dios, que liberó a Daniel de las garras de los feroces leones, a David de innumerables perseguidores, a Israel de toda la nación de Egipto y a Lázaro de los tres días de la muerte, promete librarnos de cualquier plan que el mundo nos haya impuesto. 2 Samuel 22:3 dice: “El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Él es mi protector y mi salvador. ¡Tú me salvaste de la violencia! Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos”.

Cuando invocamos al Señor nuestro Dios, él trabaja de maneras poderosas, misteriosas y perfectas. Dios es perfectamente capaz de hacer cualquier cosa que sea necesaria para liberarnos. Ya sea que necesites la liberación del pecado, la aflicción, la mentira o la enfermedad, Dios tiene el poder y el deseo de liberarte. Él es a la vez poderoso y amoroso. Él es a la vez misterioso y real. Él es sirviente y rey a la vez. Y él ve tus necesidades y anhela ayudarte justo donde lo necesitas.

¿Qué enemigo viene hoy contra ti? ¿Qué estrés, circunstancia, enfermedad o pecado parece haberte enredado? El Señor te dice: “Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores. Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación”. (Salmo 91:14-16). Aférrate a la mano de tu Padre celestial. No bajes la cabeza y los brazos ante cualquier circunstancia que se presente ante ti. En cambio, llama a tu Gran Libertador, coloca tu mano en la suya y permítele que te guíe, te equipe y te empodere para lo que se interponga en tu camino.

Dios ama tomar las circunstancias que parecían insuperables y usarlas para revelarte la realidad de su poder y amor. Le encanta tomar las paredes de Jericó que parecen interponerse entre tú y tus sueños y derribar al enemigo que no pudiste derrotar por sí solo.

El Salmo 32:7 dice: “Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación”. Dios te rodea con sus gritos hoy. La pregunta es, ¿tendrás la paciencia y la fe para hacer una pausa, abrir los oídos, escuchar y seguir a donde sea que te guíe?

Pasa tiempo en oración permitiendo que Dios te libere, te proteja, te consuele, te guíe y te dé paz.

Guía de Oración: 

1. Medita en el deseo y la capacidad de Dios para librarte de lo que se te presente hoy.

“Los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido”. Salmo 34:17-18

“El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos”. Salmo 34:7

“Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación”. Salmo 32:7

2. Reflexiona sobre tu propia vida. ¿Dónde necesitas la liberación hoy? Pídele al Espíritu que te revele sobre un área de la cual te quiera liberar.

3. Pasa tiempo en la presencia de Dios abriendo tus oídos para escuchar todo lo que Él te diga. Pídele a Dios que te libere. Ora con osadía para que tu padre celestial venga sobre ti de maneras poderosas y milagrosas.

Mantén tus ojos abiertos hoy para darte cuenta de las diferentes maneras en que Dios responde a tu oración. Santiago 1:17 dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras”. Dios te liberará porque te ama y su naturaleza no cambia. Si él liberó a Lázaro, a los israelitas, a David y a Daniel, él te librará también a ti. Ten confianza en el amor y el poder de tu Padre celestial.

Lectura Complementaria: Salmo 34 

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