Escrito por Michelle Lazurek

 

Cuando me convertí en cristiana, leía la Biblia como si esas personas no fueran yo. Sin embargo, con el pasar de los años mientras indagué en la escritura entendí que lucía y actuaba más como los fariseos que como los discípulos.

Aunque los fariseos eran expertos en la ley, a menudo actuaban como si fueran mejor que todos los demás debido a su conocimiento –especialmente cuando oraban. 

¿Cómo sabes si tus oraciones son una comunión genuina con Dios o si son hipócritas? Acá hay siete maneras en las que podrías estar orando como un fariseo:

1. Oras para que otros piensen que eres más espiritual de lo que en verdad eres 

Los fariseos aman lucir bien ante otros, especialmente en público. Si estas en una situación en la que necesitas orar, ¿te encuentras a ti mismo hablando con lenguaje religioso solo para parecer que estás más cerca de Dios de lo que en verdad estás? 

Dios desea el compañerismo de sus hijos –nuestra verdadera esencia. Cuando oramos, no nos preocupamos por usar las palabras apropiadas o por sonar más espirituales. A veces las mejores oraciones vienen de nosotros mismos, quienes estamos dispuestos a quitarnos las máscaras y ser reales.

2. Solo oras por ti y no por otros 

Los fariseos se preocupaban frecuentemente por decirle a las personas que hacer, pero ellos rara vez se preocupaban por otros o por ayudarlos de formas tangibles. Cuando oramos, es importante no solo orar por nuestras propias necesidades, sino también por las necesidades de otros. Jesús amó a la gente lo suficiente como para dar Su vida por ellos; nosotros también deberíamos hacerlo en cada aspecto de nuestras vidas incluyendo nuestra vida de oración. 

Tomate un momento para analizar tu corazón. ¿Amas a los pobres? ¿A los enfermos? ¿A las personas que no piensan, actúan o suenan como tú? Establécete una meta de pasar la mitad de tu oración orando por otros. Esto hará un mundo de diferencia mientras entiendes cuánto impacto del reino podemos hacer si ponemos nuestro foco en ayudar a otros en vez de ayudarnos a nosotros mismos.

3. Oras porque piensas que eres más espiritual que otros

De la misma forma que puedes orar para sonar más espiritual, puedes orar de ciertas formas simplemente porque crees que eres más espiritual que otros. 

En el mundo actual, lleno de información y tecnología, resulta fácil llenar nuestras mentes de conocimiento. Considera 1 Corintios 8:1 – “En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica.”. 

Si los fariseos hubiesen tenido tanto amor como conocimiento, su influencia en la sociedad podría haber sido una historia completamente diferente. Si nosotros, como cristianos, nos enfocáramos más en amar a otros y menos en educarlos sobre teología, ¿Cuánto impacto tendría en la sociedad? El compañerismo y la aplicación de la biblia es lo que necesitamos para crecer en el Señor. 

Como cristianos, es nuestro trabajo pastorear a otros en el proceso de hacer discípulos.

4. Asistes a reuniones de oración para impresionar a las masas

Los fariseos estaban tan preocupados con lo que otros pensaran de ellos de que siempre oraban en público por una razón –para impresionar a las masas. Mientras más gente los siguiera y prestara atención a su sabiduría, más pensaban que lo estaban haciendo bien. 

Aquí es cuando Jesús entró a la escena, ellos no podían soportarlo. Jesús era real, tenía una relación genuina con Dios y no tenía miedo de llamarlos en su pecado. Él expuso a sus falsas personas, para su disgusto –y finalmente alimento su gusto por la venganza. 

Cuando oras, ¿usas tus oraciones para manipular y controlar a las personas con la finalidad de que se impresionen de ti? ¿Haces un inventario en silencio de cuántas personas están escuchando tus oraciones porque te importa cuántos se impresionan con tus palabras en vez de tu cuidado genuino por ellos? 

Jesús amó tanto a las personas que pasó la mayoría del tiempo sanándolos, liberándolos de la esclavitud y sacando demonios. ‘Oramos con poca preocupación por ayudar a otros con sus necesidades tangibles y más preocupados acerca de cuántas personas aplauden el sonido de tus oraciones? 

5. Usas tus oraciones para crear chismes sobre ellas en vez de amarlas.

Efesios 4:29 dice, “No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.” Aunque queramos mostrar una preocupación genuina por nuestros hermanos y hermanas en Cristo, la primera palabra que sale de nuestra boca no debería ser “oro por esto y aquello, están sufriendo en su matrimonio”, a menos que te hayan dado el permiso para hacerlo. De otra forma, sería un chisme. 

Cuando la oración es para bien, nuestro uso de ella para chismear o calumniar a nuestro vecino es una de las maneras de orar como un fariseo, Lucas 18:11-12 dice, “El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. "Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano."

Los fariseos aman engrandecerse mientras hacen sentir a los otros pequeños. Como chismeaban de otras personas, su reputación de no ser queridos creció. Como cristianos, nuestras oraciones públicas deben enaltecer a Dios, no a nosotros mismos.

6. Usas tus oraciones para ser hipócrita

Ser un hipócrita significa pretender ser de una forma, mientras tus acciones dicen lo contrario. El mundo ya piensa que los cristianos son hipócritas –no necesitamos usar nuestras oraciones para darles la razón.

Cuando oras por la paz mundial y otras plegarias de nuestra nación sin importarte mucho las formas tangibles en las que puedes cambiar nuestro mundo, es el epitoma de la hipocresía.

No abras tu boca para orar sobre algo que no te importe genuinamente. El mundo sabrá lo que nos importa según donde pasemos la mayoría de nuestro tiempo. 

Si no asignamos nuestro tiempo, dinero y otros recursos a las cosas que Dios quiere cambiar en nuestro mundo, ¿Cómo nos atrevemos a quejarnos cuando nuestros derechos como cristianos son silenciados?

7. Usas tus oraciones para lucir tu agenda

En una reunión de oración pública, los pastores de varias congregaciones se reunieron en una plaza pública para orar por nuestro país. Aunque lo hicieron inicialmente con el objetivo de unir, resultó ser más divisivo que unificador. Cada pastor accedió al micrófono y usó sus oraciones para degradar a otros pastores presentes por su perspectiva teológica y política.

Cuando un montón de pastores se alejaron con rabia, resultó sencillo ver que los pastores usan sus plataformas más para destruir que para construir.

La oración no debe ser usada como un megáfono para ninguna agenda –política o de cualquier otro tipo. Jesús usó sus oraciones para comulgar con su padre o para darle gloria. Nunca las uso para enaltecerse, sino para acercar a las personas a Dios. Nosotros deberíamos hacer lo mismo.

La oración puede ser una de nuestras armas más poderosas, no solo para comulgar con nuestro Padre celestial, sino para acercarnos al trono de Dios con el cuidado de nuestra alma. Pero cuando lo usamos para exaltarnos, impresionar a otros o incluso para demostrar que somo “más espirituales” que otros, empañamos la reputación de Dios y la nuestra. 

La mejor forma en la que podemos drenar una actitud farisaica es siendo genuinos y auténticos en nuestra relación con Dios. Cuando oramos con humildad y cuidado por otros, somos menos como los fariseos y más como el cuerpo de Cristo. 

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Michelle S. Lazurek es una autora ganadora de premios, vocera, esposa de un pastor y madre. Ganadora del premio Golden Scroll en la categoría de libro infantil del año y la medalla de plata “Luz Fortalecedora”, es miembro de la Red de Autores Cristianos y la Asociación de Escritores y Voceros. Su primer libro publicado con la editorial Leafwood, “Una invitación a la mesa” salió en septiembre de 2016. Ella también enseña en varios talleres como, la Conferencia de Escritores Cristianos de Montrose. Ella y su esposo viven en Coudersport, Pensilvania, con sus dos hijos, Caleb y Leah. Para más información, por favor visita su sitio web michellelazurek.com.