De acuerdo a Oswald Chambers, la oración es el aire en nuestros pulmones y la sangre de nuestros corazones. ¿Has sostenido tu respiración bajo el agua? Es sencillo cuando sabes que puedes salir por aire en cualquier momento, sin embargo, no me gusta la sensación de sostener la respiración. Cuando no oras, es como restringirte alguna necesidad. Es como sostener tu respiración. Miremos lo que dice la Biblia sobre la oración, y algunas sugerencias sobre cómo la oración puede enriquecer tu vida.

 

¿Qué es una oración?
La oración significa: “pedir, buscar, suplicar, peticionar, requerir, apelar, llamar, implorar o interceder” La oración es una conversación con Dios. Es un acto y una actitud, elevamos nuestras voces a Dios, bien sea en la iglesia, en nuestras casas o incluso cuando vamos en nuestro coche conduciendo.

Lo alabamos, le agradecemos, le pedimos y simplemente hablamos con ÉL (1 Tesalonicenses 5:16-18). Pero la oración es más que pedirle cosas a Dios, trata de desarrollar una relación con Él.

Una actitud de oración incluye un corazón humilde (Santiago 4:6), pero también confianza (Hebreos 4:16) porque sabemos que Dios nos escucha (Salmos 18:6).

La oración es comunicación y conexión con Dios. Hay más de 100 referencias a ella en la Biblia. El libro de los Salmos tiene la mayor parte de las referencias, pero Génesis le sigue. A través del antiguo y del nuevo testamento, Dios manda a su pueblo a orar –y lo hacen.

Hay algunas cosas que Dios dice sobre la oración en la Biblia:

Podemos orar en cualquier circunstancia (1 Tesalonicenses 5:16-18; Filipenses 4:6-7). ¿Estás pasando por una prueba? Ora. ¿La vida está cargada con miedo, dudas, preocupaciones o duelo? Ora. Dios está cerca de aquellos que oran (Salmos 145:18).

A menudo cuando oramos, podemos sentir la presencia de Dios. A veces no sentimos nada pero las escrituras nos aseguran que Dios siempre escucha nuestras oraciones (Salmos 18:6, 1 Juan 5:14). Dirigir nuestras mentes y corazones a través de la oración a quién es él, nos puede recordar acerca de sus promesas y ayudarnos a sentir su promesa en el pasar de los días.

Dios a menudo nos pide que confiemos en él. Una de las maneras en las que podemos mostrar nuestra fe es orando porque la oración misma es un acto de fe (Marcos 11:24; Santiago 1:6, 1 Juan 5:15).

Dios no rechaza las oraciones de su pueblo (Zacarías 10:6, Hechos 2:21; Salmos 143:1). Aunque nuestras oraciones no sean respondidas y sintamos el pinchazo del silencio de Dios, podemos confiar en su palabra cuando dice que intervendrá por su gente. La redención de Dios es una promesa a la cual podemos aferrarnos cuando oramos.

 

¿Por qué debería orar? 
La oración es como una de esas disciplinas cristianas a las que quieres comprometerte más, pero la duda permanece: ¿Dios realmente escucha?

No compares a Dios con la gente en nuestras vidas. Él no es el jefe que nunca escucha nuestras ideas, o el esposo, o esposa, o amigo que simplemente asiente distraído mientras explicas con profundo dolor. La oración no es tratar de llamar la atención de Dios. Ya la tenemos. El oído de Dios ya está prestándonos atención.

Aférrate a la verdad de que oras porque Dios así te ha mandado, y porque crees en el poder de la oración. 

 

¿Y qué ocurre con las oraciones no respondidas?
Todos experimentamos tiempos de oraciones fervientes cuando Dios parece silencioso. ¿Cómo reconcilias tiempos en los que Dios se siente ausente con el hecho de que deberías seguir orando? Naturalmente podrías preguntarte: ¿Dios es bueno conmigo?

Las escrituras te llaman a orar con fe (Santiago 1:5-8; 1 Juan 5:14-15). Aun así, también se nos prometen problemas en este mundo (Juan 16:33). En cada trauma, tragedia y prueba, puedes apoyarte en esta verdad: Dios obra en todas las cosas para el bien (Romanos 8:28) incluso si es SI o NO.

Mientras oramos, tenemos fe en quien es Dios y no en su habilidad para decir “SI”. Las oraciones ancladas en la fe significan que estaremos contentas, no por la respuesta de Dios, sino en Dios mismo. A veces no es sobre la respuesta de la oración, sino sobre lo que glorifica a Dios. Aunque sea una dura verdad, debes aferrarte a las promesas de Dios en los siguientes versículos:
 

  • Den gracias al Señor, porque Él es bueno; Su amor perdura para siempre - 1 Crónicas 16:34
  • El Señor es bueno para todos; Él tiene compasión de todo lo que ha hecho - Salmos 145:9.
  • El Señor es bueno, un refugio en tiempos de angustia. Él se preocupa por aquellos que confían en él - Nahum 1:7
     

¿Cómo comienzo a orar?
La clave está en hacer lo mejor para ti. No hay una fórmula buena o mala, pero me he dado cuenta que estas cosas son buenas para recordar cuando tratas de cultivar una vida de oración:
 

Establece un momento sin distracciones
Si trato de orar mientras mis hijos están despiertos, no seré capaz de pensar en las palabras que pienso o digo. En cambio, me levanto más temprano o voy a un lugar más tranquilo. Escojo un momento en el que no tendré muchas distracciones externas. Lee uno o dos versículos de la Biblia. Susurra una oración a Dios para ayudarte a aclarar tu mente de las distracciones. Alaba a Dios por quien es el (Amable, amoroso, agraciado, piadoso, etc.)
 

Escribe tus oraciones
Busca un lapicero y una agenda que te guste. No tiene que ser elegante. Me he dado cuenta de que si estoy ocupada escribiendo las palabras que quiero orar, me concentro bien. Escribir oraciones no tiene que ser complicado. Solo obtén un pedazo de papel y un lápiz y comienza a escribir. Trátalo como una carta, y comienza con “Querido Dios”. Escribe nombres de personas por las que te gustaría orar.
 

Encuentra un compañero de oración
Desarrollar una vida de oración sería mucho más exitoso si lo hiciéramos con alguien que conocemos y le pidiéramos que nos mantuvieran explicados cuando se trate de oración. Yo tengo compañeros de oración ¿y tú?

Acá hay algunos ejemplos de oraciones que puedes practicar o adaptar a tu propio estilo y necesidades:
 

Una Oración por Sabiduría
Hoy, Señor, oro por la sabiduría. Santiago 1: 5 dice que, si pido sabiduría, la concederás. Dame sabiduría y discernimiento en mi día. Hoy habrá gente en mi camino que pondrá a prueba mi paciencia y creará conflictos. Ayúdame a responder con sabiduría y con amabilidad. Otras personas vendrán a mí hoy pidiendo ayuda. Dame el conocimiento para saber cómo responder y la mejor manera de darles consejos. Dador de sabiduría, dame lo que necesito para hoy. Amén.

 

Una oración por fortaleza
Querido Padre Celestial, concédeme la fuerza que prometiste en Salmos 105:4. Estoy cansada y desgastada del mundo y de las demandas de quienes me rodean. Aunque no puedo volver a la cama, rezo por la fuerza para hacerlo. No me olvides que me diste este día y me concederás la fuerza para hacer lo que quieres que haga. Amén.

 

Una oración de alivio de la soledad
Jesús, ayúdame a recordar que nada puede separarte de ti. Puede que me sienta solo, pero mis sentimientos no son mi dueño. Ayúdame a confiar en ti en esta temporada de soledad. Puedo temer que me hayan olvidado. Pero no me has olvidado, según Romanos 8:35-38. Déjame confiar en las promesas de tu palabra hoy. Amén.

Cultivar una vida de oración no es fácil. Será (y ha) tomado tiempo para seguir adelante. Pero vale la pena. Uno de mis escritores devocionales favoritos, Oswald Chambers, dice: “La oración no nos sirve para las grandes obras; La oración es la gran obra.” Sé alentado por 1 Tesalonicenses 5:17 a “Orar sin cesar”. No aguantes la respiración. En cambio, reza.

 

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Sarah E. Frazer es escritora y mentora de estudios bíblicos en sarahefrazer.com. Ella es la esposa de Jason y madre de cinco hijos. Aunque sirve en su iglesia local, tiene estudios bíblicos en el hogar y se está preparando para ser misionera de tiempo completo en Honduras, su pasión es animar a las mujeres a ingresar a la Biblia. Sarah también es autora de tres estudios bíblicos publicados por mujeres para mujeres. Ella comparte herramientas para el estudio bíblico enraizado en sarahefrazer.com. Descarga su desafío de oración gratis en sarahefrazer.com/prayer